Capítulo 15: El amor está en el aire
El motor de mi moto rugía suavemente mientras avanzaba por la carretera, tomando mi ruta habitual hacia el trabajo con Melodie.
La mañana era fresca, y el tráfico, aunque algo denso, no era insoportable.
Mi hermano, no venía tras mío esta vez. Tuvo que tomar otro camino para revisar el pedido que hizo en Candyland hace unos días. Sin embargo, al llegar, se topó con que estaba cerrado.
Por otro lado, Pearl llevaba unos días fuera de Brawltopia. Había ido a visitar a sus padres, que vivían a las afueras de la ciudad.
Según Larry, sus suegros no aceptaban un "no" como respuesta cuando querían verla, así que, aunque tenían planeado reunirse hoy, no le quedó otra opción que esperar a que ella regresara.
Mientras pensaba en eso, mi teléfono comenzó a vibrar en el bolsillo de mi chaqueta. Frené en un semáforo y lo saqué rápidamente. En la pantalla aparecían dos nombres conocidos: Chester y Mandy.
—¿Qué pasa? —pregunté, colocando el auricular bajo el casco.
—Hey, Lawrie, ¿puedes decirle a tu hermano que tienen una misión para esta noche?— respondió Chester con su tono despreocupado usual.
—¿Misión? —fruncí el ceño, curioso.
—Bueno... en realidad, queremos que vaya a un parque específico, es una trampa—Ahora era Mandy quien hablaba, sonando divertida.
—¿Trampa?
—Tranquilo, es para bien!— rió el bufón —Le estamos organizando una fiesta sorpresa por su aniversario con Pearl. El pastel que pidió ya está listo, y todo está arreglado... Solo necesitamos asegurarnos de que vaya!
Solté un leve suspiro, asintiendo.
—Entiendo, se lo diré cuando lo vea.
—¡Genial! Nos vemos en la noche entonces.
Corté la llamada justo cuando el semáforo cambió a verde y volví a acelerar.
Melodie solo tenía un pendiente hoy: una entrevista en un edificio del centro de Brawltopia, y después de eso estaría libre, así que probablemente podríamos pasar la tarde juntos antes de la fiesta sorpresa.
Aceleré un poco más, sintiendo el viento golpearme en el rostro.
Al llegar a casa de Melodie, me estacioné justo frente a la entrada.
Apenas apagué el motor, la bocina del altavoz de seguridad se encendió con un sonido estático, seguido de la voz distorsionada de R-T, sonando robótica y nuevamente chillona de manera chistosa.
—¡Buenos días, Lawrie! Favor de traer más sopa instantánea cuando regreses de tu jornada.
Rodé los ojos, cruzándome de brazos mientras miraba la cámara del intercomunicador.
—No me haré responsable si te da algo en el estómago.
—Ajá... Si no me equivoco, el consumo registrado del agente Lawrie Lennox consiste en: altas cantidades de galletas, pastel y café.
Fruncí el ceño, pero solté una leve risa antes de responder:
—Al menos no lo hago todos los días.
Él no contestó, lo que me hizo reír un poco más.
Justo en ese momento, la puerta principal se abrió, y ella apareció con una expresión tranquila, vestida con ropa cómoda pero formal.
Le sonreí levemente, pero antes de que pudiera decir algo, se lanzó sobre mí, besándome sin previo aviso.
Me sobresalté un poco, pero no tardé en corresponder, sintiendo esa familiar suavidad en sus labios. Fue un beso repentino, cálido y lleno de cariño.
Cuando nos separamos, la miré algo desconcertado.
—¿Y eso?
Solo se encogió de hombros con una sonrisa juguetona.
—Simplemente me dieron ganas de besarte.
Eso me sacó una pequeña risa. No es que me molestara, pero sí me tomó desprevenido.
Antes de que nos fuéramos la puerta de la entrada se abrió nuevamente, y esta vez fue Larry quien apareció.
Su expresión estaba algo desanimada, y al verlo, supe de inmediato que se debía a Pearl.
—¿Qué pasa?— pregunté, cruzándome de brazos.
Él suspiró ajustándose sus lentes con una mueca un tanto frustrada.
—No sé a qué horas va a regresar Pearl... Y ya no quiero seguir posponiendo nuestro aniversario.
Melodie y yo intercambiamos miradas, sé que no es la primera vez que los padres de su novia parecían interferir en su relación, y entendíamos lo frustrante que debía ser para mí gemelo.
—Mira, Larry...— le dije, dándole una palmada en el hombro —Pearl te ama, eso lo sabemos... A veces son los mismos padres los que interfieren en el amor, pero eso no significa que ella no quiera estar contigo.
Él me miró en silencio por un momento, como si estuviera procesando mis palabras. Melodie se acercó con una sonrisa tranquila.
—Tienes una novia increíble, y ella también debe estar deseando verte. No te preocupes demasiado, seguro que encontrarán la manera de estar juntos esta semana.
Larry suspiró, pero esta vez con una leve sonrisa.
—Gracias, chicos... En serio.
Le di un leve golpe en la espalda antes de volvernos hacia el auto.
—No hay de qué. Ahora, anímate, que tienes un aniversario que celebrar después— le dije.
Él rió un poco y asintió ajustándose sus lentes, pareciendo más tranquilo. Luego de eso, Melodie y yo nos subimos al auto y nos alejamos de la casa, listos para el día.
Mientras salíamos de la zona residencial, pasamos por la caseta de vigilancia y saludamos a un nuevo guardia que recién estaba empezando.
Era un tipo alto, musculoso y con un aire rudo, pero su expresión era relajada. En su placa se leía que su nombre era Grom, y a pesar de su apariencia imponente, parecía bastante gentil.
Levantó una mano en señal de saludo, y nosotros le devolvimos el gesto antes de seguir nuestro camino hacia el centro de Brawltopia.
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El centro de la ciudad de Beverly Hills estaba lleno de vida, con grandes edificios corporativos, restaurantes de lujo y hoteles de prestigio.
Nos movíamos entre autos caros y enormes carteles publicitarios mientras nos dirigíamos al edificio donde Melodie tenía su entrevista.
Cuando llegamos y estacionamos, los guardias bajamos primero. Como era costumbre, fui quien le abrió la puerta a Melodie.
—Gracias— me dijo con una sonrisa antes de salir.
Pero en cuanto lo hizo, una pequeña multitud de fotógrafos y reporteros apareció de la nada. No tardaron ni dos segundos en acercarse a ella con preguntas y flashes de cámaras iluminando el lugar.
—¡Melodie! ¿Es cierto que usas ropa hecha de piel de animal?
—¿Puedes confirmar si la bufanda que llevas puesta es de piel real?
Melodie frunció el ceño, confundida, mientras negaba con la cabeza.
—¿De qué están hablando? No, no uso ese tipo de prendas.
Pero eso no detuvo la avalancha de preguntas.
Mi hermano y yo reaccionamos al instante, interponiéndonos entre ella y los fotógrafos.
—Oigan, den espacio, es una orden, por favor!— dijo Larry, asegurándome de que ella pudiera entrar sin problemas.
—No hagan preguntas sin sentido— añadí, también bloqueando el paso de los más insistentes.
A pesar del caos, logramos entrar al edificio sin más problemas. Una vez dentro, Melodie nos miró con una mezcla de sorpresa y molestia.
—¿De dónde sacaron eso?
—No tengo idea, pero lo averiguaré— le aseguré.
Ella suspiró, sacudiendo la cabeza.
—Bueno, me iré a la entrevista... Los veo luego.
Asentimos, y la vimos dirigirse a la recepción antes de desaparecer por un pasillo.
Nosotros nos quedamos en el lobby esperando, él con un café en mano, hojeando algo en un libro que le intrigó, y yo revisando mi celular.
Fue ahí cuando encontré la razón del escándalo.
Los titulares de unos sitios de chismes hablaban sobre un rumor de que la bufanda beige que Melodie usaba estaba hecha de piel real, cosa que eso sabía que era mentira. Pero eso no era lo peor...
Al seguir leyendo, encontré algo más preocupante: el vestido que usó en el evento de primavera de Starr Park, aquel que le encantaba, supuestamente estaba hecho de materiales de origen animal.
Recordé claramente que Melodie no tenía idea de eso.
Fruncí el ceño, sintiendo una mezcla de molestia e incredulidad.
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Cuando Melodie bajó del elevador, mi gemelo y yo nos pusimos de pie al instante.
Le dimos las gracias a los servidores que nos ofrecieron café y un lugar cómodo para esperar, y nos dirigimos juntos hacia la salida.
Apenas cruzamos las puertas del edificio, la prensa volvió a lanzarse sobre nosotros con preguntas insistentes sobre el rumor.
Se veía visiblemente incómoda y molesta, negaba con la cabeza sin responder nada.
Y entonces, un hombre se plantó frente a nosotros con expresión furiosa.
No tardé ni un segundo en ponerme entre él y Melodie.
Llevaba una camiseta con las palabras Defensor Público de los Animales impresas en grande.
Al verlo, suspiré pesadamente... No tenía problema con los activistas, pero no soportaba a los extremistas que creen que atacar a otros les da la razón.
Había lidiado antes con personas así, con fanáticos conservadores que se metían con mi relación con Surge, y ahora con alguien que, sin pruebas, ya había decidido que ella era su enemigo.
El tipo tenía la mandíbula apretada, los ojos inyectados en rabia.
—¡Eres una hipócrita! —le gritó a Melodie—¡Te llenas los bolsillos con el sufrimiento animal!
—Te ordeno que te apartes— le advertí con firmeza, mi voz más fría de lo normal.
Larry siendo más pacífico, intentó calmar la situación.
—Oye, amigo, esta no es la forma. Por favor, déjanos pasar.
Cruzamos por la banqueta que dirigía hacia el estacionamiento, aún tensos.
Cuando de repente entre el bullicio de la gente, los murmullos y los flashes de las cámaras, el tipo hizo un movimiento inesperado.
Se deslizó hacia un lado, donde no estábamos bloqueando completamente a Melodie.
Fue entonces cuandoescuché un ruido de algo filoso, y entremiré hacia atrás por un segundo sin concluir mucho de qué se trataba...
Un cuchillo...
No lo pensé.
Gracias a mis reflejos, me giré hacia él, sujetándole el brazo con fuerza. En un movimiento rápido, lo giré y lo tumbé al suelo con una llave precisa.
El golpe resonó, y la multitud retrocedió de inmediato sorprendida por la velocidad de mi reacción.
El hombre forcejeó, pero lo mantuve contra el pavimento con la rodilla en su espalda.
—Te dije que te apartaras— solté aún molesto —Quedas arrestado.
El lugar quedó en un tenso silencio. La prensa había pasado de hacer preguntas a capturar con sus cámaras lo que acababa de pasar.
Melodie estaba aterrada. Su rostro estaba pálido cuando volteó a verme, apenas procesando que alguien había intentado atacarla por un rumor que ni siquiera sabía que existía.
Larry la sujetó con firmeza y la llevó al estacionamiento, esta vez pidiendo de manera más estricta que dejaran de tomarle fotos.
Por suerte, la mayoría de los reporteros y curiosos entendieron el mensaje y se dispersaron.
Yo, en cambio, tenía otro asunto que atender.
Saqué otro dispositivo y llamé de inmediato a un auto policial. No iba a permitir que este tipo estuviera ni un segundo más cerca de Melodie.
Mientras esperaba a que llegaran refuerzos, presioné al hombre contra la pared y le coloqué las esposas con un movimiento firme.
—Quédate quieto.
El tipo forcejeó, pero mi agarre era firme.
Ya había lidiado con casos peores, y no iba a soltarlo solo porque intentara revolverse como un pez fuera del agua.
—¡Maldito injusto!— escupió con rabia —¡Solo te importa proteger a una puta y no a los verdaderos seres humanos!
Fruncí el ceño, ¿seres humanos?
—Supongo que quisiste decir "animales"... — dije con sarcasmo, empujándolo un poco más contra la pared para que dejara de moverse.
Siguió gritoneando como si su berrinche fuera a cambiar algo, pero yo ya estaba acostumbrado a ruidos peores. Las misiones como agente te enseñaban a ignorar distracciones inútiles.
Aún habían fotógrafos rondando por la zona, gente curiosa observando con sus teléfonos en mano.
Ya me esperaba aparecer en las noticias de nuevo, pero eso me daba igual en este momento...
Finalmente, vi acercarse el auto policial. Se detuvo con rapidez, y de él bajó Colt.
Nos miramos por un segundo, saludándonos con un leve gesto de la cabeza, no había necesidad de palabras.
El tipo, en cambio, aprovechó para soltar otro grito desesperado:
—¡Esto es una injusticia! ¡Ustedes deberían estar de mi lado!
Colt bufó, cruzándose de brazos.
—Explícale eso al juez— dijo con tono aburrido —Ya te tengo fichado, "defensor".
—¿Lo conoces?— pregunté, manteniendo mi agarre sobre el tipo.
Y asintió con cara de fastidio.
—Hace unos meses intentó atacar a Shelly por darle atún a Kit en un parque.
Entrecerré los ojos.
—¿En serio?
—Oh sí, y no fue su primer problema con la ley...
Solté un suspiro pesado. Gente como esta nunca aprendía.
Sin más, le pasé al tipo a Colt, quien junto con su equipo lo metieron al auto policial.
Mientras lo alejaban, me tomé un segundo para relajar los hombros. Volteé hacia el estacionamiento, donde Larry y Melodie me esperaban.
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Subimos al auto en silencio. Melodie solo dijo que quería irse directo a casa, lo cual me pareció lo mejor después de todo lo que pasó.
Aunque sabía que estaba tratando de mantener la compostura, podía notar lo afectada que estaba.
Eso también significaba que yo tendría tiempo para ocuparme del plan de Chester y Mandy.
Pero antes de eso, tenía que hacerle creer a mi hermano que teníamos una misión esa noche por órdenes de Shelly.
Sabía que no le gustaría la idea, y en cuanto le di la noticia, vi cómo su expresión se tornó apagada.
—Oh... está bien— dijo, tratando de no sonar decepcionado.
Me sentí un poco culpable por hacerlo pasar por esto, pero también sabía que valdría la pena... Solo faltaba un poco más de paciencia.
Manejé con calma hasta casa de Melodie, y Al llegar, él tomó otro camino en su moto.
Cuando entramos, ella no dijo nada, simplemente entró, y yo la seguí de inmediato.
Nos quedamos un rato en la sala, se dejó caer en el sofá con un suspiro cansado.
—Esto ya me ha pasado antes...— dijo de repente—Pero nunca algo así...
Me quedé de pie un momento, observándola.
—¿A qué te refieres?
—Los comentarios de odio, las amenazas, eso es normal— explicó mirándome —Siempre hay gente que dice cosas horribles, que manda mensajes con fotos desagradables, pero... nunca me habían intentado atacar así.
La forma en que lo dijo, como si fuera algo que simplemente tenía que aceptar, me molestó.
—No debería ser normal— repliqué —Pero hay gente que se toma estas cosas demasiado a pecho y creen que esa es la solución.
Ella no respondió, solo se frotó el rostro con ambas manos, claramente agotada. Decidí que lo mejor era ayudarla a relajarse.
Me dirigí a la cocina y le preparé su té favorito. Cuando regresé, ella me miró con algo de sorpresa antes de sonreír levemente.
—Gracias...
—Aún no he terminado— dije, arrodillándome frente a ella.
Tomé sus pies con suavidad y le ayudé a quitarse los zapatos. Luego, fui por su desmaquillante y sus cremas para el rostro que justo estaban en su baño, así dejándolas a su lado.
Ella me observó con una expresión de ternura y algo de diversión.
—No tienes que hacer todo esto.
—Quiero hacerlo— respondí sin dudar.
Se quedó en silencio por un momento antes de empezar a desmaquillarse. La vi relajarse poco a poco, su rostro libre de esa tensión de antes.
Cuando terminó, me acerqué y le di un beso en la frente.
—Tengo que irme— dije en voz baja —Hay algo que debo hacer.
Ella me miró por unos segundos, pero asintió.
—Está bien... De todas formas, quiero descansar un poco.
—R-T estará atento por si pasa algo.
—Lo sé.
Me sonrió levemente y yo le devolví la sonrisa antes de levantarme. No quería dejarla sola después de lo que ocurrió, pero también sabía que necesitaba un momento de calma.
Aunque... Me incliné de nuevo hacia ella y le di un beso en los labios, esta vez dejando que durara unos segundos más.
Sentí cómo su respiración se mezclaba con la mía, su calidez contrastando con el aire fresco que entraba por la ventana.
Cuando me separé, la miré a los ojos y le sonreí levemente.
—Te quiero— murmuré, casi en un susurro.
Vi cómo sus mejillas se ruborizaron al instante. Parpadeó un par de veces, algo sorprendida, antes de bajar un poco la mirada y responder en voz baja:
—Yo también te quiero.
Esa simple respuesta me hizo sentir un calor agradable en el pecho.
Me quedé viéndola por un momento más antes de tomar mi chaqueta oscura del perchero.
Me la puse mientras caminaba hacia la puerta, sintiendo el aire frío de la tarde al abrirla.
Antes de salir, eché un último vistazo hacia ella. Melodie aún estaba en el sofá, sosteniendo su taza de té, con una expresión más tranquila en el rostro.
Me di la vuelta y salí, cerrando la puerta detrás de mí. Ahora tenía otra tarea que cumplir, pero una parte de mí ya estaba deseando regresar.
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Conduje por las calles de Brawltopia con facilidad, dirigiéndome hacia el parque donde Chester y Mandy dijeron que sería la sorpresa. La zona estaba cerca de Beverly Hills, así que no fue complicado llegar.
A lo lejos distinguí luces decorativas y una pequeña reunión de personas que conocía bien: Chester y Mandy, acompañados de dos amigos más, Fang y Buster.
Antes de acercarme, me detuve un momento al escuchar su conversación sin que notaran mi presencia.
—¡BUSTER!— gritó Mandy con indignación —¡AHÍ DICE "FELIZ BABY SHOWER"! ¡DEBE DECIR "FELIZ NOVIAZGO"!
—Ups...— murmuró con una risa torpe, rascándose la cabeza.
Negué con la cabeza, conteniendo la risa. No me sorprendía, pero sí me divertía ver cómo el grupo intentaba organizar algo con su usual caos...
De pronto, un olor a quemado llegó a mi nariz, alertándome por un instante.
Escaneé la zona con la mirada y noté a Chester sacando lo que parecía ser... ¿espagueti quemado?
—¿Sabes cocinar?— preguntó Fang con una ceja arqueada.
—Depende— respondió Chester con absoluta torpeza, como si su respuesta tuviera algún tipo de lógica.
Él suspiró y negó con la cabeza.
—Voy por comida, regreso en un rato...
Sonreí levemente al escuchar eso. Me pareció tierno que se acordaran de lo mucho que Larry ama el espagueti con albóndigas. Se notaba que realmente querían hacer de esta sorpresa algo especial para él y Pearl.
Fue entonces cuando mi teléfono vibró con un mensaje:
"Larry: No hay nadie en la base que sepa de la misión... ¿qué está pasando?"
"Yo: Nos vemos en el parque. Es algo grave"
Sabía que eso lo alarmaría, pero no podía arruinar la sorpresa todavía.
Guardé el teléfono en mi chaqueta y me preparé para cuando llegara mi hermano. Esto iba a ponerse interesante.
Me acerqué y llegué en completo silencio entre ellos, soltando un simple:
—Hola.
Los tres chicos se espantaron al instante. Mandy casi dejó caer una de las decoraciones y Chester brincó en los brazos de Buster.
—¡Demonios, Lawrie! —se quejó Chester, llevándose una mano al pecho con dramatismo y risas —¿Quieres matarnos del susto?
Ignoré sus quejas y dije con la misma seriedad de siempre pero con algo de diversión:
—Ya viene Larry.
Buster me miró con atención y luego sonrió, tirando a Chester al suelo.
—Actúas como esos tipos de los "Hombres de Negro"— comentó, haciendo un gesto dramático con las manos y acomodando sus gafas de sol como si estuviera describiendo una película.
Solté una leve risa, contagiado por su humor.
Él tenía ese efecto en la gente como si fuese una historia con comedia, al igual que Chester con sus comentarios torpes pero graciosos.
De inmediato, todos comenzaron a moverse con rapidez para esconderse.
Escuchamos un auto llegar y nos preparamos... pero en lugar de Larry, quien bajó fue Colt, caminando con prisa y un poco agitado.
—¡Ey, ey!— dijo en voz baja, acercándose —Pearl también está llegando.
Eso tomó a todos por sorpresa, pero al mismo tiempo, hizo que la emoción aumentara. Ellos llegarían casi al mismo tiempo sin sospechar nada.
Nos ocultamos entre los arbustos, tratando de no hacer ruido.
Sin embargo, de la nada, apareció un niño pequeño caminando por la zona. Lo reconocí enseguida: era Gus, el hijo de un chofer del tren de la ciudad.
El pequeño miró a su alrededor con curiosidad y, antes de que pudiéramos decirle algo, soltó en voz alta:
—¡¿Están jugando a las escondidas?!
Buster, sin dudarlo, improvisó:
—¡Sí! Así que más te vale esconderte bien con nosotros.
El niño sonrió ampliamente, emocionado, y se agachó junto a nosotros en los arbustos.
Después de unos segundos, me miró con los ojos muy abiertos.
—¿Eres un policía?— preguntó con admiración.
Asentí con calma.
—Sí, desde niño siempre quise serlo.
Gus asintió con orgullo, como si mi respuesta hubiera sido la mejor que había escuchado.
—Cuando sea grande, quiero ser un Skibidi Toilet— dijo con total seriedad y entusiasmo.
Hubieron unos segundos de silencio antes de que todos soltaramos risas leves, tratando de no hacer ruido.
—Vas por un buen camino, amigo— le dijo Chester, palmeándole la cabeza.
Justo en ese momento, ambos autos se detuvieron casi al mismo tiempo. Larry bajó de su moto y, al otro lado, Pearl salió del taxi.
Por un instante, solo se miraron. Se notaba en sus rostros la felicidad de volverse a ver después de esos días separados.
Sin pensarlo dos veces, Larry corrió hacia ella y la alzó en sus brazos, abrazándola con fuerza.
—Te extrañé tanto...— murmuró él contra su cabello.
—Yo también, cariño... — respondió ella, cerrando los ojos y aferrándose a él.
Cuando se separaron un poco, ambos notaron los adornos y la mesa decorada con un pastel. Se miraron confundidos.
—¿Tú hiciste esto?— preguntó Pearl, observando las luces y las decoraciones.
Mi hermano negó con la cabeza.
—No, pero... yo sí pedí ese pastel.
Ella arqueó una ceja con curiosidad. Antes de que pudiera preguntar más, Larry pareció recordar algo de golpe...
Su expresión cambió, y su agarre en sus manos se volvió más firme.
—Pearl...— empezó, mirándola fijamente, con una mezcla de emoción y nervios en los ojos —Estos cuatro años contigo han sido los mejores de mi vida. No hay un solo día en que no me sienta afortunado de tenerte... y, pase lo que pase, quiero que esos días se conviertan en años, en décadas, en toda una vida juntos...
Su novia abrió los labios, sintiendo cómo su corazón latía con fuerza.
Él llevó una mano a su mejilla, acariciándola con ternura. Y entonces, sin soltar su otra mano, se arrodilló frente a ella.
Desde los arbustos, todos conteníamos la respiración.
Se escucharon algunos murmullos emocionados, y Mandy se llevó las manos a la boca.
Él sacó una pequeña caja de su bolsillo y, con algo de nervios pero con seguridad en su mirada, la abrió para mostrarle el anillo.
—Pearl... ¿quieres cas...?
Pero antes de que pudiera terminar la pregunta, ella lo interrumpió, exclamando con emoción:
—¡SÍ ACEPTO!
Larry apenas pudo procesarlo antes de sonreír ampliamente y volver a abrazarla, alzándola con facilidad mientras ella reía con felicidad.
En ese momento, Gus, que había estado observando todo con atención, empezó a saltar emocionado y gritó con todas sus fuerzas:
—¡VIVA LOS NOVIOS, VIVA LOS NOVIOS!
Pearl y Larry voltearon confundidos hacia el arbusto de donde venía la voz.
Sin pensar, lo sujeté de los brazos y lo bajé un poco. Pero luego de un par de segundos, me di cuenta de que... al demonio, qué más daba.
—Da igual...— murmuré con una leve sonrisa —Vamos a felicitarlos.
Con eso todos salimos de los arbustos entre aplausos, silbidos y vítores.
Mandy fue la primera en abalanzarse sobre ellos para abrazarlos, mientras Chester y Buster palmearon la espalda de Larry con entusiasmo.
La sorpresa había sido un éxito, pero sobre todo, el momento había sido perfecto...
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Al día siguiente...
Mi hermano estaba metiendo el último par de zapatos en la maleta, colocando cuidadosamente todo lo que necesitábamos para el campamento que nos invitaron Stu y Nani hace poco. El día había llegado.
El día era soleado, pero la brisa fresca hacía que la temperatura fuera agradable, ni demasiado caliente ni fría.
El sol tenía esa calidez perfecta que hacía que todo pareciera más brillante. El campamento iba a ser una experiencia genial, aunque sabíamos que probablemente dormiríamos en carpas, como en los viejos tiempos.
Me sentía emocionado, pero también un poco nervioso, como siempre cuando nos alejábamos un poco de la rutina.
Fue justo cuando estaba guardando un par de linternas que mi teléfono sonó. Contesté rápidamente, y su voz se escuchó al otro lado.
—¿Cómo va todo?— preguntó ella con esa calma confianzuda que tanto me gusta.
—Bien, todo listo para el campamento— le respondí —Aunque estábamos pensando en quedarnos en carpas, ¿te gustaría rentar una casa rodante en lugar de eso? Podría ser un poco más cómodo.
Hubo una breve pausa al otro lado de la línea, y luego respondió con algo de duda en su voz.
—No me parece mala idea, ¿pero qué piensas tú? No me gustaría que te sintieras incómodo en algo que no has planeado.
Me sonrió la idea de quedarnos en una casa rodante, aunque parte de mí pensaba que sería más divertido acampar en las carpas, como siempre lo hacíamos.
Sin embargo, en ese momento mi teléfono vibró y vi que era R-T. Me disculpé con Melodie por un segundo.
—Voy a contestar esto y vuelvo contigo, ¿vale?— le dije.
Acepté la llamada de R-T y, como siempre, su tono directo no tardó en escucharse.
—Lawrie, he estado pensando en lo del campamento ese que irán y... Mejor vayan en una casa rodante, es más seguro, especialmente por Melodie. Ya sabes cómo son las zonas más alejadas. ¿Qué opinas?— dijo sin rodeos.
—Tienes razón, de hecho eso le dije— le respondí mientras pensaba un momento —Sería más seguro, además no quiero que se sienta preocupada por nada. Así que sí, estoy de acuerdo con eso...
Casi de inmediato, colgué con él y volví a llamar a Melodie. La escuché al otro lado cantando en voz baja, expectante.
—Hola, de vuelta— le dije —Después de pensarlo más, estoy de acuerdo con la casa rodante. Lo mejor es que estemos cómodos y seguros, especialmente estando fuera de la ciudad.
Hubo una risa ligera de su parte.
—Entonces ya está decidido— dijo Melodie con alegría —¡Me encanta la idea de la casa rodante! Va a ser divertido.
Sonreí, sabiendo que el viaje no solo sería una aventura para todos nosotros, sino que también significaba que estaríamos bien cuidados.
_________________________
Después de pasar por la casa de Melodie, R-T se subió al auto con nosotros, ya que al irnos, iba a asegurarse de que dejaba su vehículo en casa de ella.
Sé que R-T no tenía intención de acompañarnos a la aventura. A él le gusta más quedarse en su zona de confort, encerrado, sin necesidad de estar tocando pasto o lidiar con el aire libre. No era precisamente el tipo de persona a la que le gustaban los campamentos.
En el camino, nos dirigimos a ver las casas rodantes disponibles.
Afortunadamente, no estaba tan complicado encontrar una, ya que la zona que visitamos tenía una buena oferta para alquilar.
Estuvimos mirando diferentes opciones, buscando cuál sería la más cómoda y conveniente. Yo dejé que Melodie tomara la decisión, porque, para ser honesto, a ella le gustaban esas cosas. Además, tenía el buen ojo para ver cuál podría ser la mejor opción.
Ella miró varias casas rodantes, algunas demasiado grandes, otras no tan cómodas, pero cuando encontró una de color rosita, sus ojos brillaron.
Sabía que era perfecta para ella, y me sonrió satisfecha, señalando que esa era la que quería. Yo la miré con una sonrisa y asentí.
—Esa parece ideal— le dije, sabiendo que era justo lo que le gustaba. Todo lo que le hacía feliz, me hacía feliz a mí también.
Fuimos a la oficina donde se hacía el pago.
Ella estaba sacando su tarjeta para cubrir el costo, pero justo antes de que pudiera hacerlo, me adelanté con gentileza.
—No, déjame hacerlo— le dije, apartándola suavemente y dirigiéndome hacia el dueño para pagar.
Melodie me miró con una pequeña ceja levantada, claramente sorprendida.
—¿Estás seguro de esto?— me preguntó, dudando un poco, ya que ella sabe que tiene una buena situación financiera, pero siempre intenta ser muy respetuosa con ese tipo de cosas.
Sonreí de manera tranquila y asentí.
—Sí, estoy seguro... Lo quiero hacer— Era mi forma de no parecer como el tipo que depende de ella para todo, aunque ambos sabemos que, en ocasiones, su vida profesional le da una gran ventaja económica.
No quería que se sintiera incómoda por eso.
Pagué con mi tarjeta, que obviamente no salió barato, y mientras lo hacía, escuché una pequeña risa suya. Era como si estuviera consciente de lo que acababa de hacer, pero me sorprendió que se riera levemente, como si no le importara realmente.
—Sabes que no tienes que hacer esto, ¿verdad?— dijo ella en tono juguetón, mirando la cantidad que acabo de pagar.
Me encogí de hombros, sin darle mucha importancia al dinero.
—No se trata de eso— respondí con una sonrisa confiada —Me gusta consentirte... Y también me gusta ser capaz de dar este tipo de cosas. No es por el dinero, es por nosotros.
Ella me dio una sonrisa dulce, agradecida. No decía mucho, pero la miré y supe que lo apreciaba. Al final del día, lo que realmente importaba era lo que sentíamos el uno por el otro, no lo que podíamos o no podíamos pagar.
Una vez que el pago estuvo confirmado y el trámite finalizado, la casa rodante ya estaba asegurada. Entre R-T, Larry y yo, comenzamos a pasar las maletas hacia el vehículo, ya todo listo para el viaje.
Melodie, observando todo el proceso, quiso echar una mano, pero no la dejé.
—No, no, tú quédate ahí...— le dije de forma firme pero suave, la alejaba un poco de las maletas.
Sabía que ella se ofrecía de buena gana, pero era mi manera de cuidarla. A veces la sobreprotegía, pero era porque la quería demasiado y no quería que pasara por algo que pudiera ponerla en riesgo.
—Solo quédate tranquila. Es parte de nuestro trabajo asegurarme de que estés bien— añadí.
Ella sonrió, pero no insistió más.
Mientras seguíamos con la carga, se quedó observando y en ese momento, la idea de comprar la casa rodante en lugar de solo alquilarla se me ocurrió, y no pude resistir la tentación de hacerle un regalo.
—Por cierto...— dije, dirigiéndome a ella mientras dejaba una maleta sobre la mesa — Considera esta casa rodante como un regalo de mi parte. No solo la estamos rentando, la compré.
Ella me miró, sorprendida, los ojos se agrandaron por un instante, y luego una sonrisa brillante apareció en su rostro.
—¡¿Qué?! ¿La compraste?— preguntó, sin poder creerlo, y antes de que pudiera añadir algo más, soltó un "awww" sincero, y se lanzó hacia mí, abrazándome con fuerza.
El abrazo me tomó por sorpresa.
Era tan cálido y lleno de cariño, y su cercanía me hizo ruborizar.
—¿Por qué haces esto?— dijo entre susurros, aferrándose aún más a mí, empezando a llenarme la cara de besos.
—Porque te quiero —respondí con voz suave, sin apartarme de su abrazo, dejándome llevar por la calidez del momento, me causaban cosquillas sus labios dándome besos pequeños en el rostro.
Permanecimos en ese abrazo por un segundo, hasta que ella se separó, mirándome con una sonrisa tierna.
—Eres increíble...— me dijo, y por un momento, el mundo se sintió más sencillo, como si nada más importara en ese instante.
Nos miramos un poco más antes de que ella se apartara para dejarme seguir con lo que estaba haciendo.
Minutos después, mientras seguíamos con la carga de las maletas y organizando todo, Melodie se acercó a mí, casi en un susurro, con una sonrisa traviesa en el rostro.
—Tengo otro regalo para ti después...— me dijo de manera insinuante, lo que, de inmediato, me hizo ponerme nervioso. No pude evitar mirarla, ligeramente confundido, mientras mi corazón aceleraba un poco.
—Pero si es el mes de tu cumpleaños... —respondí, tratando de calmarme, aunque me sonaba un poco ridículo por mi parte.
Ella solo levantó una ceja, manteniendo esa sonrisa juguetona.
—¿Y qué? Mereces algo también, policía... —dijo con un tono coqueto, y al instante sentí que la temperatura de mi cuerpo subía.
La forma en que lo dijo me hizo reír nerviosamente, y por un segundo, todo se sintió tan ligero, tan lleno de complicidad entre los dos.
Le sonreí, algo avergonzado, y le di un beso rápido en la mejilla, algo que sentí como una respuesta automática ante su cercanía. Su risa llena de ternura me hizo sonrojar un poco, pero aún así me sentía feliz.
En ese momento, desde un rincón, R-T observaba todo con una cara de suficiencia. No pude evitar notar su presencia, y antes de que pudiera hacer nada, soltó un "ehem", claramente intentando llamar nuestra atención.
—No queremos descendencia ahoro— dijo con su característico tono seco pero chistoso, como si tuviera que recordarnos que ya debíamos irnos.
Mi hermano estalló en carcajadas, y yo solo bajé la mirada, un poco avergonzado por la situación. Melodie también soltó una risa suave, divertida por el comentario de R-T.
—Tranquilo...— respondí, riendo también, aunque no podía evitar sentir una mezcla de incomodidad y diversión —O no voy a darte tu paquete de fideos instantáneos.
—Es solo un beso, amigo— dijo Melodie, riendo mientras me miraba, y sentí que todo lo que había pasado entre nosotros en ese momento valía aún más la pena.
Él solo rodó los ojos, probablemente deseando estar en cualquier otro lugar que no fuera el centro de nuestra pequeña escena.
Pero era su forma de hacernos reír, aunque a veces quisiera que no se entrometiera tanto.
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Cuando ya estaba todo listo, Larry se ofreció a conducir la casa rodante. Era alrededor de las 3 de la tarde, aún no oscurecía, así que teníamos tiempo para llegar al lugar antes de que se hiciera muy tarde.
Nos despedimos de R-T, quien se encargó de llevar el auto de Melodie a su casa. No nos veríamos en tres días, así que las despedidas fueron rápidas, aunque con un tono de tranquilidad.
Al llegar a la casa de Pearl, salió con su maleta y bolso.
Mi hermano bajó para ayudarla, como siempre, y luego se subió al asiento del copiloto. Ella también parecía muy emocionada, la vi sonreír al ver que íbamos a empezar el viaje.
Él le permitió a poner música, y claro, eligió country... Ella era de Nashville, y ese género siempre la había acompañado.
La voz suave de los cantantes y la guitarra resonaban por todo el vehículo, creando un ambiente relajado mientras nos alejábamos de la ciudad.
Cantar juntos en el camino se volvió algo natural. La carretera se volvía cada vez más abierta, dejando atrás los edificios y los vecindarios.
A medida que avanzábamos, el paisaje cambiaba a puro césped y colinas, árboles frondosos rodeaban la carretera, y el sol comenzaba a inclinarse, dándole al día ese brillo dorado con sombras azulejas con moradas que tanto me gustaba.
Miré a Melodie, y vi que estaba tan fascinada con la casa rodante como yo. Era una belleza. La pequeña cocina, la sala acogedora, los dos baños y los muebles que se transformaban en camas.
También tenía un televisor, aunque no sabíamos si lo íbamos a usar. De todas formas, no era algo que me importara mucho.
—¿Te gusta?— le pregunté, viendo su reacción.
Ella asintió con una sonrisa, y le di una mirada cómplice.
Y así esperamos hasta llegar al famoso Bosque encantado, ojalá llegue el resto de amigos quienes fueron invitados a eso. Quién sabe qué pasará.
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