Capítulo 33: Supérate, ¡El golpe del dragón!
(Mientras tanto...)
Quedaba alrededor de 1 hora para que la maldición de la espada cobrara su víctima, y Spyro jadeaba de cansancio, flexionando sus patas mostrando su agotamiento. Había estado luchando por bastante tiempo contra Morgaus, quien igual que él, estaba arrodillado frente a él. Si bien no mostraba mucho daño, se empezaba a hacer evidente de que aquella espada maldita estaba ligada de alguna forma con su fuerza vital.
El joven dragón púrpura había intentado aplastarlo con dos paredes de tierra que casi consiguen hacerle puré, pero Morgaus logró cortar esas rocas como mantequilla. Luego, uso una capa de hielo bajo los pies del cazador para inmovilizarle y luego atacar con una onda de relámpagos, que resultaron dar en el blanco. No obstante, a pesar de que los primeros intentos de un ataque directo fallaron, parecía que el choque de poderes los debilitaba gradualmente.
"No queda mucho tiempo, tengo que..." pensó Spyro, pero sintió un dolor de inflamación en su pata trasera izquierda.
Esto no pasó desapercibido para Morgaus quien, viendo una oportunidad, se abalanzó blandiendo su espada negra y maligna contra Spyro. El joven dragón creyó que sí sería su fin, pero, de improviso, el suelo se rompió frente a ellos y un gran chorro de lava brotó en dirección al Cazador, lo que lo hizo frenar y retroceder. Spyro aprovechó la oportunidad y también retrocedió.
"¡Ventisca congelante!"
Spyro exhaló una gran cantidad de hielo a la ola de lava, endureciéndola y creando una pared temporal contra Morgaus. No obstante, aquel golpe de suerte rápidamente cambió a algo de preocupación: la lava empezaba a burbujear y el volcán había empezado a temblar, como si estuviera despertando y amenazando con hacer erupción. Si bien era preocupante (puesto que todos ellos estaban dentro del volcán), este cambio repentino no eran casusas naturales, pues se percibía en el aire como si un despliegue de poder alimentara el calor del lugar, mezclado con una sensación de furia indescriptible...
"¡Furia!" pensó Spyro al imaginar una posibilidad...
(Flashback)
Una noche luego de superada la prueba del laberinto, Spyro y Jhonny fueron llevados ante Ignitus, el Cronista, a través de la conexión mental onírica. Habían tenido un pequeño combate de práctica en que ambos habían demostrado cuanto habían aprendido. El resultado fue la victoria de Spyro.
"Nada mal, amigo" le dijo Spyro a un derribado Jhonny, dándole la pata para ayudarle.
"Eres asombroso Spyro" le dijo este, recibiendo la ayuda, "No cabe que eres el dragón legendario. Eres imposible de vencer, y ya lo he intentado 10 veces, aunque sea de práctica"
"Eres bastante modesto, Jhonny" le dijo Ignitus, apareciendo frente a ambos (cosa que ya resultaba bastante normal para ambos), "Ambos son asombrosos, ambos han logrado superar sus propios obstáculos y encontrar su propia fortaleza interior"
Se volvió a Spyro.
"Spyro, tú lograste encontrar un motivo para luchar incluso después de mi fallecimiento" le dijo su padre, "Con tu fortaleza y la de Cynder han logrado terminar con la maldad de Malefor, salvar el mundo y traer un nuevo inicio para todos. No podría estar más orgulloso, hijo mío"
"Gracias Ignitus... quiero decir, papá" respondió Spyro.
Hubo un momento en que ambos se miraron sonrientes y Jhonny observaba alegremente a ambos, sintiendo un poco de envidia por Spyro al ver la hermosa relación padre-hijo. Luego, Ignitus se volvió hacia él.
"Mientras tanto tú, Jhonny, a pesar de que eres de otro mundo, te has adaptado muy bien a él" le dijo Ignitus, "Has superado tus límites y encontrar a tu ser interior. Además, de hacer buenas migas con Spyro y los demás"
"Sí, sobre todo con Edel..." comentó Spyro riendo, poniendo un poco más rojo a Jhonny.
"Pero... aún tienes un obstáculo más que superar"
Los jóvenes dragones de inmediato borraron sus sonrisas ante el cambio de tono de Ignitus.
"¿Un obstáculo más?" preguntó Jhonny.
Hubo un minuto de silencio, en el cual Ignitus cambiaba sus miradas entre él y Spyro.
"Joven dragón, ¿cómo es representado un dragón en tu mundo?" preguntó Ignitus.
Jhonny no respondió inmediatamente, pues no quería ofender a Ignitus o Spyro por los pensamientos absurdos de su especie humana (pues él había conocido dragones y vivido con ellos). No obstante, como Ignitus le miraba en espera de respuesta, Jhonny se sinceró:
"Normalmente son representados como una gran serpiente alada que vive en cuevas y algunos ocultan grandes tesoros. Tesoros por los que muchos han muerto intentado robarlos..."
"Ya veo..." dijo Ignitus, "A pesar de los deseos de codicia y poder que contaminan tu mundo, algo es cierto: para los dragones, no hay nada más importante que un tesoro: algo que queremos proteger y cuidar inclusive a costa de nuestras vidas. Si alguien toca nuestro tesoro más importante, podría ser lo último que viera en su vida... pero no necesariamente, debe ser oro o joyas..."
Spyro pareció empezar a entender lo que decía Ignitus a Jhonny quien estaba en silencio, escuchando atentamente.
"Además, los dragones de fuego son los más temperamentales de todos" continuó Ignitus, "Lo digo por experiencia propia" se volvió hacia Spyro, "Spyro, tú también. Tal vez seas el legendario dragón púrpura, pero también eres mi hijo. Es por eso que tu ira casi te controla cuando me creíste perdido. Claro está, que tuviste a Cynder en ese momento"
Spyro hizo memoria cuando vio a Ignitus desaparecer aquella vez en el cinturón de fuego: la impotencia de no poder salvarle, sintiendo que no pudo salvar a vida de su mentor y su figura paterna frente a sus ojos, además sabiendo que era un dragón destinado a grandes leyendas... esa ira casi lo cegaba y, de no ser por Cynder, se hubiera transformado en un segundo Malefor.
"Fue horrible..." dijo Spyro.
"Sí, la ira se desencadenó ya que para ti no hay mayor tesoro que los que te rodean" dijo Ignitus. Luego, se volvió hacia Jhonny, "Tú, mi joven sucesor a guardián, no tienes deseos de codicia o poder, sino el mismo tesoro que Spyro; es decir, tus seres cercanos. Spyro con el tiempo logró controlar su ira, pero tú aún tienes esa difícil tarea. No lo olvides: para un dragón de fuego, el infierno se desatará si pierde su tesoro..."
(Fin del Flashback)
"...a esto se refería Ignitus" se dijo Spyro, mirando alrededor y pensando en alguna terrible causa, "Y su fuego está afectando el calor del volcán... ¡causará una erupción!"
Pero, a pesar de que el joven dragón púrpura estuviera preocupado por lo que le haya afectado a su amigo, él tenía sus propios problemas: con un sonido de corte, la pared de lava petrificada fue despedazada en mil pedazos y, frente a él, estaba Morgaus, aún blandiendo su espada y con una mirada fría de odio hacia el joven dragón.
"Ya no importará si este lugar queda sepultado en lava" le dijo al joven dragón púrpura, amenazándolo con su espada, "Ya arruinaste nuestra meta del máximo poder mágico y planeo esta vez tomar tu cabeza o irme al infierno en el intento"
"No me interesan tus metas, tú le hiciste daño a mis amigos y mi familia" respondió Spyro, sin mostrarse aterrado.
"Siempre cargarás con ese peso, es por ser el dragón púrpura: ese poder es un imán de problemas"
Pero Spyro, a pesar de la situación, soltó una leve risa.
"Tienes razón, es un imán de problemas" le respondió, "Pero también es un imán que me ha traído a seres especiales, comenzando con mis familias y maestros hasta mis amigos. Mi papá tenía razón: soy diferente a Malefor porque yo no estoy solo, sino que confío en los demás..."
Mientras lo decía, se volvió a recubrir de un aura de maná mucho más poderosa que la que había estado usando hasta ahora. Luego, señaló hacia Morgaus.
"¡Y mi prueba será derrotarte y destruir esa arma!" exclamó el joven dragón púrpura.
(Mientras tanto...)
Si bien el estado de furia de Jhonny era preocupante, el aumento de poder que alcanzado era innegable. Apenas rugió, el aire a su alrededor vibró con una intensidad abrasadora. El calor que emanaba de su cuerpo era tan intenso que el suelo bajo sus patas comenzó a derretirse en charcos de roca fundida. Las paredes de la caverna se tiñeron de un rojo vivo, y el ambiente, cargado de energía ardiente, distorsionaba la visión como si una onda de calor se esparciera por el lugar.
Sin previo aviso, Jhonny se lanzó contra Goliat con una velocidad que desafiaba la lógica. El Cazador, confiado en la resistencia de su armadura y la fuerza de su kanabo de acero, intentó aplastarlo con un golpe devastador. Sin embargo, el joven dragón lo esquivó con una agilidad inusitada y apareció a su costado antes de que Goliat pudiera siquiera reaccionar. Entonces, Jhonny le propinó un puñetazo envuelto en llamas, tan ardiente que, a pesar de la fortaleza que había demostrado aquel coloso, su gruesa piel sintió la quemazón tal cual un humano pusiera su mano en una estufa incandescente.
Lo que siguió fue una tormenta de golpes. Zarpazos, puñetazos y llamaradas de fuego brotaban de Jhonny como una lluvia de estrellas fugaces, impactando a Goliat desde todas direcciones. Cada golpe parecía más fuerte que el anterior, envolviendo al cazador en un torbellino de fuego y furia. Goliat trató repetidamente de asestar un golpe con su kanabo, pero los ataques de Jhonny llegaban tan rápido que nunca podía predecir de dónde vendría el próximo. A pesar del dolor y las quemaduras que comenzaban a cubrir su cuerpo, Goliat, entre gruñidos de esfuerzo, se sentía extrañamente emocionado. Esto era lo que había esperado.
"Esto es más emocionante..." se dijo Goliat, mientras sus piernas temblaban por el esfuerzo de resistir los ataques, "Este es el verdadero poder de un Guardián de Fuego... aunque, si sigue así, podría matarme"
Por fin, logró conectar un golpe con su kanabo, pero, ante la sorpresa de sus ojos, este vio cómo Jhonny logró detenerlo con una sola pata.
"¡Te haré pagar por lo que hiciste!" gritó Jhonny, con una voz de que no era él, sino la furia el que hablaba en aquel cuerpo.
Con un rugido, Jhonny lo golpeó con todas sus fuerzas, un puñetazo cargado de fuego que impactó en el pecho de Goliat, enviándolo volando hacia atrás, chocando brutalmente contra una pared de roca. El impacto hizo temblar la caverna y provocó que varios trozos del techo se derrumbaran, mientras el calor del volcán seguía aumentando, como si respondiera a la furia del dragón. Pero, a pesar de todo, la ira de Jhonny no parecía saciarse. Sus ojos, encendidos de rabia, no mostraban compasión ni vacilación.
(Cerca de allí...)
El cuerpo de Edel yacía inmóvil en el suelo, como si su vida se hubiera desvanecido tras recibir aquel golpe devastador. Sin embargo, un suave resplandor emanaba de la gema que colgaba de su cuello, la cual comenzaba a brillar con un fulgor creciente, entregando su último milagro a la vez que desaparecía.
"Despierta, mi niña..." resonó una voz suave, familiar y cálida.
"¿Mamá?" murmuró Edel, entreabriendo los ojos con esfuerzo.
Tal como en aquella ocasión anterior, su madre, Eira, se encontraba frente a ella, con su eterna sonrisa radiante de alegría en un entorno espiritual que flotaba entre la realidad y el sueño.
"Lo que hiciste fue muy peligroso", comentó Eira con dulzura, "Pero también amoroso"
"Entonces... ¿estoy...?" preguntó Edel con temor, su voz apenas un susurro, sin atreverse a terminar la frase.
Eira negó suavemente con la cabeza, una sonrisa serena aún en su rostro.
"No, aún no, mi niña. Pero ahora te doy lo último que me queda..." su pata espectral se elevó hacia la gema, que brillaba más intensamente con cada palabra, "Te transfiero toda mi fuerza vital restante en este regalo que te hice"
Con esas palabras, Edel observó cómo la pata de su madre comenzaba a desvanecerse lentamente, como una bruma disipándose al viento. La desaparición se extendía por su cuerpo, volviéndola cada vez más etérea.
"Ten cuidado, amor mío", continuó Eira, su voz llena de cariño y advertencia, "Ya no habrá más segundas oportunidades"
"No... mamá, por favor, no te vayas..." suplicó Edel, con lágrimas que asomaban en sus ojos, su corazón quebrantado por la inminente despedida.
"Siempre estaré contigo..." respondió Eira, su figura desvaneciéndose por completo mientras Edel intentaba aferrarse a su imagen, "En tu corazón... pero ahora debes salvar a quien te tiene en el suyo..."
Con esas últimas palabras, la figura de Eira se desvaneció finalmente, dejando una calidez en el pecho de Edel, justo antes de que ella volviera a abrir los ojos en la realidad.
De repente, sintió la vibración en la caverna a su alrededor, el calor era cada vez más intenso, y las paredes temblaban como si una fuerza abrumadora perturbara todo el lugar. Levantó la cabeza, sus sentidos agudizados por la energía renovada que la recorría. Fue entonces cuando lo vio: a Jhonny, sumido en una feroz batalla contra Goliat, pero algo en él había cambiado...
El joven dragón que ella conocía ya no estaba allí. En su lugar, un ser envuelto en fuego y ojos de odio luchaba con una furia desbordante. Sus movimientos eran rápidos y letales, pero en sus ojos solo se veía un deseo de destrucción y venganza. Edel sintió un escalofrío recorrer su espalda, sabiendo que el Jhonny que ella amaba estaba siendo consumido por una furia ciega, golpeando implacablemente a Goliat sin descanso. Una furia desatada que transformaba el aire a su alrededor en una ola abrasadora. El suelo bajo sus patas se quebraba y el calor se hacía insoportable, mientras el volcán temblaba, advertencia de una inminente erupción.
"Tengo que detenerlo" pensó Edel con determinación, "Seguramente está así por mi culpa..."
Con determinación, Edel intentó acercarse, pero la capa de fuego que rodeaba a Jhonny le impedía llegar a él. El calor era insoportable, quemaba su piel al acercarse, haciéndola retroceder. A pesar del dolor, Edel no podía quedarse quieta; sabía que, si no detenía a Jhonny, no solo él se destruiría a sí mismo, sino que también el volcán acabaría con todo.
"Jhonny..." susurró con voz quebrada, pero sus palabras se perdieron en el rugido de las llamas y el eco de los golpes.
El joven dragón no escuchaba. Solo el odio ocupaba su mente, y cada golpe que asestaba parecía aumentar su furia. Edel lo miró desesperada. Sabía que tenía que hacer algo. Reuniendo todo su valor, volvió a avanzar, a pesar del dolor. Sentía el fuego quemándole el cuerpo, pero no se detuvo. Esta vez, estaba decidida a llegar hasta él.
Con lágrimas en los ojos y el ardor recorriéndole cada fibra, se lanzó hacia Jhonny. En un acto de puro amor y desesperación, lo abrazó desde atrás, sintiendo el calor abrasador atravesar su cuerpo. Dolía, pero no le importaba. Lo apretó con fuerza, ignorando las llamas que la envolvían, rogándole con la voz quebrada:
"¡Jhonny, por favor, detente! No te dejes consumir por la ira y el odio. ¡No eres esto!"
Casi de inmediato, la voz de Edel atravesó el velo de su furia y Jhonny se detuvo, sintiendo el abrazo de Edel, y, poco a poco, el fuego que lo rodeaba comenzó a ceder.
Jhonny bajó las zarpas, jadeante, y el fuego que lo envolvía se disipó lentamente. Los ojos que antes solo mostraban ira ahora se llenaron de confusión, luego de dolor. Se dio la vuelta, y al ver el rostro de Edel, susurró con voz quebrada:
"Edel... lo siento..."
Edel, exhausta y adolorida por las quemaduras, solo pudo esbozar una sonrisa débil, susurrando entre susurros de alivio:
"Estás aquí... Jhonny, estás aquí..."
Pero, casi de inmediato, ella se desplomó del cansancio y del daño, pues acercarse al fuego que rodeaba a el Jhonny furioso había sido bastante doloroso.
"¡No! ¡Edel!" exclamó el joven dragón, dándose cuenta de su error. Por fortuna, se dio cuenta de que estaba cansada solamente, "Muchas gracias. Solo descansa..."
Se oyó un ruido a sus espaldas, y Jhonny pudo ver a Goliat, quien se levantaba de entre los escombros de donde había quedado.
"Eso fue asombroso, pero es una lástima que haya acabado..." le dijo Goliat, "Tu furia te volvió poderoso, pero sin ella ya no eres el rival que yo estaba esperando..."
Jhonny solo le vio con una cara de tranquilidad antes de suspirar levemente.
"Dame un momento, y te mostraré si soy o no de tu talla" le respondió.
Goliat apoyó su kanabo con el suelo y asintió pues, a pesar de ser el enemigo, era alguien honorable. Jhonny entonces tomó a Edel entre sus brazos, tomó un pequeño vuelo y la dejó reposando un poco lejos de allí. Luego, regresó a su posición original.
"Mu furia me cegó y perdí de vista lo que de verdad es importante para mí" le dijo a Goliat, "Pensé que me habías arrebatado mi tesoro, pero no fue así. Aun siento furia, pero ya no deseo vengarme..."
(Flashback)
"Quieres decir... ¿Qué me volveré una criatura de la oscuridad llena de ira?" le preguntó Jhonny a Ignitus; preocupado pues, si algo le asustaba, era que su lado oscuro saliera a relucir, hiriendo a sus amigos.
Spyro estaba observando la preocupación de su compañero, igualmente recordando cómo él mismo se dejó llevar por su oscuridad. Ignitus miró a ambos jóvenes dragones antes de responderle a su segundo discípulo.
"Ciertamente la ira nos puede llevar a un pozo oscuro en que no puedes ver más que el deseo de venganza..." le dijo Ignitus. Luego, se volvió hacia Spyro, "Pero Spyro, tú lograste ver un atisbo de luz, y dominaste tu propia ira, convirtiéndose en fortaleza"
Se volvió hacia Jhonny.
"Tu también podrás llegar a dominarla, pero para ello siempre has de creer en tu fuerza de voluntad, joven dragón" le dijo, "Centra la ira, no busques la venganza y despeja la mente. Si dominas este poder, ninguna barrera o enemigo será duro para ti"
Jhonny miró sus garras, preguntándose si tendría el poder para hacerlo.
(Fin del Flashback)
"Esta va por Ud., maestro Ignitus..." se dijo Jhonny poniendo una pata al frente.
De inmediato, una estela de maná dorado y naranja-rojo le empezaban a rodear como un aura, los cuernos volvían a brillar como hierro al rojo vivo. Parecía haber entrado en su estado de ira de nuevo, pero esta vez sus ojos no se volvían rojos de esta y no estaba perdiendo el control.
Esto emocionó a Goliat, pues esta vez creía estar listo. Emanando su maná de oscuridad rodeándose él de un aura oscura, irradió todo lo que tenía de poder en su kanabo de acero, listo para dar un golpe diez veces más poderoso de lo que normalmente haría. Si ya era capaz de noquear a cualquiera con un golpe normal de esa arma... ¿qué sería capaz de hacer con todas sus fuerzas?
"¡Este será mi golpe definitivo!" exclamó Goliat, "¡Te haré polvo con solo tocarte! ¿Aún vas a intentarlo?"
"Siempre intenté y fracasé una y otra vez en el pasado" replicó Jhonny con una sonrisa, "Esta vez, no tengo dudas, ¡iré con todo!"
El joven dragón se impulsó con tal fuerza como lo sería un cohete, dejando una estela como de una estrella fugaz. Al tenerlo a solo un metro de distancia, Goliat agitó su kanabo contra él, chocando ambas fuerzas de nuevo en un choque titánico. Ambas auras, la dorada y roja de Jhonny y la oscura de Goliat, se arremolinaban y empujaban con una fuerza devastadora, vibrando en el aire mientras luchaban por imponerse la una sobre la otra. El suelo temblaba bajo sus pies, las paredes de la caverna crujían, y el calor combinado con la oscuridad llenaba el ambiente.
Por un instante, parecía que ambas fuerzas estaban equilibradas, y que el enfrentamiento terminaría en un empate. Pero de repente, Goliat escuchó un crujido preocupante. El eco del sonido reverberó en sus oídos, y su rostro se llenó de asombro. Era un sonido que reconocía bien, pero que no quería aceptar. Miró con detenimiento y vio lo que temía: su kanabo de acero, que había soportado incontables batallas, comenzaba a fracturarse. Las fisuras, que comenzaron con el daño de Ignitus tiempo atrás, y que se ampliaron por los golpes de Jhonny durante el combate, se expandían rápidamente.
El choque de poderes continuaba mientras las grietas se extendían, como si el kanabo estuviera siendo consumido por la energía de Jhonny. El asombro de Goliat creció a medida que veía cómo la grieta se propagaba por toda el arma, hasta que, con un chasquido final, el kanabo se partió en dos. Los fragmentos de acero se desmoronaron y cayeron al suelo como pequeñas piedrecillas, esparciéndose por la caverna. Goliat permaneció en silencio, completamente atónito, mientras los restos de su preciada arma se dispersaban a su alrededor.
No obstante, eso no fue todo. En medio de las piedras que caían, entre los destellos de luz dorada y roja, Jhonny emergió volando con una velocidad vertiginosa, su aura de poder ardiendo con una intensidad abrasadora. Con un rugido que resonó en toda la caverna, Jhonny levantó su puño, envuelto en llamas puras, y gritó:
"¡Puño Ígneo de Dragón!"
El impacto fue inmediato y demoledor. El puño de Jhonny impactó directamente en el pecho de Goliat con una fuerza devastadora, ardiendo con tal intensidad que parecía el calor abrasador de la mismísima superficie solar. Las llamas envolvieron su cuerpo, y por un instante, el tiempo pareció detenerse.
"Un día... otro dragón, seguramente más joven, terminará lo que comenzamos... y seguro que será más fuerte que yo..."
La visión del pasado se desvaneció en su mente mientras la energía de Jhonny seguía quemando dentro de su cuerpo, consumiendo todo a su paso. Entonces, Goliat sintió el dolor atravesando su ser, pero también un extraño reconocimiento, una aceptación del destino que lo esperaba.
"Si dominas este poder, ninguna barrera o enemigo será imposible de superar" recordó Jhonny.
Esas palabras resonaron en su interior como un eco que lo impulsaba a seguir adelante. Y entonces, con un rugido final, el joven dragón atravesó literalmente el cuerpo del gigante. Su puño, envuelto en llamas, atravesó el torso de Goliat como si fuera una lanza de fuego, dejando un enorme agujero en su pecho. La herida, incinerada al instante por las llamas, cicatrizó rápidamente por el fuego, pero la marca del daño estaba hecha. La fuerza destructiva de ese golpe había causado la herida fatal que ningún poder podía reparar.
El joven dragón aterrizó del otro extremo de la caverna, jadeante y sintiendo cómo el cansancio le pesaba cada vez más en el cuerpo. Se volvió hacia Goliat quien había dado un paso tambaleante hacia atrás. A pesar de la resistencia de su cuerpo, el daño era irreversible. Con una mezcla de respeto y resignación, Goliat cayó de rodillas, mientras el fuego aún crepitaba en su interior.
"Lo lograste... fuiste un rival digno... tal como Ignitus predijo," murmuró Goliat con voz débil, pero cargada de sinceridad.
Jhonny, respirando con dificultad, bajó la mirada humildemente.
"No creo ser como Ignitus..." dijo, "Él fue un héroe. Pero... él confió en mí para reemplazarlo, así que haré lo mejor que pueda, incluso aunque existan otros errores que pueda cometer. Lo haré por mis compañeros y por los demás, ese es mi verdadero propósito"
El joven dragón entonces hizo una pausa, observando los restos del kanabo destruido.
"Ignitus dejó su marca en vuestra batalla... tu arma ya había sido dañada antes, por él. Y creo que fue eso lo que me ayudó a concentrar toda mi energía en ese punto para destruirla. Él me dejó esa oportunidad. En cierta forma, él fue quien ganó"
Goliat, con una última sonrisa tranquila, inclinó levemente la cabeza. A pesar de su naturaleza y su historia, en ese momento final, reconoció la verdad en las palabras del joven dragón. Sin más, su enorme cuerpo comenzó a desmoronarse lentamente en cenizas, dejando solo el rastro de lo que alguna vez fue un poderoso adversario.
"Al menos... tuvo honor..." susurró Jhonny con respeto mientras miraba las cenizas disiparse en el aire, antes de que sus piernas finalmente cedieran. El agotamiento lo venció y cayó, desplomándose poco después, sin fuerzas para mantenerse en pie.
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