🌟 14. La caverna.
Aquel lugar era una maravilla.
Jezzabell no pudo evitar admirarlo hasta el más mínimo detalle: sus aguas quietas creaban un efecto espejo que duplicaba los contornos de las rocas, y los reflejos de los rayos de luz rebotaban perdiéndose en ese espacio finito. Todos esos efectos la sumergían en un bello calidoscopio natural.
Ese estanque, independiente del recorrido de las aguas, era formado por un escape del lago anterior en donde habían dejado a "los hombrecitos". Quizás por eso su temperatura era más alta, ya que el agua entraba y salía toda por el mismo sitio. El calor era incluso más notable en ese lugar que en la caverna anterior a pesar de su altura.
—¿No nos vamos a marear? El calor aquí es sofocante.— observó.
En ese rato Vic se había acercado a la orilla.
—Cuando estemos en el nivel del agua no se notará tanto, no te preocupes.— le contestó.
Entonces descargó sin miramientos todos sus bártulos, que consistían en su mayoría de "artículos guerreros", despidiendo un montón de sonidos metálicos y provocando terribles ecos ensordecedores.
—¿¿Estáis bien??— oyeron de pronto la voz de Toran, alarmado.
—¡Sí! - contestó Jezz.— ¡No tomes esto cómo excusa para venir! ¡Ni se te ocurra!! ¡Sólo es Vic descargando su hierro!
Mientras, Vic ya se desvestía de espaldas a ella, ansiosa por meterse en el agua. Con alegría y sin inmutarse, la guerrera se despojó de todo a gran velocidad, dejándolo caer al suelo y de cualquier manera. Luego, sin dudar un segundo más, se lanzó de cabeza al agua.
Y ella que apenas se había quitado el manto en ese tiempo, pensó Jezz.
Vic emergió su cabeza soplando para expulsar el agua. Parecía estar disfrutándolo.
—¿Qué tal está el agua?— sonrió Jezz.
—¡Perfecta!— dijo la chica dando brazadas. —¿Qué haces que no andas ya metida?— le demandó.
—Ahora voy...— respondió Jezz tranquila, acabando de doblar la extensa capa.
Era superior a ella. No podía dejar su ropa de cualquier manera, como la guerrera, por lo que a medida que se la iba quitando la doblaba y la ponía sobre una elevada superficie plana que encontró lo suficientemente limpia. Debía cuidar su ropa, pues era blanca, y encima los vestidos resultaban caros. Aunque claro, entendía que Vic no tuviera ese cuidado, vistiendo esa andrajosa ropa de... hombre. Eso le dió qué pensar.
—No lo entiendo... ¿porqué vistes como un hombre? He visto otras guerreras y visten más... femeninas.
—Esto es más cómodo, especialmente para un viaje como este.— contestó Vic chapoteando hacia la orilla. —Aunque normalmente ya suelo vestir así.
Jezzabell la miró extrañada.
—¿Siempre?
—Bueno..., cuando estoy de servicio o entreno, lo cual es casi todo el tiempo. Además, pronto descubrí que ser "demasiado femenina" no me daba el resultado que yo quería.— al decir esto la voz de la guerrera se tornó algo incómoda. —Me rebajaba a una simple "muñequita" y no se me tomaba en serio. Por eso ahora lo evito a toda costa.
Y dando por acabada la conversación, Vic volvió a sumergirse hacia el centro del estanque.
Jezz acabó de desvestirse y, poquito a poco, se metió en el agua. Se acercó a Vic, que hacia rato que iba a la deriva haciendo "el muerto", flotando estática boca arriba. Al cabo de un poco, se atrevió a volver a sacar el tema, pero desde otro ángulo.
—Entonces... ¿nunca te vistes como una chica?— indagó.
Vic suspiró, viendo que volvía a la carga.
—Mi uniforme oficial es femenino. Pero sólo lo uso cuando es exigido.
—¿Y nunca te pones vestidos...?
Vic dejó de hacer el muerto, viendo que Jezz no dejaría estar el tema. Pero sonreía.
—Sí, a veces.— suspiró. —La verdad es que me gustan los vestidos, pero no suelo llevarlos. Con un vestido me siento algo desprotegida y un poco impedida. No tengo donde poner las armas de un modo práctico y estético, y las ropas se me enredan en las piernas cuando quiero correr. Por eso sólo los uso cuando la ocasión lo amerita, como alguna fiesta familiar o algo así.
—Ah...
—¿Porqué me preguntas todo eso...?
—Sólo quería conocerte un poco más. Ver... que había tras la fachada de chica dura.
—¿Y...?
—Eres una chica dura. Pero eres una chica, después de todo. Y me alegro.
Vic sonrió, aceptándolo.
—¿Y tú?— preguntó entonces a Jezz.
—¿Yo, qué?
—¿Qué te cuentas? ¿Cómo es que sabes tanto de niños? Estoy bastante segura que no tienes hijos; ya nos has dicho muchas veces que eres una suma sacerdotisa, y eso ocupa mucho tiempo.
Jezzabell rió por la observación. Vic tenía razón, y el intercambio de información era justo.
—Soy la menor de cinco hermanas. Ellas me hicieron crecer, ayudando a nuestros padres, y hasta que no entré en el templo a la edad de catorce años, les devolví el favor a algunas de ellas ayudándolas con mis sobrinos.
—Uou.
—Sí, "uou".— repitió Jezz.
—Pero... tenía entendido que a los magos os captaban a más tierna edad.
—Mmmm... eso no es exactamente así. Lo hacen cuando emerge la magia en una persona. Y a mi me emergió tarde, lo sé. Pero fue por el tipo de magia, no por mi. También es la razón por la que soy Suma Sacerdotisa.
—Aaah, ya decía yo que eras muy joven como para conseguirlo por méritos propios.— la molestó la guerrera mientras se rascaba la cabeza.
—¡Por supuesto que fue por méritos...!— la empujó en un vano intento de hundirla. Entonces se fijó en algo curioso. —Por cierto, ¿qué es eso?
—¿El qué?
—Esa mancha roja en tu antebrazo... ¿Te quemaste alguna vez?
—Oh, ¿esto?— se sorprendió un poco la guerrera por que Jezz se fijara en ello, cómo si ella misma se hubiera olvidado su existencia. —No, es una marca de nacimiento. Siempre ha estado ahí.
—Tiene una forma curiosa. Déjame ver...— le pidió tomando su brazo. —Según como lo miras, casi parece un dragón.
—Será un dragón borroso, pues. Vaya imaginación tienes.— rió Vic, alejándose de ella.
Pero para Jezz esa mancha no era irrisoria. Esa mancha ya la había visto antes, en otro sueño. Un sueño que tuvo poco después de entrar en el sacerdocio y que se ha ido repitiendo gradualmente desde entonces. Esa mancha de la cual ignoraba su significado, aunque seguro era de vital importancia, como todo lo que soñaba desde su adolescencia.
—¿Hoolaaa???— se oyó de nuevo la voz de Toran, seguida de ecos, interrumpiendo sus pensamientos. —¡Holaa! ¿Estáis ya de bañarooos?
Vic y Jezz se miraron con sorna.
—¡Justo estamos a la mitad!— contestó la guerrera.
—¡Pues yo ya estoy!— la voz del alquimista sonaba molesta. —¿Véis como sois unas tardonas??
Las dos rieron.
—¿Cómo está el pequeño Axel?— preguntó Jezzabell.
—¡Limpito y feliz!— ladró Toran, y ellas volvieron a reír.
Jezzabell no pudo evitar imaginárselos. Toran se veía tierno con el bebé en sus brazos, llevándose por tierra su habitual seriedad.
Después de dos meses ininterrumpidos cuidándolo, el hombre había desarrollado una gran habilidad para manejar al pequeño, y cuando lo veía en acción la hacía derretir, a pesar de que algunos de sus métodos fueran algo cuestionables, como por ejemplo lo de colgar el pequeño cuerpecillo del bebé en equilibrio sobre su hombro cuando necesitaba por un segundo las dos manos. Cómo la hacía sufrir eso, pero nunca le había dicho nada porqué no le daba tiempo y nunca ocurría lo peor.
Mientras andaba distraída, Vic había salido del agua y ahora estaba subiendo a una roca. Jezzabell la miró con extrañeza.
—¡Cuidado, que voy!— alertó la guerrera antes de saltar en plan bomba.
Jezz se protegió de la salpicadura con las manos y girándose, pero acabó chorreando agua igualmente.
—¡Jaja! ¡Pero que bruta!— exclamó Jezz.
—Voy a hacerlo otra vez.— notificó Vic volviendo a subir a la roca.
La sacerdotisa apenas tuvo tiempo de llegar a la orilla cuando la chica volvió a impactar en el agua. Luego salió a la superficie con todo el pelo por delante, tapándole la cara, por eso se volvió a sumergir para poner su cabello hacia atrás y volverse a levantar, de forma sugerente sin pretenderlo. Jezz entonces pensó que era una suerte que no hubieran ojos masculinos presentes en ese momento, o Vic habría tenido que correr para salvarse de sus ataques amorosos.
De pronto Vic hizo un gesto raro, como si toda ella hubiera bajado un mísero centímetro de golpe.
—Ay.— dijo.
—¿Qué pasa?— le preguntó Jezz, alarmada por el semblante de pronto preocupado de la guerrera.
—Es extraño...— dijo angustiada. —Algo ha hecho "creck" bajo mi pié.
—¿Cómo que...?
Todo ocurrió muy deprisa. Se oyó un ruido como de rocas cayendo, y al mismo tiempo Vic y el agua se hundieron. Jezz se aferró con toda la fuerza de la que le era capaz a las rocas de la orilla, intentando evitar que la succión del agua se la llevara, quedando como resultado colgando de ellas. Parte del agua del otro estanque también se volcó a su lado, pero por suerte el paso para el agua era pequeño y poco bajo, y pronto paró de emanar líquido.
Cuando el estruendo se acabó, Jezzabell buscó desesperada con la mirada a Vic mientras intentaba no caerse.
—¡Vic! ¡Vic!! ¡Dónde estás!?!
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top