Capítulo 16: Un buen momento bajo las estrellas



Advertencia: Actos sexuales.

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Finalmente, después de un viaje tranquilo y lleno de risas, nos acercábamos a nuestro destino. La carretera estaba despejada, y el sol comenzaba a descender, tiñendo el cielo con tonos cálidos de naranja y morado.

Mientras miraba por la ventana, escuché el sonido inconfundible de una bocina.
No fue difícil reconocer la enorme camioneta negra que nos había alcanzado en el camino: Draco.

—¡Oh, ahí está!— dijo mi hermano con entusiasmo antes de bajar la ventanilla y saludarlo con una mano.

El metalero nos pitó con energía, y Larry no dudó en responder haciendo sonar la bocina de la casa rodante.

No pude evitar reírme levemente por lo infantil que parecía la escena, pero así eran ellos: son como niños en cuerpos de adultos.

Fue entonces cuando, con una mirada retadora, Draco aceleró un poco, dejando en claro que quería una pequeña competencia.

—¿Carrera?— preguntó mi gemelo con emoción, mirándome de reojo.

—Mientras no choques esta cosa...— murmuré, sonriendo con nervios.

Y así fue.
Sin excederse de velocidad, Larry se las ingenió para mantenerse al ritmo de Draco, adelantándolo en algunas curvas y dejando que él lo superara en otras. No importaba quién ganara, era solo parte de la diversión.

—Esto se siente como cuando éramos niños y jugábamos a las carreras con los autos— dijo con una sonrisa nostálgica, lo recuerdo bien —Hablando de eso...

En ese instante, comenzó a sonar una canción que conocía demasiado bien.

"Life is a highway... I wanna ride it all night long..."

—No...— dije en un susurro, girando hacia Larry con incredulidad.

—Oh, sí — respondió él con una sonrisa traviesa—¡Es la canción de nuestra infancia!

Suspiré, pero no pude evitar no mantenerme feliz. Era cierto... Esta canción solíamos escucharla hasta el cansancio cuando éramos niños, además del resto de ese soundtrack.

Y ahora, después de tantos años, aquí estábamos, con Pearl moviendo la cabeza al ritmo de la música y Melodie tarareaba la letra.

Por un momento, olvidé la pequeña incomodidad que tenía en mi interior.

El atardecer se volvía aún más hermoso con los colores reflejándose en el camino, en los árboles, en cada rincón de aquel lugar que se veía cada vez más alejado de la civilización.
El aire fresco entraba por las ventanillas, y el aroma de la naturaleza anunciaba que estábamos cada vez más cerca.

Finalmente, vimos el letrero.

"Bienvenidos al Bosque Encantado de Brawltopia (al lado del Parque Acuático)"

—Parece que llegamos— murmuré, observando el enorme cartel de madera que indicaba el inicio de aquella zona.

El camino de la carretera se desvió hacia una calle rodeada de árboles más altos, guiándonos hacia lo que sería nuestro destino.
La fiesta de aniversario de bodas de Stu y Nani sería aquí, con todos acampando, disfrutando del bosque y, claro, del río y el parque acuático.

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Larry siguió manejando con cuidado, siguiendo las indicaciones de Stu por una llamada para llegar al área donde se instalarían.

Tras nosotros, Draco lo seguía con su camioneta, y desde las ventanas de la casa rodante, todos observaban el paisaje con interés.

A la izquierda el parque acuático se extendía como un mundo sin fin, con personas disfrutando del agua, familias acampando y grupos sentados en bancas compartiendo comida después de un rato en el río.
La energía del lugar era animada, relajada, como si el tiempo aquí corriera de una manera diferente.

Yo observaba todo con calma, hasta que una pregunta cruzó mi mente.

—¿A cuántos más habrá invitado Stu?
—Quién sabe— respondió Melodie.

Cuando finalmente llegamos al área reservada, obtuve mi respuesta.

Había bastante gente. La familia de Stu estaba ahí, como era de esperarse: su padre Barley, la pequeña Bonnie... pero faltaba Janet.

Fruncí el ceño con curiosidad.

—¿Dónde está Janet?— pregunté, notando su ausencia.

Melodie, a mi lado, soltó un suspiro y respondió con simpleza:
—Seguramente supo que yo venía.

Eso me hizo recordar algo... Ellas tuvieron ciertos roces en el pasado. No es un tema del que hablemos mucho, pero lo suficiente para que entendiera que no se llevaban bien. Aún así, no esperaba que Janet evitara el campamento solo por eso.

Además de la familia de Stu, también estaban los invitados de Nani. Su tía Pam con su hija Jessie estaban presentes; Pam era una mecánica talentosa que colaboraba con la organización, y Jessie, la niña genio con una mente brillante.

A su lado, estaban los hijos adoptivos de nuestro jefe Bo, acompañados de su madre adoptiva Amber.

No me sorprendió ver a Bo aquí; él amaba la naturaleza y cualquier oportunidad de salir del trabajo por un rato. Aunque, por lo que veía, sus hijos intentaban ayudar con algo de torpeza, y eso lo tenía ocupado. Y Poco quien aparte llegó con su novia, ayudaban a Bo con la instalación del campamento.

También noté al hijo del Coronel Ruffs que venía con ellos, un niño pelinegro que parecía completamente en su elemento con todo esto de acampar.

Más allá, en otra parte del área, vi las carpas de Chuck, el conductor del tren. Su hijo Gus estaba ahí, vestido con un uniforme de explorador y muy concentrado en armar una casa de palitos... hasta que Leon le lanzó uno en la cabeza, haciéndolo enojar y comenzar a perseguirlo.

Tuve que contener una risa al ver la escena.

A lo lejos, Ollie, un chico un poco mayor que Gus y Leon, estaba con su prima Maisie y su padre, quienes habían traído sus propias cabañas. Maisie parecía entretenida en una conversación con Pam sobre mecánica, mientras que Ollie, en lugar de ayudar, había puesto música de hip-hop a todo volumen.

El ambiente se sentía cálido y familiar.

Por un momento, solo observé la escena, viendo cómo todos estaban en su propio mundo, cada uno con su pequeña historia.

Y entonces, Larry apagó el motor.

—Bien, llegamos— dijo con una sonrisa.

Era hora de bajar.

Bajé con calma del escalón de la casa rodante, pero justo cuando estaba a punto de pisar firme en el suelo, una figura apareció de la nada frente a mí.

—¡Qué onda, señor Ley!— dijo Leon con su tono despreocupado.

Me sobresalté al instante.

—¡Por el amor de...!

Retrocedí por puro reflejo y, para mi mala suerte, tropecé con el borde del escalón. Para cuando me di cuenta, ya estaba cayendo hacia el suelo.

Leon se apartó rápido, pero no antes de que mi peso arrastrara a Larry al tropezar con mi pierna, quien justo acababa de bajar detrás de mí.

—¡Oye, oye, qué...!

Ambos terminamos en el suelo con un golpe sordo.

—¡JAJAJAJAJA!— Leon se echó a reír sin pena alguna.

Desde adentro, Melodie y Pearl se asomaron al escuchar el alboroto.

—¿Están bien?— preguntó Melodie, sonriendo un poco con diversión.

Larry y yo nos levantamos, sacudiéndonos el polvo de la ropa.

—Sí...— murmuré, intentando sonar serio, pero con una risa contenida en mi tono.

Miré a Leon con decepción, cruzándome de brazos.

—¿De verdad tenías que hacer eso?

Él sonrió con torpeza, levantando los hombros.

—No todos los días tengo la oportunidad de hacer que dos policías caigan como fichas de dominó.

Solté un suspiro, pero no pude evitar sonreír levemente. Este niño...

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Sacamos las maletas de la casa rodante, asegurándonos de no olvidar nada.
Justo cuando casi terminábamos, Bo se acercó con su postura firme y ese aire de autoridad natural que siempre tenía, aunque su expresión era relajada.

—Leon, deja de molestar y ve a jugar— le dijo, dándole una palmada en la cabeza.

—¡Voy, voy!— Leon puso los ojos en blanco, pero obedeció.

El mayor nos ayudó a cargar lo más pesado y, mientras tanto, comenzó a hacer conversación.

—¿Cómo les ha ido protegiendo a Melodie?

Ajusté mejor la correa de una de las mochilas y le respondí con sinceridad:
—En general, muy bien... Ha sido un reto, claro, con toda la gente peligrosa que la rodea, pero se siente como estar en casa.

Bo asintió con aprobación.
—Eso es bueno de escuchar.

Pero mi hermano con esa costumbre suya de siempre buscar el momento para fastidiarme, decidió intervenir.

—Oh, Bo, Lawrie está MUY cómodo...— remarcó con picardía —tanto que dudo que alguna vez quiera cambiar de empleo.

Sentí cómo el calor me subió a la cara al instante.

—Cállate...

Bo frunció el ceño, confundido al principio, pero cuando me vio rojo como un tomate y mi hermano ahogando la risa, su expresión se suavizó y dejó escapar una leve risa grave.

—Entiendo...— dijo simplemente.

Yo suspiré, intentando ignorar las miradas cómplices de ambos. Esto iba a ser un largo fin de semana.

Melodie se acercó a revisar dónde estaba una de sus mochilas, decidiendo que mejor la guardaría en el auto.

Mientras tanto, mi hermano decidido a dormir en una carpa, ya había empezado a armarla con la ayuda de Pearl.

En ese momento, sentí a Melodie más cerca y, en voz baja pero con emoción, me preguntó:
—¿Quieres dormir conmigo?

Me congelé un poco, sintiendo cómo el calor subía a mi rostro otra vez.

—¿Estás segura de eso?— murmuré, algo nervioso.

Ella sonrió con confianza.

—Sí, va a ser como una pijamada.

Tragué saliva, asintiendo al final. Si ella lo veía así, entonces... Supongo que estaba bien.

Para cuando el sol terminaba casi de ocultarse y todo estuvo listo, vimos acercarse a Draco, acompañado de Lumi y Brock, quienes venían a saludarnos.

—¡QUÉ ONDAAAAA!— gritó Draco con energía, y Brock lo secundó con el mismo entusiasmo.

Todos los hombres del grupo (solo Larry) respondieron al unísono con la misma frase, mientras Lumi, sin quedarse atrás, también lo gritaba.

Yo solo observé la escena con una ceja arqueada, mientras Melodie no paraba de reírse al igual que Pearl.

Lumi, aún sonriendo, nos comentó que había pasado una buena parte de su vida en un bosque de Finlandia y que por eso le había tomado tanto gusto a la naturaleza.

—Eso suena genial— dijo Larry con interés.
—¿Cómo es Finlandia?— preguntó Melodie.

—Muy frío— respondió Lumi con tranquilidad —No es para todos, pero yo me acostumbré. De todas formas, mi familia y yo siempre vivimos bien allí.

Se notaba que, a pesar del clima, lo recordaba con cariño.

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Mientras me alejaba del grupo, Melodie me tomó de la mano con suavidad y me sonrió.

—Voy contigo— dijo con un tono animado.

No me opuse, claro. Caminamos juntos entre los árboles, siguiendo un sendero apenas iluminado por la luz del atardecer que ya se desvanecía.

La brisa era fresca y agradable, y el sonido de las hojas crujir bajo nuestros pies hacía que todo se sintiera tranquilo.

—Cuando era niña...— dijo de repente —Janet y yo solíamos venir mucho a este parque acuático y bosque. Nos encantaba, pasábamos horas en los toboganes y luego corríamos a comer lo que fuera que vendieran aquí.

La miré de reojo, su tono de voz tenía un dejo de nostalgia.

—Y ahora ya no siguen viniendo juntas...— dije, mi comentario era demasiado obvio.

Melodie asintió.

—Sí... Las cosas cambiaron... Ya sabes.

No insistí. Sabía que su relación con Janet no era la mejor ahora, pero tampoco era algo de lo que hayamos profundizado, quizá en otra ocasión...

Seguimos avanzando hasta llegar a una colina rodeada de árboles altos, y desde ahí vimos un lago enorme.

La superficie del agua reflejaba las últimas luces del día, tiñéndola de tonos dorados y violetas. Cerca de la orilla había algunos botes amarrados. Quizá podríamos subirnos a uno mañana... o simplemente meternos al agua.

—Se ve hermoso— murmuró, admirando la vista.

Yo asentí.

—Me recuerda un poco a los lagos de Suiza— dije sin apartar la mirada del paisaje.

Ella me miró con curiosidad.

—¿Fuiste a Suiza?

—Sí... cuando éramos niños, mis padres solían llevarnos a los lagos de allá... Hay cientos, y aunque no recuerdo mucho, sé que eran enormes y se veían igual de tranquilos que este.

Ella sonrió.

—Suena lindo.

Nos quedamos en silencio por un momento, disfrutando del paisaje, hasta que la voz de Stu retumbó por todo el bosque con ayuda de un megáfono.

—¡Por favor, todos vengan!

Nos miramos y reímos antes de regresar con el grupo. Stu estaba en el centro del campamento, con Nani a su lado, y ambos nos esperaban con una gran sonrisa.

—¡Queremos agradecerles a todos por venir! Significa mucho para nosotros tenerlos aquí.

Hubo un pequeño aplauso entre los presentes, y entonces Stu agregó con entusiasmo:
—¡Y además, queremos felicitar a Larry y Pearl por su reciente compromiso!

De inmediato, los aplausos se volvieron más fuertes. Pearl se llevó las manos a la cara, emocionada, mientras Larry se reía y la abrazaba por los hombros.

Pam, quien estaba entre la multitud, se mostró sorprendida. No era de extrañar, después de todo, era familia de Pearl.
Colt también lo es, pero no pudo venir por el trabajo.

Melodie me miró con una sonrisa.

—Se ven felices.

Asentí.

—Sí, lo están.

Aunque, por dentro, lo único que podía pensar era que yo estaba sosteniendo la mano de Melodie todo este tiempo... y todavía no la había soltado.

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La cena transcurría con un ambiente animado y relajado. Las mesas estaban dispuestas bajo un techo de madera con luces colgadas, lo que le daba un toque cálido y acogedor a la noche.

Había de todo para comer: hot dogs, hamburguesas, y algo que Poco trajo llamado "enchiladas suizas"... Mi hermano y yo miramos con curiosidad antes de servirnos un poco.

—Les van a encantar— dijo con confianza, dándonos una palmada en la espalda antes de seguir sirviéndonos más comida.

Amber también trajo un gran recipiente con algo llamado "pozole", un caldo que, según contaba, a Stu le gusta bastante. El aroma era fuerte, especiado, algo que definitivamente no había probado antes.

Mientras todos se servían y se dirigían a las mesas en grupos, noté que el pequeño Gus intentaba alcanzar una jarra de agua. Se estiraba tanto como podía, pero simplemente le quedaba muy alto.

—Aquí tienes— le dije, tomando la jarra y sirviéndole en su vaso.

—¡Gracias!— respondió con entusiasmo antes de añadir —Eres igual de alto que un Titán Speaker Man.

Detrás de él, Leon soltó una carcajada.

—No es para tanto...— dije con una leve risa, pero entonces Bonnie intervino con un comentario propio.

—No, yo creo que más bien parece un Camera Man— dijo, negando con la cabeza.

Gus la miró confundido.

—Pero no tiene cabeza de cámara...

—Pues tampoco tiene cabeza de bocina.

La charla tonta pero espontánea me hizo reír un poco. Después de todo, eran solo niños siendo niños.

Regresé a la mesa donde estaba Melodie y el resto. Me senté a su lado y probé un poco de las enchiladas suizas. Tenían un sabor cremoso y ligeramente picante, nada mal.

—Oye, Lawrie...— dijo Melodie de repente, bajando un poco el tono de voz.

—¿Mmm?— respondí, sin dejar de comer.

—¿Alguna vez has pensado en casarte?

Me detuve un momento, parpadeando con sorpresa.

No era que nunca lo hubiera pensado, pero tampoco era algo en lo que reflexionara a menudo. Miré de reojo a Larry y Pearl, que conversaban entre risas. Luego, a Stu y Nani, quienes se veían felices organizando todo esto juntos.

—Supongo que... algún día, tal vez...— respondí, llevándome el vaso de agua a la boca para disimular mi repentina timidez.

Me miró con atención, como si analizara mi reacción.

—¿Tal vez?
—Bueno, sí...— dije, rascándome la nuca —No es que lo tenga planeado ahora, pero no lo descarto.

Melodie sonrió un poco y tomó un pedazo de su comida con el tenedor.

—Interesante.

Luego, me miró fijamente y, con voz suave, me hizo otra pregunta que me tomó por sorpresa.

—¿Te ves como padre algún día?

Al escucharla, un pequeño nudo se formó en mi estómago.

No es que me molestaran los niños; de hecho, a veces los veía en los campamentos o en reuniones familiares y me parecían bastante tiernos.

Pero la idea de criar a uno... Eso sí que me hacía dudar. No era algo que hubiera considerado profundamente.

Me rasqué la nuca mientras pensaba en cómo responder.

—Bueno... no me imagino criando un niño, la verdad...— comencé —Pero... sí me hace tierno pensar que, si tuviera la oportunidad, podría darle una buena infancia... Mucho mejor que la mía, al menos.

Ella asintió con suavidad, como si entendiera lo que estaba tratando de decir.
—Me parece una buena respuesta.

—¿Y qué hay de ti?

Me respondió con un tono pensativo.

—Yo... la verdad es que aún no estoy segura sobre el matrimonio... Es una idea que me gusta, pero... no sé, aún me siento un poco distante de esa decisión— agregó algo más —Es curioso, me sorprende que tu hermano con solo 20 años, ya haya tomado esa decisión de comprometerse.

Eso sí que es típico de Larry. Era el tipo de persona que, cuando tomaba una decisión, la tomaba con todo.

—Sí, es un poco adelantado con esas cosas...— respondí con una sonrisa irónica —Siempre ha sido así, no me sorprende. A veces creo que, si se lo propusiera, se casaría mañana mismo, solo para decir que lo hizo.

Melodie soltó una risa suave, como si fuera una broma interna que compartiéramos.

—Lo conozco un poco... Pero, ¿Tú crees que es algo necesario en la adultez?

—¿Quién sabe? Tal vez en el futuro, si las cosas se dan, podría ser una opción. Pero por ahora... me siento bien con cómo están las cosas— le dije, encogiéndome de hombros.

Melodie sonrió, como si eso le pareciera una respuesta honesta y sincera.

—Está bien, Lawrie. A veces las cosas simplemente deben fluir, ¿no?

—Exacto— respondí, mirándola por un instante antes de volver a enfocarme en mi comida.

A medida que la conversación se deslizaba hacia temas más personales, una chispa de atrevimiento surgió en mí. Había sentido el nerviosismo de su pregunta antes, y sin pensarlo demasiado, decidí devolverle el toque con una pregunta más directa, casi juguetona.

—¿Te ves casada conmigo?— dije con una sonrisa levemente coqueta, mirándola.

Al instante, sus mejillas se tornaron de un rojo intenso, y su reacción me hizo sonreír aún más. Se quedó en silencio por unos segundos, claramente sorprendida por la pregunta. Luego, con una risa nerviosa, respondió:
—Eso... eso solo lo sabe el destino.

No pude evitar soltar una risa leve, aliviado de que no hubiera tomado mi pregunta demasiado en serio, aunque su respuesta aún dejaba mucho en el aire.

—Solo bromeaba— dije, tratando de aligerar el ambiente.

Pero Melodie no dejó que la conversación quedara ahí. Mirándome fijamente, con una sonrisa tímida, dijo:
—Igual... no es una idea que me moleste. Tú serías un buen esposo.

Esas palabras me hicieron sentir como si mi corazón diera un pequeño salto.

Mi reacción fue tomar un sorbo rápido de mi bebida para intentar calmarme, aunque no podía evitar que la calidez de su elogio me afectara más de lo que esperaba.

Me quedé en silencio unos segundos, mientras procesaba todo, y cuando logré recobrar la compostura, sonreí tímidamente.

—Bueno... gracias, supongo— dije en tono suave, sintiendo una mezcla de nervios y gratitud por su honestidad.

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Mientras la noche continuaba, los adultos se agruparon en una mesa para charlar entre ellos, mientras que los niños, llenos de energía, se dispersaron en su propio espacio, bajo la supervisión de Larry.

Yo observaba desde la distancia, viendo cómo mi hermano interactuaba con ellos. Siempre había tenido una forma natural de llevarse bien con los más pequeños; no era de sorprender que fuera el encargado de vigilar a los niños, algo que realmente parecía disfrutar.

Era curioso pensar en cómo Larry había madurado. A veces, no me daba cuenta de cuán responsable y capaz era hasta que lo veía en acción.

Como cuando me mencionaba que si alguna vez se casaba, no solo iba a ser un proveedor, sino un verdadero compañero para su esposa, dispuesto a criar a sus hijos con amor y dedicación.

Hay algo en su actitud que me llena de orgullo. No solo era un buen hermano, sino también un tipo que iba a ser un excelente padre algún día.

La forma en que interactuaba con ellos, cómo los hacía reír y cómo cuidaba de que estuvieran bien, me hizo pensar que, quizá en el fondo de su corazón, ya se veía como padre, aunque lo hiciera de manera informal, en un día como este.

Me sentí un poco envidioso, no en el mal sentido, sino en el sentido de admiración. Yo no estaba seguro de cómo me vería en un futuro así. Sin embargo, al ver a Larry disfrutar de esos pequeños momentos, me hacía pensar que tal vez lo de ser padre no era tan complicado, al menos no para alguien con el corazón tan grande como el de él...

Mientras los observaba, una sensación extraña me recorrió, casi como una ola de nostalgia.

Recordé algunas de las misiones que habíamos tenido, esas en las que teníamos que rescatar a niños de situaciones terribles.

De alguna manera, esas experiencias se quedaban grabadas en mí, como un recordatorio constante de lo que estaba en juego: vidas inocentes.

Niños como Gus, con su energía y sonrisa traviesa, aún cuando eran traviesos, seguían siendo lo más puro y precioso que existía.
No podían ser dañados, no importaba lo que sucediera... Incluso con chicos como León, que solían ser rebeldes y un tanto problemáticos, el hecho de ser niños les otorgaba una protección especial en mi mente.

Son los más vulnerables, y como tal, se ganan mi respeto absoluto.

Mi reflexión se interrumpió bruscamente cuando sentí que alguien comenzaba a tirar de mi pantalón y luego de mi sudadera.

Miré hacia abajo y vi de nuevo Gus, quien con una sonrisa radiante me miraba con esos ojos llenos de emoción, como si estuviera ante la oportunidad de hacer su sueño realidad.

—¿Puedes jugar con nosotros?— preguntó, con un brillo en los ojos.

No pude evitar suspirar. Sabía que me iba a sacar de mi zona de confort, pero a veces las cosas más simples son las que nos hacen más felices, ¿verdad?

—Está bien, Gus, vamos a jugar— respondí, asintiendo con una sonrisa.

Melodie se acercó en ese momento, justo cuando él, con su inocente sinceridad, agregó algo que me hizo ruborizarme un poco.

—¡Y tu esposa también puede jugar!— dijo apuntándola con entusiasmo.

Me quedé un segundo paralizado, buscando las palabras adecuadas, pero Melodie ya me había superado en rapidez. Ella, con una risa suave, corrigió al menor.

—No somos esposos, Gus— le dijo con un tono de cariño, pero también con esa chispa juguetona que me hacía sentir incómodo, pero al mismo tiempo, algo cálido.

Gus, sin perder su emoción, añadió con un brillo en sus ojos traviesos:

—¡Pues deberían tener un hijo para que juegue con nosotros!

Ambos nos miramos, nuestras sonrisas fueron nerviosas, pero inevitablemente nos reímos juntos, un poco incómodos, pero felices de compartir ese momento tan simple y genuino con Gus.

Finalmente, decidimos acompañarlo a unirse al grupo.

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Cuando nos acercamos al grupo de niños, Larry ya estaba allí, rodeado de risas y juegos.

El área estaba bien iluminada por luces que colgaban de los árboles y postes, creando un ambiente animado y seguro para que no se perdieran de vista. Me sentí un poco más relajado al verlos tan felices.

Él miró a todos y, con una sonrisa, preguntó:
—¿Y ahora qué vamos a jugar?

Bonnie, Leon, Jessie y Ollie se acercaron rápidamente, todos emocionados por decidir qué hacer.

Ollie, con una sonrisa astuta, propuso:
—¡Deberíamos jugar a batallas de rap!

Pero Bonnie, que parecía tener algo en contra de esas batallas, respondió rápidamente:
—¡No, porque Ollie siempre gana!

El mencionado hizo una mueca y se rió, pero estaba claro que no iba a conseguir lo que quería esta vez.

Gus propuso con entusiasmo:
—¡Juguemos a Among Us!

Leon, con una mirada divertida pero algo traviesa, lo interrumpió:
—¡No! ¡Porque siempre lloras cuando te atrapan como el impostor!

El rubio hizo una mueca, negando con la cabeza y sacando la lengua como respuesta, lo que hizo reír a todos.

En ese momento, Jessie, que parecía tener una energía tranquila pero decidida, sugirió:
—¿Qué tal el escondite?

Y Leon quien parece dispuesto a apoyarla en todo, asintió sin dudar.

—¡Sí, me gusta la idea del escondite!— dijo con entusiasmo, y algunos niños asintieron también.

La conversación se llenó de risas y opiniones cruzadas, hasta que, al final, Ollie se detuvo y miró a todos con una sonrisa confiada, señalando con el dedo hacia mí.

—¡Lawrie debería elegir!— dijo, como si fuera la decisión más sabia.

Todos se quedaron en silencio por un momento, mirándome expectantes.

—¿Por qué?— dudó Bonnie.

—¡Porque es un policía cool!

Eso hizo que todos mirarán con asombro y murmuraran, y sentí que el rubor comenzaba a subir por mi rostro.

Con una ligera sonrisa, me encogí de hombros y respondí, tomando la decisión que pensé que traería más diversión:
—¿Qué les parece si jugamos a policías y ladrones?

Al principio, me miraron un poco confundidos, y eso me hizo pensar que debía darles una explicación clara. Así que, sin perder mi seriedad habitual, pero con un toque más amistoso, continué:
—Las reglas son simples. Un ladrón debe ser atrapado por un policía. Para que un ladrón sea considerado atrapado, el policía tiene que llevarlo hasta la "cárcel", debemos de elegir dónde será. Y para liberarse, debe ser tocado por otro ladrón— dije, haciendo gestos para que lo entendieran aún más.

El grupo de niños se iluminó con la idea, y aunque seguía manteniendo una actitud firme, era imposible no dejar que una pequeña sonrisa apareciera en mi rostro.

Larry, que ya estaba observando desde el principio, me lanzó una mirada cómplice.

—¿Y tú quién serás? ¿El policía?— me preguntó.

—Sí, claro— respondí sin dudar. No era un gran fan de ser el centro de atención, pero este tipo de juegos me hacía sentir algo más relajado, y definitivamente se estaba volviendo más interesante.

—Bueno, ¿quién quiere ser ladrón?— pregunté, mirando a los niños.

Sin pensarlo mucho, León corrió hacia Larry. Jessie se acercó a mí, Bonnie se unió a Larry, y Ollie, sin perder un segundo, vino hacia mí, al igual que Gus. Me sentí un poco más cómodo con la situación, no podía negar que me gustaba cómo se estaban organizando.

Miré a Melodie, que estaba allí, observando la dinámica.

—¿Y tú, Melodie?— le pregunté, tratando de sonar casual, aunque sabía que este momento podía hacer todo mucho más divertido.

Ella, con una sonrisa juguetona, caminó hacia Larry. La elección hizo que todo fuera aún más interesante, y la competencia entre los "ladrones" y los "policías" prometía ser divertida.

Ollie, con su entusiasmo habitual, me miró, su cara llena de curiosidad.

—¿Te gusta Eminem, Lawrie?— me preguntó, con la emoción a flor de piel.

Puedo decir que la pregunta me sorprendió un poco, pero no dejé que se notara. No era algo de lo que hablara mucho, pero algo en su mirada me hizo sonreír con leve ironía.

—Sí, claro que me gusta. Soy fan de él —respondí, manteniendo mi tono serio pero amistoso.

Se alegró al escuchar eso, pero antes de que pudiera agregar algo más, levanté una mano de forma juguetona.

—Hablamos de eso después, ¿De acuerdo? Ahora vamos a concentrarnos en ganar este juego.

Ollie asintió con emoción y se fue corriendo a su "cárcel", mientras el resto de los niños se dispersaba para comenzar el juego.

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La oscuridad había caído por completo sobre el campamento, y el aire fresco de la noche hacía que todo se sintiera un poco más intenso.

Los niños ya se habían dispersado, y yo me quedé en mi esquina junto a los demás policías, preparándome para lo que se venía.

Todos esperaban a que terminara de contar para salir corriendo en busca de los ladrones.

El toque del campamento de verano era claro: la emoción de la persecución se sentía en el aire. El arenero era nuestra "prisión", y a partir de ahí comenzaba el juego.

El campamento parecía más grande con la oscuridad, y las sombras de las carpas y los árboles hacían que cada rincón se sintiera más misterioso.

Vi cómo los niños salían disparados en todas direcciones, unos más veloces que otros, y comencé a moverme también.

Lo primero que noté fue a León. No me sorprendió ver cómo su habilidad de invisibilidad entraba en juego.

El pequeño tramposo.

Un suspiro salió de mis labios, y aunque quería ser el tipo serio que no permitía trampas, me encontraba en medio de un grupo de infantes y, sinceramente, no tenía ganas de arruinarles la diversión.
Así que me limité a buscar a alguien más.

Me dirigí hacia un lado del campamento donde la luz de las farolas iluminaba débilmente los arbustos cercanos.

Mis ojos se movían de un lado a otro, buscando señales de algún ladrón astuto. Fue entonces cuando escuché una risa suave, un sonido proveniente por detrás de una carpa. Me acerqué con cautela, tratando de no hacer ruido.

Noté un cabello rosa pálido, y ahí me acerqué rápido y susurré con diversión:

—¡Te atrapé!

Bonnie, que no esperaba que me acercara tan rápidamente, gritó, riendo a carcajadas, y salió disparada de su escondite.

Vaya, la niña era rápida.

Sin pensarlo, corrí detrás de ella, intentando mantener el ritmo. Mis pasos comenzaron a acelerarse, pero ella se movía con agilidad, como si estuviera disfrutando el desafío.

De repente, la perdí de vista. Habría corrido por algún rincón en el que no la vi o se habría metido tras alguna de las sombras.

Me quedé allí, observando los arbustos con más atención, preguntándome cómo lo había hecho para desaparecer tan rápido.

"¿Dónde está?" murmuré para mí mismo, sintiendo una leve frustración al no encontrarla...

Miré alrededor, aún atento a los otros jugadores.

La caza continuaba.

Me moví rápidamente por el campamento, con la oscura noche envolviendo cada rincón. Mis pasos eran cautelosos, pero el sonido de los gritos y las risas de los niños me hacían sonreír de vez en cuando.

De lejos, vi a Ollie intentando perseguir a mi hermano, quien por supuesto, no parecía tener ni la más mínima intención de dejarse atrapar.

Rápidamente me acerqué a ellos y, con facilidad, alcancé a Larry, quien entre risas me dijo:

—¡No vale, eso no cuenta, tienes ventaja!

El joven no dudó ni un segundo y llevó a mi hermano al arenero, que era la prisión de este juego.

Mientras tanto, un grito inesperado resonó en el aire:

—¡NOO! SOLDADO CAÍDO, REPITO, SOLDADO CAÍDO!

Miré hacia el origen de la exclamación y supe que era Leon.

Jessie, que había estado observando la escena, se acercó a mí con determinación.

—Yo lo buscaré, puedo atraparlo— dijo sin dudar. Miré su cara de confianza y asentí, sabiendo que podría hacerlo.

Seguí caminando, mi mente divagando un poco mientras me alejaba de la multitud. Pensé en la casa rodante por un momento...

Sin darme cuenta, mis pasos me llevaron hacia allí, como si mi cuerpo supiera exactamente hacia dónde debía ir.

Al acercarme, vi una sombra moverse detrás de la casa rodante, algo que no había notado antes.

Me acerqué con cuidado, tratando de hacer el menor ruido posible. Me asomé entre el pasto y, para mi sorpresa, allí estaba Melodie.

Antes de que pudiera procesarlo, me lancé hacia ella y la tomé del brazo rápidamente, con una sonrisa en el rostro.

—Te atrapó el policía— le dije en voz baja, disfrutando de la sensación de haberla sorprendido.

Su expresión cambió, pero no fue sorpresa, sino algo más suave, algo que me hizo sentir nervioso por un segundo.

Me miró fijamente, y con una pequeña sonrisa en los labios, dijo con tono juguetón:
—¿En serio me vas a arrestar?...

Eso me dejó un poco sin palabras, y antes de darme cuenta, mi nerviosismo me hizo tartamudear.

—Yo... eh... Melodie, em...— Solo logré decir su nombre, pero no pude evitar sonrojarme levemente.

Ella sonrió aún más, y por un segundo sentí que el aire a nuestro alrededor se volvió más denso.

Las risas lejanas de los demás no parecían llegar hasta nosotros, y en ese momento, todo lo demás desapareció.

Me jaló de mi sudadera de manera algo agresiva, quedando ella contra la pared.

—Solo será un rato...

Me besó, ahora tomándome de mis mejillas. Todavía no recuperaba mi aliento de tanto andar a pie, pero mi energía se fue en ella, y correspondí el beso.

Pasé mis manos por su cintura, me dejé llevar por esa mezcla de suspiros y mi agitación, llenos de calentura.

Pero un sonido tras nosotros me hizo separarme de Melodie rápidamente, sintiendo mi rostro encendido.

El momento se desvaneció en un instante, pero aún sentía su calor en mis labios. Justo cuando trataba de recomponerme, escuché una voz familiar.

—¡No hagan cochinadas!— Leon apareció de la nada, mirando de manera traviesa, y eso solo aumentó mi vergüenza...

Sus palabras me hicieron suspirar.
No pude evitarlo, y al instante, la frustración me ganó.
Empecé a perseguirlo, gritando su nombre con toda la fuerza que pude:

—¡LEOOOOON!

Él, por supuesto, no se quedaba quieto.

—¡LAWRIE, ERA BROMA, NO ME LLEVES CON EL MENCHOOOO!

Gritaba entre risas mientras corría por todo el campamento, disfrutando de cada momento. Y yo, sin pensarlo dos veces, lo seguía, atravesando el campamento como si estuviéramos en una carrera de obstáculos.

El resto de familias nos observaban como si mirarán una competencia de autos, mirando de un lado a otro hacia donde nos aproximáramos.

Él tropezó mientras corría, y no pude resistir la oportunidad.

Me lancé sobre él y empecé a hacerle cosquillas como venganza por haberme interrumpido antes.

—¡Ya, ya! ¡Bastaaaa! ¡JAJAJAJAJAJ!

Su risa llena de desesperación solo me contagió de diversión. Entre carcajadas, lo llevé a "prisión", junto con Melodie, como si fuera un castigo por su insolencia.

Mientras lo empujaba hacia el arenero, aún no paraba de bromear.

—¡Oye, Melodie! ¡Creo que debemos ponerles un letrero de "No molestar" a ustedes dos cuando estén a solas!

Ella solo rodó los ojos, aunque su sonrisa no la podía ocultar, y se rió con él.

Miré alrededor y me di cuenta de que Bonnie aún no había sido atrapada. Pensé que debía seguir buscando, pero antes de que pudiera moverme, vi cómo ella aparecía repentinamente en la parte de arriba del tobogán.

Sin previo aviso, tocó a todos los ladrones, interrumpiendo nuestra caza.

Todos salieron disparados en diferentes direcciones para evadir a nosotros los policías.

El caos se desató una vez más, y comenzamos una nueva ronda de persecución.

La diversión no parecía tener fin, y el campamento se llenó de risas y gritos mientras todos corríamos entre las luces del campamento, nuevamente atrapados en el juego.

____________________________

Más tarde, estábamos todos alrededor de una gran fogata, los malvaviscos calentándose en las llamas mientras las familias se reunían a disfrutar de la cálida compañía.

El aire estaba un poco frío, así que me ajusté la sudadera para mantenerme cómodo. Me senté en un tronco, con Melodie a mi lado, ambos mirando las llamas y sintiendo cómo el ambiente relajado nos envolvía.

De vez en cuando, alguien se levantaba a buscar chocolate caliente, y el aroma dulce se mezclaba con la frescura de la noche.

De repente, Poco y Stu llegaron, cargando unas bocinas grandes, lo que hizo que los niños se animaran aún más. Stu, con su energía característica, miró al grupo y preguntó:
—¿Quién quiere empezar con la música?

Antes de que alguien pudiera responder, Ollie levantó la mano, sonriendo con confianza:
—¡Yo, yo, yo!— dijo, con su entusiasmo característico —¡Busquen 'Just a Lil Bit' de 50 Cent!

— Siempre pones hip-hop, Ollie— se quejó Leon mientras cruzaba los brazos y fruncía el ceño.

—¿Y qué? ¡Me gusta!

Todos comenzaron a reír, incluso Melodie, quien se encogió de hombros, como diciendo que, al final de cuentas, la música era parte del ambiente y lo importante era que todos estuvieran pasando un buen rato.

La risa se convirtió en el centro de atención por un momento, antes de que la música continuara y el sonido de las risas, las charlas y las canciones llenara la noche.

______________________________

Acá se pone freaky todo, solo como advertencia.

______________________________

La luz de la fogata ya se había apagado, y el campamento se iba quedando en silencio, solo interrumpido por algunos murmullos distantes.

La noche se había enfriado, y yo sentía el aire helado acariciando mi piel cuando Larry y Pearl se despidieron para ir a su carpa, al lado de la casa rodante.

Parecía que todo el día había sido un torbellino de actividad, pero ahora todo estaba calmado, y era hora de descansar.

Fui al baño para cambiarme y lavarme los dientes.

Mi pijama era simple, de mangas largas, de esas que te hacen sentir acogido pero sin nada demasiado llamativo.

Me miré en el espejo durante unos segundos, pensando en lo que había sido el día. Había sido bueno, de eso no había duda.

Cuando regresé, Melodie ya estaba lista, su pijama de felpa rosado le daba un aire cómodo y relajado.

Estaba terminando su rutina de cuidado en el rostro, algo que me parecía muy propio de ella.

Por otro lado, solo me había echado agua a la cara, la rutina no era algo que soliera seguir, aunque ella me prestó una crema hidratante que me hizo sentir más suave mi rostro.

Me senté al borde de la cama unos segundos, revisando mi celular, aunque en realidad no prestaba mucha atención a lo que veía.

Melodie se acomodó junto a mí, su cercanía me hizo sentir el calor de su cuerpo, y algo en mi pecho se aceleró.
Mi mente estaba un poco dispersa, no sabía cómo debía comportarme ahora que íbamos a dormir en la misma cama por primera vez.

De repente, Melodie se inclinó hacia mí, y su voz suave rompió el silencio.

—¿Todo bien?— me preguntó, con esa forma tranquila de hablar que siempre tenía, que me relajaba pero a la vez me dejaba sin palabras.

Miré hacia ella, sintiendo cómo el nerviosismo se apoderaba de mí.

—Sí... solo... nunca he dormido con alguien más además de mi hermano, claro...— confesé, sin saber si eso sonaría raro.

Ella sonrió, como si supiera exactamente lo que pensaba.

—Está bien— dijo con dulzura. Eso me tranquilizó un poco. Pero aún así, algo en mi pecho seguía latiendo con fuerza.

Me acosté, pero el cansancio no me golpeaba como esperaba. La adrenalina del día seguía corriendo por mi cuerpo...

Me sentía tranquilo, sí, pero no completamente relajado. Fue entonces cuando nuevamente con su tono suave, me preguntó:
—¿No tienes sueño?

Negué con la cabeza y me giré para mirarla. Ella parecía tan tranquila, como si ya estuviera lista para dormir, pero yo no lograba que el sueño llegara.

Entonces, sin pensarlo mucho, me incliné hacia ella y le di un suave besito en los labios.

Fue un gesto pequeño, pero hizo que mi corazón latiera un poco más rápido. Cuando me separé, dije, un poco sonrojado:
—Igual, capaz en algún momento me echo a dormir...

Melodie sonrió con ternura y asintió. Luego, en un susurro, comentó:
—Fue un lindo juego el que hicimos.

Asentí, sonriendo levemente, mientras me acomodaba un poco más en la cama. Miré al techo, intentando calmarme, pero el ruido de mis pensamientos seguía presente...

—Sí, son muy energéticos— respondí, refiriéndome a los niños, aún riéndome por cómo se había desarrollado todo.

Ella rió suavemente, y eso me hizo sentirme más relajado.

Por un momento, noté que se acurrucó en mi pecho, acariciándome ahí ligeramente.

Y se me ocurrió algo un poco arriesgado...

De todas formas, estábamos solos en ese cuarto, por así decirlo...

—Melodie...— la mencioné con una voz un tanto ronca en susurro.

—¿Hm?— volteó a verme, y yo me acomodé en la cama, quedando su altura, mirándola.

—Pensaba si... Quizá antes de dormir, terminamos lo de hace rato.

—¿Terminamos?—

—No te hagas la ingenua...

Ella cambió su reacción a una sonrisa con algo de picardía, y rió en bajo volumen.

Le di una caricia por su mejilla, dirigiendo mi mirada hacia sus labios ahora desmaquillados, pero manteniendo ese rosado natural. Similar al mío.

Nunca la había besado así.

Y se sentía aún más íntimo.

Nos miramos un momento a los ojos. No hubo nada más que decir que solo acercarnos a otro beso.

Se sentía algo de desesperación en el aire, pero solo quería disfrutar de su cariño y melodiosa voz entre suspiros.

Me atreví en pasar mi mano por su cintura, bajando hacia su muslo ahora descubierto por la falda de su pijama, era suave.

Así continuamos unos segundos.

Hasta que de repente se separó de mí, la observé confundido. Y es cuando veo cómo pasa a sentarse sobre mi regazo, aún inclinada hacia mí.

Mierda...

La calentura se me subió al instante, suspiré pesadamente, trataba de no hacer alguna cosa que la incomodará.

Aunque, bueno, ya estaba encima mío.

Me sonrió, con esos ojos que me derretían y, volvió a besarme, ahora con más intensidad.

Exploraba esa suavidad otra vez, porque probablemente no la volvería a ver de esta manera en unos días.

Los suspiros que soltaba me llenaban los oídos de placer, así que la hacía rosar más contra mí, sujetándola de la cadera.

Nos alejamos un momento de tanto besuqueo, bien agitados, no dejaba de mirarla.

Miró entre su regazo contra el mío, y luego nuevamente hacia mí

—Estás duro.

Es tan directa.

—¿Recién te das cuenta?...— pregunté aún con vergüenza... Esto es nuevo de sentir.

Pero pareció que me quería hacerme una maldad, porque al regresar a conocer mis labios, al mismo tiempo comenzó a mover ligeramente sus caderas.

Me separé nuevamente, a pocos centímetros de su rostro, jadeaba un poco, me intentaba contener.

—¿Qué haces...?— pregunté en susurro, aún nervioso.

—¿No te gusta, Lawrie?...— su voz era más dominante y coqueta ante esto, se notaba que lo disfrutaba como a mí. Pero yo sonaba como un pobre que "lo hacían sufrir", vaya sufrimiento...

—Claro que sí...— la tomé del rostro y la hundí entre besos donde ya no fui tan gentil...

Quizá metiendo un poco de lengua.

Primero mordí levemente su labio inferior, la hizo jadear, y nuevamente la cautivaba con esos besos atrevidos, probándola.

Cuando se cansó un poco, un hilo pequeño de saliva se desapareció entre nosotros. Y suspirábamos con agitación.

—¿Así que este era mi regalo?...— pregunté, ahora parecía tomar el rol de ser el dominante.

—Puede ser...— respondió con una voz que, ojalá se me grabará en la mente para siempre.

—Hm... Pero este mes se trata de ti, así que...— antes de terminar lo que quería decir, la volteé, dejándola ahora como la de abajo y yo arriba suyo —Digamos que es un regalo para los dos...

La noté claramente nerviosa. Y quizá lo único que haríamos será una clase de... "Exploración" entre los dos.

Me retiré mi camisa del pijama, desabotonándola, así quedando solo con mi pantalón de pijama y mi camisa oscura, aún hacía algo de frío.

—Qué agradable vista...— comentó ella con picardía y tapándose un poco la sonrisa, la notaba emocionada.

Miré a un lado, aún nervioso, pero sonriendo por esto.

—Si hay algo que no te agrada o te incomoda, me dices— comenté.
—Está bien...— dijo más relajada —aunque no me incomodaría verte así...

—Ay, Melodie...

Ella se acomodó, quedando sentada como yo, le ayudé a retirarse su vestido de pijama y... Ahí es cuando se queda solo en camisa y short.

Se subió su prenda y, dejó a la vista su brasier.

—¿Me lo quito?

Suspiré nuevamente, yendo con calma. Asentí con vergüenza.

Se retiró aquello desabotonándolo. La trataba de mirar a los ojos pero, me tenté y dirigí mi mirada hacia abajo cuando ya estaba descubierto.

—Sí... No son, eh, grandes, como suele esperarse...— rió nerviosamente.

La vi directamente, alzando una ceja.

—Eres hermosa...— dije manteniendo aún baja la voz —Seas o no seas, tienes un lindo cuerpo...

Me acerqué para besarla suave, a diferencia de hace rato. Al final la quiero tal como es.

—Es un poco tonto esto pero... A veces sí pensaba que en mi primera vez sería juzgada por no tener tanta curva y volumen...

—No es algo tonto, son ideas estúpidas que siempre meten, así qué...— La incliné, quedando acostada y yo sobre ella— Solo relájate... Que me encargaré de esto.

Conocí sus labios otra vez, pero ahora, estaba bajando hacia su cuello, para estimularla aún más. Continué pasando mi boca por sus hombros hasta bajar a dónde era mi objetivo.

Le di contacto visual para asegurarme que estaba bien, aún así sentía los mismos nervios que ella.

Me dejé llevar y besé uno de sus pechos, a su vez acariciaba con gentileza.

Ahí escuché un leve gemido salir de su boca, se estremeció, arqueaba la espalda no exageradamente.

Reí levemente, y besé con más pasión... Antes de que se me ocurriera pasar la lengua en círculos.

Ella exclamó bajo un grito en susurro: "Oh, por...!". Mordiéndose el labio, y tomándome de mis mechones.

Seguí con mi trabajo.

Cuando ya sentí que era mucho, ahora era lo siguiente...

Retiré su short, acompañándolo su ropa interior.

Esto sería algo más, algo que debería de reservarlo entre los dos... Por lo que suspiré nuevamente, sintiendo el corazón en la boca de tanto que me latía.

Ella sujetaba una almohada, y fue cuando separé sus piernas con ambas manos.

No opiné al respecto, tampoco fue la gran sorpresa pero, de todas formas sentí bajo mío calentura y calor... solo sabía que debía de hacerla sentir bien.

Me incliné y le retiré la almohada, acostándome a su lado pero al alcance de su feminidad.

La miré y, me acerqué para probar si podía besarla mientras hacía eso.

Sentí la humedad y calor entre mis dedos al tocar su zona, intentando ubicar su punto de placer, a lo que la hizo sobresaltarse y soltar otro gemido.

—Y apenas empecé a tocarte...— dije bromeando.

—Es mi primera vez con algo así... Además, de algo deben de servir tus manos, aparte de protegerme— me causó gracia su comentario, sonreí levemente.

Volvimos a centrarnos en eso, parecía que le gustaba tener esa perspectiva, observando mis dedos complaciéndola.

Movía el del medio junto al anular, no era un experto pero hacía lo que podía.

A su vez, aumentaba el ritmo de sus gemidos, no se contenía esta vez. Y cuando los introduje a la entrada, trató de no gritar muy alto.
Ya era suficiente escándalo aún intentando mantenernos "silenciosos".

—Shh...— dije eso acercándome hacia sus labios, para que personalmente la calle a besos. Y de todas formas, movía los dedos a propósito, haciéndola sacar gemidos ahogados.

Posó débilmente su mano sobre la mía que estaba ocupada, y de ahí acarició mi rostro, así la dejé respirar un poco de ese ataque de besos, y fui suavizando mis embestidas.

—¿Quieres que pare?— pregunté, sintiendo el calor en mi cara.
—No...— respondió entre jadeos —pero... Hay algo que quiero hacer.

La miré confundido, y detuve aquello, y me pasé unas toallas húmedas por mi mano usada, antes de que ella dijese su plan.

Ahora, ambos estábamos sentados. Creo que ya entendía a dónde iba esto...

—Te quiero compensar...— me lo dijo como si le hubiese hecho la mejor cosa del mundo... O al parecer, sí lo hice.

—Em... bueno... Yo... Nunca, nunca he hecho esto...— y la verdad es que no. No era ese tipo de chico que le interesará autocomplacerse o mirar cada rato sitios pornográficos.
Conocía lo básico del coito, pero no me entrometía en eso.

Al menos no hasta ahora.

Se dejó puesta su camisa para evitar enfriarse.

Me acarició el pecho, después bajó a mis brazos. Se acercó a mi abdomen, y subiendo un poco mi camisa... desabotonó mi pantalón de pijama.

Tragué en eso e intenté suspirar para relajarme, el corazón me palpitaba tanto, nadie nunca me había hecho algo así...

Ella intentó sacarlo de mi boxer, a lo que la ayudé, aún con vergüenza en mi mente... Y ahí me expuso.

Observó con sorpresa, y luego me miró a los ojos, para ver otra vez mi zona baja como si tuviese que comprobar que era mío.

—¿Qué?— pregunté nervioso.

—Nada... Sólo pienso, cómo vas a hacerme esto sin terminar con dolor en el vientre...— dijo antes de comenzar a carcajear en voz baja.

Incliné la cabeza y suspiré. Cómo puede decir tantas babosadas aún con vergüenza y viéndome casi todo.

Igual no me molestaba, así es su forma de ser.

—Ya... Ni es para tanto...— no pude evitar sacar una leve sonrisa —Digo, no es como que yo...

No terminé de hablar, sentí su mano alrededor de mi miembro, y retuve el aliento, antes de volver a exhalar.

Bajé la cabeza, de ahí la subí y cerré los ojos, y solo mi mente se centró en cómo hacía el movimiento de sube-baja, con suavidad agarrándome.

Jadeaba con algo de vergüenza, o quizá mordiéndome el labio podía lograr no ser ruidoso.

Lo hacía bien para ser nuestra primera vez tocándonos. Aunque, sentía que era muy tarde para continuar, pero se sentía muy bien.

—Melodie...— murmuré entre jadeos, me tentaba en continuar disfrutando de su manoseo.

Ella me dio besos por mi mejilla, y volteé para besarla en los labios.

Pero eso no duró mucho, porque bajó su mirada y volvió a verme con esa reacción de que quería tomar otro paso de este acto.

Comenzó a inclinarse, me sobresalté y la tomé del hombro.

—O-oye... No tienes que hacer eso...— se volvió a alzar para verme, confundida.
—¿No querías seguir?—
—No quiero que te sientas forzada o algo...—

—No me siento forzada— interrumpió, parecía más segura que yo —Igual si, si no quieres, me detengo.

—No sé cómo sea esto... Quizás eh... Lo dejamos para otra ocasión.

Comprendió y asintió, nos calmamos un poco.

Volví a vestirme y ella igual.

Al menos fue un enorme paso a esto entre nosotros, pero quería llevar las cosas con "más calma".

Y porque quería evitar hacer ruido por aquí.

Me lavé las manos y lo hizo también. El sueño me ganó finalmente, apagando la lámpara y pensando qué haríamos al siguiente día con los demás.

Me dio un beso en la mejilla y yo le di en los labios.

—Buenas noches, Lawrie.
—Buenas noches, Melodie.

Me acosté cabeza arriba, y se acurrucó en mi pecho, fue agradable. Solo sentí mi mirada pesada y empezar a dormir.

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