XXIV
—¡Guardias! —llamó una voz bastante molesta.
Dos guardias que estaban cuidando la entrada al palacio entraron rápidamente al oír el llamado, llegando a la sala del trono en tiempo récord —¿Qué necesita? —preguntó uno de los guardias.
La reina estaba mirando por el ventanal su hermoso reino, pero sus expresión era de furia, estaba molesta por la situación en la que se encontraba en estos momentos —Katia volvió a salir sin mi autorización —dio media vuelta y miró a los guardias fijamente —Encuentrenla, y eviten qué cometa una estupidez. Sería catastrófico que la liberara —ordenó la reina con un tono de voz molesto.
—A sus órdenes —dijo uno de los guardias para luego salir corriendo de la sala, dejando nuevamente a la reina sola. Apesar de tener una actitud furiosa, en realidad estaba preocupada. Pues le daba miedo que su hija, Katia, liberara a esa "cosa".
Entrada al patio del Santuario de Nikervam...
La pequeña niña iba avanzando con prisa, moviendo su vestido morado al son de sus pies. Los demás la iban siguiendo, mientras miraban a su alrededor, pues había que admitir que era un lugar bastante hermoso. Hacía contraste con el clima árido que se encontraba fuera de las murallas, pues había algo de pasto, árboles bastantes frondosos y flores que reflejaban el cuidado que la gente Naurica les daba, haciendo el clima fresco y agradable. Pero en este día hace demasiado frío, debido a las grises nubes que había sobre el reino. Además de que por alguna razón, se sentía una presencia en el lugar.
—Sí hubiera sol, este lugar sería majestuoso —comentó Kevin, admirando la flora del lugar.
—Sin duda así es, pero desde que esa criatura apareció, ha causado tantos cambios y ha destruido cosas importantes —dijo la pequeña sin perder el ritmo del paso.
—Si es así, ¿por que la reina no hace nada al respecto? —preguntó Santiago.
—Lo hizo. Selló a la bestia, ahí —respondió la niña mientras señalaba con su dedo índice el enorme santuario. No era tan grande como el castillo, pero si era bastante grande para ser un simple santuario.
—¿Otro castillo? —preguntó Santiago.
—No, es un santuario. Es un lugar bastante importante, ya que cuando los Nauricos llegan a tener sus poderes desarrollados, los envían aquí a controlarlos y ser personas poderosas —corrigió la niña, con un toque de emoción en sus palabras.
—Espera, ¿No nacen con poderes?
—Sí, pero el cuerpo, la mente y el alma necesitan tiempo para desarrollarse completamente. Algunos tienen el don de desarrollarse rápido, pero otros... —la niña se detuvo un momento, con un tono de tristeza en su voz. Los demás se detuvieron también, viendo a la pequeña —Pero... Eso no importa ahora. Lo que importa, es que están aquí y pueden ayudarme a rescatar a mi hermana —finalizó, tratando de reanimarse y continuando hacia su destino.
Continuaban caminando por el patio del santuario, pero la verde área, cada vez se volvía más seca y sin vida.
—Qué cambio tan abrupto —comentó Avep, con una expresión preocupada.
—Princesa, ¿cómo es esa bestia? —preguntó Raúl, notando como una pequeña neblina púrpura aparecía a su alrededor.
—No lo sé exactamente, pero mi madre actuó con velocidad y lo selló en el santuario. Lo que sí sé es que es muuuuuuy poderoso —respondió la pequeña.
—Tengo un mal presentimiento sobre esto —comentó el Neutro, sintiendo cómo un escalofrío recorría todo su cuerpo. Una sensación, que nunca creyó volver a sentir. De hecho, se atrevía a pensar, que esta sensación era más intensa que la última vez.
Llegaron al centro del patio. Los árboles estaban secos, sin hojas que adornaran su tronco. El suelo solo era tierra, no había rastro alguno del verde pasto que se encontraba atrás.
Finalmente, llegaron a un pedestal qué estaba bajo kiosco, con un cristal púrpura sobre dicho pedestal, emitiendo un brillo poderoso y bello. El grupo se acercó, la niña se acercó un poco más que los demás, admirando lo único que mantenía sellada la entrada al santuario.
—¿Cuál es el plan? —preguntó Santiago.
—Eh.... No pensé en eso —dijo la niña con tono avergonzado.
—¿Qué? ¿Esperas que nos enfrentemos a una cosa que ni siquiera conocemos sin un plan? —reclamó Kevin.
—No seas tan duro. Era de esperarse que no tuviera un plan —comentó Avep.
—Perdonen. No... No me detuve a pensar en un plan, me emocioné mucho al oír que un Neutro había llegado —comentó la pequeña con vergüenza.
—Bueno, no pasa nada. Afortunadamente estamos a tiempo de planear algo —comentó Raúl, tratando de animar a la niña.
—¡Oigan! ¡Ustedes! —gritó una voz bastante fuerte y con furia.
El grupo se sobresaltó un poco, para luego girar y ver quien les había gritado, y vieron a dos guardias corriendo a gran velocidad hacia ellos —¡Alegense de ahí! —gritó uno de los guardias.
Todos obedecieron, bajando del kiosco. Estaban preocupados, pues a pesar de que la niña fuera la princesa, hubo algo que no tuvieron en cuenta. Que no es la máxima autoridad. Los guardias hicieron un movimiento con las manos, invocando espadas de energía con una aura púrpura qué las envolvían.
—¡Wow wow wow, esperen! —Pidió Raúl con un tono bastante asustado.
—¿Cómo se atreven a secuestrar a la princesa? —preguntó uno de los guardias apuntando al Neutro con la espada. Amenazando con cortarle la cabeza.
—¡Un momento! Ellos no me secuestraron, yo les pedí ayuda para rescatar a mi hermana —reclamó la niña, poniéndose entre la espada del guardia y Raúl.
—Princesa, la reina fue clara respecto a ese tema.
—¡No me importa! ¡Salvare a mi hermana aunque ustedes no estén de acuerdo! —gritó con fuerza.
—A ver, vamos a tranquiliza- —Santiago fue interrumpido por un movimiento repentino de un guardia con su espada —Ok, no pasa nada. Continúen.
—Con todo respeto, solo estábamos tratando de ayudar. No veo lo malo en eso —reclamó Raúl con un tono de voz firme.
—¿Ayudar? ¿Sabes lo que hubiera pasado si quitaban el sello? —preguntó un guardia con molestia.
—Estaba consciente de eso. Pero es la única forma de que podamos... —la niña fue interrumpida por un pequeño temblor que se produjo.
—He... ¿Este lugar es sísmico? —preguntó Santiago con nerviosismo.
El viento empezó a soplar fuertemente. El suelo seguía moviéndose, cada vez con más fuerza. Las nubes se oscurecieron aún más todavía, y el frío se intensificó bastante. Raúl se preocupó al instante, se temía que esa bestia haya salido de alguna manera, y en cierta parte, estaba en lo correcto.
Un grito furioso bastante fuerte salió del santuario. Las nubes empezaron a relampagear con fuerza, mientras dejaban salir rayos púrpura, para finalmente formarse una clase de vortice en el cielo, justo arriba del santuario.
—No puede ser, ¡Alerten a la ciudadela! —gritó uno de los guardias, tomando a la niña de la mano y corriendo a gran velocidad, mientras el otro lo seguía.
—¡Pero ni siquiera quitamos el sello! —dijo Santiago con terror.
—¡Rápido, tenemos que movernos! —dijo Kevin para luego salir corriendo hacia la ciudadela.
El grupo seguía de cerca a Kevin, pues debían evitar que esa cosa afectara a los habitantes. Pero para su mala suerte, los rayos comenzaron a impactar en el suelo, dejando una explosión en el momento.
—¡Mierda! —gritó Santiago, tratando de que un rayo no impactara en él.
—¡Tengan cuidado! —gritó Kevin.
Un rayo impactó justo a un lado de ellos, haciendo que la explosión los sacara volando por los aires. Todos cayeron aturdidos y desorientados. Raúl intentó ponerse de pie nuevamente, pero el suelo empezaba a temblar con más intensidad, creando grietas en el suelo. Debido a esto, la tierra empezó a dividirse.
—Esto no se ve... ¡BIEN! —gritó Kevin, quien había quedado colgando, debido a que el suelo debajo de él habia colapsado, dejando un hoyo sin profundidad aparente.
—¡Kevin! —gritó Santiago, llegando al lugar para luego agarrar del brazo al nombrado e intentar sacarlo de ahí, pero pesaba demasiado —¡Raúl, ayúdame! —el Neutro rápidamente se acercó al lugar y juntos empezaron a jalar del brazo a Kevin, pero aún así no podían sacarlo.
—¡¿Quieres ayudarnos?! ¡Pesas mucho! —dijo Raúl mientras jalaba con fuerza.
—¡Eso intento, pero la tierra esta muy floja! —respondío Kevin, tratando de subir con ayuda de sus pies, pero la tierra se desboronaba fácilmente.
La desesperación aumentaba, pues más rayos impactaban en el suelo y más agresivo se volvía el viento. Mientras Kevin intentaba salir, algo lo agarro fuertemente del pie.
—Algo me agarro el pie —comentó Kevin con terror.
—¿Qué? —preguntó Santiago, pero de pronto algo empezó a jalar a Kevin dentro del hoyo. Obligandolo a jalarlo con más fuerza.
—¡No me suelten! —pidió Kevin con una voz que dejaba ver su miedo.
Avep se acercó al hoyo para investigar qué era lo que estaba jalando a Kevin, y cuando vio de que se trataba, quedó horrorizada. Era una mano putrefacta qué jalaba con brusquedad el pie de Kevin —¡Ah! —gritó.
—¿Qué viste? —preguntó Raúl.
—¡Una porquería horrible! Saquen a Kevin rápido —respondió Avep.
—Esto podría ser peligroso... —Santiago despliega sus alas y comienza a elevarse, jalando a Kevin con más fuerza —¡Raúl, vete! ¡Puede caer un rayo!
—¡¿Qué?! —preguntó Kevin con preocupación.
Raúl hizo caso y se alejó de ahí, dejando a Santiago hacer todo el trabajo. Entonces vio cómo unas manos empezaban a salir del hoyo y agarraban con más fuerza a Kevin, quien estaba horrorizado y no quería ver que lo estaba agarrando. El chico sacó su Katana y se acercó al borde del hoyo, para luego empezar a cortar las manos qué podía alcanzar, logrando que Santiago lograra sacar a Kevin de ahí.
—¡Sí! —gritó Santiago con felicidad, dejando caer a Kevin en el suelo firme. Pero su felicidad no duró mucho, ya que gracias a sus alas, un rayo impactó en él. Cayendo fuertemente al suelo.
—¡Santiago! —gritó Kevin preocupado, acercándose a Santiago —Por favor dime que sigues con vida —gira el cuerpo y lo ve a la cara, la cuál tenía una expresión ida.
—Dile que lo deje en la puerta —dijo Santiago para luego quedar inconsciente.
—Ya me lo dejaron más estúpido.
Del hoyo dónde estaban las manos, empezaron a salir cuerpos humanos descompuestos, con un brillo púrpura en sus ojos —¡¿Zombis?! —preguntó Raúl con sorpresa al ver aquellos cuerpos ponerse de pie y correr hacia él. Cómo podía, atacaba aquellos seres con su Katana, mientras aparecían más y más.
—¡Ayuda! —gritó una niña a lo lejos.
Raúl se dio la vuelta y vio como la pequeña de antes corría con desesperación, mientras más de estos seres corrían tras ella. La niña tropezó y cayó al suelo, y estas cosas la alcanzaron y estaban dispuestos a atacarla. El Neutro salió corriendo hacia dónde se encontraba la niña, llegando a tiempo para atacar a las criaturas con cortes firmes y fuertes, salvando así a la niña —¿Estas bien? —preguntó.
—¿Qué son esas cosas? —preguntó la pequeña con voz temblorosa.
—No lo sé. Vamos, ¡corre! —respondió mientras ayudaba a la niña a levantarse y ambos salían corriendo a dónde se encontraba Kevin y el desmayado Santiago.
Todos se volvieron a reunir, mientras veían como esas cosas empezaban a rodearlos. Kevin y Raúl se pusieron en posición de ataque, mientras la pequeña se ponía detrás de Raúl con mucho miedo. Y Avep solo revisaba a Santiago, verificando si seguía vivo. Las criaturas se acercaban más y más, dispuestas a acabar con ellos. Todo el grupo comenzó a temerse lo peor, pero no retrocedían. Una de las criaturas se avalanzó hacia Raúl para atacarlo, pero antes de que hiciera contacto con él, cayó al suelo. El chico se sorprendió al ver esto, y de pronto todos los demás empezaron a caer también.
De pronto, un resplandor aparece en dónde se encontraba el pedestal, brillando con intensidad. Todos dieron media vuelta y observaron aquel resplandor, y lograron ver una figura en dicho lugar. Lo cuál los dejó extrañados. Segundos después, se escuchó un gritó fuerte por todo el lugar, uno desgarrador.
—¡No puedes encerrarme aquí por siempre! ¡Saldré, y cuando lo haga, acabare con todos ustedes! —gritó aquella voz con mucha furia. Mientras el vortice empezaba a cerrarse, y un brillo púrpura salía de la torre más alta del santuario. Para luego irse desvaneciendo poco a poco.
También, el resplandor del pedestal se desvaneció, y las nubes recuperaron su color habitual, aunque todavía un poco grises. El viento dejó de soplar con fuerza y todo se tranquilizó.
El grupo quedó en shock con todo lo que había pasado. Por más que intentaran entender, no podían.
—¿Qué acaba de pasar? —preguntó Kevin.
La niña observaba con atención el kiosco a la distancia, logrando ver que la figura qué había ahí, era en realidad de su madre.
—¡Mamá! —gritó con felicidad para luego salir corriendo hacia ella.
—No, ya enserio, ¿alguien podría explicarme que carajos acaba de pasar? —exigió Kevin con mucha confusión.
Raúl empezó a caminar en dirección al kiosco, dispuesto a hablar con la reina. Dejando a Kevin y a los demás solos ahí.
Ya en el kiosco, llega la pequeña corriendo con su madre, quien estaba acomodando el cristal en su lugar. Sin embargo, solo se acercó lo suficiente para verla de cerca. La reina giró su cabeza para ver fijamente a su hija, y su mirada no era una muy agradable. La niña agachó la cabeza, sin querer hablarle a su madre.
—Te dije que no te metieras en esto —se acerca a su hija —Mira lo que ocasionaste, Katia. Por poco casi se libera por tu culpa —regañó la reina.
—Pero yo quería salvar a mi hermana —dijo Katia.
—¿Cuantas veces tengo que repetirlo? Paola esta muerta. Y lo que has hecho hoy casi acaba con nuestra raza.
—¡Ella no está muerta!
—¡No me levantes la voz! —su atención pronto se dirigió a Raúl, quien iba llegando al lugar caminando —¿Tú que haces aquí? —preguntó con coraje.
—Tengo varias cosas que preguntarle —se detiene justo frente a ella, mirandola fijamente a los ojos —¿Qué es todo esto?
—Algo que tú y tus amigos han provocado. Casi liberan a la criatura.
—Nosotros no hicimos nada, solo llegamos aquí y eso fue todo. En ningún momento tocamos el cristal qué está ahí.
—Pero tu presencia es la causante de todo esto.
—¡¿Otra vez con eso?!
—¿Cómo te atreves a hablarme así?
—¡Le exigo una explicación! —El chico mira fijamente a la reina, desafiando su autoridad. Pero la reina no le da una mirada de superioridad. Pues en sus ojos se podía notar un toque de desesperación.
—Usted no tiene derecho a saber nada. Ya me tiene harta su actitud rebelde, y no planeo tolerar más eso —dijo la reina, para después estirar su mano y con su dedo índice, disparar un rayo al pecho de Raúl, haciendo que este caiga inconsciente en el suelo. Luego volvió a ver a Katia —Y en cuanto a ti... —le da una bofetada a la pequeña, haciendo que cayera al suelo —no quiero que vuelvas hacer esto. Entiende que Paola ya murió. Si vuelves a cometer una estupidez como esta, te voy a encerrar en el Castillo y no podrás salir de ahí nunca más —finalizó, para luego bajar del kiosco y caminar de regreso al castillo.
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