Capítulo 12: Destinos predestinados

Flame no tardó en darse cuenta de lo que sucedía cuando notó cómo mis ojos seguían cada movimiento de Edel. Me encontraba completamente "encantado" al verla, perdido en sus ojos relucientes y en su sonrisa.

"No estás siendo muy sutil, Jhonny" dijo Flame con una sonrisa, su tono amistoso, pero cargado de picardía.

Intenté mantener la compostura, pero no pude evitar ruborizarme un poco.

"No estoy seguro de lo que siento" admití con una voz vacilante "Es... difícil de explicar"

Flame asintió con comprensión, aunque una chispa traviesa brillaba en sus ojos.

"Sé lo que sientes" respondió "Ember y yo hemos estado juntos desde hace un tiempo. Hemos crecido juntos aquí en LunaVillage y nuestra relación ha evolucionado con los años. Pero, Jhonny, te diré algo" Flame bajó un poco la voz, como si fuera a revelarme un secreto "Es la primera vez que veo a Edel con esos ojos resplandecientes al ver a un dragón macho.

Lo miré con escepticismo, pero Flame continuó con seriedad.

"Según mi madre, Sybilla, cuando dos dragones han estado juntos durante mucho tiempo, pueden forjar un amor que dura para casi siempre. Pero a veces, en casos muy especiales" prosiguió, y ahora sus palabras se volvieron más solemnes, "cuando un dragón macho y una dragona se conocen por primera vez y surge un brillo especial en sus ojos, no es solo amor a primera vista: es una conexión predestinada, como si estuvieran destinados a encontrarse. Mi madre dice que esas uniones siempre terminan en una familia unida y feliz"

Me quedé mirándolo, incrédulo ante lo que acababa de escuchar. ¿Un amor predestinado? Aquello sonaba como algo sacado de un cuento de hadas. Bueno... para cualquiera que escuchara u observaba lo que me había pasado hasta el momento, hubiera pensado que ya estaba en el cuento. Pero en el fondo, no podía negar la pequeña chispa de esperanza que se encendió en mi interior, una que pensé que jamás volvería a sentir.

Mientras Flame hablaba, recordé mi vida pasada como humano. Nunca había tenido suerte en el amor, y con el tiempo, me había resignado a la idea de que quizá no encontraría a alguien con quien compartir mi vida. Pero ahora, en este mundo de dragones, esa chispa que creí apagada se encendía de nuevo. Tal vez, solo tal vez, este mundo me ofrecería algo que el mío no pudo: alguien con quien construir una vida.

No pude evitar sonreír ligeramente mientras mi mente divagaba. Tal vez este lugar, este mundo lleno de nuevas oportunidades, podría reconfortar mi corazón y darme a alguien con quien compartir un futuro.

(De vuelta...)

Spyro y su madre, Sybilla, ya se habían sumido en una conversación tranquila, poniéndose al día después de tanto tiempo separados. Sparx flotaba cerca, aunque su atención iba y venía, explorando con la mirada el lago que los rodeaba. La calma del lugar se veía interrumpida por la llegada de Flame, quien, acompañado por mí, avanzó con un paso nervioso hacia su hermano.

Flame se acercó a Spyro con una ligera vacilación, su mirada reflejaba la incertidumbre de no saber cómo actuar. Era obvio que seguía procesando el hecho de que ahora sabía que él y Spyro eran hermanos. Pero antes de que pudiera decir algo, Spyro le sonrió cálidamente.

—No es necesario que te comportes así, Flame —dijo con voz tranquilizadora, antes de añadir con afecto—. Somos hermanos.

El rostro de Flame se iluminó. La tensión que lo había mantenido al borde se desvaneció, y ambos compartieron un momento fraternal mientras se daban las patas, un gesto sencillo, pero cargado de significado, como si se dieran la mano para sellar una nueva etapa en su relación.

Sybilla observaba la escena con los ojos brillantes de emoción. Ver a sus dos hijos reunidos después de todo lo que había sucedido debía ser un momento abrumador para ella. No pude evitar notar cómo su expresión cambió al notar mi presencia. Me encontraba a cierta distancia, tratando de no interrumpir el momento, pero Spyro me llamó la atención.

—Madre, quiero que conozcas a Jhonny —dijo, con una sonrisa en su rostro—. Es el amigo del que te hablé. Nos ha acompañado a Cynder, Sparx y a mí desde que salimos en nuestro viaje, y además ha recibido entrenamiento de los guardianes recientemente.

La mirada de Sybilla se suavizó aún más cuando me observó. Era una mezcla de curiosidad y calidez. Me miraba no solo como a un invitado, sino con una gentileza maternal, como si de algún modo yo también fuera parte de su familia.

—Es un placer conocerte, Jhonny —dijo ella, con una voz tan suave como las aguas del lago a sus espaldas—. Si has estado al lado de mis hijos todo este tiempo, eres más que bienvenido aquí.

—Gracias, señora Sybilla —respondí, intentando mantener la compostura.

Luego, Sybilla me preguntó con delicadeza:

—¿Y tus padres, Jhonny? ¿Dónde están?

Mi corazón dio un vuelco. No esperaba esa pregunta, aunque sabía que tarde o temprano surgiría. Mantuve la calma, recordando que no podía revelar toda la verdad sobre quién era en realidad, al menos no aún.

—Estoy... perdido —dije, bajando un poco la mirada—. No sé qué pasó con mi familia. Cuando me desperté hace una semana, todo era diferente. No los he visto desde entonces.

Era una media verdad. Después de todo, en este mundo, no sabía qué había pasado con mi familia, y técnicamente había desaparecido de mi propio universo. Pero era mejor dejar esa parte en silencio.

Spyro, comprendiendo mi situación, me apoyó con una mirada de complicidad. Sybilla me miró con ternura y comprensión, sin hacer más preguntas sobre mi pasado.

—Entonces, Jhonny, eres más que bienvenido aquí. Siéntete como en casa, querido —dijo, con la misma calidez de una madre recibiendo a su hijo perdido.

—Gracias, señora Sybilla —respondí, sintiendo una inesperada oleada de gratitud.

Sybilla nos invitó a cenar con ella, extendiendo su hospitalidad con una sonrisa. Mientras tanto, Sparx, sintiendo que había algo más por hacer, decidió excusarse.

—Voy a darme una vuelta y ver cómo van las cosas con Cynder y su familia —dijo, haciendo un gesto despreocupado con la mano—. Tal vez necesiten algo de chispa para animar el ambiente.

—Seguro que sí, Sparx —dijo Spyro con una pequeña risa—. Ve, nosotros estaremos aquí.

Sparx se marchó rápidamente, dejando a Spyro, Flame y a mí junto a Sybilla, disfrutando de la compañía mutua y del ambiente relajado. Mientras me sentaba con ellos, no pude evitar sentir una sensación de pertenencia, aunque mi mente seguía llena de preguntas y secretos.

(Por la noche, durante la cena...)

En un ambiente cálido y familiar, nuestro grupo se encontraba relajado. Sparx, que había desaparecido por un tiempo, regresó revoloteando a toda velocidad, con una expresión intrigada y algo nerviosa.

—¡Ey, chicos! ¡Ya volví! —anunció Sparx con una sonrisa traviesa.

Spyro lo miró con una ceja levantada, sospechando que su hermano libélula no había estado precisamente descansando.

—¿Dónde has estado, Sparx? —preguntó Spyro, con un tono que ya anticipaba la respuesta.

Sparx, algo incómodo, rascó la parte trasera de su cabeza y soltó una risita nerviosa.

—Bueno... esteee... digamos que me di una vuelta por la cena de Cynder y su madre. Solo para, ya sabes, ver cómo iban las cosas —dijo, con una sonrisa culpable.

—¿Espiaste a Cynder? —replicó Spyro, frunciendo el ceño—. Sabes que eso está mal, ¿verdad?

Sparx levantó las manos en señal de rendición.

—¡Lo sé, lo sé! No volverá a pasar, lo prometo —se disculpó rápidamente—. Pero no puedo evitar contarles lo que escuché. ¡Al parecer, Terrador podría ser el padre de Cynder!

La revelación cayó como una bomba. Flame y yo nos quedamos sorprendidos por un segundo, y hasta Spyro pareció dudar un instante.

—¿Terrador, el guardián de la tierra? —preguntó Spyro, incrédulo.

Antes de que la discusión pudiera continuar, Sybilla intervino con calma, pero con una pequeña sonrisa.

—Eso no es cierto, Sparx —dijo suavemente, captando la atención de todos—. Conozco a Cynthia desde hace muchos años. Ella me contó sobre su pareja, aunque nunca llegué a conocerlo del todo. Sin embargo, sé que eran muy cercanos, y de esa unión nació el huevo de Cynder.

Sparx, con los ojos muy abiertos, prestaba más atención de lo usual, sorprendido por la nueva información.

Sybilla continuó, manteniendo su tono amable.

—Durante la guerra oscura, cuando unos poderosos simios atacaron, su pareja se sacrificó para salvar a varios dragones, incluidos Cynthia y otros de los nuestros. Fue una gran pérdida para ella. Después de su sacrificio, Terrador la reconfortó por un tiempo. Siempre estuvo cerca de ella cuando lo necesitaba, aunque nunca se conocieron de la manera más íntima —dijo Sybilla, con una mirada comprensiva—. Cynthia quedó embarazada de Cynder después de esos eventos. Sin embargo, Terrador tenía un gran deber que cumplir protegiendo el templo, y eso les dejó poco tiempo para estar juntos.

La revelación hizo que Sparx y el resto del grupo quedaran en silencio, procesando la historia.

—¿Y entonces? —preguntó Flame, curioso—. ¿Cynthia estaba enamorada de Terrador?

Sybilla asintió ligeramente, con una sonrisa triste.

—Sí, Cynthia me lo confesó una vez. Aunque no llegaron a ser pareja, su corazón se inclinó hacia él. Pero el deber de Terrador con el templo siempre fue su prioridad, lo que dejó sus sentimientos sin poder desarrollarse completamente. Cynder es el último recuerdo de esa conexión.

Spyro reflexionó por un momento sobre la revelación, pensando en lo difícil que debió haber sido para Cynthia criar a Cynder en medio de esa pérdida, y luego enfrentar todo lo que pasó con la corrupción de Malefor.

—Entonces, Cynder y yo... compartimos una historia similar —murmuró Spyro—. Ambos fuimos separados de nuestros padres por la guerra.

Sybilla lo miró con ternura.

—Sí, pero ambos están aquí ahora, juntos, y eso es lo que importa —le dijo con suavidad.

Sparx, finalmente procesando todo, decidió no seguir con sus bromas esta vez. En cambio, parecía estar asimilando el peso de la historia que acababa de escuchar.

El ambiente quedó más sereno, mientras todos asimilaban lo contado. Sybilla, con su característica calma, puso fin a la conversación con un tono reconfortante.

—Es hora de descansar, chicos —dijo suavemente—. Mañana temprano, varios dragones, incluidos nosotros, partiremos de vuelta a Warfang. Será un día de reencuentros importantes, así que es mejor que durmamos bien.

En ese momento, una sensación familiar me recorrió, como un eco de recuerdos de otro tiempo y otro lugar. Su voz, tan suave y protectora, me recordó a cuando mi madre me decía que debía irme a dormir temprano, cuidando siempre de que estuviera listo para el día siguiente. Mi corazón se sintió reconfortado y, al mismo tiempo, una pequeña punzada de añoranza por mi familia humana cruzó mi mente.

El cansancio se hizo evidente. Todos comenzamos a asentir de acuerdo, bostezando uno tras otro. Spyro y Flame intercambiaron una mirada cómplice, ambos tan agotados como yo, pero con la calidez de saber que al día siguiente volverían a Warfang como hermanos. Sybilla también parecía satisfecha, como una madre que ve a su familia unida de nuevo.

—Buena idea —dijo Spyro, frotándose los ojos—. Ha sido un día largo.

Flame sonrió, a pesar de estar igualmente agotado.

—Sí, es mejor estar bien descansados para lo que venga mañana.

—¡Sí, sí! ¡Vámonos a dormir antes de que algo más loco ocurra! —interrumpió Sparx, con su típico tono sarcástico, aunque no podía ocultar lo cansado que estaba.

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