Historia de Luna: IX

Han pasado dos semanas después de que Luna, Dimitri y Argos salvaran a la ciudad de Sedra del ataque de los Veras. Igualmente han tomado unas pequeñas misiones que estaban en los anuncios del gremio relativamente fáciles para ellos, eso si se comparan con haber matado a una manada de cinco bestias voladoras. Pero fuera de las aventuras que han llevado a cabo, se toman del tiempo de disfrutar los pequeños descansos que tienen entre misión y misión. Por lo cual decidieron acompañar a Luna a uno de sus lugares favoritos de Kudra.

Pasando de largo el gremio de aventureros, en frente de una herrería donde forjan armas, se encuentra un pequeño local al cual Luna suele ir varias veces desde que se instaló en Kudra junto a Argos hace ya unos meses. Entrando al pequeño local, una campana sonó avisando que hay personan entrando.

–Sean bienvenido –decía la dueña del lugar, estando de espaldas a la puerta.

–Lía, un gusto verte de nuevo –dijo Luna contenta de ver a su amiga.

–Luna, es bueno verte aquí, siempre tan contenta –respondía Lía volteando a ver a su amiga.

Lía era una mujer morena, con los ojos de un color verde oscuro, de una cabellera roja ondulada que revotaba conforme ella caminaba. Su cuerpo era una reverencia a lo sensual, a cualquier lugar donde ella caminara, varios hombres dirigían su mirada hacía ella, con el fin de admirar su cuerpo, pues sus atributos no tenían nada que envidiarle al cuerpo de otras mujeres. A sus 35 años había escrito varios cuentos, y esa es una de las razones por las cuales la conocía Luna, ya que ella había leído los libros que compuso.

Para Argos y Dimitri, era raro estar en aquel lugar, pues nunca estuvieron en una librería. Dimitri solo leía cuando quería aprender algo nuevo sobre combate; por su parte, Argos se conformaba con leer los anuncios de nuevos contratos, no más. Contrario a ellos, Luna siempre se encontraba leyendo un libro en sus momentos libres. En sus recuerdos de niña, hasta en los peores momentos, siempre tenía un libro consigo misma.

Ella gustaba de ir a la librería para encontrar algún nuevo ejemplas de una novela de aventuras o romance, pues eran sus favoritos, o bien por algún libro para aprender a dominar, de manera más eficaz, su propio poder mágico. Acercándose al mostrador para estar con Lía, Luna la tomó de las manos y empezaron a hablar.

–Dime, Lía, ¿cómo has estado? –le inquietaba saber cómo se encontraba su amiga tras un tiempo sin verla.

–Muy bien, gracias por preguntar. Escuche que estuviste en Sedra peleando contra furiosos Veras; y con lo miedosa que eres –se burlaba de ella.

Al escuchar ese comentario, Argos y Dimitri no evitaron hacer una pequeña risa contenida.

–Cómo eres mala Lía –un poco enojada por la pequeña broma de su amiga–, pero sí, eso es lo que paso.

–Pero dime, ¿quiénes son los que te acompañan? Los había visto antes pero no los ubico –tenía intriga de saber los nombres de los que acompañan a Luna.

–¡Ah! Cierto, permíteme presentártelos, él es Dimitri y quien está sentado en la esquina es Argos – los señalaba conforme los mencionaba–, son mis compañeros de aventuras.

Lía estaba intentando enlazar esos nombres con alguien que hubiese conocido anteriormente, pero por desgracia no lograba ubicarlos entre sus memorias.

Volviendo con su amiga, Lía le preguntó.

–Pero dime, ¿qué es lo que buscas ahora? –lo decía mientras sostenía una sonrisa para su amiga.

–Quiero saber si ya llego el nuevo tomo de Fortuna misteriosa. Dime que si, por favor... –sus ojos se llenaron de ilusión esperando que el nuevo libro de su novela favorita ya estuviera disponible.

–Por desgracia no –le respondía la dueña de librería–, igual yo también estoy esperando su nuevo número para leerlo –suspiro al recordar la historia que contiene aquel libro–. Pero no te desanimes –mirando la expresión de tristeza de su amiga– cuando llegue, apartare una copia para ti.

–Que mal –aún se notaba desilusión en su rostro–, yo venía emocionada por encontrarlo hoy –un suspiro broto de ella–. Bueno, ¿qué me recomiendas de momento? –esperando que la recomendación de Lía le alegre un poco.

–Déjame ver si tengo algo que te puede interesar... –se dirigió a la zona donde se encuentran los libros de magia–. Mira este libro, de seguro éste te interesara.

Le mostro un libro titulado Manejo elemental de Agua y Fuego, en él se explicaba, desde su forma más básica, como dominar estos elementos sin la necesidad de usar piedras mágicas de cada elemento, como obtener dicho poder desde el uso del maná y más. Era obvio que a Luna le llamó la atención aquel libro, aunque ella no dominara esas habilidades ya que ella se dedicaba a curar a sus amigos, no estaba de más aprender un poco de ese tema.

Luna tomó el libro y lo hojeo un poco para mirar su contenido. Miró dibujos de círculos mágicos, como atacar directamente usando piedras mágicas, modificación de magia, en fin, varias cosas que le fascino al echar un vistazo rápido al libro. Lo agarro con ambas manos y lo puso contra su pecho con una emoción tan grande que olvido que se encontraban ahí sus amigos.

–¿Cuál es el precio? Me lo quiero llevar ahora mismo –Luna estaba emocionada por empezar a leer el libro que Lía le enseño.

–Por ser tú, te lo dejare en solo... 100 tabores –le indicó la vendedora que observo el entusiasmo con el que tomo dicho libro–. Pero espero que no le digas a nadie que te di este precio especial –le susurro a su oído para que lo mantuviera en secreto.

–Descuida, no le diere a nadie –le dijo igual al oído.

Estando ya de acuerdo en el precio y las condiciones para seguir teniendo ese trato especial, que es más por su amistad que por ser clienta, Luna le entrego los tabores acordados y se sentó junto a Argos para mostrarle su nuevo libro. A los ojos de sus amigos, era como una niña con su nuevo juguete. Era tierno verla de esa forma.

Por su parte, Dimitri se quedó entre los estantes mirando los diferentes libros que había en el lugar; por poco perdía el interés por mirar los lomos de los diferentes títulos que se exhibían en aquel establecimiento. Mirando que podría estar buscando algo específico, Lía se acercó al aventurero para auxiliarlo en su búsqueda.

–¿Puedo ayudarte? –le pregunto Lía a Dimitri.

–Estoy buscando algo sobre combate o tácticas de pelea –comentó–, no sé si tengas algo relacionado a eso.

La vendedora se quedó pensando con los ojos cerrado y de brazos cruzados haciendo memoria si tenía en su tienda algo parecido a lo que él buscaba. Después de meditar por un minuto le comentó.

–Se dé algo que te puede ayudar. Sígueme –se dio la vuelta y le indico que caminara con ella moviendo su dedo índice.

Se acercaron al estante donde antes estaba Lía hablando con Luna y, de una repisa que estaba en la parte superior, tomo un libro delgado, de pasta blanca. La vendedora sacudió el libro para quitar el exceso de polvo y bajo de la silla que uso para alcanzar el título que le entrego a Dimitri.

–Espero que esto te pueda ser de utilidad –una pequeña sonrisa se postro en su cara–, no es habitual que alguien aquí pida algo como esto, por eso no está entre los estantes.

–Gracias, ¿cuánto será por el libro? –le preguntó amablemente a Lía.

–Solo serán 120 tabores –le lanzó un coqueto guiño.

Dimitri se ruborizó un poco por aquella acción de Lía, pues no sabía cómo responder ante ello. Para evitar que la situación se volviera un poco más incómoda, tomo el dinero y se lo entregó a la vendedora. Teniendo ya el libro, se dirigió junto a sus compañeros.

–¿No vas a comprar algo? –dirigió la pregunta a Argos, que se la pasó la mayor parte del tiempo en aquella mesa.

–A diferencia de ustedes, no soy mucho de leer por gusto, me aburre –puso su mentón sobre su puño para recargarse.

–Bueno... será mejor irnos para no molestar –Luna se levantó mientras decía esto.

Los tres se despidieron de Lía mientras salían por la puerta. Antes de que Luna saliera, su amiga la llamo para que se acercara, pues quería comentarle algo.

–Esperen un momento, chicos, ahorita salgo –les comento para que la esperaran afuera del local–. Dime Lía, ¿qué ocurre? –se acercó a su amiga para poder escucharla.

–Ese amigo tuyo, el de pelo negro... es muy lindo. ¿No has intentado algo con él?

–No... ¿cómo crees? –estaba conmocionada por el comentario de Lía– yo no lo miro de esa forma.

–Pues deberías, porque de lo contrario otra mujer podría tomarlo como suyo.

Con la cara roja por la pequeña plática con su amiga, salió de la librería mientras su amiga solo la miraba retirarse con una pequeña sonrisa que reflejaba las intenciones de que Luna intentara acercarse a Dimitri, ya que a sus ojos ellos harían una bonita pareja.

Estando ya afuera, Luna mira a sus amigos platicando sobre que deberían de hacer el resto que queda del día. Al mirar a los ojos a Dimitri, recordó lo que platico con Lía hace unos momentos. Su cara volvió a tener aquel color rojizo por ruborizarse ante aquel recuerdo.

–¿Te encuentras bien? –pregunto Dimitri ya que le extrañaba aquel color rojo en su rostro.

–¡Eh! –su rubor se hacía evidente– claro que sí, me encuentro bien –escondía su cara detrás del libro que compró.

–Pareces tener algo de fiebre –comentó Argos–, creo que deberías descansar. Comenzaremos con otra misión mañana ya que este mejor –se dirigía a Dimitri con este último comentario.

Su compañero asintió.

Los tres regresaron a la posada para descansar para el día de mañana.

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