Fiesta e invitado no deseado

La mañana del sábado fue muy ajetreada para todo los Primogénitos. Algunos tuvieron que ir a retocar sus disfraces a última hora, pasar por las tiendas a recoger los regalos, estar temprano en las peluquerías, en el caso de las chicas, y el maquillaje, en general.

Tenían que estar presentables, después de todo, el cumpleaños número dieciocho de Ibrahim era la reunión de la Hermandad del Sol, luego del Solsticio de Invierno.

Gonzalo arregló el sacó de su chaqueta. Ignacio venía bajando las escaleras cuando dio con el peculiar disfraz de su hermano: peluca naranja coronada con un enorme sombrero y un atuendo demasiado llamativo.

-¿Acaso eres un duende?

-No. Soy El Sombrerero, ¿y tú? ¿Andas en pijama?

-Llevo un hanbok.

-Parece una pijama.

-Puedo patearte y demostrarte lo contrario.

-¡Paso!

-¿Todavía no sale Amina?

-No. Al parecer las serpientes le están dando problemas a mi tía.

-Puede que las serpientes le hayan dado problemas, pero ese vestido de diosa griega le queda -no dijo más. Ambos admiraron la belleza de su prima.

Sin duda alguna, serían los hombres más orgullosos de la fiesta.

-Solo procura no transformar tus ojos en fuego.

-No puedo convertir a nadie en piedra, Zalo.

-No, pero igual puedes matarlo.

Las luces de neón iluminaban el cielo de Costa Azul. El Salón Elíptico de Sidus exhibían sus mejores galas para celebrar el cumpleaños número dieciocho de su Primogénito.

Ibrahim se sentía un poco incómodo. Disfrazarse de Jack Sparrow no le pareció tan una buena idea. Jan se detuvo a su lado, había escogido un traje de Hulk, aunque lo que más le hacía falta era musculatura para llenar el traje.

-No crees que te hubieses visto mejor como Banner.

-Para eso me visto normal.

No le respondió, su primo tenía toda la razón.

Muchas personas comenzaban a acercarse para felicitarle. La mesa apostada en el fondo del Salón comenzaba a llenarse de regalos y la pista de personas. Habían tantas que era complicado para Ibrahim dar con un conocido hasta que Itzel se acercó vestida de hada. En un principio, a Ibrahim le costó descubrir cuál era su disfraz porque no llevaba alas.

-Es molesto y poco convencional. Si hubiera sabido que te ibas a vestir de pirata, te hubiese imitado.

-¿Acaso no vienes de pareja con Luis?

-No. Le dio por disfrazarse de Chewbacca, y sinceramente, los vestidos de la Guerra de las Galaxias son algo incómodos para andar entre tanta gente.

-Bueno, la verdad es que te ves muy bien -confesó dándole un vistazo-. Creo que dejaré de ser gay.

-¡No seas ridículo, Ibra! Te prefiero así.

-Nunca pensé que te oiría decir eso.

-Creo que hemos cambiado demasiado... En tan poco tiempo.

Itzel se paró a su lado. No necesitaba preguntarle nada a Ibrahim para saber que lo menos que deseaba en aquel momento era permanecer solo recibiendo a los invitados. El grupo pronto creció. Saskia se apareció como Jigsaw. Ambos chicos alabaron su vestuario y el valor para colocárselo, aunque no lucía tan aterradora.

-Ha de ser por el tamaño -les aseguró Aidan, vestido de emo.

El Primogénito de Ardere se convirtió en la sensación de la noche, había teñido su cabello de un morado fuerte. Itzel y Saskia tiraron de sus mechones pensando que llevaba una especie de peluca, pero su grito confirmó que era su verdadero cabello.

-¿En serio lo teñiste? -Ibrahim no podía creer lo que había hecho-. ¡Estás loco! -le gritó.

-Con cuatro lavadas se cae, y si no lo hace, creo que no podré ir al colegio por un buen tiempo.

-¡Eres atrevido, Aidan Aigner! A mí me da pánico hasta hacerme unas mechas -le aseguró Itzel, tocando el collar de púas que llevaba-. ¿Esto no es muy gótico?

-La tendencia vampírica no se me da, en especial porque soy un blanco bronceado. -Sonrió.

Con él habían llegado Eugenia, quien iba con un vestido de flamenco y Dafne, la cual se había disfrazado de Rapunzel. Su hermana fue a reunirse con Natalia y Celeste, sin embargo, Eugenia se quedó haciéndole compañía al grupo.

Haciendo enfásis en la puntualidad, Dominick se apareció con Leah del brazo. Para los cuatro Primogénitos fue un poco extraño confirmar que su amigo no se encontraba solo, sentimentalmente, no porque él no fuese dado a cambiar de pareja, sino porque no les había comentado nada. Tampoco pudieron hacerlo, detrás de la imitación de John Snow y Daenerys, venían los Ignis Fatuus.

El corazón de Ibrahim se iba a salir cuando descubrió a Gonzalo como El Sombrerero Loco, solo a ellos se les ocurría llevar trajes del mismo actor.

Las chicas y Aidan admiraron el vestido de Maia, las primeras con palabras, el segundo con la mirada. Ignacio sonrió con malicia, en especial porque Dominick no pudo pasar por alto la presencia de su prima.

-¡Wow! Tus serpientes son geniales -exclamó Eugenia, visiblemente emocionada.

-Y lo mejor de todo es que puede hacer que sus ojos se conviertan en fuego -le aclaró Gonzalo.

-¡Zalo! -dijo la chica apenada.

-¿Y Luis Enrique? -preguntó Ignacio.

-No lo reconocerás. Se ha disfrazado de Chewbacca.

-¿Qué rollo tiene ese chamo que siempre anda escondiéndose?

La joven rio, Ignacio le dedicó una sonrisa. Itzel no supo en qué momento comenzó a llevarse tan bien con Ignacio, quizá fue a través de la Cor Luna, pero disfrutaba cada instante con él. Se había convertido en un verdadero amigo.

-¿Y tú? -le agarró el cabello a Aidan-. ¿Qué te hiciste pana?

-¡Ayyy! -se quejó del jalón-. Me lo pinté, pero es temporal.

-¿Te pintaste el cabello? -gritó Maia-. ¿En serio?

-Sí, pero me aseguraron que se caía.

-¿Existe alguien en este pueblo que sea normal? -quiso saber Gonzalo, parándose al lado de Ibrahim.

La música invadió el ambiente. Ignacio se encargó de acompañar a su prima en toda la fiesta, incluso se atrevió a bailar cualquier tipo de música con ella para complacerla. También tuvo que servir de pareja de Saskia e Itzel, pues Luis Enrique solo conocía danzas campestres del siglo XVII y vestido de Chewbacca iba a ser una experiencia extraña para todos.

Aidan tuvo que permanecer al lado de Eugenia y de su hermana. Se negó a bailar durante las primeras horas. Se encontraba un poco aturdido por escuchar conversaciones de chicas, aunque agradecía la intermitente compañía de Ibrahim quien cada vez que podía escaparse iba a su encuentro. Para él, era extraño que el grupo estuviera alejado en una celebración, aunque Dominick pareciera muy cómodo entre los Aurum.

-¿Crees que la convivencia lo ha ablandado?

-Nunca se sabe qué esperar de ese chico -afirmó Ibrahim-. Aidan, ¿cómo ves su relación con Maia?

-¿Por qué lo preguntas? -indagó apoyándose de la mesa.

-No lo sé, pienso que se han distanciado.

-También he percibido lo mismo. Recuerda que él no se lleva muy bien con Ignacio, y la relación entre este y Maia ha mejorado muchísimo.

-¿No sientes celos?

Aidan subió la comisura de sus labios, en una torcida sonrisa, unió sus cejas y negó cómo si aquella sugerencia fuera una locura. Era un tema que le preocupaba, sin embargo, la camaradería de Ignacio era su garantía de que no traspasaría esa frontera.

Saskia intentó hacer que Luis Enrique bailara e Itzel se unió al tumulto. Ibrahim no paraba de burlarse de los toscos pasos de Jan, pero en la oscuridad del lugar y los fugaces destellos de las luces, nadie iba a juzgarlo. Decidió acercarse a su primo cuando Gonzalo le tomó del brazo. Ibrahim se estremeció.

-¿Podemos hablar? -le pidió.

Iba a negarse, mas ¿de qué le valía? Desistió de su intentó de ir a por Jan, llevando consigo a Gonzalo hacia el patio trasero.

El cielo estrellado era un lienzo perfecto para la noche. Gonzalo aspiró el aroma de la grama, el frío sereno, contemplando las altas palmeras y los pocos arbustos que decoraban el lugar.

-Tienen un excelente salón.

-Gracias. Aunque no se compara al de Ignis Fatuus.

-Lo intentamos -confesó-. Me encanta tu disfraz -Ibrahim sonrió bajando el rostro-. Casi podría decirse que venimos como pareja.

-Gonzalo, por favor -le pidió.

-Lo siento. No quise molestarte, de verdad -Ibrahim le miró fijamente, ¿qué era lo que intentaba hacer?-. Quizás pienses que soy un poco inconstante.

-No tengo por qué pensar eso de ti. Nunca he esperado nada a cambio.

-¿Acaso lo esperas de Teodoro?

-¿Me trajiste aquí para hablar de Teodoro?

-Te traje aquí porque estoy confundido y quiero aclarar lo que siento.

-¿Y qué harás? ¿Acaso me besarás para saber si tienes sentimientos hacia mí o hacia Teodoro?

-No tengo esa clase de confusión -confesó dando un paso hacia un alterado Ibrahim-. Hay cosas, asuntos sobre mi vida que desconoces y que creo no entenderás.

-Deberías ponerme a prueba.

-No siento nada por Teodoro, Ibrahim. No puedo exigirte que no te acerques a él, aun teniendo un lazo fuerte contigo, no soy de ese tipo.

-Pero no tienes ningún lazo fuerte conmigo, Gonzalo. Todo esto ha sido una especie de juego que la verdad no entiendo.

-Yo no estoy jugando.

Ibrahim palideció, su rostro confundido motivó a Gonzalo a acercarse rápidamente a él. Tomó su cara entre sus manos, levántandola hacia él y lo besó. Sus suaves y firmes labios se hicieron uno con los suyos. El Primogénito de Sidus subió sus manos para aferrarse a la espalda del Custos de Ignis.

Gonzalo le atrajo con más fuerza e Ibrahim revivió su primer beso en los bosques perdidos de una Fratertitatem de antaño.

-¡Bravo! -gritó una voz masculina, mientras aplaudía.

Fue imposible para Ibrahim no palidecer. ¡Habían sido descubiertos! Gonzalo aún mantenía sus manos en sus mejillas, no lo soltó hasta que el chico lo miró aterrado.

-No estás solo -le aseguró, dándose vuelta para enfrentar al desconocido, pero él también quedó en una sola pieza al descubrir de quien se trataba-. ¡Teodoro!

-En este lugar uno no se puede descuidar. Me tardo unos minutos y me consigo siendo atracado y sin revólver. ¿Será el calor de la playa?

-¿Qué haces aquí? -le preguntó Gonzalo, tomando la mano de Ibrahim detrás de su espalda.

-Lo mismo que tú. Fui invitado y no pensaba quedarme por fuera -Gonzalo se mostró confundido por la información, mirando rápidamente a Ibrahim-. Aunque terminaste adelantándote.

-¿Lo invitaste? -le preguntó un poco molesto.

-Pensé que no vendría y que no -quiso explicarle, pero la mirada de Gonzalo se oscureció, soltándolo.

-¿Me imagino que no pensarás marcharte? -insinúo Teodoro, disfrutando el momento.

-Espero que no te cruces en mi camino en lo que resta de noche -le aseguró Gonzalo, apretando la mandíbula.

No tenía nada más que hacer. Tropezando a Teodoro con el hombro, le pasó por un lado, entrando de nuevo al salón. Ibrahim estaba confundido, no se había despedido de él, ni siquiera lo dejó terminar de hablar, jamás lo había visto tan molesto.

Iba a por él, cuando Teodoro lo sujetó por el brazo.

-Si quieres que me vaya lo haré -le dijo amablemente.

Su tono confundió a Ibrahim. ¿Por qué no se mostraba molesto? Sin embargo, se tendría que quedar con la duda, pues no veía conveniente hacer preguntas que se pudieran malinterpretar.

-No. Puedes quedarte. Eres bienvenido a mi fiesta de cumpleaños -le dijo sonriendo, antes de marcharse.

Teodoro sonrió con malicia, no dejaría que Ibrahim le quitara a Gonzalo.

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