XXI
Ciudad Yirdigan, plaza Lurie…
Luego de unas horas, los Pachengekes ya habían comenzado con la limpieza de la ciudad, ya que había un desastre por todas partes. Pero gracias a que el ejército de Razay quedó en el pasado, todos los habitantes salieron de sus escondites y juntos empezaron con la limpieza y reconstrucción. Todos con una gran sonrisa.
En la plaza, se encontraban Kiara y un grupo de Pachengekes, para felicitar a las personas que los ayudaron a recuperar su libertad.
—¡Hoy, es un bello día para la ciudad Yirdigan! Hace precisamente 7 años, la paz que había entre las regiones fue perturbada por un ser oscuro y malvado, y nuestra libertad se nos fue arrebatada —anunciaba Kiara con voz fuerte y firme —durante todos esos años llenos de oscuridad, nosotros, los rebeldes, hemos trabajado duro para conseguir nuestra libertad y traer devuelta la paz a nuestra ciudad. Si bien, hemos perdido a seres queridos y a la gran mayoría de aquellos que habían jurado protegernos, ¡nuestra lucha no ha sido en vano! —El público presente empezó a aplaudir y a gritar de felicidad, luego, Kiara hizo una seña para pedirles que guardaran silencio —Sin embargo, no lo hemos logrado nosotros solos. Como el primer rayo del amanecer después de una oscura noche, un grupo de jóvenes, se ofrecieron a ayudarnos, y gracias a su apoyo, finalmente podemos disfrutar de nuestra libertad. Y cómo líder del grupo rebelde, he organizado esta pequeña ceremonia, para entregarles un pequeño reconocimiento, cómo muestra de nuestra gratitud.
Todo el público aplaudió con energía, demostrando que de verdad estaban agradecidos con los muchachos. Entonces, ellos salieron del público y se colocaron detrás de Kiara. Todos estaban algo nerviosos, y sus posturas lo demuestran. Lexa, mantenía una gran sonrisa, pero se podía notar que estaba algo nerviosa por su mirada. Santiago aún seguía dolido por la pérdida, pero intentaba sonreír. Raúl estaba demasiado nervioso, pues estaba todo recto y tieso, era cómo si le diera miedo moverse. Kevin, ya tenía experiencia en eventos así, no tuvo problema en mantener una postura correcta.
Un sujeto se acercó rápidamente a Kiara, para luego entregarle unos anillos y medallas improvisadas. Kiara los recibió y se acercó primero a Kevin —Tu fuerza y valentía, son características de un buen amigo —dijo para luego colocarle el anillo en el tercer dedo y colocarle la medalla, los cuales tenían un grabado hecho a las prisas, pero se notaba el cariño, ya que tenían un símbolo que representaba dichas características.
—El anillo no es de compromiso, ¿cierto? —preguntó Kevin, con el temor de que su amada se enterara.
—Tranquilo, solo es un reconocimiento por tu gran ayuda —respondió Kiara.
—Menos mal.
Luego, la mujer se acercó a Raúl —Un muchacho débil y delgado, con una determinación y habilidad con la espada excepcionales —dijo para luego hacer lo mismo, ponerle el anillo y la medalla, los cuales tenían el símbolo de una espada.
—No diga eso, yo solo fui el apoyo —comentó Raúl muy nervioso.
—Igual, el apoyo siempre es importante —comentó, para luego acercarse a Lexa —y tú, mi aprendiz, tienes mucho que aprender, pero hoy has logrado demostrar que eres capaz de manejar situaciones complicadas con gran habilidad. Estoy segura, de cuando tu entrenamiento finalice, serás una gran defensora —finalmente le coloca el anillo y la medalla, el cuál tenía el símbolo que representaba a los Pachengekes.
Kiara llega con Santiago y lo mira con seriedad, haciendo que Santiago desvíe la mirada —Entiendo, me equivoque, hice mal, ya lo sé. No es necesario que me lo recuerdes —dijo.
—Tienes razón, te equivocaste e hiciste cosas terribles. Sin embargo, al final lograste cumplir con tu deber de Centinela. Y eso, es lo mejor que pudiste haber hecho por tu gente —dijo Kiara para luego proceder a hacer lo mismo.
Santiago no pudo evitar sorprenderse, pero era agradable ver que ya no era una mala persona. Que incluso aquellos a los que lastimó, lo veían como lo que es ahora, un Centinela qué estaba dispuesto a protegerlos.
El chico sonrió con felicidad, para después ver que símbolo tenía en su medalla y anillo. Este tenía unas alas desplegadas, demostrando así que cumplía con su deber de Centinela.
Todos los presentes aplaudieron y celebraron con felicidad. Posteriormente, dieron fin a la ceremonia y continuaron con la reconstrucción.
En alguna parte de la ciudad…
Las horas pasaban rápidamente, y el sol comenzaba a ocultarse en un bello atardecer. Raúl, se encontraba en lo alto de un edificio, tratando de procesar todo lo que sucedió en el día, pues aún le costaba creer varias cosas, además de que entre más pensaba en eso, su mente se preguntaba: “¿Realmente podré derrotar a Razay?”. Entonces recordó como estuvo a punto de morir una vez más en manos de Janette, la general. Empezaba a creer que tal vez podría ganarle, pero no habría posibilidad de que lo hiciera con vida.
Unos pasos acercándose a él lo sacaron de su pensamientos, dando media vuelta y viendo que solo se trataba de Lexa.
—¿Qué haces aquí tan solo? —preguntó con una sonrisa, acercándose al chico.
—Nada, solo… quería relajarme un poco y… despegar mi mente —respondió.
—Entonces te gustan los lugares tranquilos. No te culpo, a veces es hermoso estar en lugares así sobre todo por las vistas —comentó Lexa, colocándose a un lado Raúl y observando el atardecer, mientras una pequeña brisa de aire golpeaba sus rostros —La batalla fue bastante dura, ¿Cuál es tu siguiente objetivo? ¿A por Razay? —preguntó.
Raúl no quería responder esa pregunta, ya que sentía miedo de ir y toparse con Razay, por alguna razón, le volvía a causar un temor enorme, un temor que no quería aceptar —Así es —respondió finalmente. Lexa no pudo evitar cambiar su expresión a una de preocupación al oír la afirmación de Raúl —Terminaré con esto.
—Ya veo —dijo en un susurro, preocupándose por él —¿Estas seguro? No dudo de tus habilidades, pero es demasiado arriesgado ir así nada más.
—Lo sé, pero ese desgraciado ha hecho tanto daño, que no estoy dispuesto a dejarlo así mucho tiempo.
—Eso lo sé, y agradezco que te preocupes así por todos. Pero no puedo evitar sentir, algo de miedo de que vayas allá. Es cierto, tienes a tus amigos, pero… si Razay es capaz de esto, ¿cómo será en persona? —preguntó.
—No creo que eso importe, de alguna forma u otra acabaremos con él.
—Raúl, ir tan confiado es peligroso —advirtió con voz firme mientras se giraba un poco para mirar al chico.
—Lo sé, créeme que lo sé, pero si nos dejamos paralizar por el miedo será peor. Además, yo ya acepté mi muerte desde hace mucho —dijo con una determinación falsa, sabía que eso era mentira.
—¡¿Qué dices?! ¡Eso no tiene ningún sentido! ¿Por qué aceptarías algo así?
Por primera vez, el chico no sabía que responder. Nunca nadie le había cuestionado esa forma de pensar, haciendo que dudara más de si —Bueno, ¿Y que más da? No tengo nada. Mi ciudad esta en la mierda, mi gente se ha extinguido. A nadie le va importar —dijo mientras igual se giraba y miraba a Lexa de frente.
—¡¿Y qué hay de tus amigos?! ¡¿Kevin y Santiago?! ¿Y que hay de… —sus ojos se cristalizaron un poco y hubo un pequeño sonrojo en sus mejillas —¿de mi? —preguntó con voz quebrada.
Raúl se sorprendió por sus palabras, nunca se imaginó que le dijeran algo así.
—Aunque no lo creas, existe gente a la que le importas, que se preocupa por ti y te ama —Raúl sintió un pequeño dolor en su cabeza, procesando todo lo que Lexa le estaba diciendo —No queremos que te suceda nada malo. Tal vez no pueda hacerte cambiar de opinión sobre tu decisión de ir tras Razay. Pero si me gustaría que dejaras ese pensamiento, que tuvieras la seguridad de que no vas a morir. Y si crees que no tienes nada, solo mira a tu alrededor, haz cambiado la vida de miles de personas, que están agradecidas contigo y por tu gran esfuerzo —añadió Lexa con una voz quebrada y con un tono vulnerable.
Raúl no sabía que hacer, por primera vez, después de muchos años, tenía un sentimiento cálido en su pecho, nadie se había preocupado por él hasta ahora. Entonces, Lexa decide acercarse a él y abrazarlo fuertemente, mientras algunas lágrimas bajaban por su mejilla.
—Por favor… prométeme qué… regresarás con vida —pidió Lexa, soportando las ganas de soltarse a llorar, pues tenía un gran sentimiento hacia Raúl.
El chico, después de un momento de pensar en todo esto, finalmente le corresponde el abrazo, sintiéndose, protegido y amado. Nunca se imaginó que un simple abrazo, lo haría replantearse todo lo que creía que debía hacer. Esa falsa seguridad de que moriría, empezaba a desaparecer, el miedo seguía ahí, pero ya no quería hacerlo solo por que sí, esta vez tenía una razón verdadera para hacerlo.
—Lo prometo —respondió en un susurro suave, mientras dejaba salir unas cuantas lágrimas de sus ojos también, sintiéndose más tranquilo de poder finalmente, liberarse de esa carga tan innecesaria.
Ambos continuaron abrazados por un rato más, disfrutando cada momento del abrazo. Por desgracia, ese momento fue interrumpido por Avep, quien llegó volando con velocidad.
—¡Raúl, los chicos nos necesitan…! Oh —dijo Avep, dándose cuenta de que llegó en un momento inoportuno —Lamento mucho interrumpirlos.
Raúl y Lexa rompieron el abrazo rápidamente al oír a la robot, ambos con un pequeño sonrojo —N-no te preocupes, no interrumpes nada —dijo Raúl algo nervioso.
—Qué malos son para mentir. En fin, cómo te decía, los chicos nos necesitan en la plaza central, pronto iremos a por Razay —comentó Avep.
Plaza central de la ciudad Yirdigan…
Kevin y Santiago se encontraban jugando un juego de cartas, descansando después de todo el trabajo que habían hecho. Kevin tenía una carta, y Santiago tenía dos, estaban en el punto final de la partida. Entonces, Santiago, de manera confiada, colocó su penúltima carta, la cuál era un comodín.
—Eno y come 7 —dijo Santiago, seguro de que había logrado vencer a Kevin.
—Pues comes el triple —dijo Kevin, colocando su última carta, la cuál era un comodín personalizable, obteniendo así la victoria de la partida.
—¡¿Cómo?! ¡Tramposo! —se quejó.
—No es mi culpa que no hayas logrado usar bien tus comodines —dijo Kevin, burlándose de su amigo.
En eso, llegaron Raúl, Avep y Lexa. Se acercaron a Kevin y Santiago, quienes aún estaban discutiendo por su partida de Eno —¿Qué ocurre? —preguntó Raúl.
—Nada. Este cabeza de alcornoque qué hizo trampa —respondió Santiago.
—No seas chillón, usted es el que no sabe jugar. Pero en fin. Raúl, te llamamos para decirte que ha llegado el momento de irnos —dijo Kevin con seriedad, levantándose del lugar dónde estaba sentado.
—Pero esta a punto de oscurecer —comentó Raúl.
—Lo sé, pero conozco al ejército de Razay. Si no nos movemos ahora, será peor después.
Raúl pensó en su lógica, y tenía razón. Razay ya los tenía en el radar, y ahora que han liberado a prácticamente dos razas, los ponían cómo objetivo principal y de suma importancia. Si querían que Yirdigan disfrutara de su libertad y querían aprovechar la ventaja que les daba el mapa, tenían que moverse rápido.
—Muy bien, entonces vámonos —dijo Raúl con entusiasmo —Avep, revisa el mapa y dinos cuál es la ruta más rápida —ordenó.
—Enseguida —la robot sacó el mapa que tenía guardado y… —eh… esto no se ve bien —comentó con preocupación.
—¿Qué ocurre? —preguntó Lexa.
—No aparece nada, solo un punto rojo que marca al Oeste —respondió Avep.
Kevin se acercó al mapa y lo examinó con detenimiento —Lo suponía, era demasiado bueno para ser verdad —comentó.
—¿Representa un problema? —preguntó Raúl preocupado.
—No realmente. Lo que sucede es que no indica cómo tal la ruta más rápida, solo nos da la dirección de su ubicación. Prácticamente nosotros debemos crear la ruta —respondió.
—Pues con más razón debemos irnos ya —recomendó Santiago.
—Si ese es el caso, les pido por favor que vayan con Kiara, ella les dará unas cosas para su viaje —dijo Lexa.
—No te preocupes por eso, ya hablé con ella y… —Kevin se agacha y agarra una bolsa que estaba en el suelo al lado de la mesa —Me dio esto —comentó.
—Vaya, entonces están listos para irse —dijo Lexa con entusiasmo. Los chicos asintieron levemente, para luego comenzar a caminar hacia las calles de la ciudad, para posteriormente salir de ella e ir hacía la dirección del mapa —¡Raúl! —llamó Lexa, haciendo que el mencionado se detuviera y volteara a mirarla —Tengan mucho cuidado —finalizó con un tono preocupado.
Raúl solo sonrió levemente —Lo haremos —respondió para luego continuar caminando con Kevin y Santiago, siendo guiados por Avep. Y así fue cómo nuestro pequeño grupo de jóvenes, emprendieron rumbo hacía la Base Madre de Razay, y finalizar con su terrible reinado de terror y esclavitud.
Cerca de las ruinas de la base de Yirdigan…
Había una silueta femenina que iba caminando con dificultad mientras se apoyaba en la pared, tratando de encontrar un lugar dónde pudiera esconderse. Después de un rato logró encontrar un callejón, entró en él y se detuvo para dar un gran suspiro.
—Malditos… niños estúpidos… —dijo la mujer con mucha dificultad. De pronto, algo empezó a brillar en su cadera, cuando se dio cuenta de que era su comunicador, el cuál recibía una solicitud de conversación. Ella se puso tensa al ver de quien se trataba, y sin más opción, agarro el comunicador y lo activó —Señor… yo…
—Te dije que debías matarlo, ¡Y mira que fue lo que ocasionaste! —gritó una voz áspera y gruesa por el comunicador con bastante enfado.
—Señor… estuve a punto de lograrlo… pero ese Neutro tiene amistades por todas partes… —dijo la mujer, jadeando y tratando de soportar todo el dolor de su cuerpo.
—¿Qué quieres decir con eso? ¡No intentes darme excusas! Se supone que eres una de mis mejores soldados —la voz da un gran suspiro de frustración —¿Por lo menos sabes a dónde van? —preguntó.
—Lograron llevarse el mapa… creo que van por usted… —respondió.
—¡¿Se llevaron el mapa?! ¡Eres una gran estúpida! ¡¿Te das cuenta del peligro en el que nos expone eso?! —gritó con fuerza —No importa, estaré listo para darles la bienvenida en caso de que se requiera. Pero en cuanto a ti, Janette, quiero que hagas todo lo posible por ir tras ellos y los detengas, y acabes con ese Neutro. Y si vuelves a fallarme. Acabare contigo con mis propias manos —amenazó la voz.
Janette, sintió un nudo en la garganta y un escalofrío recorrer su espalda, sentimientos que hacia mucho tiempo que no experimentaba —¿Va… a matarme…? —preguntó con voz temblorosa.
—Nos veremos después —finalizó la voz para luego terminar la comunicación.
Janette se dejó caer de rodillas, con la respiración acelerada y un miedo creciente en su interior. Esas palabras de su superior la inundaron de mucho temor, algo que no sentía desde hace 6 años atrás. La general más fuerte y amenazadora, ahora se encontraba de rodillas en el suelo débil y vulnerable —¿Qué es esto? —se preguntó, no quería aceptar su estado actual.
Rápidamente, intentó reincorporarse y mantener el control, poniéndose de pie y analizando la posible ruta de los chicos. Tenía que planear algo grande si quería mantenerse con vida —Sí o sí tendrán que cruzar por Nikervam si quieren llegar rápido —dio un gran suspiro, tratando de relajarse por completo —Tengo tiempo de prepararles un regalo —finalizó Janette con su característico tono de voz, fuerte, intimidante y decidido.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top