Capítulo XI: El Mar Oscuro.

Nací vieja, con una consciencia hecha añicos que carga con un poder inagotable.

Nunca pude probar el dulzor de la leche, ni sentir la calidez de mi propia madre. Pues a pesar de ser hecha a semejanza suya, mis lágrimas se evaporaron bajo un sol abrasador y los "engranajes" que conforman mi existencia, aplastaron mis instantes de alegría.

Nosotras nunca estuvimos unidas por el amor, sino por el odio y el desafecto.

Mi propia madre me veía como un monstruo.

Por mucho tiempo, ni siquiera me consideré como un ser sintiente.

"Soy una cosa".

"Soy un producto".

"Soy una inversión a largo plazo".

Esa ideología estuvo conmigo por mucho tiempo.

Cuando fui desechada y abandonada, me aferré desesperadamente a mi dueña para serle útil.

"Ya no me sirves" me dijo.

Ella me arrojó lejos al igual que todos ellos.

Estoy cayendo.

He estado cayendo desde hace milenios.

Inevitablemente, yo estoy siendo abandonada de nuevo, ¿Cuándo dejará la herida de doler? ¿Cuándo por fin mis traumas podrán cicatrizar? Dicen que el tiempo todo lo cura; más sin embargo, hasta el día de hoy sigo sufriendo.

Porque han pasado Miles de años y aún me sigue doliendo.

Maldita sea, todo me duele como la primera vez.

El sello del Mar Oscuro fue abierto y aunque rogué por un poco de misericordia pues estuve a su merced por cientos de años, nadie ahí me escuchó. Nadie escuchó aquel nombre que nunca permaneció a través del tiempo, pues mis súplicas jamás serán escuchadas, ya que soy un pecador en este mundo, pues nacimiento fue adelantado y con ello mi destino. Lo último que pude ver fue los brazos de Rex Lapis dejándome caer en un pozo de desesperación sin fin.

Porque caer aquí, es como ser desterrado de Celestia.

Porque caer aquí es convertirte en un pecador, un ángel caído lo llaman los humanos.

"Papá" Pensé sintiendo la brisa moviendo mis cabellos al ser absorbida por las cadenas de mi propio Karma "Papá, ayúdame" rogué soltando un par de lágrimas.

¿Alguien siquiera vendría a ayudarme?

No hay forma de salvarme a mí misma, ¿Debo solamente dejarme caer sin opción? Pues mis alas han sido arrancadas hace mucho tiempo atrás y no puedo volar, el cráter que provoqué al estamparme contra el suelo, fue doloroso, sentí mi vista teñirse de rojo y mis huesos crujir, mis órganos aplastarse entre sí y ser maldita por los Dioses. Llamé la atención de otros seres, lo entiendo, nadie había sido desterrado aquí desde la Guerra de los Arcontes. A penas me encuentro consciente, ¿Bitru se reiría al verme así? Me reí mentalmente por el pensamiento, por las decisiones que tomé y por sobre todo, por haberlos abandonado... estoy segura que en cualquier momento voy a desmayarme; y aún así, no me importa, porque incluso si muero desangrada en estos momentos, pienso que es lo mejor, pues Bennu por fin podrá ser libre, Raijin podrá encontrar a una persona que pueda enseñarle a amar de la manera correcta, seguro es lo mejor.

Seguro mi muerte es lo mejor que podrá pasarle a este mundo.

Ya que Azael no sabe amar, pues nunca nadie le enseñó.

Los dioses que observaron su cuerpo caer rodearon a Azael, la chica a penas consciente fue llevada a los campamentos del Mar Oscuro, arrastrada por la tierra infértil, dejando a su paso una línea de sangre.

"Ayuda" Pensó al observar su cuerpo siendo arrastrado hacia las profundidades del lugar.

En el Mar Oscuro no hay vida, no crecen flores o frutas, pues los animales ni siquiera existen, en este lugar solo hay una interminable sequía y un poderoso hedor cargado de plagas de te provocan un intenso dolor. Hay fuego y lava ardiente debajo de tus pies, hay depravaciones y los deseos más oscuros que rodearon a aquellos dioses alguna vez, todo esto siendo un recordatorio constante de que estás en el mismísimo infierno.

De qué sufrirás por toda la eternidad en este miserable lugar.

De que nadie podrá salvarte y nunca nada podrá cambiar.

Bienvenidos al Mar Oscuro donde tus sueños e ilusiones perecen y tu única opción es abandonar tus esperanzas y morir.

"¿Dónde estoy?" me pregunté al despertar, observé mi cuerpo vendado con una tela sucia, sangre seca, tanto como reciente. Un intento de torniquete en mi hombro, cadenas y esposas en mis muñecas y tobillos. Hay muchos ojos viéndome, analizando cada mínimo movimiento que ejecutaba, aunque intenté ponerme a la defensiva (pues recordé mi responsabilidad con Bosacius), mi cuerpo no reaccionaba a las órdenes que mandaba mi cerebro.

Mi cerebro y mi cuerpo parecían estar desconectados por el momento, maldición.

— No puedes moverte — me advirtieron.

— ¿Quién...?

Antes de poder terminar mi pregunta, varios dioses de diferentes edades y elementos salieron a la luz, ¿Cómo pueden verse tan majestuosos aún después de vivir en la miseria? Me pregunté.

Mis ojos no pudieron evitar analizar con rapidez la situación en la que me encontraba: Herida y miserable, tenía una clara desventaja, tal vez una muy enorme. Desconozco los poderes de mis adversarios, el terreno también está en mi contra y me ganan en número. Viendo la postura y músculos de algunos, hay usuarios de lanzas y mandobles a mi izquierda, los usuarios de arco y espada ligera a mi derecha, los callos en sus manos, en sus piernas; y principalmente, aquellos que no necesitan ningún arma de apoyo, pues sus poderes son más que suficientes: "catalizadores".

"Morax realmente pensó en todo" Mascullé.

Segundos después de formular mi pregunta, tuve que invocar mi lanza ya que alguien se había abalanzado a atacarme con su mandoble, por el impacto de ambos elementos salí disparada a estrellarme entre varios escombros, tosí por la sensación de ahogamiento en mi interior. Escuché voces difusas gritando algo que no logré entender, probablemente provenientes de los otros Dioses.

¿Qué estarán diciendo?

"Es un milagro que hasta el día que hoy siga con vida" pensé aturdida, observé a la persona que parecía persistente en querer matarme, sus ojos estaban cargados en un profundo odio, ¿Quién era ella? Pues su figura se me hace conocida, cuando estuvo lo suficientemente cerca de mí, algo se encendió: mi instinto de pelea. Mi cuerpo reaccionó ante el atentando de muerte, rodé esquivando las gigantes espadas que se empeñaban en atravesar mi cuerpo, solté un quejido al tener que impulsarme para recomponerme, sujeté sus puños al acercarme y cuando por fin pude reconocerla, no pude evitar soltarla y recibir un puñetazo de su parte en mi estómago.

— Mucho tiempo sin verte, guerrero de Devlin — recalcó mi nombre con un profundo odio, observándome retorcerme por el dolor en el suelo — ¿O debería decirte "Azael"?

Sus ojos de un intenso color índigo brillaron por sobre todo el polvo que se alzó, una gran tormenta yacía detrás de ella. Mis ojos se abrieron aterrados por el asombro de verla frente a mí — ¿Tú... Sigues con vida? — pregunté por inercia, sus ojos se abrieron por un momento antes de soltar una risa cargada en ironía, burla. Ella se estaba burlando de mí.

— Lamentablemente aún estoy viva — me respondió con desazón para mandarme a volar, resistí sus azotes contra el suelo mientras divagaba en mis pensamientos, ella me está ahorcando mientras me estampa cruelmente contra el suelo, no puedo respirar.

Ella... era su amiga.

Caelum, la antigua aliada de mi madre, desapareció al inicio de la Guerra y lo tomamos como traición, pues no dijo nada cuando solo nos abandonó. Ella era su única amiga, tú te fuiste sin decir adiós y dejaste un enorme vacío en su corazón, ella lloró décadas por ti, pues la promesa de permanencia a su lado la rompiste, ella no volvió a aliarse con otros Dioses gracias a ti. La razón por la que el pueblo de Devlin sufrió tanto durante la guerra... fue gracias a ella, aparte de abandonarnos, revelaste secretos internos, tuvimos que mover nuestra ubicación por seguridad de todos, tú... — ¿Por qué? — pregunté recomponiéndome y mandando su arma a volar, mis huesos crujían en cada movimiento, la miré a los ojos buscando una respuesta cuando alcé mi puño dispuesta a golpearla, la sujeté de sus ropas y le grité: — ¡¿Por qué nos abandonaste?¡ ¡¿Dónde estuviste todos esos años en los que te necesitábamos?! ¡¿Sabes siquiera por todo lo que nos hiciste pasar?! — le reclamé mientras empezaba a golpearla, uno tras otro, no podía evitar desprender energía elemental, el viento se volvió pesado, haciendo contraste con la Tormenta que parecía querer llevarse todo a su paso, los rayos tronaron avisando un ciclón  — ¡Dime Caelum! ¡¿Por qué nos dejaste?! — Sollocé levantando mi puño que temblaba por la emoción tan amarga que me embargaba al dejar un último golpe en su rostro, un hilo de sangre bajó por su nariz, ella aunque intentó agarrar su mandoble para atacarme, no hizo nada cuando la primera lágrima cayó en su rostro. Mordí mis labios bajando mis brazos, todas mis fuerzas me abandonaron, solo quedaba un amargo sentimiento de profunda tristeza, lloré, porque la busqué tanto, por tanto tiempo, siempre esperé que estuviera viva, siempre rogué con que su camino no hubiera sido tan tormentoso como el mío — ¿Por qué Caelum? ¿Por qué me dejaste atrás? — le pregunté dolida.

Quería seguirla golpeando, pues sé que ella no hará nada para impedirlo, ¿En qué estará pensando? Parecía pérdida en sus pensamientos.

— Lamento haberte dejado sola, Azael — me dijo.

Mi cuerpo tembló por el repentino llanto que salió, me hinqué sobre mí misma, ocultando mi cabeza sobre su pecho para que no me escuche llorar. Ella aunque dudó por un momento, pues sus ideales parecieron chocar por un breve momento, con prudencia dejó su mano pasar en mi espalda, intentando tranquilizarme.

— No sabes lo mucho que te extrañé... — le confesé. Lloré, me aferré a ella al igual que un niño a su madre, porque en su momento, ella lo fue todo para mí. Ella era una clase de "tía" para mí persona — ¿Por qué te fuiste? ¿Por qué nunca dijiste nada? ¿Por qué Caelum? ¿Por qué? — pregunté.

Aunque siguiera preguntando, no obtendría respuesta. Al menos, no ahora.

— Te haz hecho daño, ¿no es así? ¿Cómo acabaste aquí? — me cuestionó.

No dije nada ante el repentino cambio de tema, ante su forma de evitar la realidad, cuando pudimos recomponernos, me puse delante de ella para protegerla; ya que, los otros Dioses se acercaban. Solo fue instinto, pero estoy segura que algo en su mirada cambió, algo en su pensar sobre mí cambió, en su mirada se denotaba: arrepentimiento.

"No me gusta que me vean con lástima" Pensé.

Caelum sonrió con escarnio fingido — No tienes que protegerme de ellos; de hecho, aquí he estado mucho mejor de lo que alguna vez lo estuve afuera — confesó poniendo una mano en mis cabellos para revolverlos, cómo en aquellas épocas de antaño. Solo que ya no quedaba nada que me atara a ella, nada más que aquel sello.

— ¿Qué?

Cuando ella me miró devuelta, contuve el aire, Caelum era una mujer esbelta, de tez bronceada, con un cuerpo en forma de triángulo invertido, de gran altura y facciones marcadas, su cabello era de un largo color azul oscuro, casi morado y lacio, sus ropas aunque ligeras, tenían un toque de elegancia. Observé con curiosidad la interacción de ella con los demás Dioses.

— Ella es Azael, es una conocida mía — me presentó, como si hace momentos no hubiera intentado matarme. Aún estando a la defensiva, di una leve asentimiento con mi cabeza en señal de saludo, algunos me correspondieron el gesto — Azael, déjame presentártelos: ellos son Dioses que o fueron desterrados o huyeron aquí después de la Guerra, no había lugar para nosotros en la tierra de los Siete. Algunos nacieron aquí y nunca conocieron el mundo exterior.

"¿Nunca conocieron el mundo exterior?" Me pregunté con asombro, eso era muy triste.

Lo que parecía ser una niña se acercó a mí, jalando levemente mis ropas, me preguntó: — ¿Por qué está aquí?

Abrí la boca intentando hallar palabras para describir mi situación, pero la cerré de inmediato, ¿Debería decir que fui desterrada aquí? Algunos lo comprenderán... ¿Y sí no es así?

No importa, tengo una misión: salir de aquí, debo regresar con mi familia.

— Me desterraron aquí — les dije con seriedad.

Caelum abrió los ojos con asombro — Tardaron mucho — bromeó, me rasqué la nuca con aparente nerviosismo, no confiaba en ella.

Increíble, pasamos de matarnos a ser recibida por ella. Ellos me llevaron a una clase de campaña que tenían en el subterráneo, observé la construcción con extrañeza — Este era el antiguo hogar de los Seelies, ¿No es así? — le pregunté.

Caelum me dio un leve asentimiento — Sí.

Los Dioses se presentaron, los que estaban en la superficie eran alrededores de 20 y hay más abajo, la mayoría escondidos de los Dioses más fuertes y rencorosos. Dioses de los distintos siete elementos, increíble. Hace mucho no me sentía así: curiosa.

— ¿Todavía no haz podido liberar ese sello? — me preguntó de reojo.

Un escalofrío recorrió mi cuerpo.

— ¿Cómo pudiste reconocerme? — le pregunté en cambio.

Miró al frente cuando me respondió: — Ese símbolo en tu ropa — me remarcó — Las alas de la Libertad junto a las espadas es el símbolo de Devlin. Por más cambio físico que tengas, siempre llevas ese símbolo tejido en tus ropas.

Asentí en silencio, siempre cocía ese símbolo en mis ropas, en lugares poco visibles para evitar cualquier malentendido. Qué pésima mentirosa, aquel símbolo no estaba cosido por fuera de la ropa, las probabilidades de que lo haya visto eran nulas, Caelum no dejaba de mentirme, por ahora, no diré nada.

"Caelum me sirve para sobrevivir en este lugar"

Estábamos a una distancia prudente de los demás para mantener una conversación, las escaleras eran inmensamente largas, estaba iluminado por antorchas. Cuando llegué, al parecer hacían su inspección semanal, fue coincidencia que estuvieran justo cuando caí en este lugar.

— No respondiste mi pregunta — me recordó, me encongí un poco en mi lugar.

— Sabes que el "Sello de los 1.000 sellos" es algo complicado, ya que tú creaste la base de los sellos, deberías saberlo mejor que nadie — le recordé — no puedo desbloquearlo hasta tener los 1.000 sellos restantes, cada intento es doloroso, una intensa corriente eléctrica recorrerá todo mi cuerpo por el intento fallido. Por ahora, solo he podido descifrar 917 — hice una mueca, pues la única razón por la que no podía acceder a mis poderes originales era este sello, el primer sello de todos.

— Ya veo — murmuró para sí, cuando llegamos, me sorprendió ver una clase de civilización y una gran carga elemental, un tranquila pueblo de Dioses.

"Creo que en todos estos años no he aprendido nada" Me reprendí observando a los distintos dioses interactuar entre sí, convivir tranquilamente unos con otros "Pues pensé que al ser Dioses desterrados, todos serían malos. En la Guerra no hay buenos ni malos, solo seres intentando sobrevivir, ¿Cómo pude olvidarlo? Estoy siendo muy juiciosa, no estoy pensando con la cabeza fría. Puede que por volver a Caelum, me esté dejando llevar por mis emociones" Pensé sintiendo mi cabeza dar vueltas, me sentía mareada, posiblemente por la gran pérdida de sangre...

Mi sangre está esparcida por todo Teyvat.

— ¿Sorprendida? No todos los Dioses aquí somos unos monstruos — se burló aún mirando la ciudad.

Se que se estaba refiriendo a Bitru, quise reír, pero no lo hice. Ella estaba haciendo lo posible para que le agarre confianza y me sienta cómoda a su lado — Creo que olvidaste un pequeño detalle, Caelum — le dije en un pequeño susurró tambaleándome.

— ¿Ah, sí? ¿Cuál? — me preguntó volteando a verme

Antes de responderle, mi consciencia me abandonó y caí desmayada. Caelum logró sujetarme a tiempo, la Diosa se confío de sus poderes, pues pensó que a pesar de que sus poderes hayan sido sellados, ella aún podría curarte por sí sola.

— ¿Qué mierda te hicieron, Azael? — masculló con ira para sí misma.

— Por fin despiertas bella durmiente.

Azael se recompuso, tenían vendajes en gran partes de su cuerpo y se sentía entumecida por todas partes, Caelum tuvo que darle a beber algo se agua para que pudiera hablar sin que su boca se sintiera seca o áspera — Bebe esto.

Hizo lo que le pidió — ¿Cuánto tiempo estuve inconsciente?

Hubo un breve silencio antes de Caelum le respondiera — Dos meses — Por la rabia golpee con fuerza el suelo, Caelum retrocedió un poco y dio un leve suspiro observando las cadenas en mi cuerpo — Tranquilízate, hombre. No hay necesidad de destruir mi casa.

— ¿Tu casa? — murmuré — Lo siento, solo que... es... demasiado tiempo.

— Aquí el tiempo se pasa volando, estírate un poco, te enseñaré un par de cosas.

Observe mis ropas rotas, invoque un par de agujas e hilos para intentar salvar un poco de ella. Mucho no podía hacer, cuando me cambié Caelum me ofreció un par de sus ropas de entrenamiento para complementar, lo agradecí en silencio. Ella me llevó a explorar el lugar, las "necesidades básicas" eran cubiertas gracias a que los dioses colaboraban entre sí para subsistir. A comparación de la superficie, aquí incluso hay pequeños árboles frutales gracias a los Dioses relacionados con el elemento dendro, pequeños animales hydro se pasean regando las plantas, todos ellos... parecen felices.

— ¿Sorprendida? Aquí al menos somos libres — me dijo con una pequeña sonrisa que denotaba tristeza.

— ¿Li... bres? — murmuré.

— Sí, Azael. Aquí nosotros somos libres — me repitió.

Fue en ese momento en el que decidí ver la Libertad con mis propios ojos, como una vez lo hice con el antiguo pueblo de Mondstadt. Quiero ver nuevamente qué es la libertad para los Dioses, qué significa la libertad para cada uno.

Los 100 años siguientes me dediqué a intentar romper el sello de Bitru.

— ¡Una vez más! — me gritó Caelum.

Azael gruñó intentando descifrar el siguiente sello, una gran corriente eléctrica la rodeó cuando el código no fue el correcto, suspiró con pesadez cuando dejó de electrocutarse "Un poco más, solo un poco más. Gracias a Caelum avancé bastante descifrando los sellos, no me falta mucho, unos 20 sellos más, solo eso... y podré curarte completamente Bosacius" pensó.

El Yaksha electro se mantenía durmiendo en el plano de ensueño, lejos de cualquier atentado e interrupción, de vez en cuando ella va a visitarlo, le habla de su día y le cuenta sobre qué fue de ella. Azael no podía contarle a Caelum de Bennu, pues ella desconocía que Azael había tenido descendencia, porque si la Diosa de la Tempestad se enteraba, muy probablemente volvería a odiarla.

"— Estoy segura que... si hubieras caído aquí con tu antigua apariencia... todos hubieran intentado matarte. Te ganaste muchos enemigos en la guerra, ¿No es cínico de tu parte convivir con aquellos a los que les hiciste daño? ¿Cuánta gente te pidió misericordia en ese entonces? ¿Cientos? ¿Miles? ¿Qué te da derecho a pedirla? Debes de recibir todo el daño que una vez causaste" Aniam solo la observó sin pensar en nada y le respondió: "— Lo sé —"

— Incluso si nunca obtengo el perdón de nadie, incluso si lo pierdo todo, vivo para morir otro día — susurró para sí misma, apretó sus puños antes de volver a su posición inicial e intentar descifrar los demás sellos.

Cuando volvieron al hogar de Caelum, ella se sentó en una esquina, el ambiente se sentía tenso. Aunque ambas han pasado los anteriores años entrenando y conviviendo, incluso si la Diosa no lo dice, Azael sabe que algo está pasando por su cabeza; lo más seguro, es que sea relacionado a lo que sucedió en la mañana. Cuando ambas subieron a la superficie a hacer la inspección de rutina, tuvieron que pasar por la frontera, cerca de los terrenos de los Dioses más peligrosos y enfermos que habitan el Mar Oscuro. 

Uno de ellos... había gritado su nombre diciendo: "¡Devuélvanme a mi esposa!"

— ¿Sabes por qué nunca volví? — empezó diciendo con la mirada perdida, negué despacio esperando a que continuará — Aquel tipo que viste en la frontera no mentía, yo soy su esposa.

Caelum mantenía una voz irónica, ocultaba su cabeza entre sus piernas y parecía luchar sobre sí seguir hablando o no.

— ¿Te casaste? — le preguntó despacio para no alterarla.

Caelum gruñó y le gritó: — ¡YO NO ME CASÉ POR VOLUNTAD PROPIA!! ¡ÉL...! — La Diosa no pudo seguir gritando porque quebró en llanto — ¡Ese imbécil...! Ese imbécil me violó, Azael — le confesó ocultando su rostro entre sus manos — ¿Sabes qué es gracioso? — le preguntó con un notable cinismo sobre su persona — Que este es mi karma...

Azael no sabía qué decir, ¿Profanar el cuerpo de un Dios? — ¿Por...? ¿Por qué lo dices?

— No mucho tiempo atrás, antes de que empezara la guerra, yo conocí a una humana — empezó diciendo, su vista viaja a las esquinas de la habitación de vez en cuando — Aquella humana clamaba a los Dioses todos los días con desesperación, ella quería que desaparecieran su eterno sufrimiento, pues no podía dormir por las noches por la misma pesadilla. Yo acudí a su llamado, cuando le pregunté el por qué de su extraña petición, ella me dijo: "Mi cuerpo ha sido profanado antes del matrimonio, por alguien que no es mi futuro esposo, por las noches aún veo a ese hombre encima de cuerpo, ¿Cómo puedo decirle tal secreto al pueblo? Ellos me quemarán sin siquiera dejarme hablar", tan descarada e insensible como cualquier Dios en ese entonces, le dije: "Debes de soportarlo, pues haz dejado que alguien te tocara y debes de asumir la responsabilidad de acuerdo a tu debilidad", no sé que habrá pensado ella en ese momento, pero estoy segura que mis palabras fueron un punto de quiebre para ella, porque días después... ella se suicidó — Caelum hizo una breve pausa — Me burlé de su situación y no fue hasta que yo me hallé en la misma situación que me sentí culpable. Tú no lo entenderías, Aniam. Jamás entenderías qué se siente el hecho de que profanen tu cuerpo, ¿Y sabes por qué? Porque tú nunca entiendes nada — enfatizó con burla, Azael se mantuvo neutra, su mirada se profundizó por sus palabras — Cuando volví al pueblo, pensé que algo cambiaría en mi ausencia, pero ni tú ni Bitru habían cambiado ni un poco, me dio asco verlas. Tú quién poseías un gran poder, dejabas que alguien inferior a ti te tratara así y ella... esa perra nunca iba a parar con sus ideas extremistas, estaba loca.

Algo había hecho 'click' en la cabeza de Azael — ¿Cuándo volviste? — le preguntó.

— Cuando mataron a esas ridículas aves de- — dijo, ni siquiera pudo terminar el insulto cuando Azael le propinó un puñetazo y la mandó a volar, mientras la pelinegra se iba acercando con pasos amenazadores, Caelum tembló.

— Dices que jamás entiendo nada, dices que haz cambiado, pero la realidad es que no haz cambiado ni un poco, ¿Te sientes culpable? ¿Te sientes superior al resto solo por lo que te pasó? ¡¿Crees que es lo que te pasó te da derecho de juzgar al resto?! — Le gritó mientras sus manos empezaban a apretar alrededor de su cuello, la estaba ahorcando, ese monstruo la estaba ahorcando. Caelum luchó por un poco de aire, arañando su brazo para intentar que la más baja la liberará — Todo este tiempo aguanté tus estupideces, Caelum... pero haz cruzado una línea y no te lo pienso perdonar — Aquellos gélidos ojos azules carentes de compasión parecían contener todas aquellas almas que tuvieron la mala suerte de morir en sus manos — ¿Cambiar? Tienes razón Caelum, los Dioses no cambian a menos que tengan una buena razón para ello y tu eres la viva prueba de ello, porque tú no cambiaste — le aclaró llena de ira — Tú lo único que haz hecho todo este tiempo es minimizar a los demás conforme a tus caprichos, viste lo que sucedió aquel día y no hiciste nada... ¿Sabes cuánto rogué aquel día porque alguien tuviera compasión de mí? ¿Sabes cuántos problemas ocasionaste gracias a que vendiste las debilidades del pueblo a los otros Dioses? ¿Sabes cuántos dioses se sienten molestos y heridos por cómo los usaste causándoles lástima? Al parecer no soy la primera a la que le cuentas eso, ¿No? — le preguntó, Caelum tembló al ser descubierta — ¿Sabes algo? Cuando me pongo a pensar sobre tu actuar me dio cuenta de que jamás sería como tú, pides que los demás cambien y lo juzgas cuando no lo hacen, pero déjame recordarte algo: Aquel día dejaste que me maldijeran que matarán a los míos y tú... ¿Solo te quedaste viendo? JAJAJA, ahora ya entiendo cómo pudiste reconocerme... No fue por el símbolo en mi ropa, fue porque de antemano sabías quién era yo — Azael quería llorar, pero lo único que podía salir de sus bocas eran risas descontroladas.

— ¡Tú no te imaginas por todo lo que he sufrido, Azael!! — gritó Caelum en un intento de defenderse, invocando una gran tormenta para intentar frenarla — ¡No sabes lo que se siente el hecho de que tú cuerpo sea profanado por alguien! — sollozó.

— Tienes razón, no lo sé... Créeme, no sé que se siente el hecho de que coman de tu carne o beban de tu sangre, que cada segundo de tu vida desees morir por como experimentaron contigo, créeme Caelum. Yo enserio no sé que se sentirá el hecho de que tu cuerpo sea profanado y ensuciado — dijo pasando por las grandes paredes de viento, lluvia y truenos, pasó por sobre todo eso solo para someterla — ¿Eso es todo lo que tienes? Vamos Caelum, haz una tormenta más grande... sopla — la incitó — Sigue soplando hija de perra, ya es hora de arreglar cuentas tú y yo.

Caelum lloró asustada al ver sus ojos — ¡No me mires así! ¡Tú eres el monstruo, no yo!

— ¿No es eso muy hipócrita de tu parte? — le cuestionó con total cinismo, Azael estaba harta de su victimización — No solo te bastó dejar al pueblo a su suerte después de vendernos, si no que cuando te dignaste a volver, tú... ¿Solo te quedaste viendo?

Azael la soltó y Caelum sollozó buscando algo de aire, la pelinegra la pateó y la observó con indiferencia.

— Aquellos que solo son espectadores también son parte del problema — le dijo antes de noquearla.

Después de ese día, Azael la dejó a su suerte y se separó de ella. De todos modos, Caelum ya no le servía. Solo le faltaban 10 sellos más para volver a tener su poder original.

Si los otros Dioses decían vengarse de las manipulaciones de Caelum, poco le importaba.

Azael estaba harta.

— ¡Azael!

La rubia que se mantenía en una posición de meditación debajo de la cascada, tuvo un tic en el ojo debido a la interrupción a su entrenamiento — ¿Sucede algo, señorita Caelum? — le preguntó con curiosidad.

— ¿Qué se supone que haces? — le cuestionó la peliazul.

— Estoy entrenando — respondió ella sin entender el por qué del repentino interrogatorio, Caelum siempre venía a molestarla.

— ¿Por qué entrenas? — preguntó examinándola de un lado a otro.

Azael enarcó una ceja confundida.

— Porque tengo que proteger al pueblo...

— Tú solo sabes seguir órdenes — bufó la peliazul largándose de ahí, cuando Azael volvió a sus aposentos, observó con curiosidad la intención discusión que mantenían Caelum y Bitru.

Azael sintió que el aire le faltaba al escuchar las palabras que salían de sus bocas, una gran ira creció en ella.

— ¡Paren! ¡Paren de pelear! — les gritó.

Ambas diosas se detuvieron de inmediato, observando asustadas el estruendo que causó con su "berrinche", el piso estaba agreteado al igual que las paredes, un espeso aire se alzaba amenazándolas por si seguían con su discusión.

"Solo nos levantó la voz y causó tal destrucción" Pensaron ambas.

— ¿Qué ha pasado? Aniam, tú no eres así... — dijo Bitru intentando tranquilizarla, puso una mano en su hombro y Aniam la apartó de un manotazo.

— ¿Qué podrían saber ustedes sobre ? — les cuestionó enojada con sus ojos brillando en amenaza.

Bitru y Caelum guardaron silencio y se miraron entre ellas: "Azael es un monstruo sin control, si no la controlamos ahora, si no le ponemos un límite en estos momentos, podría revelarse y aún peor... Ella podría destruir este mundo"

— Bitru, bórrale la memoria — le ordenó Caelum, Bitru se acercó y observó con seriedad a Aniam.

Aniam retrocedió con miedo al darse cuenta de lo que harían, le había costado tanto recuperar la memoria para que se la vuelvan a arrebatar.

No quería, no quería volver a empezar de nuevo.

No, no de nuevo.

Solo pudo rogar para que no lo hicieran.

— ¡No! ¡No me borren la memoria! —retrocedió hasta chocar con la pared, cuando la acorralaron, la única opción que tuvo fue: rogar— ¡Por favor! ¡Seré una niña buena! ¡Voy a portarme bien! ¡Haré caso a todas sus órdenes! ¡Por favor...! ¡Por favor! ¡NO!! No lo hagan, no lo hagan, por favor, se los pido... — rogó aterrada.

Ninguna de las dos Diosas la escuchó, Caelum la sujetó y le dijo a su oído: — Nos decepcionaste, Azael.

Azael paró de luchar cuando escuchó esas palabras, ¿Qué clase de mirada tenía? ¿Qué estaba pensando?

Caelum se burló de que un ser tan fuerte sea tan dócil solo para obtener algo de su aprobación.

"Patética" Pensó.

Han pasado más de 200 años desde que estoy encerrada aquí, hoy voy a ir al lado más peligroso del Mar Oscuro. No tengo miedo, pues sé que allá se encuentra la respuesta a todas mis preguntas.

Cada día que permanecí ahí, fue un infierno. Día y noche tuve que luchar para sobrevivir, pasaron 30 años y solo pude desbloquear un sello, porque no podía meditar, si me encontraba en un estado de debilidad, los otros Dioses vendrían a atacarme.

Sobrevive Azael...

En uno de aquellos días, me encontré a un Dios que luchaba contra su propia corrosión, pude ver cómo desde el fondo de la tinieblas, salían sombras que empezaron a devorar su alma. Caí al suelo aterrada antes de escapar de ahí.

¿Qué pasaba en este lugar?

Los Dioses mueren inexplicablemente gracias a eso, ahora lo sé.

Salir de ahí fue difícil, he tenido que involucrarme con Dioses y seres que buscan venganza, no solo contra Celestia; sino también, con este mundo. Ellos buscan venganza por haberles arrebatado su libertad.

"Libertad"

¿Qué es la libertad?

Me han golpeado más de lo que puedo contar, mi propio nombre ha sido pisoteado y escupido en este inhospito lugar, no me queda nada, pues lo he perdido todo. En este lugar no tengo algo en que apoyarme, solo existo yo y mis propios recuerdos. Recuerdo a Bennu y a Raijin, en ocasiones suelo buscar a aquellos que aman mi alma, pues lo buscó y no los encuentro.

Los extraño, lo extraño tanto.

¿Quién tendrá misericordia de mí si solo fui hecha para matar? ¿Quién se apiadará de mi alma si lo único que he hecho es traer caos y destrucción a este mundo?

Estoy cansada, me encuentro tendida en el suelo después de acabar con un Dios que no quería dejarme pasar la frontera, no poseo fuerzas para cruzar, mis fuerzas fueron arrebatadas en la batalla.

¿Qué estarán haciendo Bennu y Raijin? ¿Seguirán juntos o sus caminos se habrán separado? Me pregunté, tosí algo de sangre por la sensación de ahogamiento, ese imbécil había golpeado múltiples veces en mi pecho en medio de la batalla. Exhaló con fuerza, mi poder jamás será suficiente para proteger aquello que quiero, ¿Por qué?

Mi mente divaga, intentando mantenerme despierta para no caer muerta en este lugar.

Pero no puedo.

Mis huesos están rotos y mis órganos hecho añicos.

"Cinco sellos más" Me repito.

Azael divaga en el pasado, hay algo muy mal en ella, en ocasiones cuando se acostaba... no puedía evitar recordar a Raijin, aquellas ocasiones en las que dormían juntos y no podía evitar acariciar su cabello, sujetar su mano entre las suyas y besar su frente con sus labios, todos aquellos momentos hacían su corazón calentarse, llenarse de un sentimiento cálido. Todos aquellos recuerdos son los que la mantienen viva, todos esos recuerdos le dan fuerzas para intentarlo una vez más.

— Creo que... hacía todas esas cosas sin pensar en lo que algún momento significaría para mí... Siempre he sido así, solo me dejó llevar cuando el sentimiento es así de bueno — murmuró en tono de burla para sí misma.

¿No son acaso las mejillas de Raijin como jardines de especias?

— Ese chico bonito es como un manzano entre árboles silvestres, ¿No? — río sintiendo sus ojos pesados, tiene sueño, quiere dormir.

"No te duermas..." Escuchó.

La pelinegra suspiró una última vez.

"Azael, no te duermas..."

"Por favor, Azael..."

"¡Por favor, no te duermas!"

La pelinegra se recompuso tosiendo la sangre que estaba ahogando sus pulmones, golpeó su pecho intentando buscar aire.

"Lo extraño tanto" Pensó hinchándose sobre sí misma, solloza por el dolor, por no saber qué hacer "Extraño esa tonta costumbre de dormir a su lado aunque no lo hagamos, pues charlamos todo la noche y solo nos dedicabamos a mirarnos el uno al otro en un increíble silencio..." Azael lloró al sentir su cuerpo hecho mierda, su mente, su alma "¿Por qué en la luz de la noche yo sujetaría su mano, él sujetaría la mía y eso era más que suficiente para ser feliz por toda una eternidad...? ¿Por qué extraño a mi amante?"

— ¿Raijin es mi amante? — murmuró soltando una suave risa arrastrándose para cruzar la frontera, no podía mover sus piernas, solo su brazo derecho y parte de su rostro, cuando volvió al subterráneo semanas después, Caelum estaba sentada en un árbol.

— Haz vuelto — le dijo ella en forma de recibimiento.

Caelum luchó por mirarla a los ojos, cuando Aniam pudo ver sus ojos azules en un tono opaco, carentes de brillo y vida, pudo darse cuenta de su estado físico: la Diosa de las Tormentas había sido alcanzada por la tinieblas, tenía una herida de muerte y nada se podía hacer por ella.

— Azael... — susurró al reconocerla — Lo siento... Por favor... Perdóname.

Azael no dijo nada, no tenía nada que decir. Ella solo la observó en silencio con una mirada fría.

— Ya sé que todo esto es falso, Caelum.

— Dime, ¿Enserio esas simples emociones lo fueron todo para ti? — asintió vagamente afirmando a su pregunta — Ya veo, querida... Tienes tanto derecho a vivir como cualquiera de nosotros; así que, no vivas solo para expiar tus pecados, vive para la gente a la que le importas, por la gente que te está esperando allá afuera, vive para ti misma.

Azael soltó una suave risa irónica al escucharla y pensó: "Gracias... Caelum".

La Diosa de La Tempestad sonrió una última vez antes de morir.

Azael enterró su cuerpo y plantó ahí su mandoble.

"350 años encerrada aquí se pasaron volando..." Pensó alejándose de ahí para volver a las profundidades del Mar Oscuro "Posiblemente la salida se encuentre ahí"

— Esperénme un poco más, iré por ustedes, solo denme un poco más de tiempo, ya estoy por lograrlo.

¿Cómo han estado?

Se despide:

"Mr_Swag95"

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