Capítulo 36: A todo o nada

"¡Cynder!" exclamó Spyro, su voz quebrada entre el cansancio y el asombro.

"¡Sostente, Spyro!" respondió Cynder, apretando su pata con fuerza mientras soportaba la abrumadora ráfaga de aire que amenazaba con arrancarlos del suelo.

De repente, la presión del viento se detuvo. Un ominoso silencio cayó sobre ellos. Al alzar la vista, ambos dragones se encontraron con la visión de Morgaus, quien había mutado en una criatura monstruosa, el doble del tamaño de un dragón adulto. Su piel antes chamuscada ahora estaba cubierta por una oscura y viscosa armadura, y de su cuerpo brotaba un aura de pura maldad que distorsionaba el aire a su alrededor.

Morgaus sonrió con desprecio, sintiendo el poder recorrer su renovado cuerpo.

"Ahora verán lo que es el verdadero poder..." murmuró, su voz resonando como un trueno oscuro.

Con un poderoso golpe al suelo, una grieta profunda se abrió, y de ella brotó una devastadora onda de choque que se dirigía hacia Spyro y Cynder a gran velocidad.

"¡Cuidado!" gritó Cynder, tirando de Spyro y tratando de esquivar el ataque. Pero, a pesar de sus esfuerzos, la onda los alcanzó, arrojándolos con brutal fuerza contra el suelo. Ambos dragones cayeron pesadamente, el dolor atravesando sus cuerpos como dagas.

"Cynder..." musitó Spyro, tratando de levantarse a pesar de casi haberse quedado sin fuerzas.

"Estoy bien... pero eso dolió..." respondió ella, en las mismas condiciones.

Spyro consiguió ponerse de pie aun estando agotado, e intentó canalizar su poder, tratando de invocar la fuerza de su espíritu, pero solo logró que su maná brillara débilmente, como una chispa al borde de apagarse. Mientras, el enorme monstruo de Morgaus, quien disfrutaba de su aparente victoria, avanzó hacia ellos con pasos que hacían temblar la tierra. Estaba a punto de llegar cuando, de pronto, algo lo detuvo. Miró hacia abajo, y para su sorpresa, sus enormes pies estaban congelados en el lugar.

"¿Qué...?" gruñó, su mirada se oscureció con furia.

"Eso es..." dijo Cynder, volviendo su mirada hasta encontrar la fuente del hielo: una dragona que estaba enfocando toda su energía en el suelo y había dirigido ese hielo hacia los pies de la bestia, "¡Edel!"

Morgaus notó también a la dragona, pero antes de que pudiera reaccionar...

Lanzas electrizantes!"

De improviso, cuatro lanzas de rayo cayeron del cielo, impactando con precisión en los brazos de Morgaus. Las descargas eléctricas recorrieron su cuerpo, paralizando sus músculos y perturbando sus movimientos.

"Convergencia... ¡Gran Dragón de Magma!

Y entonces, con dos rugidos unísonos que resonó por todo el campo de batalla, un dragón de fuego y otro de tierra pantanosa se abalanzaron sobre Morgaus desde un lado. Ambos ataques chocaron a mitad de camino, fusionándose en una inmensa ola de lava en forma de un dragón con garras ígneas. La bestia de lava lo envolvió completamente y hundiéndolo bajo el torrencial magma.

Spyro, aún en el suelo y respirando con dificultad, alzó la vista. Entre el caos, divisó con alivio a sus amigos Ray, Thorr, Edel y Jhonny, todos reunidos, aproximándose a su lado.

"Amigos..." murmuró Spyro, sus ojos brillando con una mezcla de esperanza y gratitud.

"Lamentamos la tardanza, pero creo que llegamos a tiempo" dijo Edel, ayudando a Cynder a levantarse.

"Un par de minutos hubiera estado mejor, también" respondió ella con una sonrisa.

Thorr se acercó a ayudar a Spyro, mientras Jhonny había sacado una gema verde larga de debajo del ala. A continuación, se la aproximó a Spyro y Cynder.

"Un regalo de Sparx" explicó este, "Nos cruzamos en el camino y no pudo más que traernos esto"

Spyro sonrió por el gesto de Sparx. Él, junto a Cynder tomaron cada uno de los extremos de la gema, sintiendo una breve y pequeña recarga de energía.

"Chicos, tenemos problemas..." anunció Ray, con la voz cargada de preocupación, "...y de los grandes."

Los jóvenes dragones se giraron rápidamente. Morgaus emergía de la lava, como una pesadilla hecha carne. Las cascadas de magma fluían por su cuerpo, iluminando su contorno en tonos rojizos mientras cada uno de sus pasos resonaba como truenos, sacudiendo la tierra bajo ellos. Su figura se alzaba imponente, más monstruosa que antes. El calor era tan intenso que el aire vibraba a su alrededor.

"¡Ya me tienen harto!" rugió Morgaus, su voz resonando como un trueno que retumbaba en sus oídos, haciendo que el suelo temblara bajo ellos.

Spyro y Cynder, apenas recuperando sus fuerzas, lo observaban con horror. Antes de que pudieran reaccionar, Morgaus abrió su boca y, con un chillido tétrico, expulsó un cráneo de energía oscura, cubierto por una bruma maldita que helaba el aire a su paso.

"Eso es..." musitó Thorr, incapaz de apartar los ojos de la escena. Pero no había tiempo para el asombro. "¡Escudo Terrax!" exclamó, concentrando todo su poder en un muro gigantesco de roca, el más grande que había creado jamás.

El cráneo oscuro impactó contra el escudo de tierra con una fuerza devastadora. En el mismo instante, una explosión descomunal estalló, desgarrando la tierra bajo sus pies. La mitad de la isla fue destruida en un parpadeo, y el volcán se partió en dos, revelando su furiosa cámara de magma, que escapaba en ríos incandescentes hacia el océano, solidificándose al contacto con el agua.

Pero antes de que la explosión los consumiera, Spyro, con sus últimas fuerzas, levantó un escudo de éter puro que envolvió a todos sus amigos, protegiéndolos del impacto directo. Al mismo tiempo, Cynder invocó un torbellino de viento, lanzando a todos al cielo justo antes de que el magma los alcanzara. El calor abrasador se sentía en sus escamas, y aunque lograron esquivar la lava, no pudieron evitar el impacto de la onda expansiva que los arrojó doloridos al borde de lo que quedaba de la isla.

"Eso... estuvo demasiado cerca..." jadeó Cynder, aterrizando pesadamente junto a los demás.

"Muchas gracias... a ambos," dijo Jhonny, respirando con dificultad mientras trataba de incorporarse.

"No es necesario darlas," respondió Spyro, "ustedes también nos salvaron."

Thorr, sacudiendo la cabeza para despejarse, se volvió hacia Ray. "Escuché que antes de que ese ataque impactara dijiste algo..."

Ray asintió, con una mirada seria. "Sí... ese ataque oscuro... era del tipo que yo derroté una vez."

Pero antes de que pudieran seguir hablando, Edel les interrumpió con una mirada de urgencia. "¡Atención! ¡Nos ha visto!"

El gigantesco Morgaus, ahora completamente cubierto de magma, avanzaba hacia ellos con pasos que sacudían el suelo. De repente, alzó un puño enorme cargado con destellos eléctricos y lo dejó caer con una fuerza descomunal. Todos extendieron sus alas y esquivaron el ataque por los pelos, pero cuando el puño de Morgaus impactó en el suelo, una onda de energía los sacudió, desestabilizando su vuelo.

"Esta sensación..." pensó Jhonny, luchando por mantener el equilibrio en el aire, "Es... como el impacto de un mazo..."

"¡Volemos más alto!" ordenó Spyro, liderando al grupo hacia el cielo.

Aunque la idea de atacar desde una mayor altura parecía sensata, su plan se desmoronó rápidamente cuando una onda de energía oscura emergió de la mano de Morgaus y se propagó en todas direcciones, interponiéndose en su vuelo. Miraron hacia abajo y vieron a Morgaus levantando su brazo, con una sonrisa cruel mientras controlaba aquella energía que los obligaba a reconsiderar su estrategia.

Esa habilidad..." pensó Cynder, sus ojos entrecerrándose al ver el oscuro poder de Morgaus.

De repente, la bestia abrió la boca, y de su interior emergieron espectros sombríos que se abalanzaron como sombras vivas hacia los jóvenes dragones. Edel, quien había visto esto antes, reaccionó rápidamente.

Velo helado!" exclamó, batiendo sus alas con fuerza.

Un viento frío y afilado se alzó, formando una barrera circular gélida que los protegió de los espectros. Al impactar, los espectros intentaron atravesar la barrera, pero se congelaron en el intento, sus formas oscuras cristalizándose en el aire. Sin embargo...

"¡Amigos!" advirtió Thorr con urgencia. "¡La barrera se está encogiendo!"

Los dragones voltearon justo a tiempo para ver cómo la barrera oscura creada por Morgaus, una espesa energía maligna, avanzaba hacia ellos. Cuando aquella energía chocó contra el escudo de Edel, lo desintegró al instante.

"¡Debemos alejarnos de eso!" gritó Cynder, agitando sus alas con desesperación.

Sin otra opción, los jóvenes dragones fueron obligados a descender, volando al nivel del suelo donde Morgaus los esperaba con su monstruosa presencia.

"¡No queda más que enfrentarlo!" rugió Ray, dejando que su energía eléctrica se encendiera con furia. "¡Yo seré la distracción!"

Con una velocidad impresionante, Ray se lanzó hacia el enemigo, su cuerpo vibrando con electricidad mientras desataba una lluvia de flechas eléctricas sobre el gigante. Morgaus gruñó, irritado, mientras las chispas de energía crepitaban sobre su piel oscura. Los demás aprovecharon el momento para coordinar sus ataques.

"Convergencia... ¡Tormenta de sombras congelantes!" gritaron al unísono Cynder y Edel.

Ambas dragonas unieron sus poderes, una ráfaga de sombras y hielo combinándose en una espiral de energía oscura y gélida que impactó directamente en el torso de Morgaus, cubriéndolo de hielo. Parte de su gigantesco cuerpo quedó atrapado en la prisión de hielo oscuro, mientras el frío comenzaba a fracturar su armadura viscosa. Ray, tras su ataque, regresó rápidamente con sus compañeros mientras Morgaus permanecía inmóvil.

"¡Ahora!" exclamó Spyro.

"Convergencia... ¡Relámpago Ardiente!"

"Convergencia... ¡Impacto Terra-Ether!"

Ambos dragones se lanzaron al unísono: uno cubierto por llamas y relámpagos dorados, y otro recubierto de una energía etérea que vibraba con el poder de la tierra misma. Con una sincronía perfecta, ambos impactaron ataques contra Morgaus, quien fue derribado con un estruendo monumental. La tierra que quedaba de la isla tembló bajo sus pies mientras el gigantesco monstruo caía de espaldas, una nube de polvo elevándose a su alrededor. Mientras que algo de agua del mar salpicó.

Por un momento, todos creyeron que lo habían logrado. Pero la esperanza se desvaneció rápidamente cuando, desde las ruinas del hielo y las llamas, Morgaus volvió a levantarse. Su cuerpo, aunque cubierto de cicatrices, no mostraba ningún daño significativo. Los dragones observaron, incrédulos, cómo el monstruo rugía con renovada furia, más colosal y temible que nunca.

Morgaus rugió con furia, sacudiendo la tierra a su alrededor. Abrió su gigantesca boca de nuevo y, como una tormenta oscura, una oleada de espectros sombríos comenzó a salir de su interior, retorciéndose en el aire como serpientes de oscuridad.

"¡De nuevo esos espectros!" exclamó Edel con frustración, viendo cómo los fantasmas avanzaban hacia ellos.

"¡No podemos enfrentarlos de frente!" gritó Spyro, su mente trabajando a toda velocidad. "¡Separémonos!"

Los jóvenes dragones comenzaron a maniobrar en el aire, esquivando las ráfagas de espectros que intentaban alcanzarlos. La situación se tornaba cada vez más desesperada, hasta que Cynder, con los ojos entrecerrados, percibió algo.

"¡Necesitamos ganar tiempo...!" exclamó, observando a Morgaus.

"¡Intentaré conseguirlo!" respondió Jhonny, "¡Ray, cúbreme!"

"¡Entendido!"

Sin perder más tiempo, Jhonny inclinó sus alas y descendió rápidamente en picada, esquivando hábilmente a aquellos fantasmas y acercándose al rostro de Morgaus. Mientras Ray generaba (con lo poco que le quedaba de energía, una bola eléctrica y la lanzó en su dirección. Justo cuando el gigante iba a golpear al joven dragón que se acercaba a su muerte, la bola eléctrica estalló detrás de este, emanando un brillo casi cegador. No obstante, aún faltaba un detalle más:

"¡Puño Solar!" gritó con fuerza, llevándose las garras a la altura de la cara.

Los demás sabían que iba a hacer y se cubrieron la vista. En un abrir y cerrar de ojos, Jhonny encendió nuevamente aquel en un destello cegador. Sin embargo, junto al destello de la explosión eléctrica de Ray, simulaba una explosión de una estrella, aumentando el radio de intensidad que normalmente tenía esa técnica. El Moragus gigante rugió de dolor, tambaleándose hacia atrás mientras sus manos trataban inútilmente de cubrir sus ojos. De igual forma, el destello fue tan intenso que los espectros que lo rodeaban se disiparon, desvaneciéndose en la luz pura que emanaba.

"¡Ahora, rápido!" ordenó Spyro, volviendo a retomar el mando de la situación. "¡Aprovechemos este momento para reagruparnos!"

Sin embargo...

"¡Cuidado!" advirtió Thorr, inquieto, "Se está recuperando demasiado rápido!"

De pronto, algo cambió en el gigante. A pesar de su inmenso tamaño, sus movimientos comenzaron a acelerarse de manera antinatural. El suelo tembló cuando desapareció en un parpadeo y, con una velocidad similar a la del Hunter Saluk, apareció frente a Ray.

"¡Ray, cuidado!" gritó Cynder, pero era demasiado tarde.

Con un solo y brutal golpe, Morgaus lanzó a Ray volando por los aires, su cuerpo golpeando el suelo con un impacto que lo dejó incapacitado. Antes de que el grupo pudiera reaccionar, el monstruo se movió de nuevo.

"¡No!" gritó Thorr, intentando cubrirse con un muro de tierra, pero Morgaus fue más rápido. El dragón de tierra apenas pudo conjurar su defensa cuando un puño descomunal lo atravesó, lanzándolo a volar como si no pesara nada, dejándolo inconsciente junto a Ray.

Edel, viendo a sus amigos caer, agitó sus alas con desesperación, conjurando ráfagas de hielo para frenar al enemigo. Pero Morgaus, con su nueva velocidad, se abalanzó sobre ella antes de que pudiera siquiera reaccionar. Con un movimiento devastador, la arrastró por el aire y la arrojó al suelo, su cuerpo congelado impactando pesadamente en la roca.

"¡Edel!" exclamó Jhonny, incapaz de creer lo que había sucedido.

"¡Jhonny, cuidado!" gritó Spyro, mientras Morgaus continuaba su arremetida.

Jhonny intentó esquivar, pero fue incapaz de evitar el golpe del monstruo. Morgaus lo golpeó con tal fuerza que sintió de nuevo sus huesos quebrarse dejándolo herido y cayendo junto a los demás.

Luego le siguió Cynder, desapareciendo en las sombras para intentar atravesar a Morgaus con su forma intangible. Pero el gigante anticipó su movimiento y, con una rapidez desconcertante, la atrapó en medio de su desmaterialización, lanzándola al suelo con un golpe brutal. Cynder cayó, incapaz de levantarse, su forma de sombra desvaneciéndose.

Finalmente, Morgaus se giró hacia Spyro, quien se preparaba para su propio ataque. El monstruo se lanzó contra él con una velocidad aterradora. Spyro apenas pudo esquivar el primer embate, pero no fue lo suficientemente rápido para evitar el siguiente. Morgaus lo golpeó de lleno, arrojándolo al aire como a sus compañeros.

"No... puedo... rendirme..." murmuró Spyro, debilitado, mientras luchaba por mantenerse consciente.

Morgaus abrió su boca una vez más, y de ella emergió un rayo de energía oscura, directo hacia los dragones caídos. Spyro, reuniendo las pocas fuerzas que le quedaban, canalizó el último vestigio de su poder de Ether, creando una barrera protectora que rodeó a sus amigos.

El rayo de Morgaus impactó contra el escudo de Ether con una fuerza abrumadora. El campo de energía tembló y, al final, la explosión que se desató fue devastadora. La onda expansiva arrasó todo a su alrededor, y los jóvenes dragones, agotados, no pudieron resistir más. Sus cuerpos, ahora derrotados, fueron arrastrados por la fuerza de la explosión, cayendo sin resistencia en las frías aguas que rodeaban la isla. Cada uno de ellos, agotado y herido, sentía el peso de la derrota. En medio de la negrura que lo envolvía, Spyro, apenas consciente, se preguntaba:

"No puedo moverme... Lo siento chicos... pero creo que es el fin"

De repente, una voz familiar rompió la oscuridad.

"Es solo el fin si así lo decides, Spyro. No olvides que posees la fortaleza del corazón del dragón púrpura y tus compañeros tienen los suyos propios..."

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