Capítulo 21: Una batalla imposible
(Unos segundos antes, dentro de la cueva...)
Mientras los chicos estaban luchando contra la mole de Goliat; Cynder y Edel volaron con determinación hacia el interior de la cueva, persiguiendo a Xyron. La luz que se filtraba a través de los cristales coloreaba el ambiente con tonos vibrantes, añadiendo una atmósfera surrealista al lugar. Al llegar a una cámara más amplia, se detuvieron en seco al ver a Xyron, quien las esperaba con una sonrisa burlona en el rostro.
"¿Vienen a jugar conmigo, chicas?" preguntó Xyron con un tono despreocupado, mientras se reclinaba contra una pared de cristal.
"No estamos aquí para jugar" respondió Edel con firmeza.
"Ah, pero yo sí," replicó Xyron con una sonrisa burlona, y jugueteando con un cristal verde, "¿No les dijeron que es de mala educación interrumpir a alguien cuando está ocupado?"
"Lo dice el que entró a robar ese cristal" dijo Cynder, "Y, si el que está peleando con nuestros amigos usa fuerza bruta, tú debes ser el que controla al Bégimo"
"Muy lista... no es de extrañar de alguien a que se le conocía como El Terror de los Cielos"
Esto sí molestó a Cynder y se abalanzó sobre su enemigo. No obstante, con un movimiento rápido, Xyron levantó la mano y de repente, la cueva se llenó de espejos que reflejaban infinitas imágenes de él. Edel y Cynder se encontraron rodeadas por sus reflejos, sin saber cuál era el verdadero.
"¿Qué opinan de mi pequeño truco? Bastante impresionante, ¿verdad?" dijo Xyron, su voz resonando desde múltiples direcciones, "Vamos, intenten encontrarme"
"¡Rugido sombra!" exclamó Cynder, lanzando una onda de energía oscura hacia uno de los reflejos, pero solo consiguió romper un espejo, que inmediatamente se regeneró.
"¡Viento gélido!"
Edel lanzó un chorro de hielo hacia otro reflejo. Pero los espejos solo se multiplicaron aún más.
"¿De verdad creen que esos trucos baratos funcionarán conmigo?" se burló Xyron, "Vamos, pueden hacerlo mejor"
Cynder rugió con frustración y lanzó un ataque de fuego negro hacia otro espejo, solo para ver cómo el reflejo de Xyron desaparecía y reaparecía en otro lugar.
"¿Ya se cansaron?" preguntó Xyron, riendo, "Ni siquiera he empezado a divertirme"
Edel, con la mandíbula apretada, intentó concentrarse.
"Tenemos que encontrar una forma de romper su ilusión," murmuró a Cynder.
"Estaba pensando lo mismo" respondió Cynder, esquivando otro reflejo que parecía lanzarse hacia ella, "Tal vez si combinamos nuestros ataques..."
"Sí, una convergencia" sugirió Edel, pero fue interrumpida por una risa desde todos los espejos a la vez, "Es nuestra mejor opción"
"Oh, ¿planean una estrategia?" dijo Xyron, sarcástico, "Bien, quiero seguir jugando con ambas"
"¡Ya veremos si seguimos jugando!" gritó Cynder, lanzándose junto a Edel de nuevo hacia Xyron con todas sus fuerzas.
Xyron observó con una sonrisa burlona a ambas, pero algo le hacía familiar en la dragona de hielo...
"¡Tormenta de sombra!" exclamó Cynder, creando una nube oscura que se extendía por la cueva.
"¡Picos helados!" gritó Edel, lanzando una ráfaga de afilados picos de hielo hacia Xyron.
Xyron observó con interés
"¿Un ataque combinado? Esto debería ser interesante" pensó Xyron, viendo aquella combinación que creía aún inútil.
"¡Ahora, Edel!" exclamó Cynder, concentrando toda su energía en un poderoso rugido de sombra mientras Edel lanzaba una ráfaga helada.
"Convergencia... ¡Tormenta de sombras congelantes!"
Las sombras y el hielo se fusionaron en un ataque de convergencia que se dirigió hacia Xyron con una velocidad y fuerza impresionantes. Xyron intentó reflejarlo con uno de sus espejos, pero la energía combinada era demasiado poderosa, y el espejo se rompió en pedazos.
El ataque impactó directamente en Xyron, haciéndolo retroceder varios metros y dejando un rastro de humo y hielo a su paso. Cuando el polvo se asentó, Xyron se encontraba de pie, con una expresión de sorpresa y un brazo medio congelado. El frío era tal que había llegado hasta los huesos, tres veces peor a como muchos habrán experimentado en un frío que congela los músculos.
"Bueno, bueno, parece que subestimé su poder," admitió Xyron, con una sonrisa sarcástica., "Debo decir que eso dolió un poco"
Cynder y Edel, respiraban con dificultad, pues aquella convergencia les había costado una gran cantidad de energía, apenas tenían fuerza para volver a ponerse de pie.
"Tranquilas, ya me he divertido suficiente por hoy," dijo, su tono despreocupado, "No tengo más interés en esta batalla tan innecesaria..."
Y, haciendo un ademán con su mano congelada, emitió una energía oscura que liberó del hielo su extremidad. Luego, tan rápido que no lo vieron, evadió a las dragonas y se dirigió a la salida.
"No te irás tan fácil..." dijo Edel, agotada, pero con una gran voluntad para caminar.
Xyron rio al ver cuanta determinación tenía, entonces decidió usar su aguda lengua...
"¿Sabes? Ese collar con gema me da recuerdos"
Edel, bastante agotada, levantó la mirada hacia Xyron.
"¿Qué...? ¿Qué quieres decir?" preguntó.
Xyron conjuró un pequeño espejo en el cual canalizó algunas de sus memorias. En él, apareció una dragona adulta de hielo, similar a Edel si fuera adulta.
Al verla, Edel exclamó de sorpresa: "¡Mi mamá!"
"Ya me parecía tan familiar... ¿así que eres su hija?"
"¿Cómo la conociste?" preguntó ella, aún cansada pero sorprendida.
Xyron rio.
"Cuando inició la guerra oscura, yo tuve la orden de buscar a un grupo de dragones que se habían escondido," dijo, "Al parecer, estaba muy bien protegida con hechizos protectores y no lo podía encontrar con mis poderes. Rastreé durante días y cuando estaba por encontrar aquel lugar, me percaté de una dragona de hielo que estaba en los alrededores. La seguí durante horas hasta que, cuando finalmente la encontré, me enfrenté contra ella. Creo que se llama Eira, ¿no es así?"
"¿Qué...? ¿Qué le hiciste?" preguntó desesperada por respuestas. No obstante, ella casi sabía la respuesta a aquella pregunta.
"Le pregunté amablemente dónde estaba aquel pueblo escondido, pero se negó a decirme algo. Luchó contra mí, pero, como podrás suponer, si yo estoy vivo aquí, significa que tu madre no sobrevivió"
Edel, a pesar del cansancio, sintió una rabia intensa ardiendo en su pecho, pero antes de que pudiera decir algo, Xyron desapareció con una sonrisa sarcástica, dejándolas exhaustas y llenas de preguntas, y en especial a Edel con algunas lágrimas tanto de tristeza como de impotencia. Cynder la consoló.
(Mientras tanto...)
"¡Convergencia... Doble Llamarada!"
Spyro y Jhonny atacaban con una convergencia de fuego creando un tsunami de fuego, que envolvieron tanto a Goliat como su arma.
"¿Lo logramos?" preguntó el joven dragón de fuego.
Pero, cuando el fuego se despejó, Goliat estaba allí aún parado, con algo de humo blanco que le salía de su cuerpo. A pesar de que ya no tenía su armadura, su cuerpo musculoso y sólido era como si tuviera uno.
"Gracias" se rio, "Ya empezaba sentir un poco de frío... Vamos, ¿es todo lo que tienen?"
Los dos dragones jadeaban de agotamiento y Spyro empezaba a sentirse muy mal: por un lado, el Bégimo seguía causando destrucción y los dragones adultos estaban luchando contra aquella bestia; por el otro, Cynder estaba luchando contra otro poderoso enemigo junto a Edel. Aunque confiaba en que ambas eran fuertes, el poder de estos sujetos estaba muy por encima...
"¡Cuidado Spyro!" exclamó Jhonny.
Spyro se había quedado absorto en sus pensamientos que, en una fracción de segundo, Goliat alzaba su kanabo, lleno de su propia energía oscura, dispuesto a aplastar al dragón púrpura. Por fortuna, Jhonny le quitó de allí justo a tiempo. Sin embargo, a pesar del esquive, se produjo una onda de choque procedente del impacto con la tierra que alcanzó a ambos dragones, arrojándolos lejos del epicentro y dejándolos fuera de combate.
"Aaaaaaaaaaaaaaaaay" dijo Jhonny, "Ahora sé lo que sienten los humanos atropellados..."
"Discúlpame amigo, me desconcentré" dijo Spyro, tratando de ponerse de pie de nuevo.
"No tienes que disculparte, yo también estoy preocupado por la situación..." respondió este, tratando también de levantarse.
"Vaya, son más duros de lo que creí..." dijo Goliat, acercándose y preparándose para rematarlos.
Pero, de improviso, no pudo mover sus pies: unas arenas movedizas se habían formado alrededor de él. Cuando los dos jóvenes dragones trataron de comprender qué sucedió, vieron a Thorr, lastimado, pero de nuevo de pie transmitiendo su maná a la tierra y esta, obedeciendo su orden, había formado aquella trampa.
"¿Tú de nuevo?" preguntó Goliat, "Deberías agradecer que no apliqué toda mi fuerza con el golpe anterior"
"No me des favoritismos" replicó Thorr, jadeante de igual manera, "Te enterraré en esto..."
Y, antes de que se terminara de hundir, la misma tierra produjo más arena, brotando como géiser y cubriéndole eso.
"¡Ahora es mi turno!" exclamó Ray, apareciendo detrás de ellos, acumulando electricidad en sus patas delanteras, "¡Trueno impactante!"
La electricidad con la que el joven dragón fue bastante potente, tanto así que la arena tuvo una reacción química y se convirtió en cristal, dejando petrificado al enemigo.
"Bien hecho, amigos" dijo Spyro, levantado, "Ya lo tenemos"
"Eso no lo contendrá lo suficiente" dijo Jhonny, al ver que el cristal se empezaba a agrietar. Entonces abrió el libro y empezó a buscar, "Vamos... debe haber un hechizo de irrompibilidad... ¡ajá!"
Empezó a dibujar una forma de piedra en el aire mientras decía: "Durius quam..."
Pero, antes de que lo completara, un rayo de energía oscura les atacó a todos por detrás. Interrumpiéndole el hechizo y dándole la oportunidad a Goliat de hacer pedazos su prisión.
"¡Xyron!" exclamó Goliat, abriéndose paso entre los inconscientes dragones, "No necesitaba que me ayudaras, puedo aplastarlos con facilidad"
"Con la misma facilidad te habrían convertido en una estatua permanentemente, Goliat" respondió burlonamente Xyron, "Además, recuerda que aún debe vivir el dragón púrpura. Aunque..."
Sus ojos se posaron primero en Spyro, pero luego maliciosamente se fijaron en Jhonny, quien aún inconsciente, sostenía su libro de magia en la garra izquierda.
"Tal vez podamos acelerar los planes si nos lo llevamos a él y su amigo..." dijo.
"¿Qué tiene que ver el otro mocoso?" preguntó Goliat al ver a que su compañero se fijaba en él además del dragón púrpura.
"A veces me cuesta creer que lo que te sobra de músculos te falte de cerebro. Él..."
Pero, antes de que pueda explicarse, un poderoso rayo se abalanzó contra ambos, el cual Goliat logró cubrir. Antes de ver quién se los había arrojado, la tierra debajo de ellos se separó en una plataforma y salió volando con ellos encima. Por fortuna, ambos aterrizaron de pie y llegaron a ver un dragón eléctrico (quien era Zoltian) junto a...
"Vaya, vaya.... si es el viejo Terrador" se rio Xyron.
Terrador rugió de ira: nunca se le había visto tan enfadado. Y el motivo era ver a sus estudiantes derribados y bastante heridos detrás de él, además de ver a antiguos enemigos que él (y posiblemente los demás guardianes) creían desaparecidos de la faz del mundo.
"Bien, algo más de entretenimiento..." comentó Goliat a punto de atacar, pero Xyron colocó su mano para detenerle.
"No, ya tenemos lo que necesitábamos" le dijo Xyron, mostrándole la gema verde que había conseguido, "No es necesario esta innecesaria batalla. Además, acabo de hacer un descubrimiento que les interesará a los demás. Les dejaremos al Bégimo como regalo..."
Y, con un chasquido de dedos, ambos tomaron una forma cristalina, como si fuera a través de un espejo y luego desaparecieron. En lugar de mostrarse preocupado por adonde o por qué se fueron, Terrador de inmediato apoyó a Zoltian en socorrer a los jóvenes dragones.
"¡Spyro! ¡Thorr! ¡Jhonny! ¡Ray!" exclamó, ayudándoles a levantarse.
"¡Hermano, despierta!" zarandeó Lyra a su hermano.
"Cinco minutos más..." musitó Ray, cansado.
"Por ese comentario, podemos decir que está bien"
"Debemos llevarlos a que se recuperen" declaró Terrador, "Pero, ¿dónde están?"
"¡Maestro Terrador!"
Los adultos miraron en dirección a la cueva donde, algo tambaleantes, pero con menores proporciones de dolor en el cuerpo, las jóvenes dragonas salían al exterior.
"¡Cynder! ¡Edel!" exclamó Terrador, volando hacia ellos, "¿Cómo...?"
"Lo siento, hemos perdido a quien manejaba al Bégimo..." dijo Edel, con un sentimiento de venganza en su interior, recordando las palabras de Xyron.
"No se preocupen, encontraremos una forma. Pero primero hay que llevarlos a todos ustedes..."
"¡No!" exclamó Cynder, interrumpiéndolo, "No hay más tiempo que perder ya que no faltará mucho para destruir la ciudad. Acercadme al Bégimo, tengo algo que podría funcionar"
"Pero estás débil Cynder..."
"No tanto, tomé prestada algo de energía de la cueva. Por favor, acercadme al Bégimo para intentarlo"
"Otro grupo de dragones le está distrayendo de nuevo" intervino Zoltian, "Si Cynder puede detenerlo, deberíamos escucharla, maestro Terrador"
Terrador vio primero a la enorme figura monstruosa sobre la ciudad y luego a Cynder. Luego, dijo:
"Tened cuidado"
(Mientras tanto...)
El ataque a la ciudad continuaba: El Bégimo, una bestia colosal de pura destrucción, estaba desatando el caos en la ciudad. A pesar de estar en el aire y no alcanzar la ciudad propiamente con sus garras masivas y/o cuernos afilados, alguno de los rayos que exhalaba caía de vez en cuando a las casas. Por fortuna, la ciudad tenía un medio de protección; pues después de la guerra oscura, la ciudad estaba rodeada de una serie de estatuas debidamente colocadas alrededor de la ciudad, creando así una barrera que reducía el daño de un ataque imprevisto (las cuales los dragones encargados lograron activar al minuto siguiente de la aparición del monstruo. No obstante, eso no era plenamente eficaz: las casas empezaban a marcarse de signos de daños, como las casas humanas afectadas luego de un terremoto.
Mientras, los dragones guerreros adultos, liderados por Ryuu, estaban dando todo de sí para contener a la criatura. Con cada rugido de furia, el Bégimo lanzaba ondas de choque que hacían temblar la tierra y derrumbaban los edificios cercanos. El dragón alcalde, lanzaba rayos que chisporroteaban y explotaban contra la piel endurecida del Bégimo, apenas logrando distraerlo momentáneamente. Volteando a su alrededor, Ryuu vio a otros dragones adultos coordinando sus ataques para mantener a la criatura bajo control... pero era cuestión de tiempo solamente.
Sin embargo, desde un punto ciego de la criatura, aparecieron Cynder y Zoltian; este último usaba su velocidad y agilidad para esquivar las garras y cuernos del Bégimo, protegiendo a Cynder mientras ella se acercaba a la cabeza de la bestia. Con movimientos fluidos y calculados, Zoltian desviaba los ataques de la criatura, permitiendo que Cynder mantuviera su enfoque.
"Ya veo de donde saco Ray su velocidad..." pensó Cynder a ver la agilidad de Zoltian.
Mientras se acercaban a la cabeza de la bestia, la tarea se volvía aún más peligrosa. Las garras del Bégimo se movían con mayor frenesí, tratando de aplastar a los intrusos que osaban acercarse tanto. No obstante, a pesar de todo el caos, Zoltian logró proteger a Cynder, llegando a la cabeza de la bestia. Con un último salto, logró tocar la piel rugosa de la criatura, sintiendo la energía oscura que emanaba de su cuerpo.
"¿Segura que podrás hacerlo?" le preguntó el dragón adulto.
"Hemos perdido al que invocó a esta cosa. Pero es solo una carcasa..." respondió ella, "El verdadero controlador está... ¡dentro!"
Concentrando su poder de las sombras, Cynder se transformó en un fantasma de oscuridad. Su forma física se desvaneció, y su esencia se convirtió en una sombra etérea que se deslizó por la piel del Bégimo, penetrando en su mente.
La sensación era abrumadora; la dragona negra avanzaba hacia el núcleo oscuro que controlaba a la criatura. La atmósfera era opresiva, cargada de energía negativa y caos. A medida que se acercaba, las imágenes de destrucción y sufrimiento se volvían más intensas, casi tangibles. Finalmente, llegó al centro de la conciencia del Bégimo y lo que vio la dejó helada:
Allí, rodeado de cadenas oscuras que tanto lo aprisionaban como lo conectaban al Bégimo, estaba Draknar, el Hunter que los había atacado la noche anterior y había escapado. Pero, no parecía el mismo que conocía: era como un fantasma casi hecho real, solo una esencia de su cuerpo físico... era como si estuviera allí, pero al mismo tiempo no. Estaba rodeado de cadenas que ataban sus manos y pies, pero las movía como hilos...
"¿Tú?" murmuró Draknar, su voz cargada de incredulidad, al ver a la dragona, "No creí que pudieras llegar hasta aquí... Pero tanto mejor, ahora podré..."
Intentó moverse, pero esas cadenas, además de usarse como hilos, también le aprisionaban, impidiéndole usar sus poderes que había usado la noche que los atacó. Cynder sintió la energía oscura pulsando a través de las cadenas, controlando y corrompiendo al monstruo; y, gracias al movimiento de Draknar, se dio cuenta de que aquella batalla estaba ganada.
"No sé qué haces tú aquí" dijo Cynder con determinación, "Pero de una forma u otra, te desapareceré para terminar esta locura... ¡Rugido Oscuro!"
Un torrente de energía oscura y brillante surgió de Cynder, quien exhaló un rayo de energía del mismo color hacia Draknar. La energía comenzó a desintegrar las cadenas, una a una, liberando al Bégimo del control de Draknar, mientras que este gritó de furia y dolor, incapaz de defenderse contra el poder de Cynder.
"¡No! ¡Esto no puede estar pasando!" gritó Draknar mientras su esencia se desintegraba bajo el ataque implacable de Cynder.
En el exterior, el Bégimo ya había derribado a casi todos los dragones guerreros. Los últimos que quedaban eran Ryuu y Zoltian, cansados también de haber agotado sus energías. La bestia ya estaba a punto de darles el golpe final cuando.... se detuvo
"¿Qué sucedió?" preguntó Ryuu.
Partículas de ceniza comenzaron a desprenderse del Bégimo, esparciéndose en el aire. Los dragones adultos, observaban con atención mientras el coloso se disolvía en una nube de polvo oscuro. Era como si la criatura, una vez imparable, se desvaneciera en la nada.
Mientras las cenizas continuaban disipándose, una figura se hizo visible en el centro de la nube que se desvanecía. Era Cynder, jadeante y agotada, su cuerpo temblando por el esfuerzo titánico que acababa de realizar. Apenas consciente de lo que sucedía a su alrededor, la dragona se desplomó en medio del aire, sus alas ya incapaces de sostenerla. Pero... fue atrapada.
"Te tengo" le dijo Terradorquien, la llevaba en sus brazos, "Descansa, heroína"
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