Capítulo 19: La maestra de la luz

Luego de haber comido y descansado, el grupo de jóvenes dragones, ahora con su nuevo integrante, abandonó la arboleda antigua y tomaron vuelo río arriba, hacia la parte natural que era el río de plata. Por fortuna, Arborik parecía haberse vuelto a dormir. Sam, por su parte, parecía tener algo extraño pues, aunque quería ayudar, tenía también algo de miedo y nostalgia de haber abandonado el lugar seguro en el que lo había dejado su madre.

"¿Te encuentras bien?" le preguntó Aurora mientras volaban.

"No lo sé..." le respondió Sam, "No quisiera que el esfuerzo de mi madre para mantenerme a salvo sea en vano... es decir, voy directo al peligro"

"La primera vez que luché contra un enemigo de verdad tuve miedo, pero fueron mis amigos y familia los que me dieron valor. Incluso logré arrasar con varios de los enemigos al mismo tiempo"

"Vaya, no creo que pueda hacer algo igual... Creo que sería mejor si encontraran a alguien más..."

"Bueno, todos estamos de acuerdo que seas tú quien nos ayude. Es por eso que no hemos decidido buscar a alguien más"

"Gracias" le dijo este bastante agradecido, "Y, por cierto, en nivel personal... ¿tú que habías decidido?"

"Yo, bueno... estoy agradecida de que me salvaras, así que..."

"Par de tórtolos" les interrumpió Drago, "Estamos por llegar al templo, así que no se distraigan"

Tanto Aurora como Sam se ruborizaron.

"¡Drago!" le inculpó su hermana.

"¿Ya ves que no es bueno meterse en conversaciones ajenas?" le recordó Drago, "Ahora, ¿quién es el listo?"

Aurora iba a disculparse, pues ella misma había hecho eso con él y Nina. Sin embargo, la visualización del templo del dragón le hizo dejar aclaraciones y cosas personales para después.

El antiguo templo era claramente muy diferente al nuevo. Para empezar, no estaba construido sobre una isla flotante, sino sobre la tierra, más específicamente cerca del terreno pantanoso en la cual Spyro solía vivir (aunque era claro de que él todavía no había nacido). Además, los hongos y enredaderas empezaban a cubrir las paredes, haciéndolo más viejo de lo que se pensaba. La entrada era una gran puerta de madera con dos estatuas con cabeza de dragón en los lados. Los jóvenes dragones avanzaron hacia la puerta, pero esta no se movió.

"Eh, y ahora ¿qué? ¿llamamos a la puerta?" preguntó Ash al ver que no se abría.

"No es como el templo del dragón que conocemos" razonó Rayla, "Quizá necesitemos una clave, o esperamos a que alguien venga"

"No recuerdo ninguna clave en el templo" intentó Aurora.

"Si Aurora no lo sabe, yo mucho menos" dijo Drago.

"¡Eh! ¡Ya recuerdo!" dijo Nina en un momento de resolución, "Mi abuelo Ignitus me contó algo de cuando conoció a mi padre. Déjenme probar..."

Nina se acercó a la puerta y habló:

"El pasado es preludio; el mañana, una tenue promesa. Permítenos pasar, no nos vetes..."

Como por arte de magia, las puertas temblaron en un momento y se abrieron dando lugar a otra sala.

"Woah..." dijeron impactados todos.

Continuaron a través de la sala que parecía vacía: el lugar parecía las habitaciones pues guiaban a diferentes otras en las cuales se podían ver camas de paja y hoja. Luego, llegaron a otra puerta, la que debería llevar a lo que ellos conocían como la sala de reuniones. Sin embargo, pronto se darían cuenta de su error: era una sala circular, donde un círculo verdoso en el centro resplandecía. Pero eso no era lo importante, sino quien estaba observándolo y vio a los jóvenes entrar: Ignitus.

Pero, obviamente, era diferente a como lo conocían: Ignitus era, en ese momento, un dragón rojo con manchas de color rojo oscuro y cuernos de color naranja claro. También tenía alas de color rojo oscuro con membranas de color naranja claro. Al verlos, Ignitus exclamó con voz un poco enfadada:

"¡Por los ancestros!" dijo, "¿Qué hacen ustedes y cómo lograron entrar aquí? El templo no es lugar para ustedes por ahora, jóvenes dragones"

Nina y Ash parecieron dudar pues, aunque conocían a Ignitus, temían que algo malo pudiera decirse y afectar en el futuro.

"Yo me encargo de hablar, para que... ya saben" les murmuró Drago.

Ignitus se acercó a los jóvenes dragones para inspeccionarlos, como era le Ignitus del pasado, era normal que no los reconociera, sin embargo, eso no le impidió de hacer preguntas:

"¿Quiénes sois vosotros?" les preguntó.

"Por favor, señor Cro... es decir, Ignitus" se corrigió Drago, "Verá, somos... unos jóvenes dragones que fueron enviados por el gran Consejo para hacer exploraciones al templo. Pero uno de nuestros integrantes... Sam, necesita un maestro que le enseñe a controlar su elemento de luz"

Ignitus escuchó atentamente esas palabras; sin embargo, parecía muy convencido.

"No recuerdo que el Consejo haya mencionado algo de mandar a un grupo de jóvenes dragones al templo para ayudarnos" dijo, "Sin embargo, como dije antes, no podemos entrenar jóvenes dragones en estos momentos: estamos a pocos días del año del dragón y mis compañeros han ido a reunir los huevos para mantenerlos a salvo de los simios oscuros"

"¿El año del dragón?" preguntaron asombrados los jóvenes: no creyeron que tanto habían retrocedido en el tiempo,

"Así es, ¿no están enterados? Estamos reuniendo los huevos de la siguiente generación. Es por eso que no hay maestro ahora"

"Bueno... estamos buscando a alguien..." intentó decir Nina, "Se llama Sybilla"

Ignitus pareció salir de sus dudas cuando mencionaron a Sybilla. Sin embargo, estaba desconfiando de los desconocidos, pues muy pocos dragones sabían la contraseña para abrir la entrada del templo.

"No puedo decirles nada hasta que me hayan respondido algo primero: ¿cómo sabían la contraseña de entrada del templo? solo un guardián la conoce"

"Esto... bueno..."

Todos los jóvenes entraron en pánico pues ninguno debía de mencionar nada al respecto. Eso fue hasta que una voz dijo:

"Tranquilízate Ignitus, son solo jóvenes en crecimiento"

Allí estaba: una dragona adulta de escamas de color blanco puro, con cuernos amarillos, una cola con forma de hoja de color amarillo y alas con cartílagos del mismo color. Sus ojos eran de un color bastante diferente: púrpura. Sin lugar a dudas, era...

"Perdóname, Sybilla" le dijo Ignitus, "Sé que son jóvenes que buscan orientación en el dominio elemental, pero el que conozcan la contraseña para entrar, me hace dudar de las intenciones que tengan"

"Si fueran enemigos, simplemente hubieran atacado la puerta" le tranquilizó Sybilla, "Pero, déjenme preguntarles, jóvenes... ¿alguno de ustedes tuvo un familiar que era guardián?"

"Sí..." respondieron nerviosamente Nina, Ash, Drago, Aurora y Rayla.

"¿Lo ves, Ignitus?" le preguntó a su esposo, "Solo era una casualidad"

Ignitus respiró con tranquilidad mientras decía:

"Sí tú lo dices, sé que es verdad. Siempre detectas un sentido de pureza en todos"

"Es mi forma de ser..." y se volvió hacia los jóvenes dragones, "Lo lamento, como mi pareja les dijo, no podemos enseñar en estos momentos: estamos en una misión de proteger los huevos de las garras del ejército oscuro"

"¿Podemos ayudar en algo?" preguntó Rayla.

Ignitus no parecía muy convencido aún. Sin embargo, notaba algo extraño en ellos: como si tuvieran un gran poder escondido. Pensándolo un poco, le dijo a Sybilla:

"Cariño, ya que reuniremos dos grupos para todos los huevos; Terrador, Volteer, Cyril y yo nos encargaremos para mantener al primer grupo a salvo. Sin embargo, creo que Cynthia, Eira y tú necesitarán algo de ayuda más para llevarlos a un lugar tan lejano como LunaVillage, ¿Qué te parece si ellos te ayudan a proteger los huevos? Así, podrás enseñarle al joven Sam el control de la luz"

"¿Están seguros de que no quieren que los ayuden a ustedes?" preguntó ella, "Yo creo que ustedes serían los que necesitarían ayuda"

Hubo un momento de duda por parte de Nina, pues si había una forma de ayudar a los guardianes, podía evitar que su madre fuera inducida por la oscuridad. No obstante, Drago le detuvo.

"Descuide..." dijo Drago, "Creo que... los guardianes son suficientes para protegerlos. El señor Ignitus tiene razón, nosotros le ayudaremos a ustedes"

Al ver la decisión de los jóvenes, Ignitus les apoyó y Sybilla aceptó. Entonces, el guardián regresó con su vistazo en el estanque de las visiones mientras que Sybilla llevó a los jóvenes dragones afuera.

"Muchas gracias por apoyarnos" les dijo mientras salían del templo, "Pero aún no sé si deba dejar a Ignitus a cargo de todo..."

"Seguro que podrá manejarlo" le dijo Rayla, pues sabía que todo debía ser como era, "Es un guardián y no hay problema para ellos"

"Bueno... supongo que sí. A propósito, ¿cuáles son sus nombres?"

"Me llamo Drago" le respondió el mismo, "Ella es mi hermana, Aurora y mis amigos: Rayla, Flint, Ash, Sam y..."

Nina estaba un poco distraída, mirando el antiguo templo mientras lo dejaban. Cuando mencionaron nombres, ella no había escuchado hasta que Sybilla se le acercó.

"¿Sabes?" le preguntó, "Me recuerdas a una amiga, ¿cuál es tu nombre?"

"Nina..." respondió ella algo extrañada: estaba con su abuela, pero no debía mostrar signos de afecto familiar para no arruinar la misión.

Una vez presentados todos, salieron del templo y se prepararon para tomar vuelo. Pero justamente Ignitus salió para despedirlos.

"Buena suerte jóvenes desconocidos" les dijo. Luego, se dirigió hacia Sybilla, "Cuídate mucho, pensaré en ti cada minuto hasta que volvamos a reunirnos"

"Tú también cuídate mucho... y también cuida mucho de él"

Mientras los jóvenes dragones se preguntaron por qué Sybilla mencionó un "él", Sybilla e Ignitus se dieron un beso de despedida, esperando que fuera una corta separación. Sin embargo, varios de los presentes ya conocían la cruel realidad. Luego, con Sybilla guiando a los jóvenes dragones, tomaron vuelo hacia el norte.

Pero mientras volaban, Nina tenía un conflicto interno: conocía la historia de su madre y si su huevo iba estar allí en la noche del asalto, no quería que sufriera el destino de ser conocida como "El terror de los cielos". Como si le leyera la mente, Drago le detuvo. Así que, acercándose a él para que nadie los oyera, le preguntó:

"¿Por qué me detuviste?"

"¿Eh? ¿De qué hablas?" preguntó este.

"Ya lo sabes... de quedarme para ayudar a mi abuelo Ignitus. Sé que era cambiar la historia, pero, ¿no se hubiera cambiado para mejor? Así mi madre no hubiera sido conocida como el Terror de los cielos"

"Tal vez hubiera cambiado eso, pero los guardianes nos dijeron que las cosas suceden porque así deberían ser. Además, si no hubiera pasado, quizá no hubieras existido. Y para mí, es muy importante que estés con nosotros"

Nina sintió un gran alivio y sonrió, sabiendo que Drago no había cambiado ni un poco luego de superar su prueba.

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