Sexto acto: Estática y Dinámica (primera parte)

Buenas noches, espero estén teniendo una buena semana. Decidí adelantar un día la actualización de esta historia porque mañana estaré muy ocupado con el trabajo. 

Para este capítulo hay ciertas cosas que deberán tomar en cuenta, primero que nada, entramos en materia hablando específicamente sobre estática y dinámica a razón de que, para llegar a las conclusiones que tuvo Newton sobre el movimiento de los cuerpos por acción gravitatoria, primero debió fijarse en la importancia del estado de reposo y movimiento de cada objeto dentro del espacio y tiempo. Quizá resulte un tanto tedioso todo el asunto, pero en esta historia llegar este punto es fundamental para entender de qué manera funciona el entorno de Minhee (las demás notas respecto a esto las dejaré al final del capítulo).

Debo aclarar también, que se preparen mentalmente para lo que van a leer porque será un tanto difícil de digerir. No es nada realmente malo, pero igual estoy seguro de que le causará gran impacto a más de uno.

∫Minisang dx = Love + C

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Según la RAE, la Estática no es otra sino la rama de la mecánica que estudia las leyes del equilibrio.

También, se puede entender como el equilibrio de un cuerpo rígido.

En cuanto a la Dinámica, la RAE dicta lo siguiente: Dinámica, es la rama de la mecánica que trata de las leyes del movimiento en relación con las fuerzas que lo producen.

Dicho de otra forma, se tiene que es el movimiento del cuerpo rígido.

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Siendo incluso más pequeño que los mellizos, a tan temprana edad había comprendido que una las ventajas de tener a un hermano tan atento y considerado como Taeyoung sería que, sin importar el motivo o circunstancia, el moreno encontraría la forma de mantenerse a su lado. La frase dicha por el mencionado –"Haría cualquier cosa por mis hermanos." - antojándosele entonces como algo que el susodicho habría bordado meticulosamente a su alma; sin embargo, lo que de a ratos podía considerarse como un beneficio compartido, dependiendo del contexto también podía convertirse en una desventaja y, para constatar la veracidad de este hecho podía referirse a lo que aconteció en ese momento.

Tras la breve visita de Allen, ambos resolvieron posponer el resto de su plática para con el moreno poder atender a su compromiso con el mayor de los tres. De cierta forma, la situación le resultaba beneficiosa para su persona, puesto que debido al retraso tendría más tiempo para preparar en su mente las respuestas a las posibles preguntas que su adverso fuera a hacerle en un futuro cercano, relativas a lo que le había confesado. No obstante, ni bien habría pasado una hora después de que se hubo cambiado para acabar procrastinando sobre su cama, siendo interrumpido a mitad de su 'faena' por un golpeteo insistente en su puerta, el cual le hizo espabilarse.

A los efectos de su pereza ni siquiera reparó en la relevancia de saber quién era la persona que a esa hora de la noche venía a importunarle, tan solo resolvió que sus pies le arrastraran hasta la entrada, quitando el seguro de la puerta y abriendo la misma para descubrir a un sonriente Taeyoung; sus guardias a tres pasos de distancia de él.

A pesar de la escasa luz que se escurría por entre el pasillo y su habitación la perlada sonrisa de su adverso pareció resplandecer por sí misma. Como consecuencia inmediata sus ojos buscaron refugio en cualquier otro punto que no fuera aquel resplandor, advirtiendo en su camino el cambio en la vestidura del moreno, las prendas ahora más holgadas sugiriendo a su persona que el otro estaría allí para algo más que solo desearle las -'Buenas noches'-.

-Hermano, han de ser pasadas las once, qué haces a esta hora merodeando por los pasillos.

Increpó, esperando que sus sospechas no fueran ciertas. Ya había tenido suficientes noches en vela esa sola semana como para quedarse a charlar con el moreno hasta que les agarrase la mañana.

-Resolví que... a raíz de los acontecimientos de esta noche sería mejor para ti el que te acompañase a dormir.

Si bien el tono de voz de su hermano hubo parecido un arrullo, el prospecto de dormir con el moreno le resultaba todo lo contrario.

-No, de eso nada. Agradezco la intención, el gesto de para con tus acciones querer protegerme después de lo que te he confesado, pero no tengo ningún deseo de dormir a tu lado.

Objetó sin miramientos cruzando los brazos contra su pecho.

-¡Cómo te atreves! Declinar la propuesta de tu hermano mayor de esa manera... me temo, mi querido Minhee, que no tienes alternativa.

El falso tono de indignación en la voz del mayor hizo de todo en su cuerpo, menos resumirle al arrepentimiento.

-Hazte a un lado, pequeño ingrato.

Escuchó decir una vez más a su hermano, su insulto no resultando para nada ofensivo. Acto seguido, el moreno le empujó con gentileza a un lado para entrar a la habitación.

A esas alturas ya no tendría ganas de pelear con su opuesto, no cuando sabía que el otro ganaría la batalla de todos modos; sin embargo, eso no impidió que su ceño se frunciera cuando el otro deliberadamente se hubo acomodado a las anchas en su cama.

-Qué esperas ahí, venid conmigo ya es bastante tarde.

-Eso ya lo sé, si no fuera por ti hace rato ya estaría dormido.

-Quejas y más quejas, algún día me agradecerás todas las molestias que me he tomado para garantizar tu bienestar.

Soltó un bufido al oír las palabras de su hermano, al mismo tiempo buscó que el otro le hiciera espacio en la cama. Al menos corría con la suerte de que el lecho fuese lo suficientemente grande como para albergar a dos personas sin problemas. No obstante, si lo recordaba con claridad, los hábitos nocturnos de su hermano no eran una maravilla, tan solo le quedaba orar porque el moreno hubiese cambiado al crecer, porque de lo contrario habría firmado su sentencia ni bien el otro hubo cruzado la puerta.

-¿Minhee?...

Escuchó decir al otro justo luego de reposar su cabeza sobre la almohada.

-¿Qué ocurre?

-Sólo... quería agradecerte por sincerarte delante de mí.

Comentó su hermano mayor en un susurro al darle la espalda, su cuerpo hecho un ovillo hacia el lado izquierdo de la cama.

A decir verdad, no tendría palabras para responder aquello. No era a razón de que su hermano fuese un malagradecido, todo lo contrario, su adverso poseía un alma bondadosa, por tanto, dar las gracias no era para él gran cosa. Todavía, aquel agradecimiento le dejó estático, si acaso pensativo porque incluso entre las palabras que el otro había dicho, en esos pequeños espacios quedaba implícito otro significado, una concepción distinta de la realidad que, siendo tan tarde no tuvo ganas de ahondar.

-Buenas noches, hermano. Que descanses...

Atinó a decir cuidando que su voz no fuese a titubear. Inmediatamente, a modo de respuesta escuchó un leve ronquido provenir del moreno, cosa que le hizo soltar una risilla que acabó en un suspiro tan o más consiste que el alivio en el agradecimiento que expresó su opuesto.

A pesar del soplo de tranquilidad que hubo sido la pequeña plática con su hermano, antes de que el susodicho hubiese caído rendido, el resto de su noche sería tan desdichada como los eventos suscitados en días anteriores. Sin tener que esperar demasiado, su consanguíneo manifestó sus terribles hábitos nocturnos en forma de patadas y balbuceos a los cuales protestó uno tras otro sin obtener contestación alguna; simplemente, su hermano continuó arrojando las extremidades al aire de forma involuntaria, para más tarde caer como peso muerto sobre su rígido y malogrado cuerpo.

Con todo y eso, al pasar los minutos en medio de conquistar el estado absoluto de la resignación, entre los ataques de su hermano tuvo tiempo suficiente al meditar en todo cuanto pudo considerar relevante para con su vida hasta el momento.

Pensó en la manzana que desde su escondite en la cómoda le sentía latir a la par de su corazón. Pensó en el claro, en la basta materia boscosa que rodeaba aquel oasis, en la grama húmeda haciendo cosquillas en la planta de sus pies, pero más que nada, pensó en cuánto se le antojaba en ese instante admirar la prístina belleza de Eunsang. Imaginó en cómo sería su regreso al lugar de los hechos, en cómo haría para volver allí a partir de las opciones que aún no había hablado con Taeyoung.

También, pensó en Serim y en la incómoda situación en la cual le habría dejado tras su pequeño desliz. Pensó a modo de lamento, en lo inadecuadas que habían sido las palabras de Hwanwoong e incluso en las propias, pero más allá, pensó en las técnicas a las cuales seguramente se vería obligado a recurrir para así resarcir el daño que suponía, estas habrían tenido en los mellizos.

Pensó además en tantas banalidades, en tantas cosas que quería hacer y decirle a Eunsang que ni cuenta se hubo dado cuando otro intruso estuvo a punto de colarse a su habitación.

Desde su lugar en la cama echó una mirada a la ventana, advirtiendo el azul acuarela en el que se desdibujaba la noche a la venida del sol y solo entonces, en ese preciso instante, cuando su pensamiento se hubo saciado para con su forma física y su espíritu quedar estáticos, cayó rendido a la serenidad de unos brazos y piernas que permanecieron, finalmente, inmóviles tras conseguir envolverle.

Hacía algunos años atrás había aprendido que, cuando todo en la vida fallaba existía una sola cosa, una sola regla que se cumpliría sin importar el lugar donde estuviera: el sol siempre sale por el este, y se pone al oeste. Sin embargo, consideraba elemental el saber que a los efectos de aquella norma no estaba sujeto el hecho de que un día pudiera o no ser bueno. En otras palabras, era garantía de cada uno como individuo el que todas las mañanas no fuesen 'malas' o 'iguales', si acaso intentar hacerlas 'ideales'.

Él, Kang Minhee, lo sabía, más, era algo que prefería obviar.

Porque era mucho más fácil echarle la culpa al destino de los desplantes que para con él volvían su vida una desventura. Igualmente, era mucho más sencillo culpar a otros antes que volver sobre sus pasos para afrontar un error.

Entonces, qué más daba que el curso de sus días dependiera de sus decisiones, si al fin y al cabo había nacido como un Príncipe y, como tal, su vida era de cierto modo, intervenida por los demás. Es decir, la mitad de las decisiones que pudiera tomar al transcurrir su existencia allí en ese plano mundano, serían solo parte del puñado de opciones que sus superiores –tanto su familia como la corte de la alta nobleza.- le dieran a escoger, por esa razón, aunque despreciara la realidad... su futuro ya había sido decidido por alguien más.

Claro que, huirle a detalles tan significativos como ese era su decisión. No obstante, aunque fuera la peor opción de todas seguía siendo eso, una opción, y mientras estuviese a su alcance –mientras sus hermanos consintieran dicha situación.- la tomaría sin pensarlo.

"De cualquier forma... es mi vida."

Pero habían cosas que con o sin opciones estaba en la obligación de cumplir a como diera lugar, un ejemplo de ello era el compromiso que sabía le esperaba tan pronto despegara la cabeza de su cómoda almohada.

Si bien se las habría apañado para quedarse dormido entrada la madrugada, Taeyoung prontamente resolvió despertarle con el alboroto que hizo al salir de su cuarto después de haber salido el sol.

En algún momento llegó a congeniar con la idea de que su hermano fuese a apiadarse de su alma, que se diera el caso fortuito de que aquel día se alinearan los planetas y como efecto colateral al incremento de la energía, de la gravedad entre los cuerpos celestes o, a razón de cualquier otra fuerza que pudiese estar sobreestimando y que no hubiese tomado en consideración, sus hermanos dejarían pasar su mala conducta, y así, permitirle seguir durmiendo. Todavía, ni los planetas ni sus hermanos coincidieron esa mañana porque más temprano que tarde tuvo a un moreno sacudiendo su cuerpo sobre la cama.

Ante tan ordinario acto acabó por despedirse de su utopía y cuanta fantasía su mente habría creado en los escasos minutos que estuvo dormitando en el frágil limbo que dibujaba Morfeo para los simples mortales.

-Minhee... Minhee vamos, despierta ya, no es momento para seguir durmiendo.

A razón de la insistencia de su opuesto no tuvo otra alternativa más que abrir los ojos, terminando por abrazar su trágica realidad.

-Vaya que eres molesto.

Protestó, notando su voz más grave de lo usual producto del cansancio.

Sin reparar en los reclamos del otro, se incorporó en la cama haciendo a un lado las arrugadas mantas. Acto seguido, alzó los brazos para estirarse, escuchando el quejido que hicieron algunas de sus articulaciones al volver a su lugar, por último, tras dar un sonoro y poco agraciado bostezo, consiguió espabilarse lo suficiente para atender al sermón que el moreno le obsequió.

-Nada de quejas. Debes darte prisa, Minhee, ¿recuerdas lo que dijo Allen ayer?... a primera hora se supone debías estar en la biblioteca para hablar con Serim y ya son... ¡Dios mío!, ¡Son pasadas las siete y aún no estás allí!

Tras decir aquello, el moreno se las apañó para sacarle de la cama de un tirón, yendo luego hasta el armario de su habitación.

-¿¡Las siete!?... todavía es temprano, no veo motivo por el cual hacer de esto un revuelo.

Comentó antes de dar otro bostezo que provocó que sus ojos se tornaran vidriosos.

-No estoy para aguantar necedades de nadie el día de hoy, Minhee.

Respondió su hermano de forma cortante al voltearse sobre sus talones y verle directamente a los ojos. Sin agregar más el moreno siguió buscando apresuradamente entre su indumentaria lo que suponía, sería la ropa que usaría ese día.

De pronto se creyó como al niño pequeño el cual su padre regaña por ensuciar su ropa jugando, y es que, sin que a nadie más pudiese interesar, si se trataba de control Taeyoung tendría un mérito por ello, pero el moreno no era conocido por imponer sus mandatos en otros sino en su persona y en el resto de sus hermanos; sin embargo, las órdenes de Taeyoung siempre tendrían un mismo propósito, el de cumplir al pie de la letra con un compromiso, con un horario y pare de contar... por esa razón, si se trataba de eventos o cualquier otro tipo de formalidades y preceptos relativos la persona ideal para hacerlas era Taeyoung.

Por otro lado, aunque a él le gustase jactarse de sus modales y de respetar el tiempo de otros al ser estrictamente puntual. Aquella mañana no contaba pero ni con el ápice de intención de complacer a otros. Debido a esto, su hermano enfurecido arrojaría las prendas escogidas en su cama al verle todavía justo en el lugar donde le habría dejado; la lentitud de sus movimientos siendo el desconsuelo de su opuesto.

-Por Dios, Minhee... ¡Apresúrate! Tienes cinco minutos para asearte, no más.

Sentenció su hermano luego de empujarle dentro del cuarto de baño, cerrando la puerta a su espalda.

Aunque no le apetecía en lo más mínimo cumplir para con sus deberes con Serim, le resultaba mucho menos atractivo seguir peleando con el moreno. No fuera a ser que el otro terminase por desquitar su ira con él sólo por tardarse más de lo debido.

-Serim y Hwanwoong pueden llegar a la hora que les venga en gana, pero yo sí debo apresurarme.

Murmuró, la ironía pendiendo de su malograda voz. Al mismo tiempo sintió la garganta reseca y un sabor desagradable en su paladar. No se había percatado hasta ese momento, pero la interrupción de Taeyoung la noche anterior le había hecho olvidar por completo el acabar su rutina antes de ir a cama. Aún, recordaba que su desvelo fue el momento perfecto para reflexionar sobre cosas que, normalmente en el día no tendría ganas de pensar, pero era extraño porque todo seguía resultando disparatado. Si bien conseguía respuestas a sus intrigas, esas mismas contestaciones le surtirían de más dudas.

"Las cosas siguen saliéndose de su curso habitual."

Pensó tras dirigirse al lavabo, resolviendo finalmente hacer buen uso de su tiempo.

Una vez más, ante las pocas opciones que tenía para escoger y sentirse cómodo dentro de los límites de su compromiso, solventó desligarse un momento de sus pesares e inquietudes al imaginar tonterías, escenarios ficticios en los que Hwanwoong no fuese sino un objeto de burlas.

"No, Minhee. Enfócate, esto es importante."

Se reprochó tras su mente recodarle que nada tendría de hilarante la reprimenda que le darían si terminase apareciendo nuevamente con una conducta irrespetuosa para con su primo.

A razón de ello, optó por dejar de fantasear, moviéndose tan rápido como sus adormiladas extremidades se lo permitieron. No obstante, justo después de lavar minuciosamente su rostro, un escalofrío le corrió por la espalda tras su mente concebir lo que probablemente fuese a ocurrir una vez dejase su habitación. Si bien el aroma a lavanda del jabón que había usado para lavarse la cara presumía tener un efecto relajante para con él, ni el agua ni el cosmético habrían enjuagado la mueca de preocupación de sus facciones, las mismas que parecieron inmortalizarse en el reflejo del espejo.

"Qué se supone que deberé hacer cuando esté allí... dudo que Taeyoung vaya a estar conmigo."

La noche anterior su impávida acción había sido un efecto colateral de su desespero. Todavía, consideraba que aún sin haber estado bajo los efectos de aquel malestar, las palabras de Hwanwoong habrían sido suficientes para detonar el lado justiciero de su joven espíritu, pero aquella mañana para su infortunio se veía desprovisto de cualquier herramienta, si quiera tenía fuerzas para mantener los ojos abiertos por mucho tiempo. Estaba tan agotado que el prospecto de ir a tener esa charla con su hermano y el cínico de Hwanwoong era cuando mucho, semejante a arrojarse voluntariamente a una jaula repleta de leones hambrientos.

La sola le idea le hizo sacudir la cabeza con rapidez, procurando aventar fuera de su mente aquellos pensamientos tan incoherentes.

"Estaré bien, es decir, Serim estará conmigo... no creo que él vaya a dejar que Hwanwoong... no después de lo que hice por él."

En ese instante, las dudas e impedimentos aprovecharon su estado de debilidad para arremeter valerosas a su imaginación y, a los efectos de ello, advirtió un par de pormenores que siempre habían coexistido para con su persona volverle un manojo de nervios.

Era entonces el sentimiento de ser la presa más fácil, la carnada para atrapar a la bestia de los mares, inclusive intentándolo ni siquiera era capaz de vislumbrar con claridad algún posible escenario que fuese, quizá no mejor, pero al menos aceptable porque su mente se empeñaría en querer mostrarle puras calamidades.

"¡Basta!... no es para tanto, Minhee. Indistintamente de todo, Hwanwoong es parte de la familia, no sería capaz de hacerte algo malo."

Respiró profundo en dos series de tres, dejando ir la tensión en cada laboriosa exhalación. Acto seguido, se dio una mirada al espejo mientras se cepillaba los dientes, sus acciones volviéndose cada vez más lentas, automáticas. De hacerse sus pesadillas realidad, esperaba al menos que su hermano se alzara en su defensa si es que el cascarrabias de Hwanwoong llegaba a querer abusar de su autoridad.

Sin darse cuenta se había quedado inmóvil con el cepillo de dientes a medio camino entre el lavabo y su boca, esta última llena de espuma mentolada. Sabía estaba de más recurrir a la especulación en un momento como ese, peor aún a tan tempranas horas de la mañana, por ello prefirió dejarlo todo en manos de Dios antes de seguir haciéndose suposiciones que, de forma anticipada, abatieran su juicio.

Con su nueva convicción se apresuró al acabar de cepillar sus dientes, saliendo prontamente del baño. Al instante un inquieto Taeyoung le tiró del brazo llevándole consigo al frente de su cómoda.

-¡Por fin! Creí que nunca saldrías de allí. Me tomé la libertad de escoger lo que te pondrás el día de hoy, no es que ponga en duda tus gustos... sólo, quizá... al verte más presentable el corazón de Hwanwoong se ablande.

Habló el moreno en voz baja, el nerviosismo siendo palpable en su voz.

No se consideraba una persona pesimista –quizá no del todo.-, pero su hermano le había abierto los ojos a la posibilidad de que posiblemente, sus temores, las exaltaciones que habría tenido a razón de su imaginación podrían, eventualmente, concebirse en su realidad.

Observó a Taeyoung ir de un lado a otro por la habitación, recolectando y moviendo las cosas sin ningún propósito real, simplemente resolviendo hacer aquello para ocupar su mente. Por su parte, se dio a la tarea de vestirse en silencio, haciendo a un lado su cómodo pijama para encajarse las apretadas prendas que el otro había escogido para él. Estaba seguro de que el moreno no se había percatado de que aquella camisa le quedaría más pequeña, dado que era de la colección que Jungmo había traído para él hacía quizá un año atrás, es decir, a esas alturas ya había crecido demasiado y tales mudas estarían si acaso a punto de tornarse inservibles para él; sin embargo, aunque las mangas no llegasen a cubrirle las muñecas, a pesar de que le ajustaran en lugares indeseados, prefirió cerrar la boca antes de seguir tentando su suerte.

-Oh, permíteme ayudarte con eso.

Murmuró el moreno antes de ir a su lado para con sus manos ir ajustando el cuello de su jubón. De pronto se percataría del ligero temblor en las manos del moreno y la falsa sonrisa que cargaba este en los labios. Acto seguido, sostuvo las manos de su adverso entre las suyas al tiempo que sus miradas se encontraban.

-Hermano... ¿Qué es lo que ocurre?

Se atrevió a preguntar, su voz siendo apenas un susurro que solo ellos pudieron escuchar.

De inmediato el susodicho largó un suspiro y, tras soltarse de su agarre, caminó hasta la cómoda tomando un cepillo que posteriormente empleó para comenzar a peinar sus largos cabellos azabaches.

-Me temo... que no puedo confesarte lo que en estos momentos acecha mi mente. Todavía... no debes preocuparte demasiado por lo que pase el día de hoy, después de todo... no es tu deber el atender tales obligaciones.

Habló el moreno en tono apacible, mientras con el cepillo seguía intentando estilizar su alborotada cabellera.

Aún, de haberse ahogado en la dulzura protectora de su hermano, aquello no hubiese sido suficiente para pasar el trago tan amargo que fue la realidad de sus palabras.

Odiaba que para todo hubiese un inciso, un algo a lo cual no pudiese nombrar debido a su inexperiencia, a su ingenuidad, a lo que fuera.

Aborrecía con creces el hecho de que cada frase del moreno simpatizaba con el hecho de que aún con su buena voluntad no fuese suficiente, si acaso implicaba que la misma fuera inútil para resolver cualquier contrariedad a la que estuviera por enfrentarse. Entonces, en ese preciso instante deseó como nunca el poder crecer, pero no en tamaño, sino en edad, en el conocimiento que le ayudase a vislumbrar lo que para el resto estaba sobrentendido.

Deseó ser como su hermano mayor Allen, siempre provisto de palabras que ofrecían consuelo a quien lo necesitase, más, su mente no le proveyó tal cosa, mucho menos la vida le concedió semejante capricho. Al contrario, continuó siendo el mismo. El mismo Minhee a quien su hermano peinaba cuidadosamente esa mañana, el mismo Minhee que llevaba ropa apretada, el mismo Minhee con la misma actitud de siempre y el mismo compromiso por delante.

Todavía, aquel Minhee resolvió poseer algo, un gramo de sabiduría que medido en palabras, podía multiplicar para con su hermano ayudarse ambos a equilibrar el desbalance de sus corazones.

- Cuando la noche se percibe profunda y ninguna estrella parezca brillar, es porque el amanecer estará a punto de llegar... o algo así escuché decir una vez.

Citó en voz baja lo último que Eunsang le hubo dicho en el claro, aquel pedacito de información que en un puñado de palabras bien podría ser un mensaje que resguardase la sapiencia ancestral.

A los efectos de sus palabras su hermano detuvo sus acciones encontrando su mirada por largo rato. El gesto por sí solo más que antojársele como algo incómodo, le hizo saber de algún modo que, en efecto, Eunsang había tenido razón de nuevo, porque pasaron solo unos segundos antes de ver cómo la mueca tristona en los labios de su hermano mayor pasaba a ser una radiante sonrisa que hasta sus ojos menguó.

Finalmente, el momento decisivo habría llegado y para con ello su ansiedad iría en aumento. Inclusive, a pesar de haberse dado un momento a solas con el objeto de sus anhelos, la antiestética manzana ya con cada minuto que pasaba en celoso confinamiento iba perdiendo sus efectos; sin embargo, no era momento para flagelarse por algo como eso, debía callar y aprovechar cuanto pudiera, atender a sus prioridades y después centrarse en su persona.

Pero quizá su convicción no era tan fuerte como la imaginó, porque con solo poner un pie fuera de su habitación sus manos temblaron, reflejando también en una profusa sudoración cuán afectado estaba por el futuro que le esperaba. Para colmo, el parlanchín de Taeyoung prefirió enmudecer todo el rato que duró el recorrido desde su cuarto hasta la biblioteca, siendo el choque de sus zapatos contra el porcelanato del piso el único sonido que les acompañó hasta su destino.

"Vas a estar bien."

Se repitió aunque en el fondo se supiera compungido por mentirse así mismo deliberadamente; aun así, prefería sostener la tensión sobre su cabeza a base de mentiras en vez de invertir en ello la energía que reservaba para lo que se le venía.

A la entrada de la biblioteca, advirtió la presencia de seis escoltas, dos de ellos vistiendo la indumentaria característica de las tierras del Norte; era obvio que Hwanwoong estaría allí dentro esperando a por su llegada con Serim. Todavía, en su mente fantaseaba con la idea de que aquello fuese una simple pesadilla de la cual consiguiera despertar al caerse de la cama. No obstante, tal deseo tampoco le hubo sido concedido y para cuando apenas procesó su posición real, las puertas se abrieron ante él mostrando a un hastiado Serim en compañía de Hwanwoong y Keonhee.

-Vaya, finalmente. Buenos días, Minhee. Adelante.

Fue el breve saludo que recibió de parte de su hermano.

Si bien había sido un recibimiento bastante común, la presencia de aquellos dos intrusos le hizo cohibirse a tal punto de quedar estático en su lugar. Por fortuna, Taeyoung, quien seguía a su derecha le dio un empujón que logró sacarle de su estupor y así, sin hacer esperar más a los presentes, avanzó hasta quedar al centro del salón.

-Gracias por asegurarte de que llegase a tiempo, Taeyoung. Es todo... le avisaré a alguno de los guardias si vuelvo a precisar de tu presencia.

-Por supuesto, hermano. Con su permiso...

Cuidando de que sus expresiones no denotasen su desconcierto, no pudo evitar fijar su atención en el teatrillo que estarían montando sus mayores para jactarse de sus modales delante de los invitados. No era el hecho de que estuviese o no provisto de un extenso vocabulario meramente diplomático, porque claro que lo estaba, era a razón de que el mismo Hwanwoong hacía tan sólo horas había demandado la suspensión de tales rectitudes entre ellos.

Cual fuera la consecuencia que esperaba Serim para con esa conducta, más bien esa exigencia, se apreció incómodo allí parado en su lugar sólo con pensar en el prospecto de que ocurriese una pequeña contienda familiar.

De pronto recapacitó nuevamente en lo relevante que resultaba ser su presencia en ese momento, en la derivación inmediata que habían tenido sus acciones el día anterior para con él ahora solventar aquel dilema. No sabía con claridad en qué se había metido, pero intuía que era su culpa el haber interrumpido un asunto de gran importancia.

Había algo entretejido en el silencio que se hubo instaurado en la habitación y sabía, dependía únicamente de él, el que aquel silencio se mantuviese apartado del aura sombría que expedía Hwanwoong, porque un solo movimiento en falso, una palabra errada y el mutismo se quebraría a favor de su primo, mutilando sin clemencia a su hermano y a su persona.

A decir verdad, iba a ser todo un reto trabajar en función de algo de lo cual no poseía información alguna, más, ya no podía darse el lujo de refunfuñar porque no quisieran contarle el secreto que mantenían entre voces.

-¿Ocurre algo Minhee? Estás muy callado el día de hoy.

Comentó su hermano mayor con ironía, a lo que Hwanwoong soltó un bufido.

Desde su llegada el pequeño rufián no había tenido la decencia de mirarle, como si prefiriera hacer caso omiso a su presencia, distrayéndose con los bocadillos y el té servido a la mesa. Al menos Keonhee había sido condescendiente al sostenerle la mirada por un instante, su actitud siendo neutral, si acaso a la expectativa de que surgiera la necesidad de un mediador para los efectos de la discusión que probablemente sucedería.

-M-mis disculpas, hermano. He pasado la noche en vela, además...

-Ciertamente, Taeyoung y Allen fueron amables al explicarme la razón por la cual te mostraste tan... vehemente en la cena de ayer.

Ante la respuesta cortante de Serim no pudo hacer más sino pasar saliva por su garganta, esperando con ello soltar el nudo que se había formado en la misma. A los efectos del ambiente tan denso que había en el recito su cuerpo permaneció estático, rígido, justo como sus manos hechas puños a los costados de su cuerpo. En ese momento se recriminó el no haberle hecho de frente a Taeyoung para cambiar sus ropas, pues, con cada segundo que pasaba consideró que las prendas estarían a punto de reventarse, o bien de asfixiarle.

Sin saber qué hacer o decir, esperó a por instrucciones de Serim, quien de manera casi despreocupada recorrió la habitación en busca de algún libro antes de volver hasta el sillón donde tomó asiento frente a un muy exasperado Hwanwoong. Por otro lado, Keonhee no sufría en lo absoluto por el estado de su superior, más bien, el susodicho se siguió exponiéndose de tal forma que le hizo reflexionar en que, para el Duque, el lidiar con un Hwanwoong rabioso debía de ser su pan de cada día.

-Toma asiento, Minhee.

Le indicó Serim de un momento a otro, sus piernas cruzadas con la misma elegancia que usaría él para recitar alguna poesía.

Sin hacer esperar a su adverso, completó la orden al tomar asiento del lado opuesto al mismo mueble donde se encontraba su primo. Inmediatamente, pudo sentir los ojos de este tan pronto apareció en su campo visual, más, se contuvo al devolverle la mirada por mero acto de respeto, quedándose otra vez inmóvil, con la espalda erguida y las manos sobre las rodillas.

-Bien, Minhee... ¿algo que desees decir?

-¡Por Dios!... De verdad pretendes que permanezca aquí a la espera de que este pequeño... este pequeño malagradecido decida disculparse, ¿es eso Serim?

Esperaba que tarde o temprano Hwanwoong sacara a relucir su insufrible conducta, a decir verdad, el hombre a su izquierda habría tardado demasiado en manifestar su descontento. No obstante, aparte de causarle un susto, encontró de muy mal gusto que el otro tras hablar hubiese arrojado la hermosa vajilla de porcelana sin cuidado alguno sobre la mesa. Sabía que tal como él, Serim detestaba las rabietas, sobre todo viniendo de alguien que defendía a capa y espada su alto estirpe y modales.

"Aquí el pequeño malagradecido eres tú, Hwanwoong."

Pensó al tiempo que apretaba la mandíbula, resolviendo con sabiduría el guardar su opinión.

-Disculpa mi atrevimiento, Hwanwoong. Entiendo tu disgusto para con mi hermano; sin embargo, no veo motivo alguno por el cual debamos recurrir tan prontamente a un castigo.

Por el rabillo del ojo advirtió el florecimiento de los nervios de Keonhee, manifestándose en la marcha inconsistente que el muchacho dio de un lado a otro por la habitación, siempre con su mirada tendida sobre Hwanwoong. A criterio propio, el Duque tendría algo entre manos, como si en medio de su crisis estuviese trazando un plan maestro para contener a su primo en medio de un verdadero estallido.

A los efectos de la conducta del Duque, su mente le hubo traicionado una vez más al personificar a Hwanwoong como un ser antropomórfico, una abominación que estuviese a la espera de manifestarse ante ellos, e ir a por su cuerpo para devorarle como si de un lobo y conejo se tratase. Todavía, los frutos de su imaginación no inmutarían a ningún otro en la habitación.

Desde su posición estática, Serim seguiría a la par, inmutado a los efectos de la sandez del Príncipe foráneo, esperando a por su estrategia se consolidara en un óptimo resultado. Finalmente, un brillo peculiar apareció en la mirada de su hermano, justo al tiempo que supuso aquella pausa necesaria habría hecho su efecto al calmar un poco los humos de su primo.

-Minhee, he de suponer que entiendes la gravedad que tuvieron tus impulsivos actos de la pasada noche para con nuestros honrados invitados.

-Sí, hermano.

Respondió, su voz manteniendo la firmeza para demostrar a su opuesto su nivel de obediencia.

-Entonces, serías tan amable de explicarme, con tus propias palabras... por qué lo has hecho. Es decir, claramente Hwanwoong no pretendía ofender a nuestra familia, todavía, decidiste deliberadamente hacer una acusación en su nombre delante de todos los presentes.

Tras oír el disgusto en el tono de voz de Serim bajó la mirada a sus manos hechas puño sobre su regazo. Aún podía escuchar los pasos de un intranquilo Keonhee ir y venir, cada vez más cerca de ellos, aquel detalle siendo un detonante más para acrecentar su ansiedad.

Para el momento, se apreció indispuesto a acatar la orden de Serim, siendo su raciocino una maraña ininteligible que poco ayudó a cavilar con una respuesta idónea. No tenía pista alguna de cómo empezar a explicar lo inexplicable, no sabía cómo poner en palabras lo que hubo acontecido la noche anterior porque todavía era algo que no sabía dilucidar; de por sí había logrado demasiado confesándole su secreto a Taeyoung, pero eso, en simples términos no era la razón, era solo el hecho y por el cómo Serim le habría hablado, entendía que el mencionado deseaba recibir una totalidad, no sólo una pequeña parte de la misma.

Por un momento pensó en huir de tal compromiso al ofrecer una sólida disculpa a Hwanwoong, quizá con un poco de suerte el hombre se apiadaría de su joven alma al ver en él, un espejismo del arrepentimiento que pudiera poner en sus ojos como último recurso. No obstante, prontamente se encontró así mismo dando vueltas en un laberinto sin salida.

En esa realidad, en su realidad, las salvedades no se cogían con la mano como las frutas de algún árbol. En otras palabras, no podía jugar a ser el estratega delante de mentes maestras, tampoco podía ser el chiquillo listo que solía salirse con la suya, su única salida era postrarse a la única opción que tenía –y detestó.-, es decir, el acatar las instrucciones de Serim.

-Los eventos suscitados la pasada noche fueron consecuencia de una adversidad, que me temo... no puedo explicar. Lamentablemente decidí callar mi angustia para no incomodar a los invitados...

De su boca se vertían las palabras que esperaban fueran suficientes para saciar la petulante alma de Hwanwoong. Al mismo tiempo permaneció todo el rato mirando a sus pies, con el firme propósito de no perder la compostura porque bien sabía que con tan solo posar sus ojos en alguno de los otros presentes empezaría a titubear.

-Ofrezco mis más sinceras disculpas al Príncipe Hwanwoong y al Duque Keonhee. Doy mi palabra como Príncipe de que esto no volverá a ocu-...

-¡Suficiente! He tenido suficiente de ti y tus hipocresía, Minhee.

Exclamó Hwanwoong al ponerse de pie. Acto seguido, el hombre pasó la diestra por su rubia cabellera en un gesto que reflejó su máxima arrogancia.

-Este jovencito me ha faltado el respeto delante de todos y tú lo único que le pides es que dé una explicación. Ni siquiera tuvo la decencia de mirarme a la cara cuando hablaba.

Habló su primo ahora más exasperado que antes dirigiéndose claramente hacia su hermano mayor.

Recordó entonces cuando esa misma mañana, estando en el baño, habría hecho burla del hombre para con su creativa imaginación desligarse de las preocupaciones que le abrumaban. Lo que hubo suscitado a sus risas en aquel momento no se asemejaba en lo absoluto al Hwanwoong real, el de carne y hueso que, sin importar su baja estatura, contenía en su ser una bestia iracunda sedienta de justicia, su justicia.

En conclusión, era partícipe de la verdadera identidad de la joya de la corona del Norte, la fiera que proveía a Hwanwoong de aquella aura arrogante la veía definitivamente con sus propios ojos ante él. Si bien el otro no hubo adquirido una forma demoniaca, a pesar de eso Hwanwoong no dejaba de dar miedo. Así es, estaba tan atemorizado que más pronto que tarde enmudeció por completo, esperando quizá a que su hermano le respaldara.

-He de pensar que mi hermano ha preferido no verte a los ojos como una clara señal de su respeto, Hwanwoong.

-Si me tuviera una pizca de respeto no habría pasado lo de ayer.

Escupió con amargura el rubio, haciendo gala de sus nefastos modales delante de su hermano, quien ahora parecía cada vez más irritado al ser tratado con tal desprecio por su propio pariente. Todavía, Serim mantuvo la compostura, sabiendo que la jugada más inteligente era demostrar su control antes de rebajarse al nivel de Hwanwoong.

No obstante, a pesar de haber mantenido una actitud pasiva para con los presentes Hwanwoong no habría tenido suficiente, pues, de un momento a otro le sintió a su lado y antes de poder decir palabra alguna, la garra de rubio le tomó sin piedad por el cuello de su jubón.

-No permitiré que te pases de listo conmigo, Minhee. Tienes una última oportunidad.

Pasmado por el arrebato de su primo, tanto su voz como su valor decidieron ir de la mano y arrojarse al precipicio más lejano. El pánico entonces le tendría con la piel erizada y todo cuanto ocurriera a su alrededor pareció moverse más lento de lo usual. No registró el temblor en su cuerpo, tampoco le hubo importado reflejar en su exterior lo que en su despavorido interior acaecía, siendo así su último movimiento el que sus ojos tuvieron para sostener la mirada al rubio. Con solo una mirada a los ojos rasgados del hombre pudo jurar que vio su reflejo arder en las llamas de un paraje infernal.

A los efectos del ímpetu de su primo, no pensó tener escapatoria, es decir, si salía vivo de aquel maleficio cuando mucho pasaría la vida arrodillado pidiendo perdón por sus actos, y es que, decir que estaba aterrado no era ni por asomo el término adecuado para describir lo que el susodicho le hizo sentir.

Sería Hwanwoong la nueva forma de un dragón de mil cabezas y él, el caballero enclenque que poco o nada podría hacer para huir de las llamaradas que acabarían por quemar hasta los gritos de su desconsolada alma.

De pronto, lo que a su criterio parecieron horas mirando a los confines del inframundo, se hubo resumido a un par de segundos en los que el príncipe volvió a tomar la palabra, más bien, cuando este volvió a reclamarle trayéndole de nueva cuenta a la realidad con el zarandeo insistente que dio a su cuerpo.

-¡Te he dado una orden, mocoso insolente!

-¡Hwanwoong, basta!

Como si ambos se hubieran puesto de acuerdo para ir en contra de la voluntad del 'estimado' Hwanwoong, su hermano y Keonhee gritaron al unísono para detener la injusticia que a sus ojos acontecía.

-Hwanwoong, podrás ser un Príncipe en tus tierras, pero este es mi hogar y al que tienes en tus manos no es un cualquiera, es mi hermano. No me abstendré mientras soy participe de tal inmoralidad, ¡no permitiré que sigas degradando nuestro honor por una nimiedad!

Para cuando su hermano hubo terminado de hablar, solo entonces advirtió la humedad en sus mejillas, producto de la llovizna silenciosa que caía de sus ojos; tan aterrorizado estaría por lo que el rubio pudiera hacerle en aquel estado de cólera, que poco le importó resumir su apariencia a la de un niño indefenso. Todavía, qué más podría valer para él despojarse de sus armaduras cuando, en resumidas cuentas, esa mañana su orgullo había sido pisoteado, peor aún, traicionado por los de su propia clase.

-Príncipe Hwanwoong, como su consejero y leal amigo le pido encarecidamente que recapacite sobre sus actos, estamos hablando de un chiquillo no-...

-No te atrevas a usar esas palabras conmigo, Keonhee.

Advirtió mordazmente el rubio al nombrado, la mirada que ahora le mostraba al otro siendo todo lo opuesto a lo que habría presenciado la noche anterior antes de su desfachatez.

Privado por el miedo y el llanto, se mordió los labios para no soltar un lastimero quejido, pues, desde hacía rato el agarre firme del príncipe en su camisa le estaría estrangulando debido al ajuste de la prenda en torno a su cuello.

-¡Suéltalo ahora, Hwanwoong! Es una orden.

El tono mandatario en la voz de su hermano le provocó escalofríos. No obstante, tal sentencia fue suficiente para que finalmente su primo le arrojase al suelo casi con repulsión.

Inmediatamente, cayó de rodillas a los pies del rubio, agradeciendo al menos el poder volver a respirar. Acto seguido, llevó una de sus manos a su garganta, sintiendo la intensidad del nudo que permanecía allí, imposibilitando su capacidad de habla, al mismo tiempo con una rápida mirada advirtió el movimiento de su hermano, quien pareció dispuesto a ir a socorrerle; sin embargo, Hwanwoong le detuvo en el acto alzando su voz para manifestar una última petición.

-Que pida perdón de rodillas, ahora. Es todo lo que requeriré.

Al oír tal sentencia, en medio de su desespero apresuradamente buscó consuelo en la mirada de Serim, pero sin siquiera satisfacer su necesidad, su ya perjudicada mente le jugaría una mala pasada al recordarle que, en efecto, no tenía razones para rogar por la protección de su mayor.

Se encontraría entonces en una encrucijada, en una reprimenda que la vida la pondría como sentencia al juicio incumplido, porque cuando tuvo la oportunidad de buscar los ojos de su hermano la noche anterior, prefirió no hacerlo para ahorrarse el trasvase que seguramente le hubiese propinado la decepción y el enojo en la mirada de su adverso. No obstante, ahora imploraría de rodillas a por una salvación que no merecía, y lo supo... se supo a merced del quebranto tan pronto conectó con esos orbes en los cuales encontró una súplica, un lamento que murió en el mismo silencio que la última lágrima que perfiló su inocente rostro.

Aunque intentara discernir de la realidad, a consecuencia de su deslealtad y de lo que estuviese implícito en el silencio, en aquel secreto compartido, su primo estaba en plena potestad de exigirle. Incluso si su pretensión era para con su persona el castigo más inmoral, debía concebirla.

Entre la espada y la pared, así le encontrarían en ese momento batallando contra sí mismo para decidir si rendirse a la voluntad de Hwanwoong era algo de carácter imprescindible, es decir, le habían traicionado los demás pero una pequeñísima parte de su orgullo le seguiría rogando para atender a sus propios principios, porque a los ojos de cualquier otro el que fuese a consumar aquel acto era una atrocidad. Estaba negado a sucumbir porque las palabras que, estaría a punto de decir, Hwanwoong no las merecía. Aquel perdón que ni siquiera fue capaz de ofrecer a su hermano no era digno de un demonio.

Detestaba la correspondencia del universo para con él, pero lo comprendía... las vueltas que había dado la vida para enseñarle una valiosa lección. Debía callar y seguir despreciando las razones por las cuales su hermano no podría anteponerse a la voluntad de Hwanwoong para salvarle, porque tal como Taeyoung le había dicho con anterioridad no era su deber atender a tales obligaciones. Al contrario, aquella era una batalla que por simple lealtad a Serim debía luchar sin cuestionar.

En esos momentos quiso volver el tiempo atrás para ofrecerle una verdadera disculpa a su hermano, para otorgarle el perdón que se merecía; sin embargo, ya era demasiado tarde para arrepentirse e inmolarse en los recuerdos de un pasado que no quiso crear. Estaba atado de manos al presente, pero al menos con esto tendría suficiente para saldar su deuda pendiente.

Aclarando su voz de forma discreta y, tras haber secado el remanente de sus amargas lágrimas sin gracia alguna con el dorso de su jubón, alzó la cabeza para encontrarse con la petulante postura del rubio que ahora, con una pizca de paciencia, esperaba a por su respuesta.

-Perdonadme usted, Príncipe Hwanwoong, por los actos indebidos que cometí el día de ayer frente a usted.

Con tan solo pronunciar aquellas palabras percibió el azote de unas terribles náuseas en su cuerpo. Quizá se había contagiado con la repulsión de Hwanwoong, o quizá esa sería la respuesta natural de su cuerpo al haber actuado en contra de su voluntad. De cualquier manera, había cumplido con el mandato y esperaba de corazón, que a los efectos de su humillación eso hubiese sido suficiente para que Hwanwoong le dejase en paz.

-Ves qué fácil ha resultado. Si tan sólo no te hubieses puesto con necedades todo habría terminado más rápido, Minhee.

La insufrible altanería de Hwanwoong le picaría de nueva cuenta en la garganta y en los ojos, pero estaba decidido a aguantarse las lágrimas, ya no volvería a concederle al rubio verle en aquel estado de fragilidad. Suficiente había tenido al ser degradado en su propio hogar, si quiera abusado en frente de su hermano mayor, y que este como Rey no hubiese podido hacer más sino ver.

No se habría dado cuenta de que seguía arrodillado en el piso, luciendo cabizbajo y derrotado hasta que las cálidas manos de su hermano mayor se hubieron posado con gentileza en sus brazos. Como siempre, por el rabillo del ojo divisó a un alterado Keonhee acercarse hasta su lugar; intuía que el muchacho había querido ayudarle de alguna forma, más, al no tener confianza no había sabido actuar. Aun así, le reconocería el mérito por al menos haber alzado la voz a su superior al intentar defenderle.

-Minhee... Minhee, ¿te encuentras bien?

Sin dar una respuesta inmediata a su hermano, de reojo notó como el cínico de Hwanwoong volvía a tomar asiento en su lugar, la servilleta sobre su regazo y una taza de té devuelta en su mano.

En otro momento, quizá de no haber violentado contra sus principios y su moral se habría arrojado contra Hwanwoong para borrar de aquel falso rostro angelical aquella sonrisa arrogante, y es que... aunque sus padres le hubiesen educado con el firme pensamiento de que no debía, bajo ninguna circunstancia, sentir odio hacia algo o alguien, en esa ocasión consideró pertinente el permitirse odiar a Hwanwoong con todo su corazón. Ya después buscaría la manera para liberar a su alma de aquel potente veneno, pero mientras gozaría del sentimiento.

-Estoy bien.

Respondió finalmente a su hermano, dejando que este le ayudase a colocarse de pie, su mirada aún clavada en el pequeño perfil de Hwanwoong.

-Minhee... ¿de verdad estás bien?, yo-...

-Lo estoy, no es nada de lo que debas preocuparte hermano.

Conocía a Serim lo suficiente para saber que el otro estaría a punto de cometer alguna estupidez que pusiera en riesgo lo que había conseguido con su sacrificio, todo por el hecho de asegurar su bienestar. Todavía, más allá de ello y del hecho de que no soportaba que alguien pudiera llegar a sentir pena por él, decidió conformarse solo con saber reales las intenciones de su hermano, más, no le permitiría llevarlas a cabo ni siquiera le consentiría al otro darse golpes de pecho en un futuro cercano.

Sabiendo su presencia ahora innecesaria en la habitación, dedicó una última mirada a Serim esperando transmitirle al otro lo poco o nada de la voluntad que quedaba en su alma para seguir soportando al ingrato de su primo Hwanwoong. Seguidamente, a los efectos de su acción su hermano solo asintió permitiéndole retirarse.

Era una verdadera bobería si lo pensaba, el haber corrido por entre los pasillos hecho un mar de llantos ni bien hubo puesto un pie fuera de la biblioteca. A pesar de que Taeyoung le intentase convencer de lo contrario, sabía que aquello era y sería por siempre una estupidez porque debió ser más fuerte, debió saber gestionar sus emociones e invertir el esfuerzo que había perdido en el llanto en algo más productivo; todavía, llorar como un niño a las faldas de su hermano, extrañamente le proveyó de un sentimiento de llenura que hacía rato creía perdido.

Agradecía a los cielos porque ese día los mellizos y el resto de sus hermanos estuviesen ocupados en sus propios asuntos, y que el único que tuviera el privilegio de verle ceñido a su desdicha fuese su bondadoso hermano Taeyoung. Igualmente, agradeció el hecho de que este sin pedir explicaciones le hubiese recibido de brazos abiertos al ver su rostro empapado, permitiéndole soltar en lastimosos zollipos todo cuanto hubiese contenido durante los nefastos minutos que estuvo a merced de Hwanwoong.

Mientras lloraba se permitió ser tan egoísta como pudo, pensando sólo en sí mismo, soltando las ataduras que anclaban el ascenso de su alma fuera de aquel paseo infernal al cual le había empujado Hwanwoong. Después podría volver a pensar en otros, inclusive buscar perdón por sus pensamientos indebidos, o perdonar verdaderamente a su hermano por lo sucedido. Pero esas ya eran preocupaciones para el Minhee del futuro, mientras, el Minhee del presente solo deseaba reponerse.

-¿Deseas que le diga a una de las criadas que te traiga algo de comer?... con todo el trajín de esta mañana olvidé por completo que incluso te dejé ir allí sin siquiera desayunar.

Desde que hacía rato su hermano le habría empezado a hablar para tratar de apaciguar un poco su llanto, su voz siendo como terciopelo a sus oídos, de a poco logrando su cometido. No obstante, prefirió declinar la propuesta al negar con la cabeza dado que, tal como su corazón y garganta, percibía a su estómago como un mismo nudo.

-Ay, Minhee... mi querido Minhee... lamento tanto el cargo que has debido afrontar...

Escuchó decir a su hermano mientras paseaba sus dedos por entre las hebras de su cabello.

Hacía rato estaría arrodillado con la cabeza en el regazo del moreno, las lágrimas empapando la tela de la camisa a la cual su adverso le habría insistido en cambiarse; el moreno inclusive había procurado deshacerse de aquel jubón que sabía, solo le traería amargos recuerdos siempre que lo viese guardado en su armario.

En ese momento tras haber estado largo rato surtiendo a su corazón con frases dulces, el moreno pareció remediar más en lo acontecido, siendo aquella disculpa una importante declaración.

-N-no importa lo que haya pasado... es mejor seguir adelante.

Murmuró al tiempo que su voz se quebraba en cada sílaba pronunciada, sonando distante como si se hubiese abandonado a sí misma. Aunque por dentro seguía afianzándose a la idea de continuar y no volver a bajar la guardia.

-Bueno, ni siquiera Serim lo hubiese dicho mejor... es mejor... es necesario seguir adelante.

Por alguna razón el tono de su hermano de pronto se le antojaría repleto de inquietud, como si el otro quisiera decir algo pero no encontrase la voluntad para pronunciarlo. A razón de su curiosidad, se acomodó sobre el otro descubriendo su rostro empapado en lágrimas y flemas.

-Pareciera... ¿H-hay algo que debas decirme?

Se atrevió a preguntar, dudoso de si realmente quería obtener una respuesta a esa pregunta, puesto que no se creía con la fuerza como para confrontar otra decepción.

Inmediatamente, Taeyoung pareció salir de algún trance al escuchar su pregunta y antes de siquiera responderle, prefirió atender a sus instintos protectores al secar de su rostro el remanente de sus lágrimas con un pañuelo de algodón, similar al que siempre llevaba consigo.

-La verdad... hay mucho que quisiera decir, Minhee, pero no es mi responsabilidad para contigo. No espero que lo entiendas, es decir, mi posición. Sin embargo, todavía hay algo que creo poder ofrecerte...

Entre los mimos que recibía de las gentiles manos de su hermano y el consuelo de sus palabras, sintió lo imposible, el que su núcleo volviese a latir como siempre.

Por supuesto que, todavía le quedaban dudas, aún quería saber más acerca de lo que sus hermanos le ocultaban para intentar 'protegerle' o lo que fuese, pero Taeyoung había sabido ablandar su corazón más rápido de lo que podía haber previsto.

Tendido al cuido de su hermano, se lo pensaría un par de veces antes de decidirse a preguntar qué era aquello que podía ofrecerle el moreno.

-¿Puedo saber qué es?...

La inocencia de su pregunta hizo que una sonrisa se bordara en los labios del otro, al mismo tiempo una chispa de picardía saldría a relucir en la mirada ajena y como si se tratase de un juego o el más importante secreto, tras mirar en todas direcciones para verificar que fueran los únicos en la habitación, su hermano se inclinó hasta su oído susurrando las palabras que dispararon la exaltación de su corazón.

-Ya sé cómo ayudarte para que regreses al claro...

.

.

.

No odien a Hwanwoong(?) 

De acuerdo, este capítulo fue otro reto que me propuse, porque jamás en mi vida me había puesto a lidiar con personajes o emociones de este tipo en una historia, pero a mi me encantan los retos y la verdad estoy muy satisfecho con el resultado. Espero a ustedes también les haya gustado. 

Ahora, respecto a los aclaratorias del principio... como se podrán haber dado cuenta, la historia empieza a desentrañar ciertos aspectos de la vida de Minhee que él mismo no toma en cuenta, y de allí es donde parte la dinámica, porque mientras él está estático el mundo continúa moviéndose a razón de su falta de movimiento. 

Probablemente piensen que debí comenzar el fic partiendo de una vez con la estática y dinámica, pero si lo consideran bien, cualquier punto sería propicio para explicar esto; sin embargo, lo coloqué aquí para recalcar ciertos detalles que andan escondidos por ahí de los cuales no hablaré porque me gusta que las personas interpreten lo que escribo. 

De verdad espero les esté gustando cómo va la historia, ya tengo algunos capítulos adelantados así que no se preocupen, siempre conseguiré el tiempo para actualizar. 

Cuídense, tomen mucha agua y sigan adelante. Nos leemos a la próxima Σʕ゚ᴥ゚ノʔノ


♥ Ingenierodepeluche 

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