XXVI

En el aire iban partículas de polvo para allá y para acá. Lo único de ruido que acompañaba el lugar eran las antorchas, que quemaban la madera con el fuego que emana del interior dando un poco de luz al lugar.

El chico avanzaba por los pasillos, creados por los grandes estantes con libros. El eco de sus pasos rezonaban por todo el lugar, haciendo aún más abrumadora la situación. La pequeña Katia seguía corriendo, revisando cualquier libro que se encontraba, uno tras otro.

Raúl la dejó que ella buscara por su parte, y el se fijaba en cada libro, en el lomo de cada uno, tratando de leer el título que su miopía le permitía ver. Finalmente, decidió acercarse al estante que tenía a su izquierda, y empezó a examinar los lomos de los libros con más detenimiento. Con su mano acariciaba algunos de estos, para quitarles un poco el polvo que había sobre ellos. Un rato después, encontró un libro color púrpura. El título de dicho libro no se podía leer desde el lomo, así que, con sumo cuidado, saco el libro y lo examinó un poco por la portada y la contraportada, que estaban polvorientas. Deslizó su mano por la pasta, quitándole parcialmente el polvo, pero al final ya se podía leer el título, "Los Reyes Nauricos".

Intrigado, decidió abrir el libro, el cuál solo expulsó un poco más de polvo cuando sus hojas se desplejaron. Empezó a hojear un poco, viendo y analizando algunas partes que le parecían interesantes. La mayoría del texto tenía símbolos extraños e inentendibles para él, pero por lo poco que podía leer, solo descubrió la biografía de algunos Reyes que alguna vez ocuparon el puesto de líder. Analizaba las biografías con detenimiento, ya no para su propio saber, si no, para encontrar algo que pudieran ayudarles a derrotar a la criatura. Por desgracia, no encontró nada importante o de ayuda. Sin embargo, notó algo extraño en los textos.

Al parecer, los Reyes no eran de la misma familia, eran Nauricos ajenos unos de otros, y la mayoría que pudo analizar estaban enlazados con asesinatos de otros Reyes. El chico no podía entender del todo tales actos, pero le dio la impresión de que los Nauricos son tan arrogantes, orgullosos y ambiciosos, que matan solo por poder -Ni cómo salvar a estos amigos -dijo en voz baja con molestia, cerrando el libro y colocandolo en su lugar.

Continuo caminando por los pasillos, buscando algo más que pudiera ayudarlo.

"..."

El chico empezó a mirar a su alrededor, pues le pareció oír un susurro. Pero no había nadie, ni siquiera estaba Katia por el pasillo, lo cuál lo preocupó un poco -¿Katia? -preguntó el chico con un poco de temor.

-¿Encontraste algo? -respondió la niña, que se encontraba al otro extremo de la biblioteca.

-¿No me habías hablado tú?

-Nop, ¿por?

El chico se quedó pensando un poco. Quizás haya sido alguna ilusión de su cabeza por el estrés... O eso quería pensar él -Por nada, olvídalo -respondió, continuando con su trabajo.

Seguía y seguía caminando, pero no podía encontrar nada que le fuera de ayuda. La mayoría de los libro por los que pasaba eran sobre biografías o más cosas así.

"Ven..."

Un escalofrío pasó por la espalda de Raúl, haciendo que se estremeciera un poco, y como si no fuera suficiente, parecía que una ráfaga de aire había pasado por ahí. Pero no había ventanas ni lugares por los que pudiera pasar aire, lo cuál preocupó más al muchacho -Katia, ¿segura que no me estás jugando una broma o algo así? -preguntó con preocupación.

Esta vez, no hubo respuesta de parte de la pequeña. Ella estaba ya muy lejos de dónde se encontraba Raúl, aún buscando.

Raúl respiro profundamente, tratando de tranquilizarse y concentrarse en seguir buscando...

"Ven aquí..."

El lugar se puso más frío, y se podía sentir una presión tremenda. Raúl giró su cabeza a la dirección por dónde se escuchó el susurro, viendo un pasillo en el que no entraba mucha luz. Con algo de terror, se acercó con cautela mientras acercaba su mano a su Katana, anticipandose a cualquier sorpresa. Una vez que llegó, vio que los libros de ese estante ya estaban algo viejos y maltratados, lo cuál alimentó su curiosidad.

Bajó su mano y empezó a examinar los libros, pero no encontraba nada importante. Entonces, el chico vio uno que resaltaba del resto, pues se veía en mejor estado, incluso muy cuidado. Con cuidado, se acercó y agarro el libro, pero este parecía haberse atorado, solo se movió un poco. Raúl levantó una ceja al notar que el libro no quería salir, pero antes de que volviera intentar sacarlo, se escuchó un ruido rocoso en toda la biblioteca, como si se hubiera activado algún mecanismo antiguo.

Raúl rápidamente quitó la mano y retrocedió varios pasos, un poco asustado por lo que sea que haya hecho. De pronto, uno de los estantes qué estaban pegados a la pared, empezó a elevarse, dejando ver poco a poco una pequeña habitación. El chico se sorprendió mucho al ver la habitación, a la vez que estaba confundido.

-¡¿Qué pasó?! -preguntó Katia mientras llegaba al lugar a toda velocidad, para luego ver con asombro la habitación oculta -¡Wow!

-No tengo la menor idea de que fue lo que hice -comentó Raúl.

Dentro de la habitación se podía una antorcha qué brillaba débilmente, además de que había una mesa pequeña con una libreta encima y una silla rota. El lugar se volvió más frío, y por alguna extraña razón se podía sentir una corriente de aire.

-¿Qué es eso? -preguntó Katia aún con asombro.

-No tengo ni idea -respondió el chico, dando los primeros pasos hacia la pequeña habitación.

Raúl entró, y su vista rápidamente se dirigió a la libreta que estaba sobre la mesa. Con algo de temor la agarra y la abre en la primera hoja -¿Qué dice? -preguntó la pequeña con curiosidad.

-No estoy seguro -analiza el texto de la primera hoja con detenimiento -Quién sea que haya escribido esto tenía buena gramática - comentó.

-¿Le entiendes?

-Sí, no parece ser escrito con algún lenguaje antiguo.

-¡Entonces léelo! -ordenó con emoción.

El chico se aclaró la garganta y comenzó a leer en voz alta:

"Hoy ha sido un día bastante ajetreado. Mi madre me tenía de allá para acá, arreglando cada detalle del castillo para la celebración. Lo peor de todo es que la mayoría de las cosas estuvo inconforme. Tanto así que terminó llamándome la atención de forma injusta.

Aunque no me haya parecido lo que me dijo... Creo que en el fondo la entiendo. Ha sido difícil para todas tratar de sobrellevar la desaparición de mi padre, así que... Creo que es normal que esté así.

Mañana será un nuevo día, espero su humor se mejore"

-Eso es el diario de mi hermana -comentó Katia al oír lo que Raúl había leído.

-¿Diario? -preguntó Raúl sorprendido.

-¿No los conoces?

-Sí los conozco, pero esto se volvió incómodo. No me gusta andar de chismoso.

-No te preocupes. Mi hermana era muy lista, quizá escribió algo importante antes de que esa bestia se la llevara.

Raúl pensó un poco en las palabras de Katia, y tenía algo de razón. Así que avanzó unas cuantas hojas más adelante, para evitar leer de más y solo buscar lo importante.

"Hace ya varios años que ese Neutro acabó con las razas del mundo. No puedo evitar sentirme culpable de no poder hacer nada al respecto. Pero mi madre es muy especial con ese tema, cree que deberíamos ser la única raza existente en el mundo, ¡pero eso es muy egoísta!

De hecho, hoy volvió a usar sus palabras mañosas con mi hermana, engañandola también. Intenté decirle la verdad, pero mi madre terminó regañándome de nuevo por blasfemia... No sé por que ella es así, y no creo que siga siendo por la desaparición de mi padre, ya tuvo suficiente tiempo para superar el duelo... No... No... No debería acelerarme así, cada quién es diferente.

Debo trabajar más en mis emociones, últimamente me he vuelto muy sensible..."

-¡Es verdad! -exclamó Katia.

Raúl la vio extrañado -¿Qué? -preguntó.

-Paola se había vuelto muy complicada. Se irritaba con facilidad. Ahora entiendo por que -añadió con un toque de preocupación.

Raúl volvió a avanzar en las hojas, deteniendose después de aproximadamente 14 hojas.

"No entiendo cuál es el afán de mi madre de que todo sea perfecto, es horrible vivir con esa preocupación todo el tiempo.

Siempre cuidando de hacer las cosas a su manera... Empiezo a sentirme cansada de todo esto, y sin querés estoy siendo más explosiva.

Ya hablé con varios sacerdotes y dicen que solo tengo que meditar más y dejar a un lado los problemas. Pero eso no sirve de nada. Siento que solamente empeora las cosas para mí, pero no puedo hacer nada más que hacer caso.

Espero pronto encontrar paz. Últimamente he tenido muchos dolores de cabeza"

.
.
.

"Hoy tuve una fuerte pelea con Carolina. La herí gravemente, y no de forma emocional solamente.

Todo empezó en una cena familiar. Mi madre como siempre empezó a decir cosas hirientes sobre mi. Intenté dejar a un lado las cosas e intentar comer con tranquilidad, pero mi hermana empezó con sus tonterías nuevamente. Empezó a despreciar igualmente todo mi esfuerzo, y hacer chistes de mal gusto. Pero lo que me encendió fuertemente... Fue que empezara a hablar mal de nuestro padre, llegando incluso a decir que en realidad yo era la hija que él tuvo con otra mujer, que esa era la razón por la que no era 'perfecta' como el resto de la familia.

Terminé explotando y por el impulso liberé un ataque de energía hacia ella y terminó... Dándole de lleno. Estaba llena de heridas por todo el cuerpo y sangraba de la cabeza. Rápidamente la llevaron a atender, pero en cuanto a mi... Mi madre me reprendio, y no la culpo.

Carolina... Perdóname.

-Vaya. Así que no es tan perfecta como dice -comentó Raúl, hablando de la reina.

-Recuerdo ese día. Mi madre me había dicho que se había herido en el entrenamiento. Nunca creí que... -Katia no pudo terminar la oración. Ya que lo que estaba descubriendo de su hermana la lastimaba mucho, sobre todo por que siempre la vio como su ejemplo a seguir.

Raúl entendió enseguida lo que sucedía con Katia, y sintió compasión por ella. Pero él nunca fue bueno para dará ánimo, así que continuó avanzando por las hojas de la libreta, hast que vio una muy peculiar. Que no tenía mucho texto, pero lo que decía dejaba extrañado a quien lo leyera.

"Mi madre no entiende como funcionan las cosas. Nunca lo ha hecho. Y eso empieza a ser cansado para mi, así que he decidido pensar en algunas maneras para demostrar que yo también soy perfecta"

-Eh... ¿Fui el único que sintió raro esa última parte? -preguntó Raúl extrañado por lo que acaba de leer.

-No -respondió Katia.

Raúl sintió un tremendo escalofrío recorrer su espalda. Con algo de temor, continuó avanzando en las hojas, pero ya no había nada escrito. Solo aparecía una sola palabra:

"Soy Perfecta"

Dicha palabra se encontraba una o más veces en una sola hoja, aumentando el misterio y la tensión en el lugar. Siguió y siguió, pero la palabra seguía presente, lo único que cambiaba era la cantidad de veces que aparecía y el lugar de la hoja era diferente. Conforme avanzaba, se notaba que la tipografía cambiaba bastante. Pasó de una escritura suave y elegante a una escrita a las prisas y sin cuidado, dándole un aspecto corrupto.

-¿Por que avanzas tan rápido? Detente -dijo Katia.

-Solo aparece lo mismo. No hay nada más -respondió Raúl mientras seguía avanzando.

Hojas más adelante, ya no solo estaba la misma palabra. Ahora también había manchas, aparentemente de tinta. Y más adelante, el chico encontró algo que lo dejó con una gran inquietud.

"YO SOY LA PERRRRRFECCIÓN"

La hoja estaba toda manchada de tinta y algunas partes de la hoja estaban rotas. Como si le hubieran pasado el bolígrafo con mucha fuerza y sin motivo. Raúl volteó a ver a Katia, y la pequeña también hizo lo mismo, encontrándose con su mirada.

Ambos se quedaron el silencio, tratando de analizar lo que acaban de encontrar.

-Esto es bastante extraño -comentó Raúl.

-De hecho, ahora todo encaja -dijo Katia.

-¿De que hablas?

-Los últimos días que todo estuvo en orden, recuerdo haber visto a Paola actuar de forma extraña. Sabía hablar sola y quedarse con la vista perdida en la nada. Se irritaba con facilidad y se volvió alguien muy agresiva -respondió con un toque de miedo en su voz.

-¿Todo fue por la presión de su madre o...?

-Tal vez, pudo haber sido uno de los factores... ¡Ay no! -exclamó con terror.

-¿Qué? -preguntó el chico con el mismo tono.

-¡Ahora lo entiendo! Paola esta en grave peligro.

-Oye, ve más lento. Sé que esa cosa la tiene capturada, así que no entiendo por que...

-Los Nauricos tenemos un collar con cristales de diferentes colores, cada uno con diferente función. Unos son "drenadores" y otros "potenciadores". Los drenadores sirvían para regular la cantidad de energía que un Naurico categoría 4 en adelante podía usar para evitar un sobre uso de energía, chupando todo lo innecesario. Paola es categoría 5, y por lo que entendí estuvo reprimiendo demasiado sus emociones negativas, haciendo que el cristal absorviera esas emociones si parar -explicó de forma acelerada, mientras intentaba mantener su respiración regular.

-Espera, ¿Entonces por culpa del cristal ella...?

-¡Es la bestia! -complementó con terror.

Ambos se miraron mutuamente, mientras una expresión de preocupación se extendía por el rostro del muchacho -¿Hay alguna forma de ayudarla? -preguntó.

-Tendrías que romper el cristal. Pero es algo muy arriesgado. Cuando se rompen, liberan un montón de energía como una explosión. Si tenemos en cuenta la energía oscura qué hay dentro del cristal, romperlo sería un suicidio -respondió.

-Mientras haya oportunidad, no debemos quedarnos de brazos cruzados.

Katia asintió rápidamente y se bajó de la silla dónde se encontraba parada para luego salir corriendo a la salida de la biblioteca. Raúl dejó la libreta y corrió detrás de ella a gran velocidad, al grado de que tuvo que cargarla para avanzar más rápido.

Salieron de la biblioteca e iban a todos velocidad por los pasillos del castillo, tratando de encontrar la salida lo más rápido posible. Y después de un rato de andar de allá para acá, finalmente encontraron la salida del castillo, pero justo había un montón de guardias cuidando alrededor de este, haciendo que el chic frene de golpe.

-Oh no. No podré acompañarte si ellos están custodiando el castillo -comentó Katia.

Raúl pensó por unos momentos y tuvo un idea. Rápidamente volvió a entrar al castillo, pero esta vez para encontrar las escaleras qué lo llevaran a lo más alto del lugar -Hasta donde sé, ustedes pueden mover gente con sus poderes, ¿no? -preguntó sin dejar de correr.

-Sí -Katia ya se daba una idea de por donde iba la cosa y su mente se empezó a llenar de dudas -Pero mis poderes no están lo suficientemente desarrollados. No servirá de nada.

-No importa mientras pueda salir volando -luego de un rato, finalmente llegaron a lo alto de una de las torres del castillo. Raúl dejó a Katia en el suelo y él se subió a la columna de seguridad -Elevame o lanzame con todo tu poder, princesa -ordenó con firmesa.

-Pero yo...

-Confío en ti. Sé que puedes darme solo un poco de ventaja contra el tiempo. Además, recuerda que no lo hacemos solo por el bien de tu raza, si no por tu hermana también -añadió, tratando de animar a la pequeña.

Katia dudó por un momento. Pero luego dio un respiro profundo para tomar valor, y su mirada cambió a una de determinación. Extendió sus manos en dirección al chico y se concentró. Se podía ver cómo sus brazos temblaban un poco debido al esfuerzo que estaba haciendo.

Raúl sintió como su cuerpo se hacía más ligero, has que sus pies dejaron de tocar el suelo. Se sorprendió y un poco se inquietud invadió su mente, pero rápidamente se reincorporó y dejó que Katia siguiera haciendo su trabajo. Ella empezó a empujar a Raúl levemente hacia el Santuario, moviendolo con muy poca velocidad.

Raúl se sintió feliz y emocionado al ver que la pequeña había logrado usar sus poderes con éxito. Giró su cabeza para ver a Katia, pero se dio cuenta de algo. Katia empezaba a sangrar de la nariz, se estaba esforzando demasiado -¡Katia! -gritó el chico con miedo al ver el estado de la niña, la cuál no pudo más y terminó perdiendo el conocimiento, cayendo al suelo inconsciente.

Raúl recuperó la gravedad y también cayó, y cómo había logrado avanzar, su destino era el suelo. Empezó a gritar y a mover su piernas y brazos con desesperación, intentando aferrarse a algo y salvarse. Pero justo antes de que se fuera a estrellar contra el suelo, una carreta con paja pasó justo ahí, y el chico logró aterrizar a salvo dentro del cargamento. Confundido, rápidamente salió, escupiendo la paja qué había entrado en su boca, para luego ver a Avep, quien era la conductora.

-¡¿Y tú que?! -exclamó Raúl con sorpresa.

-¡Lograste escapar! Genial. Ahora vayamos por los otros dos -dijo Avep.

-Espera, ¡¿qué?!

-Luego de que los capturaron, estuve planeando cómo rescatarlos.

Raúl vio con confusión a la robot. Luego sacudió la cabeza y se reincorporó, saliendo del cargamento y subiendo al lugar del copiloto -Pues cambio de planes, ¡Al Santuario! -ordenó.

-Pero faltan...

-Te explicó en el camino, ¡pero vámonos!

Avep había diseñado un mecanismo improvisado para mover la carreta sin caballos, así que lo activó y este empezó a moverse, dirigiéndose hacia al Santuario. Varios guardias vieron la inesperada carreta yendo a máxima velocidad, lo cuál los alertó y empezaron a seguir la carreta, pensando que se estaban robando algo del castillo -¡Tú, regresa aquí! -debido a sus poderes, los Nauricos podían volar, y estos guardias no eran la excepción.

Raúl se percató de los guardias y su preocupación aumentó -Avep, nos siguen -comentó.

-¡Ya lo sé! -exclamó Avep con desesperación.

-Escucha, conozco una forma de derrotar a la bestia. Pero necesito llegar antes de que la reina lo haga, o de lo contrario, una inocente morirá -dijo Raúl.

-Chales, sí me perdí de muchas cosas.

-También voy a necesitar regreses al castillo

-¿Es broma verdad? ¡Acabamos de salir de ahí!

-Necesito que alguien distraiga a esa bola de tarados, además de que hay una niña que necesita atención médica urgente -Raúl miró directamente a Avep, transmitiendo con su mirada que era algo importante que acatara la orden.

Avep dio un suspiro -Bien, regresaré y reza para que no muera. En el asiento hay dos botones, uno para avanzar y otro para aumentar la velocidad -dijo para luego subir la velocidad un poco -Cuídate y que no te maten por favor -dijo Avep con algo de preocupación.

-No te preocupes, sé exactamente lo que debo hacer.

Avep salió volando de regreso al castillo lo más rápido que podía, y por suerte la mayoría de los guardias fueron tras ella, dejando solo a dos guardias en la escena. Raúl aumentó la velocidad al máximo, y agarró las riendas para conducir lo más recto posible a su destino. Estabas más decidido que nunca intervenir.

*
*
*

Entrada al Santuario...

El montón de soldados avanzaba con decisión, con Carolina liderando la ruta. Santiago y Kevin se sentían temerosos ante la situación que se avecinaba, no tenían la menor idea de que era lo que les esperaba ahí dentro. La reina iba a la cabeza de todos, decidida a acabar con la bestia que se atrevió a arruinar su reino perfecto.

Luego de varios minutos caminando, llegaron a la entrada, justo antes de las escaleras qué conducían a la gran puerta. Todos se detuvieron y esperaban órdenes de la reina.

-Así que, ¿la bestia esta adentro? -comentó Kevin.

-Creo que es bastante obvio, que sí -dijo Santiago con burla.

-No estoy segura de lo que podamos encontrarnos ahí dentro, pero les pido que anden con cautela y sigan nuestras órdenes sin cuestionar, ¿entendido? -preguntó Carolina.

-Usted es la experta en este lugar -dijo Kevin.

-Bien. Esto es lo que haremos. Nosotros iremos al frente de todos para asegurarnos de que el lugar por el que avanzamos sea seguro, y nuestros hombres estén preparados para cualquier... -Carolina fue interrumpida por un grito que se escuchó desde la distancia.

-¿Qué fue eso? -preguntó Santiago, mirando a todas las direcciones.

El grito aumentaba en volumen, y se oía desesperado -Esa voz... -comentó Kevin.

Todos dieron media vuelta, mirando hacia el castillo, para ver como una carreta avanzaba a toda velocidad hacia ellos -Maldito Neutro -exclamó la reina al ver al chico en la carreta.

La carreta avanzaba tan rápido que nadie pudo reaccionar a tiempo para detenerlo, haciendo que fuera directamente hacia la reina -¡Hola muchachos! ¡Ya vine! -gritó el chico con entusiasmo, feliz de haber llegado a tiempo.

La reina creó un campo de fuerza para frenar la carreta. Esta terminó chocando contra el campo de fuerza, destruyendose por completo y sacando volando por los aires a Raúl debido al freno tan repentino de la carreta, pasando sobre la reina. Ambos intercambiaron miradas, y por un momento pareció que el tiempo fue más lento. La reina mirababa con odio al chico, y este la miró con miedo.

Al final, Raúl terminó estrellándose contra la puerta del santuario y cayendo al suelo. Luego de unos segundos, empezó a levantarse con dificultad y quejándose del dolor.

-¡¿Qué haces aquí?! ¡¿Cómo te atreves a pisar suelo sagrado?! -preguntó la reina con mucha rabia.

-¡Esperen! Tengo algo que... -El chico se vio interrumpido por el suelo, que una vez más, empezó a temblar una vez más.

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