CAPÍTULO 11: LINKS, SABIO DE LA TIERRA


-Tan bromista como siempre, ¿te recuerdo que no debes hacer eso con esa espada?-le recordó el sabio.

-No tenía alternativa- contestó Ragnarog.

-Vamos, os abriré la puerta- ordenó Links con el mismo rostro serio de siempre.

Kakarot siguió a los dos "camaradas" iban hacia el templo, donde estaba clavada la espada de la luz. Kakarot como siempre se guardaba las preguntas para el viaje entre pueblos y regiones. Pensaba estas preguntas: ¿Luminex estaba muerto de verdad? ¿Había esperanza para el mundo? ¿Era links inmortal?

Mientras el niño se preguntaba cavilando profundamente estas cuestiones, el ángel ocultó sus alas por debajo de su ropa, estaban llegando al templo, el niño estaba excitado quería ver la espada. El templo parecía una estrella ante la luz del sol de mediodía. Llegaron a la puerta y el ángel con toda tranquilidad dijo poniendo la mano sobre ella: ábrete y esta se abrió:

-Estoy harto de hacer este paripé, venga entrar- afirmó el ángel con rostro amable.

Kakarot no podía salir de su asombro, si el templo le había impresionado por fuera, por dentro era más impresionante aun si esto podía ser posible. Y en el centro estaba clavada la espada en forma de rayo, la espada de la luz. Pero esta no tenía brillo alguno:

-Parece que no tenga nada especial.-dijo el niño extrañado.

-Ahora no lo tiene, cuando murió Luminex los poderes de las espadas de los sabios perdieron su poder mira la mía.- explicó Links enseñándole su espada marrón de la misma forma que la de la luz.

-¿Entonces es verdad que Luminex ha muerto? ¿Los Dioses pueden morir?- volvió a preguntar Kakarot.

- ¡Por favor! Luminex no era ningún Dios. Creo que te lo deje claro- explicó Ragnarog irritado- Era un simple humano que se convirtió en un héroe muy fuerte por su gran valor era muy especial, pero no era ningún Dios.

-¿Por qué me habéis traído aquí?

- Tienes el mismo destino que el de tus padres y el de Luminex, tienes que ser un héroe de la luz, si puedes coger esa espada, es que eres un futuro héroe. – contestó el sabio.

-¿Y si voy a la tierra?

-No irás a la tierra, primero preocúpate de coger la espada.

Kakarot no salía de su asombro, él era como Luminex eso significaba que habían reconocido su fuerza y potencial, les iba a demostrar que no se habían equivocado. Ya sabía cual era su destino y no lo iba a echar a perder.

Fue con paso lento pero decidido hacia el altar dónde estaba clavada la espada, se sentía como si tuviera a Luminex dentro de él y entonces lo entendió, mientras tuviera esperanza Luminex viviría y habría esperanza para el mundo que tanto quería y para el universo inocente, a partir de ese momento iba a luchar por la justicia y para defender a la luz.

Ya había llegado casi donde estaba la noble espada clavada, parecía que cantara para que la cogiera, la iba a coger por todos sus ideales. Entonces puso sus manos sobre la empuñadura de la espada y tiró para arriba de repente y tras un chasquido Kakarot sacó la espada de su pedestal una luz amarilla lo envolvió y durante un instante que le parecieron horas oyó el susurro de una voz:

-El sello se ha abierto Adoking ha vuelto a la vida, la sombra caerá sobre este pueblo André ira con él, la batalla para que esta espada recupere su brillo ya empieza, llévala a Tasmina.

Y tras estas palabras que el niño comprendió perfectamente, la luz desapareció.

Iba a ir por la noche a derrotar a Adoking sólo así la espada recuperaría su poder, tenía que ir solo.

Cuando miró sus manos la espada estaba entre ellas la cogió con toda tranquilidad y se la guardó en su vaina.

Ragnarog y Links se miraron, y al fin Ragnarog dijo:

-Has oído m... la voz de Luminex. – dijo Ragnarog

-¿Ya le ibas a llamar maestro? – se rió Links.

-Si quieres ir a matar a Adoking no te lo impediré.-afirmó el supuesto demonio.

-Pues eso haré por si no lo sabes no soy un bebé. Ahora contadme todo sobre la primera aventura de Luminex- ordenó Kakarot.

Links se aclaró la voz y explicó:

- Luminex fue con sus cuatro sabios a por las cuatro varas que permitían lanzar magias y conjuros muy poderosos, con ellas los demás sabios y yo sellamos a Ydgrasill en la nada, después nosotros hicimos un conjuro en las espadas ya que no tenían poder, el conjuro de que se unieran en una sola. Cuando la espada de la luz recupere su brillo las otras también lo harán, y se podrán unir en las espadas elementales. Por eso debes ir a Tasmina la ciudad de los sabios allí obtendrás lo que buscas. Luminex murió pero sigue con nosotros.

- No me has contado lo que te pedía, pero me sirve, ahora cuéntame porqué si Luminex no es un dios tiene sus míticos ángeles.

- Los ángeles somos una especie desarrollada de los humanos, me llamaban mutante y tenía que esconder mi naturaleza hasta que conocí a Luminex, somos personas así que muchos de los de mi especie entre ellos mis hijos nos unimos a él, ahora ve a cumplir con tu destino, nos veremos en Tasmina.

Y tras estas palabras del sabio de la tierra, este desapareció, había nuevas esperanzas dentro de Kakarot, si este sabio estaba vivo también estaría el padre de su clan y le preguntaría sobre sus padres.

Ragnarog y Kakarot salieron del templo con un silencio solemne y fueron a la posada, al día siguiente por la noche llegaría una parte de la venganza de Kakarot, iría él solo Ragnarog se lo permitió.

Sé fue a su habitación dónde había varios libros había uno con las tapas muy llamativas y lo sacó de su estante.

Leyó lo que ponía en el apartado de Adoking, ese libro era una consulta de demonios, y ponía:

"Cuando las sombras se pongan aparecerá en la tumba falsa del gran guerrero de la luz"

El destino le había dado la clave para dar con Adoking.

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