Capítulo 37: Un arriesgado desafío, ¡la máxima convergencia!

El eco de esas palabras resonó en lo más profundo de su ser. Spyro reconoció al instante la voz de Ignitus, su mentor, su guía... y más que nada, su figura paterna. Con renovada determinación, abrió los ojos.

Para su sorpresa, ya no estaba en el agua. En su lugar, se encontraba en una isla flotante de color azul brillante. Alrededor de él, el espacio se extendía de manera celestial, con luces suaves y estrellas brillando a lo lejos. El aire era puro, y el ambiente, sereno. Al mirar a su alrededor, notó que cada uno de sus compañeros estaba a su lado, inconscientes, pero a salvo. Poco a poco, los jóvenes dragones comenzaron a despertar, uno por uno, perplejos por el cambio repentino.

"¿Dónde estamos?" preguntó Edel, frotándose los ojos, aún aturdida.

"Se parece...al campo de entrenamiento mental que Ignitus nos dio..." dijo Jhonny obsrevando con detenimiento.

"¿Entonces, no estamos muertos?" preguntó Ray, haciendo una broma

Antes de que pudieran procesar más, la imponente figura de Ignitus apareció ante ellos, no en su forma física, sino como un espíritu luminoso, una proyección de su sabiduría y poder. Tal como habían visto Spyro y Cynder al Cronita luego de su despertar de tres años congelados en el tiempo. Su rostro irradiaba calma, pero también determinación. Al ver las expresiones de desaliento en los jóvenes dragones, Ignitus habló:

"Veo en sus ojos la duda. Es normal, enfrentarse a un enemigo tan poderoso puede hacerlos sentir así. Pero escúchenme bien... ustedes han conseguido mucho más que lo que nosotros, los antiguos Guardianes, pudimos alcanzar"

"¿Cómo puede decir eso, maestro?" preguntó Thorr, claramente abatido, "Morgaus es... imparable... tiene todas las habilidades de esos hunters combinados"

Ignitus sonrió suavemente y continuó:

"Es cierto que Morgaus es poderoso, pero piensen en lo que han logrado. Ustedes los han derrotado a cada uno. Han unido a ciudades que estuvieron separadas por generaciones: Warfang, Skycity, Glowridge, Draguamar, Cavescity, Stonemere... Han traído esperanza donde antes no había más que miedo"

Los dragones se miraron entre sí, sorprendidos por la afirmación de Ignitus. Durante su viaje, cada uno de ellos había sentido el peso de la responsabilidad, pero al escucharlo ahora, el panorama parecía diferente. Ellos, a su corta edad, habían hecho lo que otros Guardianes no habían podido en siglos.

"Pero, ¿cómo podemos vencerlo?" preguntó Cynder, aún con duda en su voz, "Hemos dado todo y aun así no es suficiente"

Ignitus los miró con paciencia y sabiduría, su presencia imponente pero reconfortante.

"La respuesta no está en cuán fuertes sean ustedes como individuos, sino en lo que representan juntos. Morgaus no es solo un enemigo físico, sino la suma de todo lo que han enfrentado. Ya han vencido a todos estos enemigos antes, ¿por qué ahora sería diferente? Aunque Morgaus sea formidable, recuerden que ustedes también están unidos..."

"¿Unidos?" reflexionó Jhonny, mirando a sus compañeros, viendo en ellos no solo a aliados, sino a hermanos y hermanas en esta lucha.

"Exactamente," asintió Ignitus. "Cada batalla, cada sacrificio, los ha llevado hasta aquí. Su vínculo es más fuerte de lo que creen, y es en ese vínculo donde encontrarán la manera de superar cualquier obstáculo"

Ray, normalmente el más impulsivo, esta vez estaba callado, meditando las palabras del sabio dragón. Poco a poco, todos comenzaron a sentir un renovado sentido de propósito. Las palabras de Ignitus calaban profundo, recordándoles no solo de sus logros, sino de lo que aún podían alcanzar juntos.

"Entonces... ¿lo único que necesitamos es confianza en nosotros mismos?" preguntó Edel.

"No solo en ustedes mismos," corrigió Ignitus, "Sino en el poder de su unidad. Ustedes no son solo dragones jóvenes enfrentando un destino incierto. Son el futuro de este mundo. Una generación destinada a reconstruir y guiar hacia una nueva era"

El ambiente celestial alrededor de ellos comenzó a brillar con más intensidad, envolviéndolos en una cálida luz. Los jóvenes dragones sentían cómo esa fuerza los revitalizaba, llenándolos de una renovada energía.

"Ahora levántense," ordenó Ignitus con una mezcla de orgullo y autoridad, "El mundo aún los necesita, cree en ustedes... así como yo creo en ustedes"

Los seis dragones intercambiaron miradas. A pesar de sus heridas, de la fatiga y la desesperación, el fuego de la determinación volvía a encenderse en sus corazones. La figura de Ignitus comenzó a desvanecerse lentamente, pero sus palabras quedaron grabadas en ellos como una chispa que se negaba a extinguirse.

La cabeza espiritual de Ignitus se desvaneció lentamente, su cálida luz dispersándose en el aire. Spyro, ahora completamente levantado, reflexionó por unos segundos antes de romper el silencio.

"Chicos, tengo una idea, pero es algo arriesgada... ¿quieren acompañarme?" preguntó, con una mezcla de duda y determinación en su voz.

Cynder, levantándose junto a él, sonrió ligeramente. "Sabes que yo estoy contigo, Spyro. Aunque si tienes la misma idea que se me ocurrió, entonces sí que es algo arriesgado"

Ray frunció el ceño, claramente inquieto. "Díganme que están bromeando. ¿Qué se les ha ocurrido ahora?"

Spyro se giró hacia su grupo, sus ojos encendidos con una chispa de esperanza.

"Lo dijo Ignitus: nuestros enemigos están unidos en uno. La única forma de vencerlos es hacerlo de la misma forma."

"Nuestros poderes normales no le hacen daño y con convergencia no es suficiente..." agregó Cynder, "Quizá... debamos hacer una convergencia entre todos"

Las palabras cayeron como una bomba sobre el grupo. Los dragones jóvenes intercambiaron miradas de preocupación. Realizar una convergencia entre dos ya era difícil, y ni siquiera habían intentado hacerlo con tres. La idea de una convergencia entre todos era casi impensable.

"Sé que parece imposible," continuó Spyro, notando el temor en los rostros de sus amigos, "Y Terrador nos advirtió de los riesgos. Por eso no quiero que se sientan obligados, pero realmente... necesito su ayuda."

El silencio reinó por un momento, hasta que Jhonny se levantó, con determinación brillando en sus ojos.

"Hace unos meses, un joven humano llegó a este mundo y se convirtió en dragón" dijo, recordando todo hasta ahora, "Hoy, tiene grandes amigos con los que ha vivido increíbles aventuras. Ignitus me enseñó que lo imposible se vuelve posible si crees en ello con todo tu corazón. Vamos a intentarlo"

Thorr, motivado, también se levantó.

"Prometí regresar a Draguamar y visitar a Coral" dijo, "Pero si me rindo ahora y morimos, jamás cumpliré esa promesa. Prefiero intentarlo y fracasar que morir derrotado sin haber hecho nada"

Ray, siempre con su toque de humor, se levantó también, aunque su rostro reflejaba la seriedad de la situación.

"Debe ser una broma, pero yo también prometí volver a ver a mi hermana" dijo, "No podría soportar verla triste si no regreso. Prefiero intentar esta locura que caer sin haberlo dado todo"

Edel, más callada pero llena de convicción, dio un paso adelante.

"Quiero luchar hasta el final, como lo hizo mi madre" dijo, "Estoy con ustedes, amigos"

Finalmente, Cynder miró a Spyro, su expresión suave pero decidida.

"Sabes cuál es mi respuesta, Spyro" dijo ella, "Estoy contigo... y con todos ustedes"

Spyro sonrió, conmovido por el apoyo de sus amigos, sintiendo que sus corazones estaban más alineados que nunca.

"Gracias, amigos. Vamos a hacer esto juntos"

En ese instante, todos sintieron un tirón en sus conciencias, como si fueran atraídos de vuelta a sus cuerpos. Mientras se hundían cada vez más en las profundidades del agua, lucharon por mantener la concentración. Spyro cerró los ojos y, poco a poco, comenzó a sentir una energía poderosa y familiar brotar desde lo más profundo de su ser. Uno a uno, los jóvenes dragones comenzaron a emanar sus auras, sus cuerpos bañados en destellos de sus respectivos colores: fuego, electricidad, tierra, hielo, oscuridad... y ether. A pesar de estar hundiéndose, todos nadaron lo más cerca posible y se tomaron de las garras.

Como habían dicho antes, la convergencia entre dos dragones era difícil... pues las de los seis juntos era aún peor: cada uno podía percibir los efectos secundarios del poder de los demás. Por ejemplo, Spyro podía sentir quemaduras a causa del poder de fuego de Jhonny. Este, as su vez, podía sentir una corriente eléctrica a causa de la electricidad de Ray. Mientras, Edel congelaba parte de la pata de Cynder, quien sentía frío, mientras que Thorr sentía que la oscuridad de Cynder le invadía, empezaba a sentir algo de nervios. No obstante, ninguno dio su brazo a torcer (o su pata), y aguantaron lo más que pudieron, tratando de lograr la calve de una convergencia: pensar como uno. A medida que sus corazones resonaban al unísono, sus energías se entrelazaron, formando una conexión más fuerte que cualquier convergencia que hubieran intentado antes.

"Convergencia... ¡Elemental harmónico!"

En la superficie, Morgaus se regodeaba en su victoria, convencido de que sus enemigos estaban derrotados. Sin embargo, de repente, notó pequeñas luces dentro del agua. Su sonrisa desapareció, su mirada se endureció cuando las luces comenzaron a intensificarse.

Y entonces, con una explosión de poder, un colosal dragón de maná puro emergió del agua. Su forma resplandecía con todos los colores del arcoíris, formado por la energía combinada de los jóvenes dragones. Era una manifestación de maná pura, imbuida de fuego, hielo, tierra, electricidad, oscuridad y ether. El rugido del dragón resonó en el aire, sacudiendo el suelo bajo los pies de Morgaus, quien por primera vez titubeó ante lo que tenía enfrente.

El colosal dragón de energía multicolor, formado por la unión de los jóvenes dragones, se lanzó contra Morgaus con una velocidad asombrosa. El monstruoso simio, con una mezcla de furia y desconcierto, intentó atrapar al dragón en una esfera oscura, invocando su poder más temido. Sin embargo, la esfera no se mantuvo por mucho tiempo. Al instante, comenzó a congelarse, convirtiéndose en hielo puro, quebrándose en miles de fragmentos cristalinos.

Morgaus, aturdido, pero no derrotado, esquivó el siguiente movimiento, buscando un ángulo para agarrar al dragón. Pero al hacerlo, un dolor abrasador lo recorrió. El simple contacto con el dragón emanaba el calor de un sol ardiente. De improviso, el dragón agitó sus alas gigantescas, y una lluvia de rayos eléctricos cayó sobre Morgaus, zumbando y chisporroteando. El gigante gruñó, pero antes de poder reaccionar, una ventisca de hojas afiladas y rocas lo golpeó de lleno.

Intentando resistir, Morgaus comenzó a moverse, pero una onda sónica cortó el aire, paralizándolo de miedo. Furioso, soltó su último haz: liberó un rayo de energía oscura desde su boca, el mismo que antes había dejado a los jóvenes dragones indefensos. Pero esta vez, el dragón de energía arcoíris sobrevivió al impacto, envuelto en una capa protectora de Ether.

Morgaus se tambaleó hacia atrás, completamente desconcertado.

"¿Cómo...?", murmuró entre dientes. Pero antes de que pudiera formular una respuesta, el dragón se abalanzó sobre él, sin darle tiempo para reaccionar.

Desesperado, Morgaus juntó toda su energía, lanzando un último rayo de energía oscura con una intensidad devastadora. En el aire, ambas energías chocaron con un estruendo titánico: la energía oscura contra la pura energía positiva del dragón arcoíris.

Dentro del dragón, los jóvenes dragones sentían cómo sus fuerzas se agotaban. Cada uno de ellos puso todo lo que les quedaba en ese último esfuerzo, entrelazando sus voluntades en una sola. Y entonces, de improviso, su ataque conjunto superó la barrera oscura de Morgaus.

La energía del dragón de arcoíris atravesó el cuerpo de Morgaus, envolviéndolo en llamas púrpuras. Morgaus gritó de dolor y furia, sus palabras llenas de incredulidad.

"¡Es imposible! ¡Ustedes... son criaturas inferiores! ¡Yo soy el más poderoso...!"

Pero sus palabras se desvanecieron en el aire cuando su cuerpo cayó hacia lo que quedaba de la isla volcánica. El impacto desencadenó una explosión de lava y fuego que consumió todo el lugar, reduciendo la isla a cenizas en un último estallido devastador.

El dragón de energía arcoíris, habiendo cumplido su propósito, comenzó a disolverse lentamente en el aire. Exhaustos, los jóvenes dragones se separaron de la fusión, cayendo uno por uno hacia lo que parecía ser el agua. Pero, en lugar de sumergirse en las profundidades del océano, sus cuerpos chocaron contra un suelo firme... un suelo de madera.

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