CAPÍTULO 28: LA CIUDAD DE LA PLANTA


La nave frenaba para aterrizar en el linde del bosque, la ciudad se veía a lo lejos, encerrada entre muchísima vegetación. Nada más aterrizar, Oberá montó en el caballo con Adoking, Kakarot al ver sus dos amigos salir con Poseidón se montó en Tordillo:

-Venga, sube Arcadis-animó el niño.

Kakarot tendió la mano a Arcadis, quien la agarró fuertemente mientras montaba en el caballo, Kakarot bajó al trote con el caballo, de la nave blanca y roja.

El paisaje seguía siendo verde, pero ahora había un camino visible hacia Plantix. A Kakarot le extrañó mucho que Mike no subiera en ningún caballo, pero pronto silbó una nota fuerte y cabalgando deprisa apareció un caballo, marrón.

-Es un caballo de la guardia de la ciudad, yo no tengo caballos.-explicó Mike.

Cabalgaron bastante rápido por el camino del bosque rodeado de árboles, Arcadis se agarraba fuertemente al niño estaba muy asustada, ya que nunca había montado en el caballo. Por fin llegaron a Plantix, que estaba rodeada de plantas, y encontraron la ciudad con las puertas abiertas, y era raro, Kakarot preguntó a Mike el porqué de que estuvieran así:

-Está claro, nos estaban esperando, no me vana dejar una noche entera fuera, tengo que proteger a la ciudad de las plantas carnívoras, que son muy peligrosas.

-Entiendo.

Los seis héroes legaron a Plantix y los soldados, tras saludar a Mike, cerraron la puerta a su paso:

-Señor Ragnarog, vaya a ver al patriarca de inmediato.

Ragnarog, asintió se despidió con la mano de sus compañeros con la mano y se fue ciudad arriba. Mientras Mike devolvía el caballo Kakarot vio sorprendido la ciudad, las casas eran árboles huecos, y los puentes estaban hechos con nenúfares gigantes, además por todas partes había flores de todos los colores:

-Seguidme mi casa, está en lo más alto de la ciudad.

Todos siguieron a Mike hacia un árbol especialmente grande y especialmente bello, tenía flores por toda la copa.

Al final, saltando por una liana, llegaron a la casa de Mike:

-Entrad voy a dejar a los caballos, en la casa de un guardia.

Kakarot llamó a la puerta y le abrió Jessica, que llevaba un camisón de color naranja.

-Hola, pasad, estaréis cansados, seguro que hoy ha sido un día muy intenso.

-No te lo puedes imaginar, querida amiga- saludó Oberá.

Los demás se limitaron a saludar con la mano. Y entraron en la casa, toda ella estaba hecha con madera dura y resistente.

Kakarot, que no había probado bocado desde la mañana, comió muy a gusto las plantas que les preparó Jessica para cenar. Después de cenar Arcadis vieron como Oberá y Adoking se iban a dormir al dormitorio dormían juntos, Jessica se acercó a los dos niños y dijo:

-Venid, os tenéis que ir a dormir que es tarde, dormiréis en la misma habitación, si no os importa.

-No que va, Kakarot me cae bien.-Afirmó Arcadis ante la sorpresa del niño.

-¿Dormir en el mismo cuarto?

-¡Vamos Kakarot! En camas separadas.-bromeó Jessica.

La guardiana condució a los dos niños a una habitación doble y con dos camas, tenía un biombo de madera entre las dos camas:

-Os he dejado ropa limpia en la almohada, seguro que os gustará, probáosla antes de dormiros.

Los niños eligieron cama y se cambiaron de ropa en un periquete, Kakarot cambió sus harapos verdes y marrones, por una ropa de color verde oscuro de manga corta, y rayas amarillas en el pantalón. Le venía bastante bien y parecía hecho con magia, Kakarot se dispuso a meterse en la cama cuando, Arcadis salió con un traje rosa y marrón, bastante largo:

-¿Me viene bien, eh? El tuyo también me gusta- sonrió la niña.

-Sí oye, ¿cuántos años tienes?

-Yo, pues trece.

-Yo doce.

-Tenemos casi la misma edad elegido.

-¿No te vas a escapar?

-No si estoy con el elegido descendiente de Luminex, tengo que ayudar todo lo que pueda.

-Me alegra que hayas cambiado de parecer.

Tras esta larga conversación cada uno se metió en su mullida cama y durmieron plácidamente. A la mañana siguiente una suave y cálida voz despertó a Kakarot:

-Kakarot, despierta.¡Despierta ya!

Kakarot se despertó somnoliento, y vio el rostro de Arcadis frente al suyo.

-Jessica ha dicho que ya está el desayuno, y he descubierto un sitio perfecto para entrenar ya que están todos muy ajetreados para enseñarnos la ciudad.-Comunicó la niña.

-Vale, si no te importa levantarte, así podré moverme yo.

-Uy, perdona, de verdad.

El niño se levantó y, como todas las mañanas, cogió su espada y se la encintó, Arcadis en cambio cogió su bastón. Ambos desayunaron a gusto y se calzaron las botas:

-Arcadis, ahora que se han ido todos, enséñame el lugar para entrenar.

-Sí, ven está en la parte trasera de la casa, ah, me ha dicho Mike que luego vendrá a supervisarnos.

Kakarot y Arcadis abrieron una puerta de madera de pino y llegaron a un jardín rodeado de vallas y repleto de flores:

-¡Caray! La lastima es que no podremos hacer ataques muy fuertes porque echaríamos todo esto a perder.-Razonó Kakarot.

-Dice Mike que da igual porque luego se regenera, tiene un sortilegio este terreno.- afirmó Arcadis.

-Vale, te voy a enseñar mi técnica única, y nadie me la puede copiar.

El niño concentró muchísima cantidad en el puño, se subió al árbol más cercano y saltó, se puso bocabajo con el puño extendido y un montón de tierra, hierba y demás saltó por los aires.

-¿Has visto?, mi fuerza aumenta por momentos.

-Yo nunca llegaré a ser tan fuerte, pero te enseñaré mi técnica de invocación, mi mejor técnica, ya que tú me has enseñado la tuya.

Arcadis puso el bastón verticalmente clavado en el suelo recitó el conjuro básico de invocación y después giró en círculos el bastón. Un círculo azul apareció y, de repente, Arcadis habló:

-¡Oh, bestia blanca de los confines del mundo yo te invoco, que regrese tu poder a mí!

Del círculo azul empezaron a salir destellos de luz y de repente el círculo desapareció y hubo un estallido bastante fuerte.

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