VI

Kevin daba golpes al aire, tratando de darle al chico, pero este trataba de esquivarlos, aunque era difícil.

—¡¿Quieres dejarte golpear?! —.

—¡la verdad no! —respondió el chico esquivando los potentes golpes.

De vez en cuando, Kevin lograba golpearlo en el rostro, pero el muchacho seguía de pie. No parecía que fuera a ceder tan fácilmente.

Kevin, en un ataque de ira, golpea nuevamente el pecho de Raúl, quien sale disparado por los aires y del edificio en el qué se encontraban, cayendo nuevamente. Pero esta vez, no perdió el aire y sus pulmones aguantaron el impacto del golpe.

—¡¿Cómo carajos aguantas tanto?! —gritó Kevin molesto mientras se dirigía hacia Raúl para una embestida. Realmente estaba furioso, pues ningún rival al qué se haya enfrentado antes había soportado tantos golpes suyos, pues al ser el Matilab más fuerte, los mataba sin problema alguno.

Raúl, al ver que ese sujeto se acercaba rápidamente, se levantó igual de rápido e intento esquivar la embestida, pero no lo logró. Kevin lo alcanzó, que por la fuerza y velocidad, salió disparado nuevamente, impactando con un muro de otro edificio, atravesando este.

—¡Ni se te ocurra levantarte! —gritó Kevin.

—¡Oblígame! —respondió Raúl mientras se trataba de levantar.

Kevin fue una vez más hacia el chico. Pero antes de que llegara, Raúl empezó a correr, adentrándose más al edificio, que tenía pinta de almacén.

Kevin, rápidamente fue tras el chico. Mientras que Raúl tenia que pasar por los pasillos, él solamente atravesaba sin problema alguno las paredes, alcanzando rápidamente al chico.

—¡Qué aguantes mis golpes...! —agarra a Raúl del cabello —¡No significa qué puedas tener oportunidad de ganar! —dijo Kevin mientras azotaba a Raúl varias veces contra las paredes, para finalmente lanzarlo hasta el otro lado de la habitación en la qué se encontraban.

—Dame una buena razón para rendirme —dijo Raúl ya bastante herido, pero tratando de seguir en pie.

—Posiblemente conserves tu patética vida —.

—Hace tiempo que acepte mi muerte —dijo Raúl tratando de mantenerse en pie.

—¡Entonces deja hacerte el favor de mandarte al otro lado y dejar de perder mi tiempo! —dijo Kevin quien una vez más intentaría golpear al chico.

Raúl rápidamente sale corriendo, y sube por unas escaleras qué había en la habitación. Kevin no perdió el tiempo y fue tras él.

Ya una vez arriba, Raúl no tenia a donde correr.

—Parece que se te acabaron las rutas de escape —dijo Kevin.

—No, aún no —.

Kevin se acercó peligrosamente, pero antes de que pudiera dar un golpe, Raúl logró acertar una patada en su rostro, haciéndolo caer varios pasos lejos del muchacho.

Él chico se quedo quieto, expectante a cualquier cosa que pudiera pasar. Kevin estaba sorprendido, hace años que nadie lo golpeaba, lo cual hizo qué su ira aumentará. Sin dudarlo y ya bastante ciego por la ira, fue corriendo hacia Raúl para embestir al chico una vez más, ambos cayeron del edificio. Pero antes de que llegaran al suelo, Kevin puso al chico debajo de él para aterrizar sobre este y acabarlo de una vez por todas, impactando fuertemente en el suelo, levantando una gran cortina de polvo.

Todos los soldado qué estaban ahí fueron a ver que sucedió. Cuando la cortina de polvo se disipó, se podía ver a un hombre fornido poniéndose de pie, era Kevin, quien sobrevivió a la caída, mientras qué...

—Eso fue todo —dijo Kevin, mientras todos los demás soldados gritaban de la emoción, alabando a Kevin por su gran esfuerzo.

—F-falso —.

Kevin se preocupó al oír la voz, la cual venía de Raúl, quien estaba todo moribundo en el suelo e intentaba levantarse.

—Solo deja que... Me recupere y verás —dijo Raúl con bastante dificultad.

—¿De verdad sigues con vida? —preguntó Kevin mientras lo miraba con asco.

Raúl ya al no tener fuerzas para continuar, termina desmayado. Todos los soldados se sorprendieron, y empezaron a murmurar entre ellos, no podían creer que un enclenque aguantara tanto golpe.

Kevin, ya estresado, solo cargo a Raúl y lo lanzó frente a unos soldados.

—Encierren muy bien a este chico, me encargaré de él más tarde —dijo Kevin para luego empezar a caminar muy molesto y algo frustrado.

—Pero usted dijo que debíamos matarlo —comentó uno de los soldados.

—Ya lo sé, pero creo que podríamos sacarle mucho provecho a esta escoria —dijo Kevin mientras se marchaba del lugar.

Los soldados rápidamente acataron la orden y encerraron al chico en la prisión.

Prisión de la Aldea Matilab Norte...

Raúl abrió los ojos lentamente, parece que ya estaba recuperado de energías y fuerzas, pero no tenia ni idea de donde se encontraba.

—¡Ay! Mi cabeza da vueltas —se levanta lentamente, y luego ve unos barrotes frente a él, dándose cuenta de dónde se encontraba —¡No! No no no no, no puede ser —exclamó asustado, acercándose a los barrotes e intentando ver fuera de su celda.

Aunque fuera una prisión, esta estaba sola, él era el único que estaba ahí, con vida. Rápidamente empezó a planear como salir de su celda, pero al ser una prisión Matilabdiana, claramente estaba hecha para aguantar cualquier fuerza devastadora.

—Tardare mucho para salir de aquí... ¡¿Y mi Katana?! —gritó el chico desesperado al darse cuenta qué su fiel compañera ya no lo acompañaba.

Y no solo se dio cuenta de ello, también se preguntaba que habrían hecho con Avep. De toda su actual situación se temía lo peor.

Estación de comunicaciones, Aldea Matilab Norte...

Kevin, se encontraba comunicando toda la situación a la general Janette.

—...Para ser un simple chico, soportó perfectamente mis ataques. Aún no entiendo por que —dijo Kevin.

—Entiendo, entonces eso confirma mis sospechas —comentó Janette.

—Si no es inapropiado, me gustaría saber cuales son esas sospechas —.

—Eso es clasificado, pero basta con decirte que podría significar un gran peligro para nosotros, por eso supongo que acabaste con él como te ordené ¿cierto? —preguntó Janette.

—De hecho, quería hablar sobre esa cuestión. Verá, este chico posee una resistencia asombrosa, solo imagine lo mucho que nos ayudaría tenerlo de nuestro lado —recomendó Kevin con algo de entusiasmo.

—Si, no estaría mal. Pero no creo que el gran Razay lo acepte, además es muy obstinado, ¿crees que de verdad aceptaría unirse a nosotros? Como te dije, representa un grave peligro —dijo Janette.

Kevin se quedo callado por unos segundos, la general tenía razón, realmente representaba una amenaza, y la única forma de acabarla era matarlo. Solo guardó silencio, y espero a que la general continuara.

—Ahora dime, ¿cómo vas con el grupo de rebeldes? —preguntó Janette.

Kevin se sorprendió por la pregunta, parecía que no deseaba hablar del tema, y Janette se dio cuenta.

—¿Lograste dar con ellos? —.

—No, aún no sabemos dónde podrían estar escondidos —dijo Kevin con algo de desánimo.

—¿No lo sabes... O los estas ocultando? —preguntó Janette.

Kevin, al oír la pregunta solo intentó apartar la mirada, realmente quería evitar hablar del tema.

—Se nota que aún no la superas.  Eso te perjudica y nos afecta bastante —comentó Janette.

—No es eso, de verdad no se donde pueden estar —contestó Kevin rápidamente, Janette solo guardó silencio, pensando en la situación.

—Confiaré una vez más en ti. Pero si me llego a enterar que los estuviste manteniendo escondidos, déjame decirte que las consecuencias no serán muy agradables qué digamos —observa fijamente a Kevin de una manera amenazadora —Intensifica la búsqueda, no dejes que nadie se entere del chico y acaba con él, ¿ha quedado claro? —ordenó Janette.

—Si, general —contestó Kevin.

—Bien, mantente comunicado e informe cualquier novedad o situación —dijo Janette.

Kevin, sin más que decir solo asintió y finalizó con la comunicación. Analizando su situación, parecía que una montaña de dudas inundaba su mente, "ese chico no llegó de pura casualidad, su presencia debe tener un significado". No paraba de pensar, pero ahora el tiempo era importante invertirlo bien, así que salió de la habitación, mientras que cada vez, dudaba más de si mismo.

Fuera de la aldea Matilab Norte, Falda de la Montaña Cáliz...

Una persona encapuchada se encontraba saliendo de la aldea, cuidando qué nadie lo siguiera. Ya era de noche, así que no fue problema para la persona pasar desapercibida, así que continuo caminando hacia la falda de la montaña.

Más adelante, parecería qué el camino se había terminado, a simple vista. La persona entró en un montón de arbustos y continuo por un camino mucho más oscuro, y que debido a la noche, era bastante complicado ver por donde pisaba uno. Pero la persona ya había pasado por ahí bastantes veces, se sabía el camino de memoria.

Unos minutos más tarde, salió de la parte oscura, llegando a una pequeña parte en la qué la luz de la luna iluminaba, llegando así a una puerta de madera qué daba acceso al interior de la montaña. Se acercó a la puerta y la golpeó suavemente, entonces alguien, con voz grave respondió desde el otro lado:

—Ahora estamos cerrados, ¡váyase! —.

—F7-n891 —respondió la persona.

Hubo un momento de silencio, pero luego abrieron la puerta, la persona encapuchada entró rápidamente, cerrándose la puerta a sus espaldas.

Continuó por un pasillo largo y rocoso, que era iluminado con antorchas. Luego de un rato, llegó al final del pasillo, donde otra puerta le cortaba el paso, así que nuevamente llamó a la puerta, pero esta vez se abrió enseguida, dejando ver a un hombre delgado, quien había abierto la puerta.

—Vaya, regresaste pronto Kris, eso significa que tienes noticias —comentó el hombre de la puerta.

—Así es, y son muy importantes —contestó Kris.

—¿Y que esperas? ¡Rápido! Ve e informa a la jefa —dijo el hombre de la puerta haciéndose a un lado, dándole paso al encapuchado.

Kris siguió caminando, por un pasillo más corto, llegando finalmente, al corazón de la montaña, la base de los rebeldes.

Aquí todos están de un lado a otro, ya sea para curar a rebeldes heridos, para crear armas, compartir alimentos o preparándose para el cambio de turno, ya qué son varias las personas quienes salen y espían en la aldea para averiguar como acabar con los soldados qué les robaron su libertad y otros cuidan qué ningún soldado de Razay los ataque por sorpresa.

Kris se quitó la capucha, ya una vez adentro ya estaba seguro, este era un joven de pelo largo recogido con unas trenzas qué colgaban detrás de su cabeza. Rapidamente se movió entre las personas que habían allí, llegando a la habitación de la jefa.

Este entró con cuidado, sin hacer mucho ruido, ya qué la jefa, suele molestarse con facilidad, esta se encontraba examinando un mapa actual de la aldea qué se encontraba en la pared, planeando alguna forma efectiva de acabar con ellos.

—Señorita Max, traigo noticias —dijo el joven con respeto.

Max, quien era la jefa, aun se encontraba examinando el mapa.

—¿Qué clase de noticias? —preguntó Max.

—Eso depende desde el punto de vista qué quiera verlo —.

—Dilas rápido —ordenó con molestia.

—Si, esta mañana un joven desconocido llego a la aldea y se enfrentó a los soldados —Max se giro rápidamente observando directamente al joven —además de que le dio lucha a Kevin —finalizó Kris.

—¡¿Qué mierda dijiste?! —gritó Max bastante sorprendida.

—Así es, de hecho, terminaron encerrando al chico por que no logro matarlo, soporto todos los ataques, además de que parece que quieren utilizarlo para algo —.

Max se quedó en silencio, tratando de procesar toda la información. Ella conocía a Kevin, sabía de lo bestia qué podía llegar a ser, era algo sorprendente qué un random soportará los golpes de ese hombre.

—¿De qué raza era el chico? —preguntó Max.

—No coincide con ninguna de las razas actuales, no posee una fuerza física de Matilab, tampoco es muy inteligente que digamos, y no posee el poder sagrado de los Nauricos, seguramente sea un neutro, aunque eso sería muy improbable —.

—¡¿Un neutro?! Los neutros dejaron de existir cuando el mundo se volvió un infierno —se queda callada unos momentos, analizando todo —Pero... sea cierto o no, es evidente qué ese chico es algo muy importante para ellos —.

—Instrucciones —pidió respetuosamente el joven.

—Prepárense, ese chico tal vez nos sirva de algo —ordenó Max.

Prisión de la Aldea Matilab Norte...

Raúl se levantó y fue al fondo de la celda y preparándose para correr, tal parece que intentará tirar la celda tomando impulso.

—Voy a salir de aquí sí o sí —dijo Raúl para si mismo mientras se preparaba.

Miró fijamente la celda, lo único que lo alegaba de su libertad. Empezó a correr hacia la celda, con la determinación suficiente como para tirarla y cuando se impactó en la celda...

Solo chocó, no tiro la celda.

—¡Ay! Mierda —se quejaba mientras daba vueltas por el suelo por el dolor tan insoportable qué tenia en su brazo derecho debido al impacto.

—Puedo ver que se te acabaron las ideas —dijo una voz bastante familiar, que se acercaba a la celda de Raúl.

Él chico guardó silencio tratando de recordar a quien le pertenecía dicha voz, luego de unos segundos, se dio cuenta que era Kevin.

—¿Ya llegó la hora de mi ejecución? —preguntó Raúl.

—Técnicamente, pero antes me gustaría conversar un poco contigo —dijo Kevin mientras agarraba una silla qué había en la habitación y sentó enfrente de los barrotes de la celda de Raúl.

—¿Hablar? —.

—Si, no creo que te sirva de algo ocultar información que no te servirá del otro lado, aunque también dudo que sepas algo —dijo Kevin.

Raúl solo inclino un poco la cabeza, dando a entender que tenía razón.

—Primero... ¿Quien eres? —.

—¿De qué te serviría saber quien soy? Si de todas maneras vas a matarme —dijo Raúl.

—Bueno... Normalmente asesino a mis adversarios sin saber quienes son. Deberías sentirte privilegiado por darte la oportunidad de contarme quien eres —dijo Kevin.

—Bueno, ya qué insistes. Yo soy un Neutro, y vengo de la ciudad Lestars —respondió Raúl.

—¡¿Neutro?! —Kevin no pudo evitar gritar, era algo sorprendente para él —¡pero eso es imposible, los neutros murieron hace siete años, en la gran conquista! —dijo.

—Pues soy un sobreviviente, y el último de mi raza al parecer —.

Kevin solo guardó silencio, pensando en la respuesta del chico. En ese momento solo se preguntaba como es que alguien podría haber sobrevivido por tanto tiempo.

—Sin duda eres un chico bastante intrigante. Sobrevivir más de siete años solo, eso no es algo de todos los días —.

—La verdad no se si sentirme halagado o desafortunado —dijo Raúl.

—Un poco de ambas, ahora dime, ¿Por que viniste aquí si podías irte a cualquier lugar para aprovechar tú libertad? —preguntó Kevin.

—Si te soy sincero, no lo sé —respondió Raúl con una leve sonrisa.

—Eso es lo más estúpido qué he escuchado. Todo tiene una razón, un por que, nada sucede al azar —se quejó Kevin.

—Bueno, pues yo soy la excepción —agregó.

Kevin nuevamente se quedó pensando, y tal parece que las ganas de matarlo se le iban, el chico era alguien muy intrigante, y extraño. Kevin iba a preguntarle algo más, pero por desgracia, un ruido bastante fuerte interrumpió el interrogatorio, ambos miraron hacia arriba, que era de donde había provenido el ruido.

—Eso no escuchó muy bien —se pone de pie y empieza a irse de la celda —Hablamos luego, no intentes escapar —dijo Kevin para luego irse del lugar.

—No te preocupes, aunque quiera dudo mucho poder hacerlo —dijo Raúl.

Fuera, en la entrada de la prisión, estaba un Matilab con capucha negra, pero se le podía ver una cicatriz en el ojo izquierdo, esperando a que Kevin saliera. Luego de unos segundo salió este.

—¿Lo escuchaste? —dijo Kevin.

—¿Por que otra razón estaría aquí? —contestó el tipo.

Hubo un momento de silencio incómodo, para que luego Kevin preguntara:

—¿Es un ataque? —.

—Los rebeldes siguen teniendo esperanzas de poder contra nosotros —contestó el tipo.

—Malditos rebeldes, quiero que tú vayas y atrapes a todos los que puedas, así podremos saber donde carajos se esconden, y si se resisten, acaba con ellos —ordenó Kevin.

—Bien, pero dejame pedirte un favor —hubo un momento de silencio, que indicaba qué podía pedir el favor —dejame acabar con ella —dijo el tipo.

—¿Otra vez con tus cosas Xemnis? —preguntó Kevin.

—Es que ya sabes, tantas veces tuviste la oportunidad de matarla y acabar con los rebeldes, pero por alguna razón, siempre consigue escapar —dijo Xemnis.

—Ya veo a donde quieres llegar, solo has lo que te ordenó —.

—Esta bien, me limitaré a eso, pero si me enteró de que nos traicionaste, créeme qué no dudare en reclamar tu puesto —amenazó Xemnis.

Kevin no dijo nada más y continuo caminando, aunque ahora sentía una gran presión sobre él, ya era la segunda amenaza qué recibía. Pero tampoco quería acabar con los rebeldes ni su líder, quien aún ama.

Centro de la Aldea Matilab Norte...

Una gran explosión sacudió la aldea entera, alertando a todos los soldados, quienes rápidamente llegaban al área, pero eran sorprendidos por los rebeldes, quienes sabían ocultarse entre las sombras.

Increiblemente, los rebeldes estaban obteniendo la ventaja, acabando con la mayoría del escuadrón qué había llegado.

La líder, Max, se encontraba luchando entre este grupo de rebeldes, quienes vestían de ropa negra y un pasamontañas negro.

—¿Por donde se lo llevaron? —preguntó Max mientras luchaba contra 3 soldados.

—Si mal recuerdo, debe estar por la torre menor —contestó Kris.

—Entonces hay que subir —da una patada en la cara de uno de los soldados para luego salir corriendo hacia la torre menor —¡Cubran la espalda! —dijo Max mientras corría.

—¡De acuerdo! —respondió el chico de trenzas mientras seguía a Max.

Planta mayor de la Torre Menor....

Kevin y Xemnis llegaron a la planta más alta de la torre para obtener un panorama de la situación.

—Tal parece que están más decididos qué nunca —opinó Xemnis.

—Bueno, ya sabes que hacer —dijo Kevin.

—Sí, ya lo sé, pero a ti también te recuerdo cuál es tu deber —dijo Xemnis para luego retirarse del lugar.

Kevin por medio de un comunicador daba las ordenes qué los soldados debían seguir si querían sobrevivir a este ataque sorpresa.

—Los Matilab y Pachengekes concéntrese en defender, los Nauricos eviten qué los rebeldes avancen —ordenó Kevin.

La situación, debido a que es algo apresurada, no se mira nada bien.

Ya algo cercas de la Torre Menor, Max y Kris iban llegando mientras peleaban contra los soldados, quienes los superaban en número.

Max no se dejo intimidar y comenzó a repartir golpes a cada uno de los soldados, quienes la mayoría eran Matilabdianos, mientras qué el chico de las trenzas se encargaba de los demás, era un Naurico de nivel bajo, así que podía encargarse de los Pachengekes y los demás Nauricos, quienes eran de su mismo nivel.

—¡Esto solo se pone cada vez mejor! —dijo Max mientras golpeaba a un soldado sin piedad.

—¡Si mejor significa un montón de soldados llegando de quien sabe dónde, entonces estoy de acuerdo! —utiliza sus poderes para estropear las alas mecánicas de un Pachengeke y hacerlo caer sobre varios soldados —pero debemos darnos prisa antes de que la cosa se complique más —finalizó el chico.

—Entonces hazme volar —dijo Max mientras le daba el golpe de gracia a un soldado.

Él chico rápidamente se liberó de la presión de varios soldados, y con su pie da un pistón bastante fuerte en la dirección de Max. Gracias a su poder, una corriente de energía pasaba por debajo del suelo, y cuando estaba debajo de Max, esta energía se liberó salvajemente, haciendo qué Max saliera disparada por los aires.

—¡Regresas viva! —.

—¡Lo haré! —contestó Max mientras volaba por los aires y tomaba cada vez más altura.

Kris continuó luchando, al igual que muchos rebeldes en toda la aldea. Todo va tan bien, si siguen así, cabe una posibilidad de que logren conseguir la libertad y liberar a los esclavos qué trabajan dentro de las instalaciones.

Max una vez que estuvo lo suficiente mente alto, con un movimiento bajaba a toda velocidad para impactar contra el techo de la Torre Menor, atravesando este sin problema y llegando al interior de la planta mayor.

Al aterrizar, todos los que estaban ahí, decidieron enfrentarla, pero ella sin mayor problema logro deshacerse de todos. Para luego intentar acceder al elevador y bajar hasta donde su objetivo se encontraba. Pero, alguien logró agarrarla del brazo, y ella en un acto reflejo, giró rápidamente para golpear al sujeto, pero este logró detener el golpe a tiempo, y ella, se dio cuenta de quien la había tomado del brazo.

—Es impresionante qué hayas llegado aquí así de fácil —dijo Kevin mientras tomaba del brazo a Max.

Hubo un momento de silencio, mientras ambos se miraban fijamente. La mirada de Max reflejaba ira y coraje, mientras qué la mirada de Kevin, reflejaba seriedad y algo de esperanza.

—Suelta mi brazo —ordenó Max con ira.

Kevin no dijo ninguna palabra, solo la veía con... ¿Ternura?

—¡Dije que me soltaras! —.

—Sigues teniendo el mismo carácter de siempre... No has cambiado —dijo Kevin.

Max empezó a forcejear para zafarse, pero la fuerza de Kevin era mayor, pero luego de un rato, decidió soltarla.

—Sabes que no pueden hacer nada ¿cierto? —dijo Kevin.

—Siempre tan estúpido —se quejó Max.

—Apenas nos volvemos a ver y empiezas con tus cosas —.

—Cállate —dijo Max.

Él ambiente, poco a poco se volvía algo tenso. Ambos solo se veían fijamente.

—¿Qué haces aquí? —.

—La razón por la qué nos persigues —contestó Max.

Kevin, aunque no lo demostrará, en lo muy profundo de él, le dolía la actitud que Max tenía con él.

—¿No vas a intentar matarme, así como hiciste con los demás? —preguntó Max de una manera desafiante.

—¿Sigues con eso? Sabes perfectamente que no había elección —contestó Kevin.

Max somo guardó silencio mientras bajaba la mirada un poco. Kevin intento tomarla de la mejilla, pero ella se alejó un poco de él.

—¿Por que? —.

—Tú lo sabes —contestó Kevin.

—No, desde que nos traicionaste no te conozco —dijo Max con molestia.

Kevin ya no reflejaba una mirada esperanzadora, ahora reflejaba una mirada algo estresada.

—¿Por que dices eso? —.

—¿Y todavía lo preguntas? ¡Nos abandonaste, y no solo eso, formaste parte de las personas que nos arrebataron todo! —dijo Max.

—Te repito que no había opción —dijo Kevin.

—Claro que había, pero decidiste estar con ellos y destruirlo todo —.

—¡Eso no es cierto! —gritó Kevin.

—¡¿Entonces por que lo hiciste?! —preguntó Max.

—¡POR QUE QUERÍA PROTEGERTE! —la respuesta dejo a Max sorprendida —¡Quería que estuvieras bien! No soportaba la idea de perderte ¿entiendes? Por eso decidí unirme a ellos, para protegerte —.

—Mientes —dijo Max.

—¿Por que mentiría? —preguntó Kevin.

—Por que si de verdad hubieras querido protegerme... No habrías hecho lo que hiciste —reclamó Max.

Kevin realmente le afectaba todo lo que Max le decía. Le tumbaba los ánimos hasta abajo.

Pero la conversación se vio interrumpida por un sonido del elevador qué indicaba qué alguien venía subiendo. Max rápidamente va hacia las ventanas para salir por ellas, ya regresaría por su objetivo más tarde.

—¡Max! —no parecía que fuera a responder —Te extraño mucho —dijo Kevin con la voz quebrada, lo cual hizo qué Max se detuviera y un sentimiento llegó a su pecho, un sentimiento que no sentía desde hace mucho.

Él silencio reinó, Kevin solo esperaba una respuesta de Max, mientras qué ella intentaba aguantar las ganas de romper en llanto, pues ella también lo extraña. Pero no puede hacer nada por el momento, ya qué su gente, esta pasando por un momento bastante crítico por culpa de Razay.

—Si de verdad lo hicieras... También lo demostrarías —finalizó Max para luego saltar por la ventana y escapar.

Kevin solo agacho la cabeza, con el corazón desanimado. Mientras que rápidamente las puertas del elevador se abren, y Xemnis con varios soldados entraron a la habitación.

Xemnis al ver que Kevin había dejado escapar a la líder de los rebeldes una vez más, rápidamente se lleno de ira.

—Lo suponía. Solo un trabajo y lo hechas todo a perder, ¿te das cuenta de lo que acabas de hacer? —preguntó Xemnis con coraje.

Kevin apretó los puños y sin dudarlo, intento golpear a Xemnis, pero este le detiene el puño y le regresa el golpe en el rostro, haciendo caer a Kevin.

—Y todavía intentas revelarte. Das vergüenza —le da una patada en el rostro de Kevin, quien estaba en el suelo —Maldita escoria, sufrirás el mismo destino qué el Neutro, pero eso será más tarde —dijo Xemnis mientras unos soldados esposaban a Kevin para llevárselo a la prisión, para más tarde acabar con él.

Las esposas estaban hechas para debilitar al sujeto, así que por más fuerza qué hiciera Kevin por liberarse era en vano. Rápidamente se llevaron a Kevin al elevador para encerrarlo y más tarde matarlo, mientras qué Xemnis, se adueña del puesto bacante y ahora, dará las ordenes.

—¿Señor? —preguntó uno de los soldados.

—Quiero que maten a cada uno de ellos, sin piedad, pero de ser posible... déjenme a la líder —ordenó Xemnis.

Rápidamente, los soldados acataron la orden y fueron tras los rebeldes. La ventaja que tenían sobre el ejército de Razay, se empezaba a esfumar.

Prisión de la Aldea Matilab Norte...

Raúl estaba sentado en la celda, aparentemente tranquilo, pero en sus adentros planeaba una infinidad de planes para escapar, aunque fueran muy malos y con resultados cuestionables.

Pero pronto, sus pensamientos se verían interrumpidos por un escándalo qué se empezó a escuchar en los pasillos. Lograba distinguir como la voz de Kevin pedía que lo soltaran, lo cuál confundió al chico. Y efectivamente, unos soldados traían a Kevin esposado a su celda mientras este intentaba zafarse.

Uno de los soldados abrió la celda y el resto arrojaron a Kevin a la celda, para luego cerrarla y retirarse.

Raúl estaba muy confundido, ¿Por que estaba ahí? Kevin se levantaba poco a poco a la vez que se iba recuperando, observando a Raúl.

—¿Qué pasó? —preguntó el chico extrañado.

Kevin lo miró por unos segundos, luego, su mirada cambio drásticamente a una furiosa.

—Tú... —se levanta y agarra a Raúl del cuello, ahorcando fuertemente a este mientas lo empuja contra la pared —¡Todo es tu culpa! Desde que llegaste solo han sido problemas —reclamó Kevin.

—¡E-es-espera, n-no... Puedo respirAr —trataba de decir Raúl con mucha dificultad mientras intentaba quitarse, o al menos detener las manos de Kevin.

—¡Ahora gracias a ti todo esta perdido! ¡Va a morir por tu culpa! —dijo Kevin con ira.

Raúl no entendía lo que estaba pasando, pero tampoco podía hacer nada al respecto. Entonces Kevin en un ataque de ira, prepara el puño con todas las intenciones de acabar con él.

Raúl ya estaba resignado a morir.

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