XI

Raúl, Kevin y Avep llegaron a la dirección que Santiago les había dado, se trataba de un callejón oscuro y muy descuidado, lleno de polvo y no había ninguna señal del club nocturno que les mencionó.

—¿Es aquí? — preguntó Avep decepcionada.

—Ese maldito nos dio una dirección falsa —se quejó Kevin.

—Por lo menos fue una dirección falsa y no una trampa —comentó Raúl.

—Tienes razón. ¿Ahora que? Atacar así nada más no es una opción —.

—Lo sé —Analiza el lugar e intenta encontrar algo que pueda ayudarlos, ya que tiene fe en que la dirección es correcta —Avep, ¿de casualidad no tienes algún tipo de escanear o... Rayos X qué nos pueda ayudar? —preguntó Raúl.

—Creo que sí, dame un segundo —empieza a escanear todo el callejón, tratando de ubicar algo que pudiera ayudarlos. Para la suerte de todos, en un contenedor de basura hay varias huellas frescas —¡Encontré algo! —gritó Avep con alegría.

Todos fueron al contenedor y lo examinaron por unos momentos, para después, Kevin lo moviera a un lado y descubrir que detrás de este había una pequeña entrada con una escaleras que conducían hacia abajo del edificio.

—Vaya, escaleras. Supongo que el lugar está allá abajo —dijo Raúl.

—No hay opción —dijo Kevin para luego bajar por las escaleras.

Raúl, antes de seguirlo, con mucho esfuerzo vuelve a colocar el contenedor en su lugar, así para mantener la entrada oculta de los soldados de Razay y evitar que los siguieran. Mientras más bajaban, la musica se iba haciendo más clara, así que efectivamente, el club nocturno estaba ahí.

Una vez abajo, llegaron a una puerta que en la parte de arriba tenía un letrero con luces neón que decía el nombre del lugar.

—¿"Las Noches Buenas"? Supongo que es aquí —dijo Avep.

Kevin con algo de inseguridad, llamó a la puerta, no tardó mucho en abrirse una pequeña rendija en la puerta, dejando ver los ojos de una persona.

—¿Invitación? —dijo el hombre con una voz muy profunda.

—No tenemos una formalmente, venimos por que un chico nos dijo que aquí podríamos... pasar un buen rato —dijo Kevin.

—¿Un chico? Necesito más información —preguntó.

—Un tal Santiago fue el que nos dio la ubicación, no sé si sea suficiente —.

—ah, el de la mercancia, buen tipo por cierto. Esta bien, los dejaré entrar, sin embargo ustedes tendrán que seguir las reglas al pie de la letra: nada de armar peleas, nada de tráfico y sobre todo nada de andar buscando o compartiendo información... Y sobre todo divertirse. Adelante —dijo el hombre para luego cerrar la rendija y abrir la puerta.

Los tres entraron, el tipo tomó del hombro a Raúl y este se sobresaltó un poco.

—No se permiten armas, tendrás que dejar tu espada aquí —ordenó el hombre.

Raúl sin más opción entregó su Katana con inseguridad, pues de verdad le hacía falta para sentirse seguro. Después, continuaron caminando y todavía tenían que caminar por un pasillo muy oscuro, al fondo podían ver las luces neón qué iluminaban el interior. Sin embargo, algo no se sentía bien.

—¿Por que siempre colocan pasillos largos y oscuros? ¿Cuál es la necesidad? —preguntó Kevin.

—El suspenso, tal vez —respondió Raúl.

El trío seguía caminando, y entre más se entraban, la música rítmica y llena de vida se lograba apreciar cada vez más. Una vez que salieron del pasillo, vieron el área llena de personas bailando, bebiendo y riendo, mientras un Dj y varias luces neón ponían un ambiente alegre y divertido, la entrada donde se encontraban los chicos era el segundo piso.

—¡¿Se les salió un tornillo o que?! —preguntó Kevin un poco molesto.

—Se ven cómo... Si nada estuviera pasando allá afuera, despreocupados y sin temor —dijo Raúl.

—Es que... Para quE prEocupArse, TODOS prefErimOs morIrrrr alegres, AdemAs, pReOUcuparte No caMBia nada —dijo un Pachengeke qué pasaba por ahí y escuchó la conversación de Kevin y Raúl, pero parecía estar un poco pasado de copas.

Los tres se le quedaron viendo raro mientras el Pachengeke se retiraba perdiendo el equilibrio constantemente.

—Bueno, supongo que de entre toda esta bola de locos debe haber alguien que pueda ayudarnos, separemonos y nos vemos aquí en 15 minutos —dijo Kevin para luego irse por la izquierda.

Como era de esperarse Raúl y Avep se fueron por la derecha, aunque no tuvieran idea de cómo encontrar a alguien que pueda ayudarlos, darían lo mejor para buscar.

Kevin miraba por todos lados mientras caminaba entre toda la multitud que estaba hablando y bailando, lo cual le dificultaba un poco la búsqueda, pero continuo y siguió prestando mucha atención. Observaba también en las mesas donde algunas personas, las más adineradas al parecer, bebían despreocupados en su propio espacio y con mujeres a su lado que estaban muy encima de ellos.

Luego de terminar de buscar sin éxito en la planta principal, era hora de bajar a la planta inferior, que al parecer es en la que hay más gente y escándalo.

Mientras tanto, Avep y Raúl tampoco estaban teniendo tanta suerte, a pesar de no ser nada discretos con la situación por estar preguntando de persona en persona. Las opciones se empezaban a agotar.

—No parece que alguien quiera ayudarnos —se lamentó Raúl.

—Tal vez en el piso de arriba tengamos más suerte —opinó Avep.

Ambos se dirigieron a las escaleras que conducían a la planta superior, aunque no esperaban que alguien fuera ayudarlos.

Mientras tanto, Kevin llegó a la barra de bebidas, ya que el área estaba infestada de gente, ese era el lugar más relajado, además de que necesitaba tomarse un respiro.
Tomo asiento y le habló al encargado de las bebidas:

—Dame una, de la mejor que tengas —pidió Kevin.

El señor asintió y dio media vuelta para buscar entre todas las botellas, la bebida indicada para Kevin, mientras tanto este solo veía de un lado a otro, tratando de ver a alguien que pudiera ayudarlos. Poco después, una mujer de vestido morado con un escote en la pierna derecha y con una cartera café colgando de su hombro, se acercó y tomó asiento a su lado sin decir una sola palabra.

—Aquí tiene —dijo el señor de las bebidas entregándole la bebida a Kevin.

Kevin solo la recibió y agradeció, para luego tomar un poco, sin embargo, la mujer que estaba a su lado lo inquietaba un poco.

—Se nota que eres un hombre exigente —dijo la mujer. Kevin solo guardó silencio —No eres de por aquí ¿cierto? —.

—No, ¿Eso afecta en algo? —dijo Kevin.

—No, por supuesto que no. Es solo que no es muy común ver a los de tú raza por aquí —El comentario de la mujer hizo que Kevin se asustara un poco —Y eso solo puede significar una cosa —.

—¿ah sí? —preguntó Kevin.

—No debería sorprenderte, son tendencia, tú y el otro chico —.

—¿Cuál otro chico? Quizás nos estés confundiendo con otras personas —dijo Kevin.

—Claro que no, ¿Quien más a logrado liberar la Aldea Matilab? Yo solo sabía de ustedes —dijo la mujer manteniendo una actitud serena y coqueta —No puedes evitar esconderte, después de haber causado semejante caos ¿sabes? —.

—No sé que es lo que estas esperando entonces —.

—Tranquilo, yo soy de los buenos también. Al igual que ustedes solo busco liberar a mi gente —dijo la mujer para luego hacerle una señal al de las bebidas para que le llevara una bebida.

Kevin solo observaba a la mujer con desconfianza mientras bebía más.

—Es normal que me veas con desconfianza, las personas han cambiado mucho últimamente, no sabes quien es amigo o enemigo... O algunas veces ambas —recibe la bebida y bebe un poco.

—Aún así, ¿Cómo podrías ayudarnos? —.

La mujer soltó una risilla —Sé más de lo que crees sobre esta situación, sobre ti y de ese chico tan misterioso —.

—¿Que tanto sabes? —.

—Lo suficiente cómo para saber que necesitan ayuda. Nuestra ayuda —mira fijamente a Kevin con un rostro sereno —supongo que ya habrás visto la gran Deidad de la ciudad ¿no? Ese pedazo de chatarra obviamente cuida algo muy importante, y no es precisamente la base, si no algo mucho más especial —comentó para luego beber de su bebida.

Kevin sólo observa con atención mientras la mujer saca algo de su cartera para luego, discretamente darle algo en la mano. Él solo lo observó, examinando lo que parecía ser un pequeño aparato, mientras lo veía encontró un pequeño botón, con algo de miedo decidió presionarlo, entonces de este, se formó un holograma con la ciudad, como un mapa.

—¿Esto es un mapa? —preguntó Kevin.

—Así es. Si notas, en el edificio que está al lado de la Deidad, hay un punto rojo, es ahí dónde encontrarán otro mapa, pero no cualquier mapa, si no uno de la Base Madre de Razay —dijo la mujer para luego beber nuevamente.

—¿De dónde sacaste esto? —preguntó Kevin mientras apagaba el aparato.

—Como líder de los rebeldes, tengo mis métodos —.

—¿Y cómo estas tan segura de esto? ¿Cómo sé que no me quieres ver la cara de estúpido? —.

—Si hubiera querido matarte, ya lo hubiera hecho cariño —bebe un poco para luego continuar —Y bien, ¿aceptas o no? —.

Kevin se toma su tiempo para pensar, es una excelente oportunidad para ellos y tener una ventaja sobre sus enemigos, pero también podría ser una trampa.

Mientras tanto, Raúl y Avep seguían buscando y preguntando, pero no parecía haber alguien interesado en ayudarlos.

—No creo que alguien nos vaya ayudar. Todos parecen estar divirtiéndose mucho —dijo Raúl con un poco de desilusión.

—Tranquilo, estoy segura de que habrá alguien. Volvamos con Kevin, tal vez él logro encontrar ayuda —dijo Avep tratando de animar al muchacho.

Ambos dieron media vuelta y se dirigían a las escaleras para bajar con Kevin, pero Raúl iba tan pensativo qué accidentalmente chocó con una chica que caminaba por ahí, tirándola al suelo.

—¡Ay, lo lamento mucho, perdóname! —decía Raúl preocupado y apenado por la situación mientras ayudaba a la chica a levantarse.

—Tranquilo, estoy bien. Perdóname a mi, debí haber prestado más atención —dijo la chica con una sonrisa mientras se ponía de pie.

—De verdad perdóname —.

—Tranquilo, lo importante es que no se lastimo nadie —dijo la chica, quien vestía de un saco café oscuro, una falda algo corta y bufanda roja, de cabello castaño el cual llevaba un peinado un poco extraño, como si llevara unas orejeras.

—¿No te hiciste daño? Quiero decir ¿no te hice daño? —preguntó Raúl preocupado y nervioso.

—No, solo fue un pequeño golpe —la sonrisa de la chica desapareció rápidamente al ver a Raúl —Ese rostro... —se acerca a Raúl para verlo más de cerca, lo cual incomodó al muchacho —Estos rasgos faciales, nunca los había visto... No eres de por aquí ¿Acaso tú eres una clase de turista? —preguntó con alegría.

Raúl, extrañado respondió nerviosamente —Eh, sí, algo así... Supongo —.

—Increíble, hace tiempo que no recibíamos turistas, debido a ciertas situaciones bastante obvias. Sé que puede sonar tonto pero ¿Que te ha parecido la ciudad? —preguntó con entusiasmo.

—Bueno, es... Enorme —.

—¡oh! ¿Que es esa bola flotante? —preguntó la chica refiriéndose a Avep.

—Tch. ¡No soy una bola flotante! Soy un Asistente Volador Esferico Personal o de manera más corta, Avep —respondió Avep ofendida.

—Lo lamento, no fue mi intención ofenderte —se disculpó apenada —Bueno, ¿que los trae por aquí? —.

—Bueno... Solo queríamos explorar un poco el mundo que nos rodea, y ver, que fue lo que sobrevivió a la... Conquista —dijo Raúl.

—Eso está bien, pero cómo te habrás dado cuenta, todo quedó hecho un desastre, y las personas empiezan a perder la fe en que todo se solucione algún día, incluso nosotros. A pesar de vernos bastantes alegres, por dentro... —finalizó con un suspiro.

Raúl pudo notar como ese tono alegre de la chica se iba desvaneciendo mientras decía estas palabras. La chica rápidamente intento subir el ánimo, así que con esfuerzo, volvió a sonreír y miro a Raúl a los ojos.

—Oye, pareces alguien agradable, ¿te gustaría acompañarme en la pista de baile? —invitó la chica con dulzura.

La chica solo lo miraba fijamente a los ojos, con un pequeño esplendor de esperanza. Raúl se puso algo nervioso, jamás en su vida había bailado, además de que no era momento para divertirse, pero no quería ser grosero, así que piensa detenidamente su decisión.

—¿Y bien? —.

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