Culpables

La reunión había terminado. Aidan y Eugenia regresaban en silencio a su casa. La joven deseaba decir algo divertido, pero Aidan no tenía intenciones de bromear; su mente se había quedado en la reunión, sumergida en interrogantes que necesitaba hacer.

Era cierto que Dominick no había revelado el nombre de la Imperatrix, tampoco le había dicho a Itzel que Luis Enrique había sido el otro chico. No tuvo fuerzas para hacerlo, pero sí abrió un portal por donde volver a Aurum, llevando consigo a Itzel.

—¿Qué es un ritual de Unión? —Sin querer la pregunta se le había escapado.

—¿Eh?

—¿Es cierto eso que dijo Maia sobre el ritual de Unión?

—¡Ah, ya! —Hizo un breve silencio, mirando el pavimento para responder—. Sí. Dentro de la Fraternitatem Solem existen rituales para unirse a la persona que se ama.

—¿Cualquiera puede hacerlo?

—No. Técnicamente, no deberíamos hacerlos. No tenemos la madurez suficiente como para ser conscientes de lo que hacemos, o comprometernos seriamente con lo que sentimos.

—¿Eso significa que no serías capaz de realizarlo conmigo? —La observó con sus apasionados ojos verdes. Ella se sonrojó, tomándolo de la mano para caminar de nuevo en silencio.

No era que no deseara hacerlo, solo no debía, no cuando su situación con Aidan parecía bailar en la cuerda floja. Eugenia tenía miedo. Mucho miedo de perderlo.

—Quizás más adelante, hagamos uno de ellos.

—¿Cuántos hay? —preguntó sorprendido. Aidan no podía recordar lo que Ackley le había contado, debido a su deseo ardiente de llevarlos a cabo con Amina cuando llegara el momento.

—Cuatro. Hay cuatro formas de demostrar tu amor a una persona. Fueron prácticas que nuestro pueblo dejó de realizar. Solo Ignis Fatuus las mantuvo dentro de sus costumbres hasta que Ackley desapareció.

—¿Podrías decirme cuáles son y cuáles son sus efectos?

—¿Por qué la curiosidad?

—No quiero que me ocurra algo parecido a lo de Dominick.

—El Ritual de La Llama, es el que generalmente se hace de primero. Consiste en llamar a la otra persona Fuego de..., diciendo el nombre del Clan. Por lo general, solo prepara el corazón que se entregará a la pareja. El Ritual de la Danza, es un baile que hacen los amantes antes de unirse carnalmente; cada Clan tiene su propia danza, y aunque parezca increíble, todas se complementan. Parece un ritual sencillo, pero es complicado de ejecutar. Hace que dos personas se unan, aunque sus efectos son extraños.

—¿En qué sentido?

—Si las personas no se aman, al quedar unidas nunca podrán amarse, pero tampoco serán capaces de amar a alguien más. Si una de las dos ama a un tercero, entonces su corazón quedará vacío; si es amado por la persona que realizó el ritual, esta lo amará aunque jamás será correspondida.

—¿Y si ambos se aman?

—Su amor crecerá, haciéndose cada vez más fuerte. Es un ritual que se puede renovar.

—¿Y los otros?

—Esta el Ritual de Reverenciar, también suele hacerse antes de la unión carnal; es cuando besas el Sello de la otra persona y pronuncias las palabras de " Mi Clan..., reverencia a..."; al parecer, fue el que Dominick hizo. Es un ritual que jura fidelidad a la persona con la que se está. Si se viola dicha promesa, el Donum, en caso de ser un Primogénito, se vuelve en contra del portador, o de su pareja, si esta es la infiel —concluyó, observándolo.

—¿Y el cuarto?

—Es un beso bajo un eclipse total de Luna ocurrido en un Solsticio hace que dos personas se amen para siempre aunque no se quieran antes del beso.

Aidan bajó la mirada.

«Yo, te he entregado mi corazón, sin luna, sin que me lo pidieras, y aunque sé que no volveré a recordar la miel de tus labios, mi amor por ti siempre será la base para entregarme una y otra vez»... Yo te he entregado mi corazón, sin necesidad de luna alguna  —recordó.

Cada día nuevas palabras golpeaban con mayor fuerza sus recuerdos. No podía ubicarse en qué momento las escuchó, pero su instinto le indicó que aquellas palabras tenían una fuerte conexión con el extraño sueño en donde una joven se sacrificaba por todos.

Lo menos que pudo hacer Dominick por Itzel era llevarla con su madre. Los Prima habían decidido que mientras Loren estuviera desaparecida, la familia Perdomo Pérez debía pecnotar en la residencia de Aurum. El Clan de la Justicia se encargaría de cuidarlos y hacerle saber los pormenores de la búsqueda.

Susana no se negó. A pesar del dolor que la embargaba tenía quepensar en el cuidado de sus otros hijos, pues no soportaría perder auno más. Además, supuso que si Loren estaba en manos de losHarusdra y estos no le arrebataban la vida, la Imperatrix podía ir apor Itzel, y en ese caso habría perdido la vida de sus dos preciadashijas.

Fueron recibidos por Zulimar, quién le indicó a Itzel, con un suave gesto, el pasillo por donde podría encontrar a su madre. La joven corrió a reunirse con los suyos, mientras la Prima abrazó a un afligido Dominick, el cual se seguía culpando por su debilidad, a fin de cuentas si hubiese pensado mejor lo que hacía, su Donum no hubiera fallado.

Desesperada, Itzel empujó la única puerta abierta de la residencia, allí encontró a su madre, abrazando con ternura a sus hijos, como si la vida se les fuera si los llegaba a soltar.

—¡Mamá! —llamó la joven, con voz afligida, haciendo que de inmediato su madre se pusiera de pie y corriera a abrazar a su Primogénita, con Tobías y Gabriel detrás de ella.

—¡Itzel! ¡Mi Itzel! —La nombraba, cubriendo su rostro de besos—. ¡Mi niña...! ¡Tu hermanita!

—Lo sé, mamita querida. —Tomó a su madre del rostro—. Pero la vamos a liberar. ¡Te prometo que la tendremos de vuelta!

—No quiero perderte, Itzel... No soportaría perder a un hijo más.

—No, mamita... No me perderás. La Primogénita de Ignis Fatuus me ha prometido que nos la devolverá, y yo creo en ella.

Susana solo abrazó con fuerza a su hija. Ella también necesitaba creer en esa promesa, porque más allá de que Amina ya no poseía el mismo poder de antes, y su Sello seguía velado bajo su carne, ella era la única que había matado a una Imperatrix, y quizás podría volver a hacerlo.

Cuando el pasador de la puerta de los Aigner sonó, toda la familia se puso de pie. Andrés esperaba con anhelo la llegada de su hijo.

Para Aidan aquel cuadro familiar era muy extraño: su madre yacía en el mueble, llorando con amargura, entretanto Dafne intentaba consolarla, y la palidez poco habitual de su padre que le indicaba que todo estaba realmente mal.

De inmediato, tuvo curiosidad de saber a qué se debía semejante estado de ánimo, en especial porque Loren ni frecuentaba la casa, ni era conocida por su madre, aunque el joven no dudaba que el estado de Elizabeth se debiera a que, como madre, podía entender el sufrimietno de Susana.

—¡Bendición!

—¡Dios te bendiga, campeón! —le saludó, esforzándose para sonreírle—. Me imagino que ya te has enterado de los sucesos de hoy.

—Si se refiere al secuestro de Loren, estoy enterado. —Hizo una breve pausa, dándose cuenta que durante el tiempo que le llevó ir de la playa a su casa pudo haber alguna novedad—. ¿Pasó algo?

—No. Por los momentos, no sabemos nada más —le respondió Andrés—. Pero, ¿es todo lo que sabes?

—¿Hay algo más?

—¡Oh, hermano! —se quejó Dafne, haciendo que los sollozos de su madre fueran en aumento.

—¿Qué más pasó?

—No solo se llevaron a Loren... Luis Enrique también fue secuestrado. Él era el chico que la acompañaba cuando la Imperatrix la atacó... ¿Acaso Dominick no les dijo?

—Sí, lo dijo mientras Itzel estaba desmayada —confesó, colocando una mano en la parte alta del mueble.

—Pero, hay más, Aidan —murmuró su papá.

—¿Más?

Su pregunta hizo que Elizabeth rompiera en llanto y algunas lágrimas se escaparan de la inconmovible Dafne.

—Sí, campeón. —Andrés caminó hasta su hijo, colocando su mano sobre el hombro del chico—. Es sobre la Imperatrix.

—¿Qué con ella?

—La Imperatrix se reveló ante Dominick.

—Eso no puede ser una mala noticia. Saber quién es nos facilitará ubicarla.

—No estás entendiendo nada, Aidan. —Se adelantó su hermana,p oniéndose de pie—. ¡Es Natalia! ¡Natalia es la Imperatrix!

La noticia que su hermana le acababa de dar hizo que sus piernas flaquearán. ¿Cómo era posible qué, una vez más, la Imperatrix fuera de su Clan? ¡Y Natalia! Precisamente, la chica que su madre quería para él, a quién habían acogido en casa como una especie de ahijada, y que, para colmo, había sido salvada por losPrimogénitos cuando fue herida por los non desiderabilias.

¿Qué era lo que estaba pasando? ¿En qué punto la historia se había distorcionado? Su mente, llena de preguntas, le hizo dudar, y en aquella zancadilla mental, nuevas imágenes comenzaron a golpear su mente.

Pudo ver a Dominick, en la sala de una oscura casa, retándolo con la mirada, mientras le preguntaba: «Dime una sola razón por la cual debo ayudarla».

—¿Alguna vez has querido tanto a alguien que te sientes responsable de su vida, al punto de ser capaz de cualquier cosa por salvarla?

El chico no le respondió, pero poco después se volvió a él.

—Aún pienso que estás arriesgando demasiado por una persona que apenas conocemos.

Aidan sacudió su rostro, intentando deshacerse de las imágenes que le perturbarban, pero estas no se desvanecerían hasta el final.

Sombrío era el bosque pero se iluminó con la presencia de los seis Primogénitos de antaño, envueltos en sus largos mantos negros, y ellos. Estaban allí porque necesitaban la Cor Luna para queNatalia no se volviera polvo.

Los antiguos pidieron una prueba para entregarla. Gonzalo se ofreció a hacerla, pero su Primogénita apareció. Ella era la única que podía enfrentarse al reto.

—¿Su vida vale tanto, Aidan? Realmente, ¿es lo que quieres? —La joven le preguntó.

Pero él no pudo responderle. Quería tanto decirle que no lo hacía por Natalia, sino por ganarse su respeto, mas aquello terminó siendo una nefasta idea. Sin embargo, no pudo responder, porque alguien se le adelantó.

—«¿Alguna vez has querido tanto a alguien que te sientes responsable de su vida, al punto de ser capaz de cualquier cosa porsalvarla?». —El Primogénito de Aurum, lo había citado, sintiendo el sarcasmo en cada sílaba que pronunciaba—. Ese es el motivo que me trajo aquí... Fueron tus palabras, Aidan, ¿o no?

Tampoco allí él dijo algo, pero la vio. Tuvo el coraje de ver a la Primogénita de Ignis Fatuus justo cuando esta bajaba su rostro contrariado de dolor, y luego se volvió a todos con resolución.

—...Tu gente nos hizo un reto, y mi gente la asumió, así que acabemos con esto —le dijo al joven de gregüesco que llevaba el Sello en la frente, pero su rostro era difuso.

Aidan apretó sus ojos, en especial cuando sintió la esquiva mirada de la joven invidente, quien dirigió su rostro hacia donde él estaba. Podía verla en ese momento, en la terrible realidad del tiempo presente, pero ese chica ahora podía ver.

Andrés seguía con preoucpación cada gesto de su hijo, en especial cuando este caminó trastabillando hasta el ventanal de la sala, aferrándose a la cortina que se anteponía al visilo, pero Aidan no era consciente de su familia, pues tenía todo su ser concentrado en lo que ocurría en su interior.

¿Qué hubiese pasado si él no los hubiera obligado a realizar aquel viaje? Probablemente, Natalia se hubiese desvanecido. Era consciente de que los non desiderabilias la reemplazarían, sin embargo, ¿cuánto no se pudo haber evitado? Ya era tarde para cambiar los acontecimientos. Volver y trastocar un solo acontecimiento era crear un caos aún mayor.

No tenía nada que reclamarle a los Santamaría por los asesinatos cometidos, porque él fue el precursor del nacimiento de la Imperatrix.

Lo que Aidan desconocía era que mucho antes de que su amistad comenzara a formarse, ya Natalia se había transformado en la reina de los Harusdra.

Agotado, Dominick se lanzó en el sofá de su casa. Aún le dolían las costillas, y tenía la horrible sensación de miles de hormigas recorriendo, internamente, su cuerpo.

Samuel le explicó que al ser su Donum de corriente eléctrica, su cuerpo pudo resistir la descarga; de lo contrario, ni sus cenizas hubieran encontrado.

Cerró sus ojos y se frotó la sien. ¡Aquel había sido un día terrible! Deseaba que terminara.

No le importaba el malestar físico, para él había un problema mayor: había permitido que Natalia se llevara a dos amigos, dos personas valiosas para la Fraternitatem.

En aquel silencio, recordó la terrible idea de Aidan de ir en búsqueda de la Cor Luna para devolverle la vida a la chica. Natalia era un error en la historia de la Hermandad. Ni ella, ni Luis Enrique debían estar en su época. Entonces, ¿por qué no la dejaron morir?

Y lo que le parecía más irónico era que Maia, la cual se había puesto en riesgo para obtener la Roca de Fuego, se encontraba sin el poder para derrotarla. ¡Aquello le parecía una mala película de terror!

Sonriendo, para no llorar, se presionó los ojos. ¡Algo se les tenía que ocurrir!

—Te ríes porque lograste convertirme en la burla de toda laFraternitatem.

Escuchar la voz de Leah tuvo el mismo efecto en él que ser despertado con agua muy fría. Saltó del mueble. No la esperaba. Tampoco la quería allí. Pero el rostro torvo de la chica le hizo entender que estaba dispuesta a todo; entonces, recordó que ella le había jurado denunciarlo ante la Coetum si se le ocurría tener algo con Saskia. ¡Lo menos que necesitaba era perder sus poderes!

—¡Leah!

—Te sorprendes, ¿verdad? ¿Con quién fue? ¿Acaso con la perra de Astrum?

—¡Uuuy! Definitivamente, estamos de muy mal humor.

—¡No estoy para tus jueguitos, Dominick! Te prometí que si me engañabas con ella, te entregaría a la Coetum.

—Si me someten a la Umbra Solar, perderé mi Sello. Y si pierdo mi Sello no habrá nada que me una a ti... Así que, ¡adelante! —Sonrió ante su propio descaró. No tenía ni la más remota idea de si lo que acababa de decir era cierto, pero el rostro desconcertado de Leah le indicó que ella tampoco lo sabía.

—O sea, que ni siquieras niegas que fue ella.

—No, no fue con ella. Pero si tu promesa va en serio, ¡quítate, que me voy a acostar con ella! —confesó, luego de mentirle descaradamente.

Pasó por su lado, pero Leah se le guindó en el brazo, incapaz decontenerlo.

—¡No! ¡No! ¡No! —le suplicó.

Dominick sonrió. Su jugada había sido tan astuta que los roles se habían invertido.

—¡Suéltame! —La hizo a un lado—. ¡Me engañaste con el juramento, Leah! No me explicaste las repercusiones que tendría. Me dijiste que era un simple permiso, ¡y te creí!

—Pensé que estabas conmigo porque me querías.

—¡Tengo dieciocho años! ¡No puedo tomarme nada en serio!

—¿Por qué eres tan duro? ¿Por qué me tratas tan mal? ¡Tal parece que hubiese preferido que hubiera muerto!

—¡Ay, no! No vengas con tus manipulaciones balurdas. ¡Invéntante algo mejor!

Ella se echó a llorar, pero él no se inmutó. Estaba cansado de todo aquel teatro emocional.

—¡Me quiero morir! ¡Me quiero morir!

—¡Basta, Leah! ¡Es suficiente! ¡Demasiado show para terminar el día! ¡Ya, córtala! ¡Pasa la página! ¡Déjame en paz! —le gritó, saliendo de la habitación.

Mientras bajaba las escaleras para salir al jardín de Aurum, pensó en lo cruel que había sido. Intuía que Leah no se quedaría con esa humillación, pero si no lo hacía así, jamás podría deshacerse de ella.

—Aunque eso es imposible —se dijo, sonriendo con amarga ironía—. Al final terminó jodiéndome toda la vida.

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