🔑13. Aguas termales.

De nuevo avanzaban hacia los famosos baños termales.

En cierto punto habían abandonado el camino guiados por una entusiasmada Vic, aunque ahora se encontraba en silencio, pues algo la carcomía desde su encuentro con aquellos tres maleantes. Algo relacionado con Toran.

Vic aun dudaba de lo que habían visto sus ojos en ese crucial momento en el semblante de Toran. Era algo que no cabía en su cabeza.

-¿De veras te lo habrías cargado?- lo interpeló de pronto, sin girarse. Sabía que la había oído perfectamente.

-¿Mmm...?- aun así, la pregunta pilló distraído a Toran. -Oh, ¿te refieres al tipo ese?- Un silencio distendió su respuesta. -Sí.- dijo otra vez sin dudar. -Pero ya me di cuenta que a ti no te hacía ninguna gracia... por eso paré.- terminó diciendo, condescendiente.

Vic seguía perpleja. Los estudiosos más bien solían alejarse de violencia, pero Toran parecía cómodo con ello.

-No lo entiendo. Eres un alquimista, no un hombre de guerra.- dijo mirándole para ver su reacción.

Toran sonrió tristemente ante su apreciación.

-No todo es blanco y negro en esta vida, Vic. Con veintisiete años he vivido lo suficiente como para aprender que hay cosas que no son perdonables.- Entonces su semblante se endureció. -Esos tipos querían deshacerse de mi, y ya sabes lo que dicen: "ojo por ojo, y diente por diente".

Vic tragó en seco: esa dureza parecía inamovible. Y aunque no descartaba que la reciente experiencia del hombre huyendo para salvar una vida, dejando atrás sólo muerte y destrucción, le hubiera podido afectar, también pensó que algo gordo debió pasarle en el pasado para pensar así.

-¡Oh, vaya...!- los interrumpió Jezzabell alzando una de sus airadas protestas. -¡Y yo que me pensaba que ibas a hacerlo por nosotras! No eres muy caballeroso, que digamos.- señaló con el dedo a Toran, dejándolo perplejo.

Sólo por eso ya valía la pena la interrupción. El ambiente se había vuelto demasiado denso después de la aseveración del alquimista.

-Bueno, una cosa no quita la otra.- le respondió Vic a la rubia con media sonrisa divertida. -Ese trío creía que librándose de él, nos tenían a nosotras. Por lo que salvándose él, también nos salvaba.- razonó.

Jezzabell gruñó como respuesta.

-Eso no quita que primero se hubiera salvado él.- dijo alzando la nariz en desacuerdo, algo que ya se estaba viendo que era algo característico de ella. -¡Cuando las damas van lo primero!

Vic no pudo evitar reírse de eso. Ella no se consideraba una de esas "damas". No necesitaba que nadie la salvase, aunque agradecía si se le echaba una mano. Lo que le recordó que el alquimista ya lo había hecho, y con buen conocimiento. Realmente seguía asombrándola que una rata de laboratorio supiera luchar, y sintió que debía indagar más en ello.

-De todas formas, hay que reconocer que sabes lo que haces.- dijo Vic retomando la conversación de nuevo con Toran, ahora más relajada.

-¿A qué te refieres?

-A cómo luchas. ¿Dónde aprendiste?

Toran pareció encontrar divertido que le preguntara, como diciendo: "A esta no se le escapa nada".

-Estuve un tiempo en las islas de Nimiam, mientras estudiaba.

-Oh. Zona selvática. Ya entiendo. ¿Por eso ese extraño machete?

-Sí. Me lo traje de allí. Es práctico... ¿Y tú? Nunca había visto una forma de luchar como esa.

Vale. Le devolvía la pelota.

-Oh, es... un poco de todo. Pero básicamente he usado "grapling" mezclado con un poco de juego sucio. Tampoco es que pudiera hacer mucho más, debido al juramento.

-Sí, que marrón lo de ese juramento, ¿no?- rió él.

-Bueno, también es una buena cosa. Te ayuda a ser más civilizado. La verdad es que, en realidad, lo único que me importa es que esos tres paguen por sus fechorías, y gracias a Jezz no se van a escapar de ello.

-¡Por fin alguien aprecia mis actos! - exclamó la susodicha.

-Pues claro: todos hemos puesto nuestro granito de arena en este asunto. Incluso me atrevería a decir que formamos un buen equipo...- observó Vic.

-Eso es exactamente lo que mi sueño vaticinó. Y demuestra que somos los indicados.

La cara de Vic se ensombreció un poco. Ya no recordaba ese "cuento" del sueño. La verdad es que aun no había pensado mucho en ello, porqué cuando lo hacía le venía migraña.

No era algo que entrara en sus planes. Si iba a formar parte de la Guardia Real, no podía ir tomando otras responsabilidades. Por eso intentaba ignorar el parloteo de Jezz sobre eso, aunque la angustiaba que la sacerdotisa hablara con tanta seguridad de ese tema.

Por suerte, por fin llegaron a las cuevas donde estaban las aguas termales.

-¡Ya hemos llegado!- les notificó Vic, celebrándolo.

Delante de ellos, de entre dos rocas emanaba un riachuelo de agua cristalina en medio de los árboles, creando un pequeño claro apenas perceptible, de la cual se desprendía algo de vapor cerca de su salida al exterior. Era un simple camino de agua de no más de medio metro de ancho por otro medio metro de hondo, pero traía un considerable caudal.

Los otros dos lo observaron todo con algo de preocupación.

-¿Estas son tus famosas aguas termales?- preguntó al fin Jezzabell.

-Apenas el agua es templada.- dijo Toran tras meter la mano en la corriente de agua.

-Esto es ridículo... ¿Cómo pretendes que nos bañemos ahí...??- empezó a airarse la sacerdotisa.

-¡Jaja! No, esto no són las termas, sinó por donde salen sus aguas...- Vic no podía parar de reír, pero en cuanto pudo calmarse, aclaró la confusión. -¿Véis la endidura por donde sale el riachuelo? Pues esa es la entrada.

-Pero el agua no es lo bastante caliente...- siguió preocupado Toran.

-Porqué recorre un trecho bastante largo hasta que sale, y las rocas más cercanas a la salida son más frías. Vamos a entrar.

Vic los guió por un sendero natural de rocas, que sorteaba el musgo, los juncos y hasta las algas del riachuelo allí donde había agua, hasta el paso entre las dos rocas casi verticales que se apoyaban la una en la otra y dejaban un espacio alto y estrecho para pasar, pero que quedaba algo oculto por la vegetación que colgaba de la pared. El hueco era lo suficientemente grande como pasar de pié, pero agachándose un poco. El interior era más fresco, aunque no por la temperatura sinó por la humedad que ahí reinaba. Más adelante de donde ellos estaban, hasta donde la poca luz que entraba los dejaba vislumbrar, vieron como más vapor se alzaba sobre la superficie del agua.

-Debemos avanzar por este lado del tunel, pues es la parte despejada que nos permitirá llegar al pequeño lago sin acabar metidos en la corriente de agua. Allí hay algo de luz natural que entra por algunos boquetes. Ya veréis qué bonito.

Vic empezó a avanzar a tientas de la pared y los otros dos la imitaron. El espacio de la plataforma era lo suficientemente ancho como para que Jezz pudiera pasar cómodamente y sin riesgo de caerse mientras avanzaba con el bebé a cuestas.

Pronto llegaron a un espacio abierto adornado de estalagmitas y estalactitas y columnas formadas por estas. Allí, el ruido de la corriente era apenas perceptible y sólo rompía la calma el ocasional goteo de la condensación del vapor bajando por las estalactitas y cayendo de nuevo al lago.

Jezz y Toran miraron a su alrededor estupefactos. El lugar era cálido e invitaba al recogimiento; incluso venían ganas de quedarse a vivir ahí. Vic observaba todo con el orgullo de saberse la descubridora de tal maravilla.

-Ahora sólo hay un problema.- dijo de pronto Jezzabell.

Los otros la miraron interrogativos, incluso con una pizca de desconfianza.

-¿Qué te ocurre ahora...?- indagó Vic.

-Yo no pienso desnudarme delante de él. ¡O sea que habrá que turnarse!- se cuadró la mujercita.

Toran dió un bufido.

-Pues en este caso mejor me baño yo primero. Quien sabe el rato que os podéis pasar vosotras aquí dentro, y más siendo dos. Para las mujeres el tiempo carece de sentido si están varias juntas, y no quiero que me den las quinientas.

-¡Pero bueno...! ¿¿Qué te has creído???- se le encaró Jezzabell, enzarzándose en una discusión con el hombre.

Era digno de ver. Si le hubieran dicho que eran pareja, se lo hubiera creído.

-¡Jajajajajajaja! - la risa de Vic sonó como una explosión.

-¿Y ahora tú de qué te ríes???- le gritaron los dos al unísono.

-De que la estáis liando parda por nada. Hay otro lago tras esa roca que hace las veces de pared, ¡y con el agua más caliente!

-¡Oh! ¡Oh! Me la pido. ¿Cómo se llega?- dijo Jezz en una de las reacciones más rápidas que vió nunca. -¿Y cómo de caliente está?

-Calentita de verdad.

Jezzabell pareció reflexionar un momento. Luego se acercó al alquimista.

-Toma, Toran. El bebé estará mejor en esta piscina con el agua más templada, por lo que encargate tú de su baño.- y dándose la vuelta, añadió: -Vamonos, Vic. ¡...Ya tengo ganas de hundirme en ella!

-... ¿Me vais a dejar solo... y con el bebé?

Vic lo miró con pena mal finjida, se encogió de hombros y luego siguió a la sacerdotisa, que por instinto había tomado el camino correcto.

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