Amanecer
Inicio del Epílogo
Oscuridad, era lo único que Amina podía percibir.
Se sentía terriblemente agotada. Llevaba días corriendo entre túneles oscuros, cuyo fondo no era más que una asquerosa cloaca que se colaba a través de sus blancas botas.
Había luchado por semanas, usando su poder día tras día, todo para rescatar a Aidan de las garras del Harusdragum. Sin embargo, el joven había escapado por sus propios medios y lo había encontrado en uno de aquellos túneles, un par de días atrás.
Estaba feliz por volverlo a tener con ella, mas se encontraba tan cansada que no creía tener la fuerza suficiente como para salir viva de aquel lugar.
—No puedo más, Aodh —murmuró, cayendo en el negro y nauseabundo barro—. ¡Déjame y vete!
—¡No! No me pidas eso porque sabes que no lo haré —le respondió, tomándole el rostro entre sus manos.
Ella sonrió al ver sus rubios mechones, humedecidos por el sudor, caer sobre su frente, amenazando con cubrir los verdes ojos que la miraban con adoración y miedo.
—¡Estás vivo y es un regalo que me permitirá morir feliz!
—Mas si te dejo aquí, yo también moriré. —Unió su frente con la de ella—. Lo sabes, ¿verdad Ignis de Ardere? —La aferró a sí con fuerza—. ¿Lo sabes?
Llena de dolor y tristeza, Amina se despertó, sujetando con fuerza su corazón.
—Lo sé, amado mío... Lo sé.
Pero Aidan no está allí, en su habitación. Aidan yacía en los brazos de la hermana muerte y no volverá a ella, nunca más. Una realidad que volvía a romperle en corazón.
Y sin soportar más, su estómago expulsó lo poco que había comido. Ahogada en su llanto se dio cuenta que, el día de la despedida, había llegado.
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