Un corazón cruel y oscuro
—¿Cómo se ha estado portando Mango? —preguntó Gonzalo, sentado en el mueble de la sala de los Santamaría con el celular en la mano.
—Conmigo es un malcriado. Me estoy preguntando seriamente, qué es lo que le estás enseñando —respondió Ibrahim al otro lado del móvil, mientras Gonzalo reía—. Tiene un ataque de odio en contra de mis medias.
—Creo que quiere volver con su otro papá.
—¿Estás seguro de que es apropiado que te lo lleves?
—La casa es segura mientras Amina esté con nosotros. De todas maneras, si tenemos que salir de misión, te lo llevaré, previo aviso. Los abuelos no se molestan, ¿verdad?
—Papá lo ama... Mamá, bueno mamá lo tiene consentido, hasta le dio un mueble para que vea tele con nosotros, ¡eso sí! Que no se acerque a sus matas, porque lo mata.
—El excremento es abono —comentó Gonzalo, muerto de la risa.
—¡Seeee! ¡Pero su orine es como ácido! —le repicó Ibrahim, escuchando a su novio ceder en su risa—. Oye, ¿y cómo sigue Eun In?
—Está mejor. Preocupada por su padre, pero tiene a Ignacio.
—¿Qué? ¿Hay algo entre ellos?
—No que yo sepa. Lo digo porque ambos son iguales de intensos cuando de investigar y armar hipótesis se trata... Y bueno, Amina se ha serenado un poco. Creo que le sienta bien tener una amiga.
—¡Me alegra por ella! Pues todavía tiene mucho que afrontar —dijo haciendo alusión a lo de Aidan, pero Gonzalo no lo entendió. Tampoco diría nada. Gustaba de hablar de más, siempre y cuando eso no significara meterse en la vida de los que amaba—. Por cierto, papá me está haciendo señas. Debemos ir a la residencia de Aurum, parece que pasó algo.
—¿Qué? —Se irguió en el mueble, viendo a su prima y Eun In pasar hacia la cocina.
—No lo sé... Ya va. —Hizo un breve silencio para escuchar a su padre—. Dice que ustedes también deben ir.
—¡Nos vemos allá, entonces!
—¡Nos vemos, corazón!
—Después me regreso contigo para buscar a Mango. ¡Te quiero, mi vida!
—¡Yo también te quiero!
Gonzalo colgó la llamada, encontrándose con Ignacio que bajaba las escaleras. Ambos se sonrieron como saludo.
—¿Todo bien? —preguntó Amina.
—Ibrahim dice que tenemos que ir a la residencia de Aurum de inmediato.
—¿Y cuál es la urgencia? ¿Han encontrado a los secuestrados? —preguntó Ignacio, comiéndose un pastelito de hojaldre relleno con jamón, mozzarella y queso crema.
—No lo sé. Solo eso le dijo mi suegro a Ibrahim.
—¡Vamos! —ordenó Amina—. Si tienen alguna pista, entonces será más fácil hallar a Jung y a los otros.
Sin esperar más, salieron hacia la residencia de Aurum.
Aidan jamás se imaginó que los sucesos acaecidos en esas últimas veinticuatro horas fueran tan desbastadores para todos. Itzel estaba desconsolada entre las piernas de su madre, quien intentaba calmar el afligido corazón de su hija.
Los rostros angustiados de Saskia y Dominick, hablaban por sí solos, en especial el del chico quien se sentía culpable por esa muerte. Sin embargo, Leah estaba allí para consolarlo.
Ibrahim apareció detrás de él. Sus miradas se cruzaron, dándole a entender al chico rubio que conocía la noticia.
—¡Lo siento mucho, Itzel! —Fue capaz de decir.
Aidan admiró su osadía, en especial porque Itzel se levantó y corrió a sus brazos.
—¡Oh, Ibrahim, Ibrahim! ¡Me lo han matado, Ibrahim! ¡Me lo han matado!
Las silenciosas lágrimas de Susana se quedarían grabadas por siempre en el recuerdo de Aidan. La madre aún no revelaba cómo murió, nadie se lo había dicho aún. Pero no sería por mucho tiempo.
Los Santamaría entraron a la silenciosa residencia de Aurum. Desde la puerta de la entrada se podía sentir la noticia de muerte que les aguardaba.
Amina fue la primera en entrar al vestidor, sorprendiéndose al encontrar a Eugenia aguardando por ella.
—¿Y esto? —La abordó, mientras sus tres compañeros se detenían a esperar.
—Necesito hablar contigo antes de que subas con el resto.
Amina le hizo un gesto a Ignacio, dejándolo como líder. El principal Custos siguió su camino con los otros dos.
—¿Y bien?
—Han encontrado muerto a Luis Enrique.
—Supuse que de eso se trataba esta reunión.
—Por lo visto hay cosas que aún no entiendes, Primogénita.
—¿Cómo cuáles? —se burló.
—Vendrán tiempos duros para ti, muy crueles... Y aunque todos pensemos y estemos plenamente convencidos de que sufrimos más que tú, eres tú quién cargará con la peor parte.
Amina no dijo nada. Sabía que aquellas palabras no eran el deseo de la chica, sino la verdad que como Oráculo estaba obligada a decir.
—Ya me he alejado de Aidan.
—Aidan quizás sea una parte, Primogénita, mas no la cuota completa... Aguas tranquilas, espejos en calma, de ríos perdidos, manantiales no encontrados...
La actitud de la joven y el leve vahído que sufrió le indicaron a Amina que Eugenia había hecho una profecía. Con la rapidez dada por el entrenamiento, la sujetó. Sin embargo, el padecimiento de Eugenia no fue tan grave como en otros momentos, así que se recuperó.
—¿Te encuentras bien? —le preguntó con un inusual tono de amabilidad que sorprendió a Eugenia.
—Lo estoy... No sé... —Se llevó la mano a la cabeza—. ¿Entendiste algo de lo que dije?
—No. Solo hablaste de aguas, ríos y manantiales. ¿Alguna idea? —Pero la chica negó—. Es mejor que subamos con el resto. Quizás podamos tener algún indicio que unir con tu revelación.
Amina echó a caminar.
—¡Primogénita! —La detuvo. Amina se volvió—. No le digas a los otros sobre la profecía.
—Si la conocen pueden ayudar.
—Hay situaciones que solo uno pudo solucionar.
Entendiendo lo que Eugenia quería decirle, Amina asintió. Solo la compartiría con los suyos.
Ignacio comprendió la gravedad de la situación cuando escuchó los desgarradores gemidos de Itzel. No la había visto, pero debía ser ella. No solo reconocía su voz sino que también era la única que tenía por quién sufrir en aquella sala.
Se apresuró con un pesar en el corazón. Aunque sus sentimientos por ella habían ido diluyéndose poco a poco, la estimaba y admiraba, así que no podía mostrarse indiferente ante su sufrimiento.
Entró a la sala con los otros, haciendo que todos se quedaran en absoluto silencio.
Buscó leer en los rostros de todos los presentes, Leah, Zulimar, Dominick, Andrés, Ibrahim, José, Saskia, Susana, Samuel, Alexander, Omar, Elías, Rodríguez, Gregorio y Aidan, lo que ocurría, pero solo este último soltó algo de información. El Primogénito de Ardere estaba conmocionado por la noticia que acababa de recibir.
Alexander y Omar fueron los portadores de la noticia. Les confesaron que el corazón de Luis Enrique había sido extraído para consumar algún tipo de ritual de transformación, pero antes lo habían degollado, pues la Imperatrix necesitaba bañarse en la sangre del inocente que sacrificaba. No sabían nada de Loren, no tenían noticias de ella.
—Lo siento —murmuró Ignacio.
Cuando la voz de Ignacio llegó a los oídos de Itzel una brutal furia se apoderó de ella. Levantándose del suelo, donde yacía abrazada de Ibrahim, se arrojó contra el Custos de Ignis Fatuus, golpeándolo con toda su ira.
Ignacio dio un paso atrás, al intuir su ataque, pero decidió parase firmemente para no perder el equilibrio y soportar la brutal embestida.
—¡Es tu culpa! ¡Es tu culpa! ¡Maldito seas, Ignacio Santamaría! ¡Es tu culpa! —gritó con toda su cólera, pero Ignacio no reaccionó. Inmóvil dejó que Itzel descargara todas sus frustraciones sobre él.
Agotada, Itzel cayó al suelo, mas Ignacio no se atrevió a levantarla, fue Aidan quien salió en su búsqueda, llevándola entre sus brazos al sillón.
—¡Tranquila, It! —Miro a Ignacio, no solo en solidaridad con esto, sino también temiendo la llegada de Amina—. Todo estará bien —murmuró en el oído de la chica, dándole un beso, que fue recompensado por un efusivo abrazo de la joven.
Amina rompió el silencio que poco a poco se había apoderado del lugar. Todas la miraron atónitos y en una tranquilidad que sonrojó a Aidan, pues pensó que el sonido de su corazón terminaría por ser escuchado por los presentes, mientras intentaba calmar el creciente revoloteo de miles de mariposas en su estómago.
Detrás de ella pareció Eugenia, quien se introdujo aun más en la sala, parándose al lado de Andrés.
—¿Y bien? —preguntó Amina sin irse por las ramas. Su pregunta iba dirigida a los adultos.
—Han encontrado muerto a Luis Enrique en la unión del Orinoco y el Caroní —respondió Omar Guevara.
—¿En la unión? —repitió. Necesitaba una confirmación de lo que había oído.
—¡Fue tu culpa! ¡Tu culpa! —comenzó a gritar Itzel, a pesar de que Aidan intentaba calmarla.
—¿Mi culpa? ¿Por qué mi culpa? —preguntó con ironía. Ella no lo había secuestrado, tampoco lo traicionó, entregándolo.
Su tono no solo irritó aún más a Itzel, sino también a Saskia y a Dominick, quienes sabían toda la verdad.
Por un momento, la mirada de Amina dio con las verdes iris de Aidan, sintiéndose titubear, por lo que tuvo que apartarla de inmediato. Mientras que el joven, había estado luchando contra el deseo de abrazarla y protegerla de lo que vendría, desde el momento en que apareció.
—Los aborígenes nos informaron que sobre el pecho del joven habían unas palabras que fueron grabadas en la carne, después de sacrificarlo —contestó Alexander.
—¿Qué decían esas palabras? —preguntó Amina.
—«Cada muerte que causas, me obliga a ser más fuerte que tú» —respondió el Prima de Ardere.
—Lo que quiere decir que Natalia me está retando. ¡Jum! —Sonrió con malicia.
—Lo ves como un juego, ¿verdad? Para ti todo esto no es más que un maldito juego de poder —le reclamó Itzel—. Creí que eras nuestra amiga, ¡y mira lo que ha causado tus malas decisiones!
—¿Malas decisiones? ¡Ja! No tienes ninguna idea de lo que hablas, Itzel.
—¡Claro que lo sé! Ayer nos dijiste que estabas dispuesta a matarnos si alguno de los tuyos moría por causa nuestra —dijo haciendo alusión a lo de Saskia—. Pues, ¡mira! ¡Ha sido uno de los míos quien ha muerto! No merezco, acaso, hacerte pagar por esto.
—¿Acaso fui yo quien lo mató?
—¡Fueron tus acciones lo que lo llevaron a la muerte, Maia! —le gritó Itzel—. Si no hubieses comenzado a perseguir a los Traidores, nada de esto hubiera pasado. ¡Nunca debimos sacarte de La Mazmorra!
Sus palabras estremecieron a Aidan. ¿Acaso Itzel había perdido la razón?
—¿Y crees que estarían mejor si me hubiesen dejado allí? ¡Ja! Si así piensan todos ustedes, no son más que unos ilusos. ¡Esto es una guerra! ¡Hay muertos y la muerte danza con cada uno de nosotros! O te conviertes en un asesino o te dejas matar. ¡Claro! La diferencia es que ustedes han decidido esperar de brazos cruzados a que los non desiderabilias vengan para "defenderse", como si eso los hace menos asesinos de lo que yo soy, solo porque salgo a cazarlos.
—¡Fue esa cacería lo que desembocó en esto! —le reclamó Saskia.
—¡No! ¡Fue tu supuesta madre y su bocota, lo que causó todo este mal! Me culpan porque soy la única persona que realmente está haciendo algo. ¡Ja! ¡Maravillosa Fraternitatem Solem tenemos!
—No todos poseemos un corazón tan cruel y oscuro como el tuyo —comentó Dominick, con serenidad.
—¿En serio? ¡Je! Mi corazón no es mucho peor que el tuyo, Primogénito de Aurum—. Dominick retrocedió, y Aidan le dio un rápido vistazo al chico, ¿a qué se refería Maia?
—¡Basta, Maia! ¡Basta! —le gritó Itzel—. ¿No ves que te has vuelto una maldición para nosotros?
Amina retrocedió ante sus palabras, las cuales la abofetearon mucho más fuerte que un puñado de manos. Sintió un dolor recorrer el Sello de Lumen que se encontraba oculto entre la tela especial de la blusa de manga larga de combate. Instintivamente, se llevó la mano al brazo, entretanto Ignacio supo que algo no iba bien.
—Puede que lo sea —respondió, reponiéndose—, pues sin mí, sus Sellos jamás se hubieran revelado.
—Es mejor que te vayas —le pidió Saskia—. No queremos estar cerca de ti.
Una vez más, los ojos de Amina fueron a dar, traicioneramente, con los de Aidan, pero esta vez fue él quien los quitó.
—Lo haré. —Miró a Susana—. No sé hasta que punto mis acciones han sido las causantes de lo que ha ocurrido, pero tengo una promesa que cumplir con su Clan.
—¡Olvídate de tu promesa y vete! —le gritó Itzel, interrumpiéndola.
—La cumpliré —le aseguró a la mujer, quien derramaba lágrimas en silencio—. Y aunque esto sea doloroso de oír, tengo que decirlo. De cierta forma, me alegro de que haya sido Luis Enrique quien terminara sacrificado.
—¡Estás enferma! —le gritó Dominick, justo cuando Aidan sujetó con fuerza a Itzel quién quería saltar sobre Amina.
Sin embargo, los adultos escuchaban sin juzgar. Había más en sus palabras.
—Natalia no se atreverá a matar a Loren, porque su sangre es valiosa para el Harusdragum... Pero, para que su hija siga incorrupta, la Primogénita de Lumen debe seguir conservando su vida.
La mujer cerró con dolor sus ojos, pues comprendía lo que la chica le acababa de decir.
Amina dio media vuelta para marcharse, y en un descuido de Aidan, Itzel se zafó, corriendo hacia la chica, pero una sutil fuerza surgida de la Primogénita de Ignis Fatuus, la hizo derrapar, retrocediendo.
Susana se levantó para ir a por Itzel, mientras que el resto reaccionaba.
Sin volverse, Amina se detuvo, con sus Custodes y Eun In.
—No te atrevas a tocarme, Itzel. Ninguno puede venir a lastimarme pensando que lo logrará. Mis Sellos no dejarán que nadie se acerque a mí. —Se marchó.
—¡Es una impertinente! —Soltó Leah al verse libre de la presencia de la chica.
—Lo peor de todo es que tiene razón. —Se atrevió a decir Susana.
—¡Mamá! —Le reclamó Itzel, aún llorosa.
—Susana tiene razón, Itzel —intervino Andrés—. Lamentablemente, la muerte de Luis Enrique nos da tiempo para encontrar a Loren.
—Esto tiene que ser una broma de mal gusto, ¿no? —respondió Dominick.
—Mamá me dijo que la Imperatrix tenía a su gente en la Coetum. Ella juega a esto... a que nos separemos —reconoció Saskia—. Sé que lo de Amina está mal, pero... ¿y si tiene razón? ¿Y si nuestra pasividad está jugando a favor de Natalia?
Itzel no pudo escuchar más. La muerte de Luis Enrique le dolía demasiado para razonar.
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