Capítulo 13: El nacimiento de un nuevo equipo
El sol apenas comenzaba a asomarse por el horizonte cuando nos despertamos. El aire fresco de la mañana llenaba el ambiente, y el sonido suave del agua del lago aún era una compañía tranquila. Después de estirarnos y desperezarnos, nos reunimos poco a poco alrededor de Sybilla. Todos estábamos listos para el día que nos esperaba en Warfang.
Cynder fue la última en unirse al grupo, con una expresión tranquila y serena. Al parecer, la conversación con su madre la noche anterior había sido un momento clave para ella. Cuando llegó, se acercó a nosotros, y todos la miramos con curiosidad.
—Anoche hablé con mi madre —comenzó Cynder, su voz suave pero segura—. Me contó tantas cosas... sobre mi pasado, sobre mi padre... y cómo, a pesar de todo lo que pasó, nunca dejó de amarme ni de esperar el momento de poder reencontrarse conmigo.
Sybilla, con su habitual amabilidad, se acercó a Cynder y le sonrió.
—Te entiendo, Cynder. He conocido a tu madre, Cynthia, desde hace mucho tiempo. Ella siempre ha sido una dragona muy fuerte y dedicada. Y sé que lo que hiciste junto a Spyro fue un acto de gran valentía. Gracias por estar a su lado en los momentos más difíciles.
Cynder asintió, un pequeño brillo de emoción en sus ojos.
—No habría podido hacerlo sola. Spyro estuvo a mi lado, igual que todos ustedes —añadió, mirando a todos los presentes.
El ambiente era cálido, casi familiar. Sentí que las conexiones que se habían formado entre nosotros en esta aventura eran más fuertes que nunca. En ese momento, Edel y Ember llegaron volando para unirse al grupo, aterrizando suavemente cerca de nosotros. Mi corazón dio un pequeño vuelco al ver a Edel, quien me sonrió brevemente antes de unirse a los demás.
Flame saludó a Ember con una sonrisa, y ella le devolvió el gesto con una mirada afectuosa. Edel se colocó cerca de mí, y aunque no dijimos nada, sentí que una chispa de complicidad había empezado a crecer entre nosotros.
—¿Todos listos? —preguntó Spyro, extendiendo sus alas, listo para emprender el vuelo.
—Listos —respondimos todos, casi al unísono.
Con el viento de la mañana en nuestras alas, nos elevamos hacia el cielo, dejando el lago detrás de nosotros. Warfang nos esperaba en el horizonte, y con cada batir de nuestras alas, sentí que el futuro estaba lleno de nuevas oportunidades y aventuras. Una familia, amigos y nuevos lazos que nos unirían en los tiempos por venir.
(1 hora después...)
Mientras volábamos hacia Warfang, Sybilla, con un tono reflexivo, rompió el silencio de la mañana.
—Si los Guardianes están planeando formar una nueva generación de jóvenes dragones, tendrán que pasar por una serie de pruebas —anunció, con una mirada seria pero llena de esperanza.
Eso despertó la curiosidad de todos. Spyro y Cynder, quienes volaban a su lado, intercambiaron una mirada antes de que Spyro se atreviera a preguntar:
—¿Pruebas? ¿En qué consisten esas pruebas?
Cynthia, que estaba volando cerca con una mirada maternal, intervino para explicar junto a Sybilla:
—Primero, el equipo deberá demostrar qué tan bien manejan sus elementos cuando trabajan juntos —comenzó Cynthia—. Eso significa saber combinar sus habilidades para crear estrategias conjuntas, algo vital en situaciones críticas.
—Luego, deben probar qué tan bien vuelan en equipo —añadió Sybilla—. Volar no es solo moverse en el aire, es coordinarse, cuidarse unos a otros y ser conscientes de su entorno. Será fundamental para enfrentarse a lo inesperado.
—Finalmente —continuó Cynthia—, la última prueba determinará su deseo y compromiso por convertirse en Guardianes. Es un camino de sacrificios, pero también de gran responsabilidad. Se necesita más que poder o habilidades, se necesita corazón.
Flame, que había estado escuchando con atención, habló lleno de determinación:
—Quisiera convertirme en Guardián... seguir el legado de mi padre, Ignitus.
Edel, que había estado volando en silencio cerca de mí (Jhony), se animó y también expresó su deseo:
—Y yo quiero seguir el legado de mi padre, Cyril. Ser Guardián es más que un honor... es una promesa de proteger todo lo que amamos.
Miré a Flame y Edel, admirando el peso de sus palabras. Era evidente que ambos sentían una fuerte conexión con sus raíces y un profundo deseo de honrar a sus padres. No pude evitar sentirme inspirado, aunque una parte de mí seguía preguntándose qué papel jugaría yo en todo esto.
Flame había lanzado la propuesta con entusiasmo, sugiriendo que hiciéramos equipo para las pruebas de los guardianes. Sin embargo, Edel, a su lado, mostró una ligera mueca de disgusto cuando miró a Flame y luego a Ember. Con suavidad, comentó:
"Creo que prefiero no pasar todo el tiempo con una pareja."
Hubo un leve silencio incómodo, pero entonces Edel me miró directamente, y pude sentir un extraño cosquilleo en mi estómago cuando sus ojos brillaron con determinación y, tal vez, algo más. Mi corazón latió con fuerza cuando me preguntó:
"¿Jhonny, te gustaría acompañarme en las pruebas? Para ser guardián, quiero decir."
No supe qué responder de inmediato. Su pregunta me dejó sin palabras, no solo por la sorpresa, sino por lo que esa simple petición despertaba en mí. Por un lado, sentir ese vínculo reconfortante, algo que me hacía sentir más cerca de ella, me llenaba de una cálida emoción que no podía ignorar. Pero, al mismo tiempo, me preocupaba el hecho de que las pruebas eran un reto enorme. ¿Realmente estaría a la altura de las expectativas? Ser guardián no era algo que se tomara a la ligera.
"Yo... no estoy seguro," respondí finalmente, con una voz que apenas reconocí como mía. "No sé si sería capaz de hacerlo."
Todos me miraban, y justo cuando pensaba que no podía ponerme más nervioso, sentí el apoyo de Spyro, quien me dio una palmada en la espalda y me dijo:
"Vamos, Jhonny. ¡Tú puedes hacerlo! No estás solo en esto, todos te apoyamos."
Cynder también asintió con una sonrisa suave, y Flame agregó:
"Sí, además, si lo hacemos juntos, aprenderemos mucho más rápido."
Incluso Sparx, flotando cerca, bromeó con una sonrisa:
"¡Y si fallas, siempre tendrás al increíble Sparx para darte ánimos! Aunque dudo que los necesites."
"Ve con ella Jhonny" dijo Ember, "Creo que harían bonita pareja ustedes dos".
La presión creció, pero más que eso, el peso de la responsabilidad de ocupar el lugar de un guardián me agobiaba. Ignitus... su legado aún resonaba en todos nosotros. No pude evitar pensar en él y en lo que significaba ser un guardián.
"No creo que pueda reemplazar a Ignitus," murmuré casi en un susurro, desviando la mirada. "Él era un verdadero héroe..."
Sybilla, con su calidez maternal, se acercó a mí y posó una de sus alas suavemente sobre mi hombro. Sus ojos reflejaban comprensión y sabiduría mientras decía:
"Nadie podrá jamás reemplazar a Ignitus, Jhonny. Pero no necesitas ser como él. Tú tienes tu propio camino que recorrer, tu propia historia que escribir. Ser tú mismo, eso es lo que te hará grande. Y siendo guardián, encontrarás las respuestas y la sabiduría que buscas."
Sus palabras resonaron en mí de una manera inesperada. Quizá ella tenía razón. No debía cargar con el peso de lo que otros habían sido, sino encontrar mi propia forma de contribuir, mi propio propósito en este nuevo mundo.
Justo cuando estaba considerando todas esas palabras, Edel, con una voz suave, se acercó un poco más, sus ojos fijos en los míos. Su simple y sincero "por favor" me hizo sentir como si el suelo desapareciera bajo mis patas. Mis pensamientos se detuvieron, y mi corazón latía tan rápido que casi podía escucharlo.
La decisión estaba tomada antes de que pudiera procesarla completamente. Finalmente, respiré hondo y, con una sonrisa nerviosa pero decidida, le respondí:
"Está bien... Te acompañaré en las pruebas."
Edel sonrió, y en ese instante su alegría me envolvió como una cálida brisa. Mientras yo pensaba: ¿en qué me estaba metiendo?
Nos detuvimos cerca de una majestuosa cascada esa tarde y acordamos pasar la noche allí. El lugar era perfecto; el sonido del agua cayendo creaba un ambiente sereno, casi mágico.
Al caer la noche, varios dragones fueron a cazar, mientras que Spyro y mis nuevos amigos decidimos probar suerte con la pesca, aprovechando el río cercano. Cazar parecía algo sencillo para ellos, pero la pesca... bueno, fue otra historia. Después de varios intentos fallidos, Spyro tuvo una idea ingeniosa.
"¡Déjenme intentar algo!" dijo, con una chispa de emoción en sus ojos. Entonces lanzó una pequeña bola de fuego que impactó en el agua, causando una explosión que lanzó varios peces al aire. Fue impresionante, pero un pez volador aterrizó justo sobre Sparx.
"¡Eh!" gritó Sparx, agitando las alas con desesperación, "¡Quiten a este pez volador de encima!"
"Jajaja" rio Spyro mientras apartaba el pescado, "No te preocupes, Sparx. Ya estás bien. Solo trata de cubrirte la próxima vez."
"Sí, claro..." respondió Sparx con tono sarcástico, "La próxima vez traeré mi paraguas tamaño salmón..."
Entre risas y con el río calmándose, continuamos pescando, usando nuestros poderes para impactar el agua y atrapar más peces. Al final, logramos una pesca abundante, y me ofrecí a cocinar. Usé mis habilidades de fuego para asar los pescados al punto justo. Sin embargo, cuando Flame intentó ayudar, acabó incinerando un par de peces al no medir bien las llamas.
"¡Ups!" dijo, mirando los pescados calcinados. "Creo que exageré un poco..."
"Tranquilo," respondí con una sonrisa, "¡hay suficientes para todos!"
Cuando todos tuvieron su pescado bien cocido, me sorprendió la cantidad de agradecimientos que recibí. Era una sensación nueva para mí, ser valorado de esa manera. Y cuando me acerqué a Edel, sus ojos brillaban mientras probaba un bocado.
"¡Está delicioso!" exclamó con entusiasmo, "Muchas gracias, eres asombroso."
Que una chica me dijera eso... a alguien como yo... era como un sueño hecho realidad. Me quedé sin palabras por un instante, y mi corazón latía con fuerza.
Después de que todos saciaron su apetito, nos acomodamos junto a la cascada para dormir. El murmullo del agua era tan refrescante y relajante que me ayudó a calmarme. Antes de cerrar los ojos, observé a mis nuevos amigos y sentí una profunda gratitud. Estaba con ellos, rodeado de dragones que me aceptaban como uno más. Había encontrado el tipo de amistad que siempre había deseado.
A la mañana siguiente, al amanecer, emprendimos el vuelo nuevamente. La ciudad de Warfang estaba cada vez más cerca. Aún me costaba creer que realmente Edel y yo íbamos a ser compañeros de equipo. Una chispa de emoción y esperanza llenó mi pecho mientras volábamos hacia nuestro destino.
Luego de un par de días más de viaje, al acercarnos al mediodía, por fin divisamos la imponente ciudad de Warfang.
"¡Eh, miren!" gritó Sparx con entusiasmo, "¡Ya llegamos!"
Colmillo de Guerra se veía más viva que nunca. La ciudad estaba adornada con un ambiente festivo: listones de colores adornaban las calles, las estatuas brillaban gracias a los cristales decorativos, y la arquitectura reconstruida lucía impecable. En la plaza central, una multitud de dragones de distintas tonalidades se había reunido, y entre ellos logramos reconocer a los guardianes.
Mientras descendíamos, una figura se abrió paso entre la multitud y se acercó al frente: era Cynthia. Sus ojos recorrieron el lugar hasta detenerse en cierto dragón.
"¡Terrador!" exclamó con sorpresa.
El guardián de la tierra giró al escuchar su nombre, y sus ojos también se agrandaron al reconocerla.
"¡Cynthia! ¡Estás bien!" respondió Terrador, aliviado.
Los dos dragones se acercaron el uno al otro y compartieron un abrazo fuerte y prolongado. Después de ese momento emotivo, ambos retrocedieron levemente, con una mezcla de nostalgia y felicidad en sus miradas.
"Lo siento, Cynthia... lamento no haber estado allí para ti," dijo Terrador, visiblemente conmovido. "Mi deber como guardián..."
"Está bien, no tienes que decírmelo," respondió ella, acariciando suavemente su rostro con ternura. "Sin embargo, nunca es tarde para volver a comenzar..."
Terrador, con una expresión pensativa, desvió su mirada hacia Cynder. "Veo que encontraste a tu hija," dijo con una sonrisa, "Eso es un alivio."
Luego, se dirigió directamente a Cynder, con una mezcla de disculpa y sinceridad en su tono. "Lamento haberte ocultado esto, Cynder."
"Descuida, Terrador," respondió ella, comprensiva, "Me gustaría que ustedes dos retomaran lo que no se pudo en el pasado."
Terrador y Cynthia se miraron profundamente, como si el tiempo se hubiera detenido. La chispa del amor antiguo entre ambos parecía revivir, y deseaban con todo su ser darle una nueva oportunidad.
"Nunca creí que el viejo Terrador tuviera un corazón tan sensible, con lo dominante que se ve," murmuró Sparx, intentando que su comentario pasara desapercibido.
Mientras tanto, Edel ya se había reunido con su padre, el guardián Cyril.
"¡Papá!" exclamó Edel, corriendo hacia él.
"¡Mi niña!" respondió Cyril con una mezcla de alegría y alivio en su voz, "Edelwiss, te he extrañado tanto. Lo siento..."
"No te preocupes, papá," le interrumpió ella, "Entiendo... el deber de un guardián. Por eso quiero ser la siguiente guardiana del hielo."
Cyril la miró sorprendido, con un brillo de orgullo en sus ojos. "¿Estás segura, hija?" preguntó el guardián con tono serio. "Es una gran responsabilidad."
"Sí, papá," contestó Edel, con una determinación firme en sus palabras. "Voy a honrar a nuestros antepasados de hielo con mi poder."
Cyril la abrazó con fuerza, conmovido. "Eres la viva imagen de tu madre," susurró emocionado. "Bueno, entonces tendrás que elegir buenos compañeros."
Edel asintió, con una sonrisa. "Sí, y ya tengo a un integrante..." dijo, lanzando una mirada furtiva hacia mí, y sentí que su corazón se aceleraba al verme.
(Dentro una hora...)
El proceso de selección para los nuevos guardianes comenzó de una forma organizada y meticulosa. Spyro y Cynder no participarían pues eran dragones muy especiales que tenían varios elementos.
Primero, los guardianes reunieron a los jóvenes dragones (incluyéndonos a Flame, Edel y a mí) en la plaza central de Warfang. Luego, uno a uno, los dragones fueron llamados para recibir una piedra con una runa grabada, entregada por los propios guardianes. Era una forma de asignar a cada dragón un símbolo que les guiaría a su equipo correspondiente. Para mi sorpresa, Cyril se acercó a Edel y le entregó no una, sino dos piedras idénticas.
"Esta es para ti," le dijo a Edel, entregándole la primera piedra. Luego, me miró con seriedad y me tendió la segunda. "Y esta es para ti, Jhonny. Cuida bien de mi hija," añadió con una ligera sonrisa.
"¡Papá!" exclamó ella sonrojándose como yo.
A pesar de ello, asentí, tomando la piedra con un agradecimiento nervioso, y Edel y yo caminamos hacia la banderola que correspondía al símbolo rúnico de nuestras piedras. Era un símbolo simple, pero elegante, que nos indicaba la ubicación de nuestro grupo.
Mientras esperábamos a los demás, observé el flujo de dragones jóvenes encontrando sus respectivos equipos. No pasó mucho tiempo antes de que un dragón de tierra se acercara hacia nosotros. Sus escamas eran de un verde intenso con manchas de verde claro, y pequeñas placas escamosas marrones adornaban sus hombros. Sus cuernos, de un marrón claro, estaban curvados hacia atrás como los de un carnero, y su cola terminaba en un mazo puntiagudo, de color marrón oscuro. Sus alas eran verdes con membranas marrones, dándole un aspecto robusto y poderoso.
"Hola," dijo con voz profunda, aunque algo vacilante. "Me llamo Thorr, vengo de Cavescity..."
Nos observó un instante, como si evaluara su primer contacto con nosotros. Edel se adelantó con una sonrisa y asintió cortésmente.
"Encantada, Thorr. Yo soy Edel, y él es Jhonny," dijo, presentándonos con naturalidad.
Le dediqué una pequeña inclinación de cabeza, tratando de parecer tan confiado como ella.
"Es un gusto conocerte, Thorr." le dije.
El dragón de tierra pareció relajarse un poco al ver nuestras expresiones amigables.
"Espero que nos llevemos bien," añadió Thorr. "No estoy muy acostumbrado a hacer equipo, pero... estoy dispuesto a intentarlo."
"Tranquilo," le aseguré, sonriendo. "Yo tampoco soy un experto en esto... pero eso hace que todo sea más interesante, ¿no?"
Edel asintió con entusiasmo, y Thorr soltó una leve risa, como si nuestro optimismo le hubiera ayudado a quitarse un peso de encima. Aunque los desafíos que enfrentaríamos eran desconocidos, sentí que el grupo comenzaba a formarse, y eso era un buen comienzo.
Luego de unos minutos, estábamos aún observando el flujo de jóvenes dragones encontrando a sus equipos cuando, para nuestra sorpresa, vimos acercarse a Spyro y Cynder. Parecían relajados, como si acabaran de cumplir con algún compromiso importante. Nos contaron que acababan de visitar a Flame y su equipo.
Thorr, al ver acercarse a Spyro, abrió los ojos de par en par y se le quedó mirando boquiabierto. Parecía no poder creerlo. Al notar su expresión, Edel y yo intercambiamos una sonrisa divertida.
"¡E-eres el dragón púrpura!" exclamó Thorr, con la voz un poco quebrada por la emoción. Rápidamente se enderezó, intentando mostrarse digno y serio. "Es un honor conocerte. Mi nombre es Thorr."
"Encantado, Thorr," respondió Spyro amablemente, "Pero no exageres..."
Thorr asintió torpemente, pero su asombro no acabó ahí. Al girarse hacia Cynder, sus ojos volvieron a abrirse con asombro. Por un instante, parecía que acababa de ver a un fantasma.
"Tú... eres El terror de los cielos?" murmuró, claramente nervioso.
Cynder bajó la mirada un momento, como si ese apodo le recordara a una sombra que ya había dejado atrás. Alzó los ojos de nuevo.
"Solía serlo," dijo en voz baja, pero firme. "Pero ya no soy esa dragona."
Thorr pareció evaluar sus palabras por un momento, antes de asentir lentamente.
"Me alegra escucharlo," respondió con una expresión de alivio. "Lo siento, no debería haberte juzgado así."
"No te preocupes," le respondió Cynder, agradecida. "Aprecio tu sinceridad."
Con la tensión disipada, Spyro se giró hacia nosotros, observando cómo las filas de dragones se iban organizando bajo las banderolas de los símbolos rúnicos.
"Parece que el proceso de selección ya casi ha terminado," comentó, observando los alrededores.
Edel, Thorr y yo compartimos una mirada preocupada. Nuestro grupo aún estaba incompleto, y el tiempo se agotaba. ¿Llegaría nuestro último integrante antes de que fuera demasiado tarde?
De repente, un destello amarillo atravesó el aire a toda velocidad, dirigiéndose directamente hacia nosotros. Todos nos apartamos, sorprendidos, cuando la figura amarilla perdió el equilibrio, tropezó y comenzó a rodar por el suelo. Cayó junto a nosotros en un desastroso pero sorprendente aterrizaje.
Cuando finalmente se detuvo, el dragón se sacudió el polvo de las escamas y se enderezó, aunque algo mareado. Sus escamas eran de un amarillo brillante, atravesadas por rayas de un amarillo más claro que recordaban a relámpagos. Tenía ojos de un tono amarillo intenso, un vientre escamoso de color azul, alas también azules con membranas amarillas y unos cuernos azules que se curvaban hacia atrás. Sus espinas y garras compartían el mismo tono azulado, y su cola terminaba en una punta afilada con la forma de un rayo. Unas pequeñas crestas azules decoraban sus hombros.
"¡Hola!" dijo el dragón con una voz animada y un poco entrecortada, todavía sacudiéndose el polvo. "Soy Ray, lamento la tardanza. Ya saben, un rayo llega rápido... pero no siempre aterriza bien," bromeó, riéndose de su propia entrada accidentada.
"Sí, sobre todo tú..." comentó Sparx riéndose. Luego le musitó a Spyro, "Me agrada este tipo"
Edel y yo nos miramos por un segundo antes de soltar una carcajada. Thorr esbozó una ligera sonrisa.
"Ray, ¿verdad?" pregunté, aún riendo. "Bueno, nos alegra tenerte aquí. Soy Jhonny, y ellos son Edel y Thorr."
Ray nos miró a todos y sonrió con confianza.
"¡Es un placer, compañeros! Vamos a hacerlo bien juntos, ¿de acuerdo?"
Con Ray en nuestro equipo, el grupo al fin estaba completo.
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