II
Cuando los rayos de sol entraron en el cuarto, Argos y Luna se despertando. Decididos a iniciar el día preparados para su nueva vida como aventureros, lograron mirar la figura de Dimitri sentada y semiconsciente en frente de la ventana. Sin la intención de despertarlo de momento, decidieron ponerse su ropa y alistar sus cosas por si llegaran a encontrar alguna misión que les gustara realizar.
Cuando tuvieron todas sus cosas juntas, Argos se acercó a Dimitri con la intención de despertarlo para ir los tres juntos al gremio. Dentro de su mente, Dimitri se encontraba recordando momentos algo turbios de su pasado, en ellos miraba terror y sangre por varios lados; aun así, se lograba mantener consciente de su alrededor, debido a eso, cuando percibió la presencia de Argos cerca de él, aunado a ello los paisajes que rememoraba en su cabeza, provocaron su rápido actuar, logrando voltear a Argos y tomarlo por el cuello mientras sostenía una de las dos dagas que compro el día pasado apuntando hacía su manzana de Adán. Con lo fugas de lo sucedido, Luna no supo que podía hacer, no lograba explicarse como Dimitri, de un momento a otro, logro tener en esa posición a alguien del tamaño y corpulencia de Argos.
Mirando a los ojos de Luna, la cual tenía una expresión entre el horror y la sorpresa, Argos intentaba convencer a Dimitri de que recobrara la compostura sobre lo que estaba haciendo en aquel momento.
–Di...Dimitri, por favor, tranquilízate y piensa lo que estás a punto de hacer –intentó calmar la situación.
–Por... por favor Dimitri, solo recuerda donde estas –fue lo único pudo formular Luna con el miedo que sentía.
Mirando a ambos por un momento recordó lo que había pasado el día de ayer, cuando conoció a Argos y Luna, con los que formo un grupo de aventuras. Terminó por soltar a Argos, este pudo respirar con normalidad y Luna pudo estar un poco más tranquila. En cuanto a Dimitri, viendo lo que había provocado, solo pudo disculparse por lo sucedido.
–Perdonen –dijo–, realmente no fue mi intención hacerte daño –pronunció mientras agachaba la cabeza pidiendo disculpas–, me siento mal por eso, estaba concentrado en lo había en mi mente que...
Apenas pudo concluir cuando Argos logro recuperar la palabra para decir.
–No tienes que disculparte tanto –comentó mientras le señalaba con la mano que levantara la cabeza–. Como no te conocemos del todo, no sabía cómo acercarme a ti, así que tomemos esto como un perder-perder por parte de ambos ¿está bien? –termino con una sonrisa.
–De acuerdo –respondió devolviendo la sonrisa a Argos.
–Ya que esta todo arreglado... Este... –comenzó a hablar Luna después de que terminaran de hablar– ¿les parece bien si nos vamos dirigiendo al gremio?
Todos recogieron sus cosas y partieron rumbo al gremio, con la esperanza de encontrar algún contrato sencillo para iniciar.
Cuando entraron al gremio, cada quien pidió algo para comer, lo bueno para los tres, es que para los aventureros que comen apenas siendo aventureros, la primera comida es por cuenta del gremio; sin abusar de la generosidad de la taberna, todos decidieron comer algo barato antes de partir a su primer contrato. Habiendo terminado su comida, se dirigieron hacia el cartelero donde se encontraban las misiones disponibles en aquel momento.
Argos, con gentileza, le solicito a Luna que escogiera una misión que creyera conveniente realizar para los tres, con toda su disposición, ella se acercó y se dedicó a esperar a que las personas reunidas fueran tomando sus contratos para que ella tomara uno. Encontrándose solos, Argos aprovecharía la oportunidad para hablar con Dimitri, pero este le empezó a hablar primero.
–Tú y ella parecen muy cercanos ¿desde hace cuánto de conocen? –tenía la intención de romper el silencio de aquel momento.
–Mmmm... –intentaba recordar cuando empezó a hablar con Luna– Si no mal recuerdo, como desde hace unos tres meses. Enserio ¿así nos ves?
–Por como ella es contigo, así lo pienso –prosiguió Dimitri–. Hasta podría afirmar que son pareja –añadió como burlándose un poco.
–Ojalá así fuera –respondió a la pequeña broma de Dimitri–. Dime Dimitri ¿de dónde vienes? Ya que no pareces de aquí –comenzó a preguntar para no dejar morir la conversación.
–De un lugar muy al norte de Mantra.
Cuando Argos formó en su rostro una cara de duda, Luna regreso con ellos un poco desilusionada, ya que pensó que el contrato que había escogido no era el mejor para ellos. Cuando Argos lo tomo, noto dos cosas, la primera es que la recompensa era buena en comparación de la dificultad de la misión y la segunda es que, a pesar de ser en un lugar cercano a las afueras de la ciudad, nadie ha decidido realizar el contrato. Notando esto, le dio el papel a Dimitri y le cuestiono si notaba lo mismo que él, a lo que solo respondió.
–Si hablas porque nadie lo ha escogido, supongo que es porque creen que no valdrá la pena hacerla. Si tu gustas, lo hacemos.
–Está bien Luna, no te preocupes, tomaremos este contrato –le contesto dándole una sonrisa para que no se sintiera mal.
–De acuerdo... –dijo ella mientras agachaba la cabeza.
El contrato decía lo siguiente:
En las cercanías de Kudra, una manada de Ran han asediado el pueblo de... Se solicita a los aventureros ayuda antes de que destruyan todo el pueblo. Se recompensará con 250 tabores extras a lo ofrecido por el gremio al grupo que nos ayude.
Muestra de haber logrado la misión: Las colas de los Ran.
Recompensa: 130 tabores.
Los Ran son monstruos grandes, con el aspecto de un perro salvaje, pero más robusto; las enormes fauces de este animal pueden escupir fuego si su poder mágico se lo permite. Las garras de estos animales pueden matar de un solo golpe a una simple persona, a la par de que lo puede aventar varios metros en la dirección en la cual se recibió el golpe.
Decididos a realizar su contrato, emprendieron la caminata hasta las afueras de Kudra, pasando por la puerta principal de la ciudad, se orientaron por lo que el mapa del contrato indicaba. Cuanto más se alejaban de la ciudad, podían divisar una pequeña columna de humo que se estaba apareciendo entre los árboles. Cuando ya se encontraban cerca del pequeño pueblo, se escondieron entre los arbustos para no llamar la atención de las bestias que pudieran andar alrededor.
–Dime Dimitri –habló Argos–, ¿tienes alguna idea de cómo atacar a los Ran?
–Pensé que tú ya tenías algo para esto –contesto algo molesto–. Pero... si es así, lo que pienso es que debemos esperar a que miremos un Ran para poder actuar.
–¿Ya habías visto uno antes? –preguntó Argos para saber si Dimitri tenía experiencia peleando contra las bestias que iban a enfrentar. Pues claro, él no la tenía.
–Sí, varias veces. Siempre están en grupos de tres o cuatro.
–Tengo miedo –decía Luna mientras se estremecía conforme pasaba el tiempo.
–No te preocupes –le comentaba Dimitri–, a ellos se les enfrenta casi siempre con fuerza. Dime ¿puedes aumentar nuestra fuerza?
–Este... no... –tartamudeaba la maga– pero si puedo potenciar sus habilidades... pero... no se... –intentaba decir mientras lograba superar su miedo.
–No te preocupes, con eso me basta. Argos ¿crees que me puedas seguir el paso?
–Intentémoslo –dijo con un tono de burla–. Pero, ¿qué piensas hacer?
–Ya verás... a –en su cara se mostraba una ligera sonrisa que demostraba confianza en el semblante de Dimitri. Postraba una rodilla suelo preparándose para la llegada de las bestias.
Se quedaron esperando varias horas a que un Ran apareciera en su vista, pero nada. No fue hasta que miraron a unas personas salir de una casa corriendo completamente asustados. Al verlos, Argos silbó repetidamente para que lo observaran y empezaran a correr hacia su posición; cuando se dieron cuenta de la ubicación de Argos, cambiaron su dirección hacia aquel grupo escondido en la entrada al bosque. De repente, su carrera se ve interrumpida abruptamente por una llamarada gigante a la mitad de su camino. En eso, las miradas de los tres aventureros se quedaron atónitas con lo que acaba de pasar frente a ellos. Cuando paso eso, Dimitri le dijo apresuradamente a Argos.
–Vamos, tu ve a resguardar a esas personas, cuando termines, me apoyas –decía las indicaciones mientras preparaba su arco y flecha–. Luna, tu ve preparándote para apoyarnos con tu magia y aumentar nuestras habilidades.
–De acuerdo –asintieron ambos al mismo tiempo cuando Dimitri dio las indicaciones.
Cuando se prepararon para hacer cada quién su trabajo, Dimitri desapareció rápidamente del lugar donde se encontraba; sin dudarlo, Argos corrió directo hacia donde se encontraba la familia para cubrirla con su escudo hasta que llegaran a un lugar seguro mientras en su mente se preguntaba que estará haciendo Dimitri, al cual dejo de mirarlo de un instante a otro. Llegando donde se encontraba Luna, pudieron percibir como el pasto y algunas hojas de los árboles se movían extrañamente, como si algo las obligara a moverse, y tras seguir dicha pista, vieron como un bulto salió disparado hacia el cielo; deslumbrados por la luz del sol, miraron una silueta que parecía apuntar hacía donde se encontraba el Ran; aquella figura que apareció en el cielo era, en efecto, Dimitri quien, en un intento de atacar al Ran, apunto con su arco a la bestia; mientras más ponían atención a Dimitri, podían notar que en la mano que agarraba el arco había un destello amarillo que, indudablemente, era de una piedra mágica.
Estando en esa posición, Dimitri decidió realizar el disparo contra el Ran, pero las flechas no lograron dar en su objetivo que era la cabeza, sino en el lomo de la bestia, la cual emitió un gran rugido que estremecería hasta al más valiente de los guerreros; cuando el Ran termino de emitir aquel horrible sonido, se dirigía a toda prisa contra una de las casas destruidas del pueblo. Cuando miró eso, Argos supo que debía hacer algo mientras Dimitri lograba aterrizar y preparar otro tiro, por lo cual corrió lo más rápido que pudo y logro ponerse entre el Ran y Dimitri, se prepara para el inevitable impacto con aquel animal, activó su habilidad de fortaleza para resistir la embestida del animal; logro aguantar el golpe, por desgracia cuando la bestia realizo el segundo impacto, empujó a Argos tan fuerte que lo envió cerca de lo que una vez fue una puerta.
Cuando Dimitri consiguió llegar al suelo seguro, observó el panorama que estaba frente a él: Argos esperando aguantar el siguiente ataque del Ran mientras este se encontraba aturdido por el último impacto; Luna seguía escondida junto a la familia que salvaron.
Teniendo en cuenta todo eso, logró idear un plan.
–¡Argos¡ –gritó– cuando de la señal, activas tu escudo y detienes el ataque del Ran. Luna, cuando eso suceda, nos fortaleces nuestras habilidades. ¿Quedó claro?
–Creo entender lo que quieres hacer –decía el que hacía el papel de escudero– pero ¿no es muy peligroso? –dijo entre broma y en serio.
–Si no lo intentamos no lo sabremos. Luna, ¿Estas preparada?
–Sí, lo estoy.
–¿Argos?
–De acuerdo, intentemos.
Estando todos preparados, esperaron a que el Ran estuviera listo para atacar; Dimitri preparo una flecha y la puso en el arco; Argos estaba recuperando energías para generar usar de fortaleza por tercera vez; Luna salió de entre los arbustos y empezó a concentrar su maná y así todos estuvieron listos para empezar el ataque. El Ran miró a los aventureros y empezó a correr hacia ellos; por su parte, Argos se movió directamente hacia la bestia para interceptarlo lo antes posible, cuando choraron ambos, Luna inmediatamente utilizó vitalidad para incrementar la habilidad de Argos. En ese momento, Dimitri se apoyó en su compañero que retenía la embestida del Ran para saltar y, estando en el aire, gracias a la habilidad de Luna y otra piedra amarilla, utilizó por segunda vez puntería y en esta ocasión logro acertar su flecha atravesando la cabeza del Ran con ese disparo.
Estando todos reunidos, Argos y Luna chocaron las palmas en señal de haber logrado el contrato, pero al momento de festejar con Dimitri, los ignoro diciendo.
–No festejen tan rápido, logre ver otros tres Ran cerca de aquí, así que... – dijo mientras señalaba por donde podrían aparecer las bestias.
–¿Estás seguro del número? –lo cuestionó Argos.
–Si –respondió.
Preparándose para el ataque, Luna regreso donde se encontraba durante la primar embestida, mientras que Argos y Dimitri se escondieron en una de las casas destruidas anteriormente por aquellos enormes animales. Después de algunos minutos, solo apareció uno de los Ran que miró Dimitri mientras estaba en el aire. Pensando un poco como deberían actuar, Argos le propuso una idea a Dimitri para ir al ataque.
–Dime, Dimitri ¿tienes energía para correr rápido? –preguntó con la intención de saber su condición.
–Sí, claro, ¿qué tienes en mente?
–Bueno... que intentaras llegar hacia él, cortarle los tendones y cuando este vencido darle un golpe con la espada para cortarle la cabeza. ¿Tienes alguna objeción?
–No, me parece bien, hagámoslo.
Estando de acuerdo en cómo actuar contra el Ran, Dimitri se adelantó para atacar y, con cortes precisos de sus dagas, logro cortar los pies del animal logrando que perdiera el equilibrio y no pudiera levantarse. Habiendo hecho su parte del trabajo, solo miró como Argos aparecía por el cielo con su espada en lo más alto, y con gran fuerza, le corto la cabeza de un solo golpe para matarlo rápidamente.
Mirándose fijamente, Argos y Dimitri asintieron cada uno la cabeza dando a entender que hicieron un buen trabajo para eliminar al Ran. Cuando iban a ocultarse, notaron que los otros dos animales llegaron a su posición. Sin poder prepararse para enfrentarlos, se pusieron en guardia para esperar el ataque de las dos bestias. Cuando los Ran emprendieron la corrida en contra de ellos dos, Dimitri y Argos lograron ver como un círculo mágico de color rojo apareció en el suelo indicando que en esa zona pasaría algo; cuando las dos quimeras pisaron aquella zona, una lluvia de fuego los ataco haciendo que ardieran vivos hasta que el ataque cesó. Por instinto, los aventureros voltearon a ver a su compañera que, con su bastón levantado mientras un destello rojo se apagaba de su mano derecha, empezaba a caer sobre sus piernas por el cansancio que le provocó usar aquel ataque que solo había usado unas pocas veces.
Al ver en ese estado a su compañera, Argos corrió directo a su auxilio, mientras Dimitri caminaba tranquilo mientras sacaba una piedra blanca de su bolsillo; cuando los dos estuvieron junto a Luna, aquel que saco una piedra mágica la puso en la mano de su compañera y la apretó con la intención de que ella recuperara el maná que perdió tras realizar aquel hechizo.
–Cuando vuelvas a realizar un ataque así –le dijo Dimitri en forma de lección– procura usar una piedra de maná para no desmallarte de nuevo. ¿De acuerdo?
–Gracias Dimitri... lo tendré en cuenta la siguiente ocasión –dijo con voz de alivio.
Cuando los aventureros estaban reunidos, la familia que se encontraba escondida, miro el paisaje que tenían frente a ellos, estando más en calma por la eliminación de las bestias que los habían estado atacando, llamaron al resto de habitantes para que salieran y supieran que ya no estaban en peligro. Ante este llamado, varias personas salieron de diferentes lugares para verificar lo que aquel individuo aseguraba. Al cerciorarse que ya no había más bestias en el lugar, los habitantes de aquel pueblo, que no superaban las 50 personas, empezó a rodear a los tres aventureros que los salvaron de aquellas bestias con la intención de felicitarlos por sus hazañas.
En representación de todos los habitantes, un anciano se acercó a los tres y los estrechó de la mano como parte de su agradecimiento. Cuando empezó a sacar una pequeña bolsa donde se encontraba el dinero que se prometió como extra por realizar la misión.
–Muchas gracias por habernos salvado de aquellos monstruos –comento aquel anciano, agradeciendo la acción que realizaron. Le entregaba la bolsa con dinero a Dimitri mientras continuaba–, les estamos profundamente agradecidos por esta acción que hicieron.
Cuando sostuvo la bolsa con el dinero, Dimitri la guardó en su pantalón mientras procedía a retirarse; antes de que pudiera seguir caminado, Luna lo detuvo sosteniéndolo de su vestimenta con su mano izquierda, con la intención de que se quedara a escuchar por un momento a la persona que les hablaba. Tras forcejear un rato, Dimitri termino por rendirse y se quedó parado junto a ellos para oír lo que aquella persona tenía que decir.
–Han pasado varios días desde que se mandó ese aviso de ayuda a Kudra, pero no fue hasta ahora que ustedes llegaron. Por eso, se los agradecemos – termino con una reverencia ante los aventureros, de igual forma, el resto de los pobladores imito aquella acción.
–Es algo que pensamos cuando tomamos este contrato y seguimos sin entender ¿Por qué nadie ha querido tomar esta misión? Tomando en cuenta que la misión es relativamente fácil y con una buena recompensa.
–Al parecer ustedes no nuevos en este lugar ¿no?
"Bueno, en términos simples, nosotros no somos bienvenidos en la ciudad ya que para ellos somos considerados prófugos, criminales. Ya sea porque no pensamos como los demás, o porque se buscó a un culpable y se le hizo fácil a las autoridades acusarnos sin más. Pero como pueden ver, aquí no hay de quien temer. Y como salimos de la ciudad, pues ya no requieren que nos presentemos, si regresamos, seremos ejecutados con tan solo poner un pie dentro de la ciudad".
–Bueno... eso no nos importó para ayudarlos –comentó Argos–. Pero si dudamos un poco por esa situación. Pero lo bueno es que ya termino, pero creo que deberían alejarse de aquí, ya que pueden llegar más bestias.
–Eso no será problema, nos iremos de aquí cuando lo veamos oportuno.
–De acuerdo. Entonces nos retiramos. Permiso –se despedía del anciano estrechando su mano.
–Adiós –se despidió Luna con una sonrisa algo tímida.
Cuando empezaron a caminar, un grupo de niños se acercaron a ellos para abrazarlos, como una demostración de agradecimiento de jóvenes para los aventureros. Para Argos y Luna les pareció tierno ese gesto inocente de los niños. Pero eso no sucedió para Dimitri, con él los dos niños que se le acercaron no dejaron de mirar la cicatriz que tiene en el rostro; cuando paso un rato en que los niños lo miraban, sintió que debía hacer algo por ellos, por lo cual decidió acariciar la cabeza de ambos, alborotando su cabello, como un pequeño gesto de afecto, pero sin dejar el aspecto serio que porta en su rostro. Cuando los niños se alejaron de sus héroes, los aventureros continuaron su camino directo a Kudra, con el fin de reclamar la recompensa, no sin antes cortar las colas de le los Ran para presentarlas como prueba de haber cumplido la misión.
Habiendo llegado al gremio, los tres entraron con las cuatro colas cercenadas de los Ran, mirando la cara de asombro de quienes se encontraban en aquel lugar. Cuando se acercaron con el tabernero, Argos y Dimitri reclamaron la recompensa mientras Luna se dirigió a una mesa para descansar. Debido a una pequeña discusión con Glen, Argos le pidió a Dimitri que fuera con Luna mientras hablaba con el dirigente del gremio. Estando solos, le mostro el interior de su bolsa y, con la cara llena de espanto, no dudo en entregar la recompensa del contrato.
Estando los tres juntos, se repartieron los 380 tabores que ganaron y hablaron un rato de lo que sucedió durante la misión. Argos no dejaba de hablar de lo impresionante que estuvo Dimitri cuando ataco con sus flechas a aquel Ran. Luna comentaba lo asustada que estaba por si algo llegaba a suceder y no sabía qué hacer. Mientras que Dimitri solo se dedicó a dar respuestas cortas y frías a cualquier pregunta que le hacían. Cuando no hubo más que comentar, Argos se levantó de su asiento y dijo.
–Bueno chicos, yo me voy y me daré un baño para quitarme la sangre de los Ran que matamos, no vemos luego –terminó y se retiró de ahí.
–Por cierto... Luna –hablo Dimitri–. Toma esto, ya no lo ocupare por el momento – puso en la mesa cuatro piedras mágicas, dos amarillas, una blanca y una azul –. Lamento no haberte dicho que las tenía.
–Pero ¿cómo las...? A –sorprendida por no saber cómo las obtuvo sin que ella se diera cuneta en ningún momento.
–Es una de las tantas habilidades que tengo –lo dijo entre broma y verdad.
–Que malo eres. Si me las hubieras pedido te las daría. Ahora no se si podre confiar en ti.
–También estaba la posibilidad de que no me las dieras, así que no me arriesgue. Pero descuida, si llego a utilizarlas, me asegurare de decirte primero.
–Bueno, yo igual me voy a la posada, no vemos luego.
–Adiós.
Cuando se encontró solo, Dimitri cerro momentáneamente los ojos y recordó a los niños que se le quedaron viendo en aquel pueblo cuando terminaron su primer contrato. Tras aquel recuerdo, llegaron a su mente varios momentos de cuando él era niño. Cuando abrió los ojos, sintió la necesidad de irse. Se levantó y fue directamente a la posada esperando que el siguiente día pueda ganar más dinero.
Y así fue como los tres aventureros realizaron su primera misión como equipo.
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