Las Torres de la Muerte

Ni siquiera la lluvia de la noche fue capaz de calmar los ánimos de los participantes. Con puntualidad, cada Clan fue reuniéndose en los linderos donde estaban ubicadas las torres de la Muerte.

Ignacio decidió tocar la puerta del cuarto donde descansaba su prima. 

Un par de repiques fueron suficientes para que la joven saliera a atenderlo. Cerró la puerta tras ella, arreglándose los protectores de las muñecas, mientras caminaba con él por el pasillo.

—Gonzalo me comentó que los Primogénitos están dispuestos a protegerte.

—¿Te preocupa eso? —Ignacio la miró confundido—. Ayer me dejaste abandonada en plena sabana.

—Míralo como una prueba de resistencia.

—A veces eres una maldita rata.

El joven sonrió, irguiéndose aún más.

—No sabes cuánto orgullo siento al escucharte decir eso. —Amina sonrió, dándole un pequeño golpe en el pecho con el dorso de la mano—. ¿Estás nerviosa?

—Esto es cuestión de suerte.

—Te dije que los Primogénitos están dispuestos a ayudarte.

—¿Y cómo lo harán?

—Cuentan con cinco salidas. Solo Saskia utilizará una de las salidas, así que quedarán cuatro para tu uso.

La chica no dijo nada. Con paso decidido salió de la casa, deteniéndose a unos metros para contemplar las Torres que se abrían paso ante ella. 

Esperaba no tener que utilizar la salida que el resto de los Primogénitos le brindaban, esa sería una solución muy cobarde, pero tampoco estaba dispuesta a morir en dicha prueba, se lo debía a su familia y a su Clan.

Aidan dio un paso al frente deteniéndose al lado de Dominick. Ambos observaban con asombro las macizas torres de jade rojo que se elevaban ante ellos. El Primogénito de Aurum sonrió con ironía.

—¿Acaso se trajeron las piedras de la Quebrada de Jaspe?

—Así es esta tierra. Basta que abras un hueco y cualquier cosa de valor puede aparecer.

—Lo hiciste tú, ¿verdad?

Aidan le dio una media sonrisa caminando hacia la torre. No tenía que dar explicaciones, él había sido el arquitecto, fue su idea usar jaspe, luego lo retornaría a la tierra. Su don era manipular la materia, y haría buen uso de los recursos que la naturaleza le ofrecía.

Detrás, marchó Dominick. Se reunirían con Zulimar y los otros tres Primogénitos. Todos vestían de blanco y acomodaban sus trajes ante las indicaciones de su Prima.

—¿Qué pasará si no podemos descender? —preguntó Ibrahim.

—No me preocuparía tanto por el descenso, Primogénito de Sidus, sino por el ascenso —le aseguró Zulimar—. El Oráculo de Ardere jugará con sus emociones, así que subir no será tan fácil para ustedes.

—¿Nos estás diciendo que nos podrá en evidencia? —quiso saber Saskia. Su inquietud era la misma de todos, excepto de Aidan.

—No. Ella no verá lo que le perturba, solo moverá sus emociones más profundas.

—Eugenia no puede ver lo que hay dentro de nosotros, es solo un Oráculo. Puede predecir el futuro pero jamás conocer el pasado y menos ahondar en el presente —les tranquilizó Aidan acomodándose los guantes.

—Entonces, ¿empezamos ya? —interrumpió Dominick, dando algunos saltos al pensar cuál era la fibra sensible de sus sentimientos con la que Eugenia lo atormentaría.

—Falta la Primogénita de Ignis Fatuus —contestó Zulimar.

—Alguien debería comprarle un reloj a esa niña —se quejó Dominick.

—Conozco a alguien que habría corrido a comprárselo hace un mes atrás —le respondió Saskia, ante la sonrisa cómplice de Itzel e Ibrahim.

—¡Allá viene! —Señaló Aidan al verla abrirse espacio entre el Populo.

Amina se apersonó con sus dos Custodes. Iba con el cabello recogido en una cola alta que le hacía ver más erguida. Zulimar sonrió con amabilidad esperando a que la joven se acercará, mientras Gonzalo e Ignacio esperaban el inicio de la competencia en la primera línea, junto al Populo.

—¿Lista? —le preguntó Zulimar.

Asintiendo, se dio la vuelta al Populo junto a los otros cinco, entretanto Zulimar se colocaba al frente de todos.

—Estimada Fraternitatem Solem, ¡bienvenidos sean todos! Hoy nos encontramos reunidos para probar la valía de nuestros Primogénitos, su liderazgo y capacidad en una prueba de resistencia física, psíquica y emocional. —Todos aguardaban en silencio—. Como es costumbre, se sorteará el ascenso a las Torres de la Muerte. El Populo tendrá la oportunidad de retar a su Primogénito o apoyarlo en la prueba. Una vez que el candidato llegue a la cima tendrá que descender por una de las cinco salidas. Los descensos no pueden ser similares, ni se puede usar una salida que ya ha sido utilizada.

Una hermosa niña indígena de Sidus salió de entre los presentes, ella sería la encargada de elegir las fichas que Zulimar colocó dentro de un bol. La elección de los Clanes se haría al azar y por ello habían pedido la participación de esta jovencita en el sorteo.

La niña metió su mano dentro del bol extrayendo una ficha blanca que dio a Zulimar, la cual abrió mostrando al Populo la rosa anaranjada de Lumen.

Populo de Lumen —gritó Zulimar—, que desean para Itzel, su Primogénita: ¿reto o victoria?

—¡Victoria! —gritaron al unísono, mientras exhibían con orgullo su sello.

Con gesto afirmativo y las palmadas de sus compañeros, Itzel respiró profundo, dándole una última mirada a Luis Enrique y a Ignacio, quienes estaban uno al lado del otro observando.

Decidida a dar una buena prueba, caminó hasta los pies de las enormes torres, no había entre ellas nada que la ayudara a subir. Eran torres macizas, sin aparentes fisuras. 

No la habían entrenado para esto, en sí nadie sabía en que consistía la prueba, así que optó por golpear con su campo magnético la superficie, pero fue repelida, cayendo a varios metros de las torres.

Un murmullo de dolor se extendió por toda la multitud. Itzel no se daría por vencida, tampoco dejaría que la humillaran de aquella manera. Se puso de pie, y sin acercarse, levantó sus manos, haciendo un esfuerzo que tensó todos sus músculos. 

Con sorpresa, el Populo observó como la Primogénita de Lumen atacaba con estacas de magnetita las fortalezas, muchas de ellas se clavaron en la pared rocosa, sirviendo de camino a la joven.

—¡Bien, Itzel! —murmuró entre dientes Ibrahim, en cuanto su amiga corrió hacia la fortaleza.

Itzel comenzó el ascenso, no era tan complicado subir por la escalinata que había hecho en forma de caracol, rodeando el primer edificio, hasta que sintió una punzada en su corazón que la hizo trastabillar y perder el equilibrio.

Como pudo se aferró de una estaca para no caer los diez metros que había subido. Sacudió su rostro, intentando no pensar, pero aunque nunca lo habría confesado el divorcio de sus padres la había marcado. No podía olvidar cada una de las peleas de sus padres, ni las veces que tuvo que esconderse con Loren y Tobías en el clóset para huir de la paliza de un padre borracho, mientras Susana salía a defenderla.

Sin darse por vencida, y convenciéndose que su situación era otra, recuperó su posición en la escalera, continuando su ascenso, mas allí estaba la traición implícita que su corazón le estaba haciendo a Luis Enrique. Era imposible que su corazón no le reprochara haberse adelantado a los acontecimientos y no esperar por Ignacio, aun cuando las posibilidades de ganar el corazón del Custos de Ignis Fatuus fuesen tan escasas.

Mas ella no se podía permitir tales debilidades, sus sentimientos no se impondrían sobre sus instintos de supervivencia, así que saltó aterrizando perfectamente en la torre gemela. 

Lo había logrado, había pasado la prueba del oráculo y tejido el camino para sus compañeros. Ahora tendría que descenderse. 

Miró a la joven Primogénita de Ignis Fatuus, quien la observaba con preocupación. Aquella mirada llenó de fuerzas a Itzel, pues se negaba a creer que el corazón de Amina se había oscurecido completamente.

Itzel unió sus manos sobre su pecho, proyectando un campo a su alrededor. Se elevó unos centímetros para luego bajar, ante el asombro de todos, envuelta en su burbuja anaranjada.

La prueba para Lumen había terminado. 

Cuando Itzel tocó el suelo, Saskia corrió a su encuentro, se encontraba tan orgullosa de su amiga que no la esperaría con los otros.

Con una sonrisa en los labios, Aidan respiró con tranquilidad. Itzel no solo había pasado la prueba, sino que también había respetado su pacto de dejarle una puerta abierta a Maia para que pudiera bajar sin poner en peligro su vida. 

Agradecido, buscó con su mirada a Eugenia, quien sonriendo, confirmó que ella también se sentía feliz por la prueba.

Con una sonrisa de triunfo, Zulimar levantó la mirada desde el podio al que se había dirigido luego del primer sorteo. A su lado se encontraba Eugenia, sentada en una butaca estilo realeza. Las acompañaban los miembros adultos del campamento de la Fraternitatem Solem y la niña indígena que escogería a los Primogénitos.

—¡La Primogénita de Lumen ha superado la prueba! —las exclamaciones de júbilo de Lumen no se hicieron esperar, coreando el nombre de su Primogénita—. Es el momento de conocer al próximo Clan que se enfrentará a las Torres de la Muerte.

Gonzalo respiró profundo, mientras la pequeña se acercaba al bol traslúcido. Soltó sus manos, haciendo que Ignacio lo mirará con una media sonrisa de suficiencia.

—Relájate o te dará un soponcio.

—Puedes burlarte todo lo que quieres, pero no olvides que yo tengo allí a dos personas a las que quiero.

—Es más probable que Amina caiga de la torre a que lo haga Ibrahim —le aseguró Ignacio a su hermano.

La niña sacó la ficha, entregándosela a Zulimar. Esta le agradeció, mostrando a todos el próximo Sello. La rosa roja de Astrum resplandeció en todo su belleza.

Populo de Astrum —gritó Zulimar—, que desean para Saskia, su Primogénita: ¿reto o victoria?

—¡Victoria! ¡Victoria! —gritaron al unísono, mostrando con orgullo el Sello en sus clavículas: un sol entre rosas.

—¡Ánimo, amiga! —le susurró Itzel, tomándola con fuerza de la mano.

Saskia asintió, mientras que esta se dirigía a la tribuna con Zulimar, lugar que le correspondía al reivindicar su poder y liderazgo en Lumen.

Saskia se paró frente a las torres. Dio un breve vistazo a Eugenia, quien comenzaba a cerrar sus ojos para, después darle un vistazo a los edificios. 

En ellos todavía quedaban los restos del camino que Itzel se había trazado, así que los aprovecharía.

Apenas comenzó a subir y un pinchazo encogió su corazón. El dolor del abandono y el rechazo eran sus fantasmas. 

En su vida, nada había sido sencillo, ella lo sabía. Era un sufrimiento al que no se había impuesto, que la seguía flagelando. Intentó controlarse, pero a mitad de camino se detuvo, no podía continuar, era mejor deshacer lo hecho. A quién quería engañar, ella jamás sería una líder para Astrum.

En tierra, Dominick observaba nervioso, apretando sus puños al ver a Saskia aferrada a las paredes, con la mirada puesta en la vía de estacas que quedaban para descender.

—Qué no se regrese, sería muy estúpido si lo hace —comentó por lo bajo Ibrahim.

—Ella tiene derecho a decidir si continua o no —le reclamó Dominick, ganándose una mala mirada de Ibrahim.

—No creo que Ibrahim lo diga por esos motivos, Dominick —intervino Aidan—. Cada estaca que es pisada cae al suelo —indicó, mostrando el piso—. Si ella baja es poco probable que alguno de nosotros pueda subir.

—Puedo usar mi poder —le recordó Dominick.

—¿Y cómo bajarás? ¿Te lanzarás? —le cuestionó Ibrahim con ironía—. Has dado tu palabra y jurado por tu Sello que no le quitarás más posibilidades a Ignis Fatuus.

—Entonces, ¿qué haremos?

—Creo que si queremos dejar las estacas de Itzel, debemos romper nuestro pacto de salida —sugirió Aidan—. De lo contrario, Maia no podrá subir.

—En estos momentos solo quisiera tener el don de Itzel. Fue muy sabía al usar materia para subir y un campo magnético gravitatorio para bajar —concluyó Ibrahim.

***

¡Hola! Un poco tarde pero acá están los cinco nuevos capítulos, y un pequeño regalo: La Quebrada de Jaspe que Dominick y Aidan nombran en su conversación. 

Queda en La Gran Sabana, edo. Bolívar, el suelo debajo de las cristalinas aguas es de piedra de jaspe y espero poder verla alguna vez... Si los mineros, los chinos y los rusos no acaban con ella =(

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