Capítulo 5: Un maldito beso



Nunca me había tomado el tiempo de observarla cantar.

Es decir... Ya la había escuchado cantar antes, en eventos y presentaciones donde debíamos escoltarla y hasta en televisión o en mi teléfono móvil. Pero ahora viéndola a través del cristal de la cabina de grabación era diferente.

Estaba completamente enfocada, era meticulosa, precisa y exigente. No se conformaba con una buena toma, tenía que ser perfecta, y si no le gustaba cómo sonaba una nota, entonces repetía el fragmento una y otra vez hasta que quedaba exactamente como quería. No muchos tienen esa disciplina.

Me apoyé en la pared con los brazos cruzados observando en silencio. No era alguien que se impresionara con facilidad, pero... era admirable.

Cuando finalmente salió de la cabina, suspiró, pasándose la mano por la frente para secarse el ligero sudor. Se veía cansada, pero satisfecha.

—¡Eso estuvo increíble, señorita Melodie! —dijo Larry con su entusiasmo de siempre.

Ella le sonrió, agradecida.
Sin pensarlo demasiado solté:

—Cantas lindo.

Parpadeó como si no lo hubiera escuchado bien, y yo me crucé de hombros sintiendo mi rostro entibiarse.

—¿Dijiste algo?

Desvié mis ojos un poco, no estaba acostumbrado a decir cosas así.
—Que cantas bien.

Por alguna razón eso pareció tomarla por sorpresa. Sonrió, pero no de la forma en que lo hacía normalmente. Era diferente, lo describiría como... Una sonrisa cálida.

—Gracias, Lawrie, jajaj, eso significa mucho viniendo de ti.

No supe qué responder, así que solo asentí. No era tan difícil decir un halago después de todo.

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--En la tarde--

Era uno de esos días tranquilos, o al menos eso pensaba yo. Melodie quería salir a dar una vuelta por un centro comercial en Beverly Hills, un lugar lleno de gente, pero con la seguridad adecuada, parecía estar todo bajo control. Larry y yo nos habíamos acostumbrado a acompañarla en esos paseos, manteniendo siempre los ojos abiertos, alertas a cualquier movimiento extraño en medio de la multitud.

Y como he dicho anteriormente, no es paranoia, sino por experiencia. Sabíamos que en cualquier momento podía surgir algo inesperado.

Y así fue, en cuestión de minutos el ambiente estalló en murmullos con flashes de cámaras que saltaban por doquier.

Algunas personas se acercaban para pedir autógrafos o simplemente para verla, y aunque la estrella era cordial, me daba la sensación de que le molestaba tener que lidiar con eso todo el tiempo. Lo hacía con una sonrisa falsa y mucha paciencia.

De repente, mientras avanzábamos entre la multitud, una chica se acercó demasiado rápido sorprendiendo a todos.

Antes de que pudiera siquiera reaccionar, me dio un beso en la mejilla.

La multitud estalló en una ola de gritos y risas. Los teléfonos comenzaron a disparar flashes, y el sonido de la gente por los videos grabándose era tan tortuoso.

Me quedé petrificado por un segundo y mis mejillas se enrojecían. ¿Por qué mierda hizo eso?

La chica con una sonrisa traviesa se apartó rápidamente, aunque no sin antes responder con una voz que intentaba sonar segura:
—¡Melodie merece estar con Draco de vuelta!

Eso por alguna razón, hizo que una furia silenciosa creciera en mí. ¿Qué tipo de actitud era esa? ¿Acaso no podía dejar a Melodie vivir sin sentirse obligada a exponerse al ojo público de esa forma?

Melodie que hasta entonces había estado observando en silencio, se giró hacia la chica. Su rostro mostraba una mezcla de sorpresa y molestia, como si intentara procesar lo que acababa de ocurrir.

—¿Qué hiciste? —le preguntó, su tono ya de por sí firme, pero ahora con una pizca de irritación.

La chica no parecía arrepentida, y de hecho su sonrisa se mantenía mientras decía:
—Es solo porque sé que te mereces estar con Draco. ¡Nadie más te va a hacer feliz como él!— terminando con señalarla con el dedo índice.

Antes de que la situación pudiera escalar más, tomé del brazo a esa idiota y la alejé de nosotros con ayuda de otros policías del lugar quienes la escoltaron, mientras la multitud comenzaba a dispersarse.

Mi hermano me echó un vistazo preocupado, pero yo estaba demasiado molesto para decir algo en ese momento con mi clásica cara de pocos amigos y levemente enrojecida por la vergüenza.

Nos dirigimos rápidamente hacia el auto de Melodie. Yo, más que nada, quería que nos alejáramos lo más pronto de esa situación incómoda.

—¿Estás bien? —me preguntó Melodie al subirse al coche notando mi expresión tensa.

Miré hacia adelante, tratando de calmarme y dejar de tener mis cejas tensas.
—Sí. Solo... No me gustan esos tipos de "gestos", son demasiado invasivos, y no tiene sentido.

Larry, que se había quedado atrás asegurándose de que el resto de la multitud no se acercara, también subió al coche.

—Te entiendo— dijo él con tono tranquilo, como siempre, tratando de aligerar la situación—Pero, por ahora, solo vamos a relajarnos y dejarlo pasar.

Melodie asintió, pero su expresión seguía seria. Sabía que no era fácil para ella, pero también comprendía por qué los fans, o algunos de ellos, podían sentirse tan apegados. Sin embargo, ese tipo de interacción me molestaba profundamente.

—Gracias, chico —Melodie nos miró—Estoy bien, solo... fue raro, pero lo manejaré. Igual espero estés más tranquilo, Lawrie.

La tensión en el auto era palpable, pero poco a poco nos fuimos alejando de la zona y hacia la calma de la privacidad en el vehículo. Solo que en mi mente, la imagen de ese beso aún seguía rondando.

_______________________

Después de dejarla en su casa, Larry optó por irse en su moto, dejándome solo con ella.

Cuando se alejó con su moto, Melodie se acercó a mí. Estaba apoyada en la barandilla del porche de la casa, mirándome como si estuviera esperando que dijera algo.

Me sentí algo nervioso al estar a solas en casa de literalmente una celebridad, pero intenté esconderlo.

—¿Te quedas un rato? —su voz fue cálida, aunque algo tímida, como si también estuviera tratando de encontrar las palabras adecuadas.

—Claro— Respondí un poco sorprendido, solo que sin pensarlo demasiado, no es como si tuviera algo mejor que hacer.

Después de un rato en silencio ella rompió la quietud. Hablamos de cómo algunas personas no saben cuándo dejar a otros en paz, especialmente cuando se obsesionan con la idea de una relación.

—Es raro, ¿no? —comentó Melodie, su voz era más reflexiva de lo que había estado en todo el día.

—La gente que se obsesiona tanto con una pareja, sea real o ficticia, tanto que pierde la noción de lo que es bueno y malo. A veces llegan a hacer cosas... Poco sanas, solo para su propia comodidad y gusto.

Era algo con lo que había lidiado tanto tiempo como agente de seguridad. Personas que no entienden los límites y se sienten con el derecho de invadir la privacidad de los demás solo porque admiraban a alguien, en este caso, ella.

—Lo entiendo bien— Respondió. Y es que mi vida me había enseñado a lidiar con todo tipo de gente y eso incluía a los que no saben cuándo parar.

Melodie me miró un poco más detenidamente, como si estuviera viendo algo más allá de lo que le estaba diciendo. Quizá le estaba contando más de lo que pensaba.

—A veces me siento tan cansada de tener que estar siempre a la defensiva— dijo con una sonrisa triste, como si el peso de ser siempre vigilada estuviera agotándola.

Sabía exactamente lo que quería decir. No solo lo había visto en ella, sino en las historias de tantas otras personas que vivían bajo la mirada pública, todo el tiempo, sin descanso. Pero no sabía qué decir, solo quise ser comprensivo.

—Lo entiendo más de lo que crees— Fue lo único que pude decirle. Quizá no eran las palabras perfectas, pero sentí que eran las más honestas.

Ella sonrió, aunque no con mucha fuerza. Cambió de tema después para no seguir hablando de algo tan pesado.

—¿Comemos algo? —Me ofreció con un tono más relajado.
Mi respuesta fue automática, casi como si la invitación fuera lo que necesitaba.
—Claro.

La comida que preparó no era nada complicado, algo sencillo, pero me sorprendió lo bien que estaba.

Mientras comíamos, comenzamos a hablar de otras cosas. Me preguntó sobre mi rutina en la base de agentes y cómo entrenábamos allí.

—¿Vas al gimnasio? —me preguntó curiosa, yo mientras probaba un bocado— Con todo lo que haces, seguro debes estar en muy buena forma.

Mi primera reacción fue sonreír levemente con algo de timidez, más por la sorpresa de la pregunta que por lo que ella realmente quería saber. No estaba acostumbrado a que la gente me preguntara sobre mi vida tan directamente.

—No solo gimnasio, en la base nos entrenan para todo tipo de situaciones, hay simulacros que van mucho más allá de solo levantar pesas, es más riguroso que eso— Le respondí, hablando con más facilidad ahora. Me sentía cómodo hablando de lo que hacía todos los días.

Melodie me miraba con atención, como si realmente le interesara lo que le decía, solo que algo en su mirada me hizo sentirme extraño, como si estuviese viendo algo en mí que yo mismo no veía.

—Eso suena increíble— dijo admirada, su voz era tan genuina que casi me hizo sentir avergonzado. La forma en que me miraba con ese respeto y admiración me hizo sentirme más de lo que realmente era.

Desvié la mirada rápidamente pensando que eso pudiera aliviar la presión que sentía en el pecho.

Yo nunca había sido bueno con los halagos pero en ese momento, de alguna manera no me molestaba.

—Es solo... parte del trabajo— Murmuré, intentando restarle importancia, y ella no parecía estar satisfecha con eso.

—No te hagas el modesto— me dijo con una sonrisa pícara— Estoy segura de que eres más que eso.

El tono de su voz hizo que mi pecho se apretara un poco más. ¿Por qué me sentía tan raro cuando estaba cerca de ella? No podía decirlo. Quizá no quería decirlo.

La conversación seguía fluyendo tranquila pero sentía que había algo diferente en el aire, era como si las palabras ya no fueran suficientes para expresar todo lo que estábamos sintiendo, aunque ninguno de los dos lo dijera en voz alta.

Mientras hablábamos sobre el entrenamiento, su mirada seguía siendo intensa, casi como si me estuviera observando más allá de lo que decía. Y entonces en un momento, se quedó callada, sus ojos fijos en los míos, como si estuviera buscando algo.

—Tienes unos ojos realmente lindos —dijo casi en un susurro, la forma en que lo dijo me sorprendió.

No pude evitar quedarme en silencio por unos segundos, algo en mí hizo un nudo en el estómago. Mis mejillas se calentaron, si la noche ya estaba algo cálida, ahora sentí un calor mucho más intenso.

—¿Qué?— balbuceé, muerto de nervios.

Ella sonrió suavemente.
—Es solo que me gustan los ojos de ese color, ese marrón claro— dijo sin perderme de vista. Fue un comentario tan inesperado que ni siquiera su tono suave me tranquilizó.

Intenté disimular el nerviosismo, pero algo me decía que no podía. La verdad es que el color de mis ojos nunca había sido algo que me llamara la atención, aunque al escucharla decirlo sentí como si se tratara de algo mucho más importante de lo que imaginaba.

Melodie, al darse cuenta de que la estaba mirando en silencio, continuó, esta vez con algo más de confianza en su tono.

—Y tu cabello también es bonito, tan oscuro y con esas ondas, parecen lunas... — Comentó, tocando suavemente mi melena de lado, parecía que trataba de encontrar las palabras adecuadas.

Eso sí me tomó por sorpresa. No estaba acostumbrado a que me halagaran de esa manera, estaba aquí observándome con una intensidad que no entendía, y sus palabras empezaban a hacerme sentir raro.

—Bueno... solo... lo dejo crecer hasta darle forma con las tijeras... No soy muy bueno cuidándolo, pero, eso...— Dije, tragando en seco, intentando restarle importancia sin retirar su mano de mí, se sentía bien.

Ella rió suavemente, como si disfrutara de la torpeza en mi tono.

—No me refiero solo a dejarlo crecer, ¿sabes? Tienes un buen cuidado con el cabello. Y, honestamente, si supieras lo mucho que me importa el cuidado personal, lo entenderías —Me dijo, y esta vez con un brillo en los ojos.

—¿De verdad?— No podía evitar seguir sintiendo esa mezcla de tensión y algo más que no lograba identificar.

Melodie se acomodó un poco, se cruzó de brazos y con la suavidad de siempre, comenzó a hablar de su cultura.

—En Corea del Sur, principalmente el cuidado de la piel es algo muy importante. Desde pequeña siempre me enseñaron a cuidar mi piel y cabello como parte de nuestra rutina diaria— Dijo con una calma que la hizo parecer aún más seria de lo que había sido hasta ese momento.

Por alguna razón, me sentí como si estuviera mirando algo mucho más allá de lo que estaba diciendo. Parecía tener una manera de transmitir las cosas que hacía que cualquier conversación se volviera íntima, como si estuviera compartiendo una parte de sí misma que pocos podían ver.

—Nunca he sido muy... cuidadoso con mi piel. A veces solo me lavo la cara rápido y ya—Respondí, con un suspiro, como si estuviera admitiendo algo vergonzoso, pero es algo común con una cierta parte de hombres, más porque no padezco de ningún tipo de acné o piel reseca.

Ella se rió, fue una risa suave y reconfortante.

—No te preocupes, no todo el mundo le da tanta importancia al cuidado personal. Pero... si algún día te interesa, te puedo recomendar algunos productos.

Por algún motivo, su sonrisa me hizo sentir menos avergonzado, puede que fuese la forma en que hablaba, tan segura y tranquila.

No dije nada, me quedé allí un poco nervioso y ruborizado, pero agradecido porque de alguna manera me sentía cómodo, como nunca antes.

Después de nuestra conversación sobre el cuidado personal, me invitó a acompañarla a la sala a ver televisión.

Para mi sorpresa me dijo que su serie favorita era Death Note, también es la mía.

—Puedes poner cualquier capítulo que te guste —dijo ella mientras se levantaba, caminando hacia el pasillo que llevaba a su habitación. Yo asentí, buscando el control remoto.

Me senté en el sofá, algo nervioso, pero al mismo tiempo intrigado. Mientras revisaba los episodios de la serie, la escuché en el pasillo desmaquillándose.

Sus movimientos eran suaves, como si estuviera disfrutando el proceso de liberarse de las capas de maquillaje que la gente siempre veía sobre ella.

Era curioso, porque no pensaba mucho en el maquillaje de las personas, pero en ese momento, me preguntaba cómo sería ver a Melodie sin todo eso, si me sentiría diferente.

De repente, la puerta del pasillo se abrió.

Ella apareció en la entrada de la sala con su pijama rosa pálido, algo que le quedaba perfectamente y la hacía lucir aún más natural y relajada. Su piel, sin maquillaje, tenía una suavidad que nunca había notado antes. Yo me quedé observando, un poco sorprendido por lo mucho que se veía como ella misma en su forma más genuina.

El contraste era notable. A pesar de que siempre estaba acostumbrado a verla con un rostro perfectamente maquillado, en ese momento, Melodie parecía aún más hermosa.

No importaba si usaba mucho o poco maquillaje; en cualquier caso, ella se veía bien, siempre. Pero ahora, con su cabello sin accesorios y su rostro limpio, algo cambió en la forma en que la veía.

Se sentó en el sofá, y aunque trató de actuar como si nada estuviera ocurriendo, pude notar que se sentía cómoda. Yo seguía procesando lo que acababa de ver, parecía que era la primera vez que la miraba realmente.

Me di cuenta de que había algo en ella que iba más allá de su imagen pública, algo que solo se podía apreciar en momentos como este donde no había nada que esconder.

—¿Te gustaría ver un episodio ahora?— me preguntó con una sonrisa suave.
—Claro, me parece bien— respondí rápidamente, aunque mi voz sonó un poco más nerviosa de lo que esperaba.

Puse el episodio 25 de Death Note, mi favorito, pero no podía dejar de pensar en lo hermosa que se veía.

Ella, en cambio, parecía estar disfrutando de la serie. Se sentó con las piernas cruzadas, abrazando una manta suave mientras veía la televisión.

Era curioso cómo los detalles de su vida personal, su amor por el rosa, su hogar decorado con gusto, hacían que la percibiera de una manera completamente distinta.

A medida que pasaba el tiempo, el episodio iba terminando, pero yo me sentía más tranquilo, más conectado con ella.

De alguna manera, ese momento compartido se sintió especial, como si realmente estuviéramos pasando un tiempo juntos sin importar lo que el mundo pensara o lo que esperaran de nosotros, incluso olvidé la mala tarde que pasamos gracias a su compañía.

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