Capítulo 30: Una promesa que cumplir, ¡la verdadera fortaleza!

(Al mismo tiempo...)

Quedaban menos de 3 horas para que la maldición de la espada Morgaus cobrara a su víctima. Mientras las otras batallas (como las de Spyro y Ray) se libraban, Thorr cayó en una zona cercana a la playa. Al levantarse notó que la noche estaba llegando, con sus sombras se alargándose sobre el cielo. No obstante, el volcán cercano hacía brillar su lava ardiente sobre el cielo, tiñendo un anaranjado sobre un cielo oscuro. No se veía rastro del Windheart ni de las gárgolas en el aire. El ambiente estaba extrañamente silencioso, y la calma del mar contrastaba con el estado de la isla volcánica.

La tierra bajo sus garras no era arena suave, sino un terreno áspero y carbonizado. Cada paso que daba resonaba con un crujido seco. Thorr se detuvo al borde del agua, observando el mar en calma. Su mente divagó, recordando a Coral, la princesa dragona marina de Draguamar. La imagen de sus ojos brillantes y su canto hipnotizante llenaron sus pensamientos por un momento, y sintió una punzada de nostalgia. Había prometido volver a verla, y ese juramento lo quería cumplir. Pero rápidamente, Thorr sacudió la cabeza, centrándose en el presente.

"Mis amigos deben estar peleando ahora mismo" recordó, "No puedo perder tiempo. Lo siento Coral, tardaré un tiempo en volver a vernos"

Inspiró profundamente, dispuesto a regresar a la cueva y reunirse con los demás. No obstante, no tuvo que caminar mucho, pues percibió una presencia maligna que se estaba acercándose a él a través de una cueva frente a él. Seguido a eso, se hizo presente el sonido de unos pasos y luego una risa burlona rompió el silencio.

"¿Terminaste de contemplar el mar, pobre joven dragón?" preguntó burlonamente Umbra, revelándose y empuñando su tridente, "Bien, porque será la última vez que lo veas"

"Eso lo veremos..." respondió Thorr, mirándolo fijamente, "Después de acabar contigo, debo ir a ayudar a mis amigos y volver a ver a alguien especial para mí. Así que no pienso perder esta pelea"

Umbra mostraba un rostro de decepción.

"Alguien especial... qué patético. Pensé que había venido a pelear con alguien duro. Los sentimientos no tienen lugar en un campo de batalla. Aquí, solo la fuerza decide quién vive y quién muere" le dijo, "Además, tener amigos es lo mismo de tener estorbos en tu camino, solo se entrometen en tu pelea y no te dejan luchar como debes hacerlo"

"Esas ideas son extrañas si vienen de ustedes" cuestionó Thorr, "¿Acaso no peleas con los otros Cazadores?"

"Yo prefiero pelear solo. Solo me uní para crear una poderosa arma con el corazón del dragón púrpura. Pero ya la destruyeron... entonces se acabó el 'trabajo en equipo'. Ahora, iré por mi cuenta. Iba a dejarte a Goliat, pero él quiere tener un estúpido momento de nostalgia con un dragón similar Ignitus"

"¿Un dragón similar a Ignitus?" se preguntó Thorr. Luego, entendió, "No... tengo que ir a ayudarle"

Trató de mover una pata para ver si podía evadir a este Cazador, pero este se dio cuenta:

"Si quieres ir, entonces deberás vencerme..." le dijo.

"Pues no me queda otra opción..." le recalcó Thorr, levantando su cola de mazo, "¡Golpe Terremoto!"

El impacto fue devastador, creando grietas que se extendieron rápidamente hacia Umbra. El cazador tuvo saltar para evitar ser alcanzado. Aprovechando el momento, Thorr desplegó sus alas y voló hacia Umbra.

Impacto Terrestre!"

Su cola recubierta de maná descendió con toda la fuerza de la tierra, pero Umbra bloqueó el golpe con su tridente, deteniendo el ataque en seco. El impacto resonó en el aire, y Thorr quedó sorprendido.

"¿De qué están hechas estas armas?" se preguntó, asombrado por la capacidad del tridente para resistir un golpe poderoso, recordando las demás armas de los cazadores.

"Mi tridente es más de lo que parece" sonrió Umbra con malicia, viendo la confusión de Thorr.

Con un movimiento rápido, transformó el tridente en una barra triple, que giró con destreza antes de golpear a Thorr con una fuerza brutal. El impacto lo arrojó de vuelta al suelo, y aunque sus escamas eran resistentes, el dolor era innegable.

"Ouch, me dolió..." se dijo el joven dragón.

Thorr se levantó con dificultad, sintiendo el dolor del golpe, pero sin perder su determinación. Sin embargo, antes de que pudiera formular una estrategia, Umbra ya había cambiado su arma nuevamente, esta vez en una hoz que brillaba peligrosamente.

Escudo Terrestre!"

Thorr creó una esfera de tierra a su alrededor, confiando en su resistencia. Pero la hoz de Umbra cortó el escudo con sorprendente facilidad, como si fuera papel. El filo logró alcanzar a Thorr, dejando un corte superficial, pero el dolor fue intenso, como si hubiese tocado un hierro al rojo vivo. Thorr rugió de dolor, retrocediendo mientras el calor del corte ardía en su piel.

"Atravesó mi escudo..." se dijo Thorr, sintiendo sus escamas gritar de dolor, "Y ese corte... dolió mucho..."

"Tengo que admitir, que eres bastante resistente" le dijo Umbra, viendo sonriente a Thorr sufrir de dolor, "Cualquiera hubiera sido cortado a la mitad por mi hoz, ¿te gusta? Mi arma tiene esas otras dos formas..."

Thorr se levantó con dificultad, el dolor del corte aún ardiendo en su piel, pero su determinación no se quebró. Con un rugido feroz, canalizó su maná hacia la tierra, envolviéndose en una armadura de rocas que aumentaba su ya formidable resistencia. Su cuerpo irradiaba una energía palpable, y con todas sus fuerzas, cargó contra Umbra, sus zarpas envueltas en poderosas vibraciones.

Cada golpe que Thorr lanzaba era como un terremoto, obligando a Umbra a retroceder y defenderse con su arma. Aunque el cazador bloqueaba los ataques, cada impacto sacudía el aire con una fuerza que incluso Umbra no podía ignorar. A pesar de la resistencia de su tridente, empezaba a sentir el peso de cada choque.

"Vaya, vaya... eres más fuerte de lo que pareces, joven dragón," comentó Umbra, su tono goteando con sarcasmo, "Pero aún no eres tan fuerte como yo"

Thorr, jadeante pero firme, no respondió. No permitiría que las palabras de su enemigo lo afectaran.

"Lo de tus primeros golpes sí me dolió, pero aún tengo mucha fuerza que no he usado" dijo Thorr, "¡Te juro que romperé a la mitad esa arma tuya!"

Umbra notó la determinación en los ojos de Thorr y sonrió burlonamente.

"No entiendes, ¿verdad?" le dijo Umbra, "Esa fuerza que tienes... está contaminada por tus sentimientos. La lealtad, la amistad... todo eso es basura que solo te debilita."

"No importa lo que alguien como tú me diga: a mí, esos sentimientos son lo que me fortalecen"

Umbra soltó una carcajada.

"Eso es lo que los débiles se dicen para justificar su fracaso. Déjame mostrarte lo que es la verdadera fuerza"

Con un movimiento fluido, transformó su arma de nuevo en un tridente y comenzó a girarlo sobre sí mismo. El tridente giraba con una velocidad vertiginosa, y pronto un humo negro empezó a emanar de él, envolviendo el área en una oscuridad palpable. El humo comenzó a condensarse sobre Umbra, tomando la forma de una nube oscura que se arremolinaba sobre él.

"Cada presa que he capturado, cada alma que he arrebatado, se ha convertido en un trofeo que refuerza mi arma" dijo Umbra, "Este es el fruto de mi verdadera fuerza"

La nube negra tomó la forma de un cráneo malévolo y cadavérico, que flotaba sobre Umbra, emanando un poder oscuro y siniestro.

"¡Será lo último que veas!" exclamó Umbra, "¡Calvario Exterminador!"

Umbra lanzó la calavera hacia Thorr. El tamaño de aquella cosa era tan grande que no había forma de esquivarlo.

Escudo Terrestre!" exclamó Thorr, creando un escudo más potente que el anterior.

Sin embargo, apenas el cráneo chocó contra el escudo, una explosión masiva sacudió el área. El escudo de Thorr se desintegró instantáneamente, y la onda expansiva lo arrojó hacia atrás con una fuerza devastadora, destrozando parte del terreno y lanzándolo hacia el mar. El joven dragón de tierra sintió el impacto en todo su cuerpo, el aire siendo expulsado de sus pulmones mientras caía al mar.

"Ja, patético..." dijo Umbra al ver el agujero que había dejado su ataque.

Mientras tanto, Thorr sintió su cuerpo hundirse en las profundidades del mar, incapaz de moverse. Sin las algas que le permitieran respirar bajo el agua, sabía que se ahogaría en pocos minutos. Sus músculos gritaban de dolor; aquel ataque había sido más brutal de lo que había anticipado, y ahora, parecía que la batalla estaba perdida... ¿Qué más podía hacer? Umbra era más poderoso que él...

(Flashback)

"Tu fortaleza es asombrosa, Thorr, pero aún te falta algo más..."

Thorr estaba entrenando con Terrador en una sala especial, rodeado de rocas duras.

"¿Algo más?" preguntó el joven dragón de la tierra, "Pensé que después de encontrar la esencia de mi maná, mi fuerza y defensa serían imparables."

"Hiciste un buen trabajo en tu entrenamiento previo al laberinto," dijo Terrador. "De hecho, el señor Garlum me habló mucho sobre ti..."

Thorr se sentó, sabiendo que lo que Garlum había dicho no sería exactamente 'bueno'.

"Me dijo que eras huérfano, pero que todos los maestros dragón de tierra, él incluido, te educaron," continuó Terrador, comprendiendo su situación. "Eras un alumno prometedor, pero... te costaba hacer amigos."

"No era muy comunicativo, prefería dedicarme a mi entrenamiento," respondió Thorr. "Sé... que la historia dice que Malefor era igual, pero le prometo, Maestro Terrador, que quiero usar mis poderes para el bien."

"Nunca he dicho lo contrario. Por ejemplo, Spyro tiene la misma capacidad de dominio elemental que Malefor, pero también usa sus poderes para el bien. Tú y los demás jóvenes dragones comparten una misma misión... Y eso es lo que te falta en tu dominio total del elemento tierra"

"¿Qué quiere decir?"

"Tus primeras lecciones consistieron en la disciplina y la firmeza de la tierra, lo cual desarrollaste desde joven, pero creíste perder cuando te uniste por primera vez a los demás jóvenes dragones; luego, volviste a demostrar tu firmeza para vencer en el laberinto. Eso está bien. Pero la tierra es más que solo disciplina, Thorr. La tierra es una extensión de nosotros, los dragones de tierra. Tienes que extenderte hacia ella y hacia quienes caminan sobre ella... Me refiero a tus amigos."

"No entiendo, maestro Terrador... sé que ellos son mis amigos."

"No basta solo con saberlo y estar con ellos. A veces, tienes que dejar de lado la seriedad de las misiones y experimentar la verdadera amistad. Y, si eres afortunado, algún día encontrarás algo mucho mayor... algo o alguien por quien luchar. Esos vínculos serán tu mayor fortaleza..."

(Fin del flashback)

Thorr recobró el sentido mientras se alejaba de la superficie. Trató de moverse, pero el dolor aún era intenso. Si no lo lograba, se ahogaría...

Entonces, un suave y hermoso canto llenó el ambiente marino, envolviendo a Thorr con una sobrecogedora belleza. Reconoció la voz: era Coral, posiblemente cantando desde Draguamar, pero su voz resonaba hasta la isla donde él se encontraba.

"Coral..." se dijo Thorr. "Es verdad lo que me dijo el maestro Terrador... alguien por quien luchar..."

El canto no solo lo motivaba, sino que parecía tener un poder que restauraba sus energías. Se sentía más fuerte que nunca, como si su fuerza no solo proviniera de la tierra, sino también del océano.

"Gracias, Coral..." pensó. "Te prometo que ganaré esta batalla y regresaré a Draguamar. Tal vez no podamos estar siempre juntos, pero prometo ir a visitarte."

Con esa promesa en mente, su cuerpo se recubrió de maná. No obstante, este no era solo su maná verde de siempre, sino que estaba unido a un maná de color celeste y, mezclándose ambos, cobraban un color azul marino. Girándose, se lanzó hacia la superficie con renovada determinación y emergió de las profundidades del océano justo cuando Umbra estaba a punto de marcharse, creyendo que la batalla había terminado; no obstante, al ver a su oponente de nuevo, con su cuerpo envuelto en un maná poderoso y vibrante, los ojos de Umbra se abrieron con sorpresa. Nadie había sobrevivido antes a la explosión de su ataque. Pero ahí estaba Thorr, desafiante, con una determinación renovada que parecía casi palpable en el aire.

"¿Cómo...? ¿Cómo es posible?" murmuró Umbra, incrédulo, "No importa... aún tengo mucha fuerza... ¡Calvario Exterminador!"

Sin perder tiempo, el Cazador volvió a lanzar su temido ataque. El cráneo negro se formó en el cielo, lleno de almas atrapadas, y se lanzó hacia Thorr con una fuerza devastadora. La explosión fue aún mayor que la anterior, el suelo tembló y la oscuridad se extendió. Pero cuando el humo se disipó, Thorr seguía en pie, con algunas quemaduras y heridas, pero aún parado.

"No importa cuanto me lances, mis amigos son mi fortaleza" le dijo Thorr.

La frustración de Umbra se hizo evidente. Con una furia creciente, intentó de nuevo su ataque, decidido a reducir a Thorr a cenizas. Otra explosión sacudió la isla, pero al disiparse el humo, el resultado fue el mismo: Thorr estaba allí, prácticamente indemne, con solo unos pocos daños más en su cuerpo.

"¿Qué...? ¡¿Cómo puedes resistir mi ataque?!" gritó Umbra, sus ojos llenos de furia e incredulidad.

Thorr lo miró fijamente, su voz firme y llena de convicción.

"Este es el poder que he recibido de mis amigos y de alguien especial, alguien a quien prometí volver a ver" dijo confiado, "No importa cuán fuerte sea tu ataque, mis lazos con ellos son más fuertes"

"Entonces, mataré a ese especial para demostrarte que..."

No terminó la frase pues Thorr, al haber escuchado que iba a 'matar a ese ser especial', se apresuró y se lanzó hacia él, sus zarpas envueltas en un maná terrenal que parecía resonar con la misma energía del planeta. Cada golpe de Thorr llevaba la fuerza de la tierra misma, y Umbra apenas pudo reaccionar. Sus intentos de bloquear los ataques fueron inútiles; los golpes de Thorr atravesaban sus defensas con una potencia abrumadora.

El Cazador fue empujado hacia atrás, su cuerpo tambaleándose por la intensidad de los impactos. Thorr, con cada golpe, mostraba no solo su fuerza física, sino también la fuerza de su voluntad y de sus vínculos. Umbra, quien siempre había confiado en la oscuridad y en el poder de las almas que había capturado, se dio cuenta de que estaba enfrentando algo mucho más grande que él. Entonces, su frustración alcanzó su límite: Con un grito de furia, concentró toda su energía oscura en su tridente, transformando el aire a su alrededor en un torbellino de sombras. Levantó el arma hacia el cielo, y una gigantesca calavera se formó, más grande y amenazante que cualquier otra.

"¡Entonces te reto a recibir todo mi poder!" le gritó Umbra, lanzando el ataque con toda la fuerza que le quedaba, "¡Gran Calavera Explosiva!"

Thorr, viendo el inminente peligro, sintió el maná fluir por todo su cuerpo, llenándolo de una fuerza nueva y devastadora. Con un rugido que resonó como un trueno en la isla, desató su técnica más poderosa.

Gran Ventisca Terrestre!"

Un gigantesco torbellino verde-azul se formó a su alrededor, levantando rocas y hojas en un remolino feroz que parecía ser una extensión de la tierra misma. Ambos ataques chocaron en el aire, desplegando una sensación similar a chocar la vida contra la muerte. Al principio, ambos ataques parecían muy igualados, pero luego, el torbellino empujó el ataque oscuro de Umbra, regresándolo con una fuerza multiplicada.

Umbra apenas tuvo tiempo de reaccionar antes de que su propio ataque, ahora fusionado con la Ventisca Terrestre, se estrellara contra él. La explosión que siguió fue colosal, sacudiendo la isla hasta sus cimientos. Thorr, previendo la magnitud de la explosión, se cubrió con su 'Escudo Terrestre', protegiéndose del impacto.

Cuando el humo y el polvo se despejaron, Thorr observó los restos de la batalla. El terreno estaba devastado, pero había algo que destacaba entre los escombros: el tridente de Umbra, caído y roto en el suelo. Thorr caminó hacia él con determinación. Recordando las palabras de Umbra sobre las almas atrapadas en su arma, levantó su cola de mazo y, con un poderoso golpe, destrozó el tridente en pedazos.

"Ahora podrán descansar en paz," dijo con solemnidad.

Luego, se giró hacia el mar, donde el canto de Coral aún resonaba en su corazón. Cerró los ojos y le agradeció en silencio, sabiendo que su fuerza había venido en gran parte gracias a ella. Sin embargo, una sensación inquietante lo hizo volver la vista hacia el volcán que dominaba la isla. Podía sentir cómo la tierra comenzaba a arder con una intensidad creciente, una sensación de ira que impregnaba el ambiente.

"¿Qué estará pasando con los demás?" pensó Thorr, su preocupación creciendo. No podía quedarse ahí, tenía que reunirse con sus amigos. Decidido, se dirigió hacia una cueva cercana, buscando un camino que lo llevara de vuelta a sus compañeros.

(Un poco antes...)

Jhonny se despertó, encontrándose en una cueva bastante especiosa, quizá 10 veces más que en la que estaba antes con los demás. Al recordarlo, también recordó cómo había sido arrastrado por los espejos del Cazador, Xyron, junto con todos los demás.

"Oh no..." se dijo a sí mismo, "Quizá los otros estén en problemas... Debo ir a ayudarlos, porque..."

Dibujó en el aire un dibujo de un reloj de arena.

Clepsydra!" exclamó, haciendo que la imagen se transformara en un pequeño reloj de arena.

"Tenemos dos horas y media antes de que la maldición mate a Terrador..." se dijo, haciéndolo desaparecer, "Edel y los demás pueden estar librando batallas... y Spyro se quedó solo contra Morgaus... debo apresurarme..."

"Yo no creo que tengas que preocuparte por tus demás amigos..." le dijo una voz que, increíblemente le heló la sangre al joven dragón, pues la recordaba dolorosamente, "Deberías preocuparte por ti mismo..."

Jhonny giró la vista para ver a aquel Cazador poseedor del gran y durísimo cuerpo, con su enorme kanabo sostenido sobre sus hombros: Goliat.

"Si los demás están peleando contra los demás Cazadores, les tengo envidia..." pensó Jhonny, "A mi me tuvo que tocar tal vez al peor..."

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top