Capítulo 10
Capítulo 10
La cena finalizó con una Ileana de muy mal humor. Había pasado toda la velada soportando las risitas y cuchicheos entre Raluca y Julen; toda la noche hablando sobre belleza, mujeres, amor, y matrimonios. Deseaba salir de ese comedor cuanto antes, pero le debía una respuesta a Bogdan.
El rey dio orden de retirarse al porche para así otorgar privacidad a Bogdan e Ileana, y todos obedecieron de inmediato. Una vez el último de los criados hubo salido por la puerta, Bogdan comenzó a reír sonoramente.
—¿Se puede saber qué es lo que le hace tanta gracia, señor? —preguntó Ileana.
—Tú —contestó él burlón.
—¿Yo? —Volvió a preguntar la princesa con una mezcla entre confusión e indignación.
—Resulta de lo más divertido verte celosa.
—¡Yo no estoy celosa!
—¿Ah, no? Porque juraría que te has enfadado con ese muchacho... ¡Julen! Y además mirabas a Raluca como si quisieras sacarle los ojos y arrancarle cada uno de sus cabellos... Si eso no son celos no sé qué más puede ser.
—¡Sea lo que sea no es de tu incumbencia!
—¿Lo ves? Estás celosa… Pero lo que no acabo de comprender es por qué. ¿Porque Raluca tiene su propio consejero personal y tú no? ¿O si por el contrario es porque amas al joven Julen?
—¡Ninguna de ambas, porque no estoy celosa! Simplemente me ha sorprendido que Julen aceptara tal puesto, no esperaba que quisiera abandonarm… abandonar el reino.
—Oh, ya veo... Entonces ya tienes una respuesta para mí, ¿verdad? Y por lo que he visto… permíteme advertirte de algo: antes de que me rechaces estudia muy bien tu nueva situación.
—¿De qué hablas? ¿Qué nueva situación?
—Vamos a ser sinceros, princesa... Ambos sabemos que la amistad con Julen es muy importante para ti, y si me rechazas la posibilidad de volver a verle quedaría completamente descartada, pues como te previne mi reino y el tuyo podrían entrar en guerra en cualquier momento, y dudo que Julen lograra el permiso de mi padre para visitar el reino enemigo. Eso claro está suponiendo que él quisiera dejar a Raluca y venir a veros…
—¿Qué quieres decir?
—¡Oh, por dios! Raluca y Julen se atraen, eso resulta obvio hasta para vos. ¿Cuánto tiempo crees que tardará Julen en convertirse en esposo de Raluca?
—¡¿Pero qué barbaridades estás diciendo?! —bramó la princesa levantándose de golpe, haciendo caer la silla sobre la que había estado sentada— ¡No pienso continuar escuchando estupideces! Si me disculpa...
El príncipe hizo una reverencia abriéndole paso, y sonrió mientras la princesa se alejaba de él. Estaba claro cuál era el punto débil de esa mujer… Ahora sólo tendría que presionarla un poco y la conseguiría. Sólo lamentaba que ese punto débil se tratara de otro hombre, pues aunque su matrimonio fuera una farsa saber del interés que la princesa sentía por Julen no le agradó lo más mínimo.
Unas horas más tarde, en la alcoba de Raluca:
—Raluca, al fin llegas.
—¿Bogdan? ¡Por dios, qué susto me has dado! ¿Qué haces en mi alcoba a oscuras?
—Quería hablar contigo.
—Pues decidme, príncipe, ¿qué puedo hacer por vos?
—Ileana está enamorada de Julen...
—¡Eso ya lo sé, Bogdan! —exclamó la bruja ante la obviedad que acababa de escuchar.
—¿Te lo vas a llevar de verdad?
—Sí.
—¿Tienes interés en él?
—¡Pues claro que no! ¡Es nuestro pasaporte para que ella acceda a casarse contigo! Te lo estoy poniendo en bandeja de plata, por favor no lo eches a perder.
—¡Por supuesto que no voy a echar nada a perder! Al contrario, venía a contarte que estoy a esto —dijo haciendo un gesto con los dedos pulgar e índice casi tocándose— de lograr que me diga que sí.
—¡Perfecto, al fin una buena nueva! Ahora ve a descansar, Bogdan, pues tendremos que partir muy pronto. Me han llegado noticias del reino: tu hermano Fenir está prometido y planea casarse en breve.
—¡¿Qué?! ¿Quién te ha dicho eso? ¿Estás segura? ¡No puede ser!
—Estoy totalmente segura. Mis informaciones son veraces: contraerá matrimonio dentro de cuatro lunas con la hija del rey de Urfon.
—¡Pero si se trata de uno de nuestros mayores enemigos!
—¡Pues por eso mismo, Bogdan! Tu padre ha decidido casar a uno de sus hijos para establecer así una alianza que asegure la paz entre ambos reinos.
—¿Y casa al menor de todos siendo yo el primogénito? ¡¡Debería de casarme yo y no mi hermano!!
—Estoy segura que tu hermano Dwain ha tenido algo que ver.
—Por supuesto, ¡todo es obra suya! Soy el único que puede arrebatarle el acceso al trono. Mi padre estaría buscando una alianza, pero mi hermano no iba a permitir que yo me casara, porque entonces no sería él quien gobernase a la muerte de mi padre, sino yo. En cambio el hermano pequeño no supone ninguna amenaza para sus ambiciosos planes... ¡Maldito bastardo!
—Por eso, príncipe, has de conseguir el sí de la princesa Ileana, y pronto. Porque si no llegamos antes de la celebración del enlace de tu hermano con su futura esposa y una alianza asegurada con Sirnea, tu padre dejará de verte como su sucesor.
El príncipe salió de la alcoba de Raluca hecho una furia, ni siquiera se despidió de la bruja. Entró en sus aposentos y la ira se apoderó de él. Tiró las plumas y utensilios de escritura que había sobre el escritorio. Abrió el baúl de sus vestimentas y lo desparramó todo, tiró de las cortinas hasta hacerlas caer... Pronto el escritorio también salió volando, al igual que las puertas del armario empotrado y todo lo que contenían…
Hacía mucho que no tenía tantas ganas de destrozar y matar como esa noche... ¡Maldito fuera su hermano Dwain! ¡Mil veces maldito! Deseaba que se le secaran los ojos y que se le pudrieran las entrañas.
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