Capítulo 7: Celos por un metalero (1/2)


Como mencioné en la descripción, el fanfic incluye ships secundarios entre otros personajes, cosa que puede ser peculiar para otros, pero no protagonizarán como ship principal.

______________________

Dos días después hubo algo distinto, en esta ocasión no tenía a Larry a mi lado.

Él había decidido quedarse con nuestro padre para hablar y a pesar de entender su decisión, no podía evitar sentirme inquieto.

No me gustaba dejar a Melodie sin su seguridad habitual, aunque técnicamente no estaría sola... Digo, teníamos al chofer de emergencia y solo iríamos a su estudio como es costumbre, solo que primero pasaremos a una plaza de su agrado.

—¿Seguro que no quieres ir con Larry? —preguntó Melodie mientras íbamos camino al centro comercial.

Miré por la ventanilla observando la gran ciudad pasar.

—No debo dejarte sola— dije sin rodeos.
Ella sonrió y parecía que mi respuesta le agradó de alguna manera.
—Estoy en buenas manos— respondió, inclinándose levemente hacia mí —Y además, tú también tienes cosas en las que pensar, ¿no?

No respondí de inmediato, ya que tenía razón. Pero preferí no seguir con ese tema...

—¿A qué tienda quieres ir primero? —pregunté para cambiar la conversación.
— Hmm... A la de música, es que quiero ver si tienen disponible un álbum de Twice que me gusta.
—¿No puedes pedirlo en línea?

—Sí... Pero me gusta la experiencia de ir a buscarlo en persona.

Asentí, supuse que tenía sentido, yo hago lo mismo con mis álbumes favoritos.

Mientras caminábamos por el centro comercial la conversación derivó en algo más personal.

—¿Nunca te preguntaste por qué me fui de casa tan joven? —preguntó de pronto.
—Supuse que querías independencia.

—Sí, pero también porque mis padres solo parecían estar ahí cuando me convertí en alguien rentable.

Me detuve un segundo y la miré. No había amargura en su voz, pero sí una resignación que no me gustó escuchar.

—¿Qué quieres decir?
—Me apoyaron con la música, pagaron mis clases y todo eso... pero solo porque sabían que era una inversión. Cuando cumplí 18 y ya tenía un nombre en la industria cambian de repente a volverse más cercanos.

Fruncí el ceño.

—¿Qué les pasa?

—Así son ellos. Nunca me hicieron daño ni me faltó nada, pero tampoco sentí que realmente estuvieran ahí para mí.

No supe qué responder de inmediato, siempre había pensado que Melodie tenía una vida perfecta, que su infancia había sido un contraste total con la mía.

Ella también tenía vacíos solo que de una forma diferente.

—Aún así lo lograste —dije al final—Aseguraste tu futuro y saliste adelante.

Me sonrió con suavidad.

—He tropezado varias veces, pero sí, creo que me ha ido bien... aún teniendo que lidiar con el ojo de la tormenta.

Rodé los ojos.

—Eso es un problema.
—Definitivamente.

Seguimos caminando, y aunque la charla no fue particularmente dramática, eso me dejó pensando.

Tal vez, después de todo, teníamos más en común de lo que creía. Entonces mi teléfono vibró y supe de inmediato que era Larry.

—¿Cómo te fue? — le pregunté.
—Bien... mejor de lo que pensé— Su voz sonaba algo cargada de emociones e intentando simular tranquila —No te voy a mentir, fue duro... Al principio ni siquiera sabía qué decirle.

—¿Y él?
—Lloró mucho — respondió, haciendo una pausa—Yo también...

Me quedé en silencio asimilando sus palabras.

—Se disculpó, Lawrie.... En serio, no fue una de esas disculpas a medias, ni intentó justificar nada, él solo... se quebró. Y dijo que nunca se lo va a perdonar, piensa en eso todos los días.

Tragué saliva sin saber cómo responder.

—Sé que tú no estás listo, no te voy a decir qué hacer, solo quiero que sepas que ya no es el mismo hombre de antes... O al menos eso quiero creer— agregó.

Suspiré.
—Lo voy a pensar.
—Está bien. Tómate tu tiempo.

Colgué la llamada y me quedé viendo la pantalla por unos segundos.

Antes de que pudiera procesarlo todo, el teléfono de Melodie vibró. Lo sacó de su bolso y al ver la notificación, puso una expresión divertida.

—¿Qué pasa?
—¡Draco nos ha invitado a la fiesta de cumpleaños número cinco de Mustaine!
—¿Quién es Mustaine?
—Es su mascota lagarto jajaj, lo trata como su hijo.
—...¿Es en serio?— dudé arqueando una ceja.
—Sabes que a él le gusta hacer fiestas por cualquier cosa y mascota no es la excepción.

Resoplé con incredulidad. Claro, Draco y sus exageraciones.

En ese momento, recibí un mensaje de Larry respecto a la fiesta, parece que lo animó al instante:
"¡También me invitó! Pearl y yo llevaremos postres especiales para su mascota :D"

—Parece que todos estaremos ahí— comenté.
—Entonces habrá que prepararnos para el fin de semana.

No hay problema, lo ajustamos.

________________________

--Sábado de tarde en casa de Draco...--

El metalero nos recibió con su actitud confiada de siempre, vistiendo una camisa negra con una imagen de un dragón, acompañado de sus brazaletes con púas y piedras preciosas en sus brazos, algo que resaltaba su estilo extravagante pero de buen gusto.

La fiesta ya estaba en marcha con música de rock y metal retumbando desde enormes bocinas. El ambiente era "relajado", con invitados conversando y bebiendo bajo el cálido cielo de la tarde.

Mientras Melodie y yo nos adentrábamos en la fiesta, los integrantes de la banda Bad Randoms llamaron la atención.

Reconocí al punkero de los Grammys, el mismo que me había caído mal por su comentario sobre Melodie con Draco.

Él venía acompañado de Poco, el mariachi con maquillaje de calavera, estaba a su lado con su inconfundible presencia. Su novia, Emz, una zombie de cabello morado y con gran sentido de la moda, se acercó rápidamente a saludar a Melodie con entusiasmo, ya me había hablado de ella y son buenas amigas.

Stu, el motociclista extremo, también estaba presente conversando con Draco. Sabía que era el prometido de Nani, mi ex pareja, y que ella no había podido asistir porque estaba cuidando de su sobrina Jessie.

—¡Mucho gusto, Lawrie!— Stu me saludó con un puño— Nani me ha hablado de ti.
—Espero que bien— respondí con una leve sonrisa.
—No te preocupes, no eres el ex problemático— bromeó Stu con una carcajada y me reí un poco.

No tuve oportunidad de responder otra cosa porque en ese momento Emz se acercó a mí con curiosidad.

—Hola, Lawrie— me miró con picardía—¿Tú y Melodie ya traen algo?
—¿Q-qué?— Parpadeé, sintiendo un leve calor en el rostro, pero intenté disimularlo rascándome la nuca —No, no... solo somos amigos de trabajo.

La mencionada soltó una risa suave y le dio un sorbo a su bebida antes de responder.

—Es mi guardaespaldas, pero nos conocemos desde hace años.

Emz sonrió con complicidad.
—Ajá... pero se ven muy cómodos juntos.

Suspiré, sintiéndome algo incómodo con la conversación, pero no podía negar que en los últimos días había sentido algo diferente por Melodie. Aun así no quería pensar demasiado en eso ahora.

La música seguía sonando, Draco ya traía más bebidas en las manos y la fiesta apenas comenzaba.

La fiesta seguía su curso con el estruendo del rock y el metal de fondo. La música estaba fuerte, pero aún así, podía escuchar las conversaciones entre los invitados cuando me movía por la casa.

Me dirigí hacia la mesa de bebidas para servirme algo, intentando mantenerme alerta como siempre.

Fue en ese momento cuando al doblar por un pasillo que llevaba a otra habitación, escuché una voz familiar que me hizo fruncir el ceño.

—Vamos, bro, ¿qué tan difícil puede ser?— La voz de ese Buzz, el punkero de Los Bad Randoms, sonaba tan relajada pero siempre acompañada de ese tono burlesco y engreído que ya me tenía harto desde los Grammys —Digo, la tienes aquí... es tu fiesta, mínimo invítala a bailar o algo!

Detuve mis pasos sin hacer ruido, quedándome junto a la pared sin ser visto.

—Buzz... — Draco suspiró, y por su tono, parecía más cansado que molesto —No es así de simple.
—¿Por qué no? No me digas que todavía sigues en plan de ex novio amigable... Vamos, bro, si la invitas a bailar te aseguro que en menos de una semana están juntos otra vez, sabes que no encontrarás a otra chica como ella, no hay nadie igual a Melodie, ¿De verdad desaprovecharías eso? Yo en tu lugar ya la habría recuperado.

Sentí mi mandíbula tensarse, el imbécil volvía con el mismo tema.

—Mira... —Draco sonaba más serio esta vez — La fiesta es sobre Mustaine, ya después u otro día hablamos de ella, ¿Va?

—Entonces, ¿qué? ¿Eres un santo ahora? ¿Un ex ejemplar? ¿O acaso el guardaespaldas se te adelantó?

Fruncí el ceño con fuerza.

—No digas estupideces— respondió Draco con una risa notoriamente incomoda —No estoy jugando a nada de eso... solo quiero que ella y los demás se diviertan.

—Tú sabrás... —Buzz chasqueó la lengua —Pero piénsalo bien, te lo digo porque me preocupa cómo andes, ya sabes, mi metalero feliz y aún mejor con su chica.

Mis dedos se apretaron contra el vaso que sostenía, él hablaba como si Melodie fuera un trofeo que alguien tenía que ganar, qué idiotez dice.

Respiré hondo tratando de controlar mi molestia. No valía la pena armar un problema en esta fiesta, pero si ese imbécil volvía a hacer otro comentario como ese, me iba a costar mucho mantenerme tranquilo.

Decidí hacer ruido con mis pasos para que supieran que alguien estaba ahí y pasé por el pasillo como si nada como si tratara de buscar algo. Draco me vio primero, con algo de sorpresa, mientras que el otro solo sonrió con diversión.

—Vaya, vaya, mira quién está aquí —soltó con tono burlón —¿Nos estabas escuchando, señor Ley?
—No, solo buscaba el baño— respondí con frialdad.

—Está hasta el fondo a la derecha— respondió Draco con más calma.
—Gracias— me dirigí hacia allá, fingiendo que de verdad quería hacer mis necesidades.

En mi mente su estúpida voz de engreído en esa charla seguía dándome vueltas... Pero sacudí la cabeza tratando de olvidar el enojo.

A los minutos regresé en cuanto ya no estaban presentes en el pasillo.

La fiesta estaba en pleno apogeo y, desde donde yo me encontraba, podía ver a Melodie disfrutando con sus amigas. La vi bailando y riendo, y entre ellas, con Pearl, la amiga bajita y de complexión regordeta, que lucía un hermoso vestido de cuadros beige de estilo campestre y un sombrero a juego. Noté que mi hermano la admiraba desde un sofá, parecía que en algún momento iría a danzar con ella.

Mientras tanto, en una de las estancias principales de la mansión, Draco había preparado algo insólito para la celebración: un pequeño escenario improvisado para dedicar un especial de canto a su mascota, un lagarto que descansaba en un gran sofá, luciendo un gorrito de cumpleaños y mirando hacia la nada.

La atmósfera se llenó de expectación cuando Poco anunció que iba a dedicarle un canto mariachi titulado "Hermoso Cariño", una canción de Vicente Fernández.

Con la voz llena de emoción, Draco comenzó a entonar los primeros compases, e invitó a los demás a unirse a la interpretación de las estrofas. Fue entonces cuando, entre los vítores y algunos silbidos, escuché a Poco llamándome.

Él, siempre tan animado y con ese acento que lo delataba el ser mexicano le daba un toque único, y se acercó a mí con una sonrisa cómplice.

Me sentí repentinamente nervioso; mis manos comenzaron a sudar y mis mejillas se pusieron rojas. Con timidez, me uní a ellos en el escenario improvisado. Poco me hizo un gesto para que tomara el micrófono, y juntos comenzamos a cantar.

Con la voz un tanto nerviosa, lancé mis primeras palabras:
—🎶Hermoso cariño... Hermoso cariño, ya estoy como un niño, con nuevo juguete, contento y feliz...🎶

Y él en perfecta sintonía, se encargó de la segunda voz, animando el ambiente y elevando el coro entre risas y aplausos del público. Cada vez que me sentía más expuesto, escuchaba a Melodie gritar desde la multitud:
—¡Lawrie, cantas increíble!

Esos gritos me hacían sentir una mezcla de vergüenza y ternura. Por un momento, el nerviosismo se transformó en algo reconfortante, como si toda la tensión se disipara con cada nota.

La gente a mi alrededor aplaudía y silbaba, y hasta Draco con su mirada orgullosa, parecía disfrutar de la escena.

Mientras seguíamos cantando la energía en la sala se volvía cada vez más contagiosa. Poco seguía animando, y yo, a pesar de mis temblores, me dejé llevar por la música.

Aquella experiencia, tan inesperada, me hizo darme cuenta de que tenía una voz afinada, algo que había aprendido en el club de música de mi escuela y que, de alguna manera, me conectaba con un lado de mí que siempre había mantenido en silencio.

Aun cuando el coro terminó, el eco de la canción seguía vibrando en mi interior, y en ese instante, mientras la multitud aplaudía y los ánimos se elevaban, me di cuenta de que, a pesar de todas las dudas y temores, momentos como ese me hacían sentir vivo y, sobre todo, cercano a Melodie.

__________________________

El metalero se subió a una pequeña tarima improvisada con su copa de vino en alto, luciendo exageradamente solemne mientras miraba a su mascota quien seguía en su enorme sofá con su ridículo gorrito de cumpleaños.

No sé si el lagarto siquiera era consciente de la celebración... pero Draco lo miraba como su hijo primogénito.

—¡Amigos, hoy celebramos el quinto cumpleaños de mi fiel compañero, Mustaine! —exclamó con emoción teatral— No todos los días se tiene el honor de compartir la vida con un lagarto tan distinguido. Ha estado conmigo en los mejores y peores momentos... y aunque sé que en el fondo solo me tolera porque le doy comida, quiero creer que me quiere!

Hubo risas entre los invitados, admito que el discurso tenía algo de ternura en medio de lo absurdo.

—Así que, por él, por la vida y por todo lo que el rock nos ha dado... ¡BRINDEMOS!

Alzamos nuestras copas y bebimos. El vino fue servido por un elfo llamado Angelo quien era fácil de reconocer: cabello verdoso, traje morado oscuro y un porte elegante. Sabía que tenía una de las bodegas de vino más populares de la ciudad.

Yo no bebo vino con frecuencia, pero Draco poco a poco me estaba acostumbrando a ello.

—Draco prácticamente vive de vino. Si pudiera, desayunaría esto todos los días— bromeó la surcoreana.

Larry que ya había tomado un sorbo con gusto, sonrió y miró a Draco.

—¡Yo también amo el vino!

Y entonces, sin previo aviso, Draco y Larry se miraron y gritaron con voces agudas:
—¡TWIIINS!

Se abrazaron exageradamente, como si fueran mejores amigas de la infancia reencontrándose después de años.

Me quedé mirándolos, desconcertado por lo bien que se llevaban en tan poco tiempo. No pude evitar reír levemente. Él en cierta forma me recordaba a mi hermano, solo que con un toque más caótico y sin filtro alguno.

________________________

Y hablando de caótico... No estaba seguro en qué momento todo empezó a volverse así.

Draco, Larry y Poco se habían apoderado del karaoke y cantaban cualquier cosa a gritos, abrazándose como si fueran hermanos de toda la vida.

—🎶¡AMIGA, TÚÚÚÚ! ¡LA MISMA DE AYER, LA INCONDICIONAL!🎶—

—🎶¡CAMINO POR EL BOULEVARD, YENDO A LA CASA DE DAMIÁN!🎶—

🎶—¡SI ME PREGUNTAN POR TI, OH-OH, DIRÉ QUE ES MENTIRA QUE TODA UNA VIDA HE SOÑADO CONTIGO, YO SUEÑO CONTIGO!🎶—

Y una de las hilarantes pero buenas interpretaciones que hizo mi hermano en ese estado fue cantar "Entre caníbales" de Soda Stereo. Poco sacó su guitarra de repente al reconocer la canción y la replicó, todos soltaron silbidos y aplausos antes de que mi gemelo comenzará su espectáculo.

A Larry le gustaba mucho la música hispana en su adolescencia y hasta el día de hoy sigue enamorado de ello.

Alrededor en la mesa donde me hallaba, varias botellas de vino estaban casi vacías, y el ambiente de la fiesta se sentía más desinhibido.

Y el idiota de Buzz apareció de repente a mi lado con una sonrisa que no me gustó del todo.

—Mira, hermano... creo que empezamos con el pie izquierdo— dijo apoyando un brazo sobre mi hombro —No quiero nada de rollos contigo, en serio. Estamos en casa de mi querido amigo Draco, la idea es relajarnos, ya sabes, disfrutar del momento.

Le lancé una mirada desconfiada a sus ojos color verde, pero decidí no ser tan amargado. No significaba que iba a confiar en él, pero tampoco quiero ser el tipo que arruina la fiesta.

—Como sea...— respondí.

Y me pasó una copa.
—Pruébalo, es una Margarita, cortesía de Poco! Te va a encantar.

Le di un sorbo, estaba deliciosa, era bastante dulce, cítrica y refrescante.

Antes de darme cuenta, la copa estaba vacía.

Y no sabía que llevaba tequila.

A los minutos, empecé a sentir mi cuerpo más ligero, mi cabeza un poco nublada, pero extrañamente relajada. No me sentía mal... al contrario, me sentía bien... Demasiado bien.

Me recosté en la mesa con los codos apoyados, viendo cómo todo se movía de una manera curiosamente divertida. Fue entonces cuando ella apareció a mi lado y me miró con algo de preocupación.

—¿Estás bien, Lawrie?

Levanté la cabeza y solté un pequeño hipo.

—¿Yo? Estoy... genial— dije con una sonrisa más grande de lo normal.

Ella arqueó una ceja, claramente sorprendida de verme así.

—Tu cara está roja. ¿Cuánto bebiste?
—Sólo... sólo una copa— hice un gesto con los dedos, como si intentara mostrar lo "poquito" que era—Pequeña... Muy pequeña.

Melodie se cruzó de brazos, mirándome con diversión.

—Eres un desastre con el alcohol, ¿verdad?
—¿Sabes qué eres tú? —dije, apoyando el mentón en mi mano y mirándola fijamente—...Hermosa.

Parpadeó completamente sorprendida. Y sonreí algo torpe pero genuino.

—Es en serio —agregué —Siempre luces hermosa. No sé cómo lo haces, es como... una... Una magia o algo, sí...

Ella se quedó en silencio por un momento y luego se ruborizó.

—Wow... Lawrie ebrio es un coqueto — se rió suavemente —O mejor dicho... ¿Lawliet?

Me reí también de manera ligera, sin la carga que usualmente tenía ese nombre para mí.

—No... No sé de qué hablas...
—Oh, sí que lo sabes...— apoyó un codo en la mesa y me miró con una sonrisa traviesa —Dime, ¿siempre escondes este lado tuyo o sólo cuando bebes?

—Shhh... es un secreto— susurré con una torpe sonrisa.

Me sentía en las nubes, relajado y feliz. Melodie estaba justo ahí, mirándome y sonriendo, en ese momento no había nada más en mi cabeza.

Y ella estaba siguiéndome el juego.

Eso no lo esperaba...

Yo pensaba que ella estaba bromeando, que lo hacía solo para molestarme porque sabía que estaba ebrio. Pero entonces, cuando Poco empezó a cantar Eres Mía, ella comenzó a seguir la letra con una sonrisa traviesa, con esos ojos brillantes fijos en mí.

—No te asombres, si una noche, entro a tu cuarto y nuevamente te hago mía... — cantó, inclinándose un poco hacia mí, como si me retara a seguirle el ritmo.

Yo medio tarareé, tratando de seguirla, pero la verdad era que no tenía idea de la canción.

Melodie se detuvo y me miró con burla.

—¿Qué? ¿No sabes de música latina?
—Pensé que sí, pero al parecer no... — me encogí de hombros, sintiéndome un poco perdido—Pero puedo decirte algo que sí sé...

Ella arqueó una ceja, esperando.

Me incliné un poco con la confianza absurda que solo el alcohol podía darme, y solté:
—Podría decirte que te ves preciosa en mi idioma natal.

Melodie abrió un poco los ojos y sonrió.

—¿Ah, sí? ¿Y cómo se dice?

La miré fijamente, con la cabeza un poco ladeada.
—Du siehst wunderschön aus...

Ella pestañeó lentamente, como si procesara mis palabras, y luego sonrió aún más.
—Eso sonó sexy.

Yo solté una risa baja, sintiéndome entre encantado y avergonzado.

—Sólo lo dices porque no entendiste nada.
—Tal vez— respondió con un guiño.

Y ahí estábamos, coqueteando sin darnos cuenta de que el idiota de Buzz nos observaba desde la distancia.

...

Draco apareció de la nada, con esa energía suya que siempre parecía llenar el lugar. Pero esta vez... había algo extraño en él.

No sabría decir exactamente qué era, tal vez la forma en que nos miraba, o cómo su sonrisa parecía más pensativa que burlona.

—¡Oye, Melodie! —dijo de pronto, con ese tono despreocupado de siempre—¿Quieres bailar?

Yo parpadeé, sintiéndome de repente mucho más sobrio de lo que realmente estaba.

Melodie también se veía un poco sorprendida, pero luego sonrió.

—¿Bailar?

—Sí, ya sabes, con todos los demás —aclaró Draco de inmediato, como si se arrepintiera de haberlo dicho de esa forma.

Buzz se acercó en ese momento más tranquilo que antes, y le dio una palmada en la espalda como si aprobara su acción.

Yo observé la escena en silencio. Algo en mi instinto me decía que aquí había más de lo que parecía, aunque estaba lo suficientemente sobrio como para analizarlo bien.

Y el pelirrojo me miró y me sonrió con esa confianza suya.
—Tú también podrías venir, Lawrie.

Yo fruncí el ceño.
—No me gusta bailar.

—Vamos, amigo, no es una competencia —dijo con ese tono relajado.

Melodie, por otro lado, se veía emocionada. A ella sí le gustaba bailar.

Y bueno... ¿qué importaba? Aún así se fue con ellos, uniéndose al grupo que ya estaba en el centro, moviéndose al ritmo de la música.

Yo, en cambio, me quedé en mi asiento, observándolos, con un sabor extraño en la boca. Algo en esto no me gustaba, pero no podía decir qué era.

________________________

El ambiente en la fiesta seguía con su energía desenfrenada: Draco bailaba con Melodie y los demás, Buzz se mantenía cerca con una expresión difícil de descifrar, y yo... yo seguía sentado, tratando de no pensar demasiado en el extraño sentimiento que me había dejado todo eso.

Pero entonces, algo inesperado pasó.

Un chico llegó de repente, cargando una bolsa llena de juegos de mesa. No supe por qué, pero su forma de hablar y moverse me resultó inquietantemente familiar. Su cabello era oscuro y ondulado, más alborotado dando una forma redonda, tenía pecas repartidas en la cara, su ropa de un estilo retro, amarillenta con algo de morado, pantalones negros y botas azul oscuro y, lo que más llamó mi atención, esos ojos azules... Similar al tono de los de Larry... y los de nuestra madre.

Mi hermano y yo nos miramos por un segundo a lo lejos, pensamos lo mismo a la vez.

—No puede ser... —murmuré.

El chico también nos miró, primero con confusión, luego con sorpresa.

—¿Larry? ¿Lawrie?

Nos tomó un momento procesarlo, pero sí... Era Meeple, nuestro primo.

El hijo de nuestro tío, el mismo tío que nos salvó la vida hace tantos años.

Por un instante nos quedamos en silencio, mirándonos como si estuviéramos viendo fantasmas. No podía creer cuánto había cambiado, y por su expresión él pensaba lo mismo de nosotros. Nos acercamos a charlar con él.

Meeple siendo Meeple, rompió el silencio primero.

—Vaya, creí que sería más dramático el reencuentro— soltó, levantando su bolsa con una sonrisa —¿Qué tal una partida de Catán para romper el hielo?

No pude evitar soltar una leve risa, más por la sorpresa que por otra cosa. Larry también sonrió. Meeple seguía igual de fanático de los juegos de mesa.

—Sigues siendo un engreído con tus juegos, ¿eh? —dije, cruzándome de brazos.
—No es mi culpa ser un genio estratégico—respondió con falsa modestia.

Para mi alivio, al menos no era insoportable como Buzz.

Nos pusimos a charlar un poco en cuanto Larry volvió al karaoke, poniéndonos al día con todo lo que había pasado en estos años. Fue... reconfortante en cierto modo tener un pedazo de nuestra familia aquí, alguien que nos recordaba que no todo en nuestro pasado fue malo.

Y entonces algo más pasó, otra persona entró en la escena.

Era una chica de cabello oscuro con un estilo rebelde, vestida con tonos morados y negros y un maquillaje que resaltaba su mirada, con un aire despreocupado pero con una presencia que llamaba la atención. Su acento japonés la delataba de inmediato.

Bibi.

La había visto algunas veces antes. Era amiga de Melodie y Emz, y si recordaba bien, había sido novia de uno de los héroes de la ciudad, Brock. No estaba seguro si aún estaban juntos.

Lo que sí supe en el instante fue que Meeple al verla, inmediatamente se perdió. Nos situábamos frente a la mesa de bebidas.

Su cara se puso roja como un tomate en segundos.

—Oye, Lawrie— me susurró, sin despegar los ojos de ella—¿Tú sabes si... ya sabes, si tiene novio?

Le lancé una mirada con los brazos cruzados.

—No sé.
—¿Cómo que no sabes? —susurró de vuelta, claramente frustrado.
—No me la paso investigando la vida amorosa de todos los que conozco— respondí, encogiéndome de hombros.

Meeple suspiró, nervioso.

—¿Crees que me vea como un rarito si intento hablarle?

Puse los ojos en blanco.

—No tienes nada que perder.

En realidad no soy el mejor dando apoyo en temas como este, pero lo dije igual.

Lo curioso es que mientras miraba a Meeple con su enamoramiento repentino, no pude evitar notar la similitud con Larry. Mi gemelo había actuado exactamente igual cuando conoció a Pearl, se enamoró en segundos sin importarle ni un poco la fama de su familia.

Su padre, un presunto exdelincuente, y su madre, una cleptómana. Nada de eso le importó.

Y ahora veía lo mismo en Meeple.

Definitivamente era un rasgo de familia.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top