capítulo 69| Pagarés y verdades
Sovieshu observo a Jae-sang el cual no mostraba ninguna expresión en su rostro, Sovieshu quería preguntar por Misuk y Jae-sang quería irse de ahí.
—¿Entonces...? - Sovieshu puso su mano en su frente y suspiró.
—Debe quedarse unos días y luego le daré mi respuesta.
—Me quede más tiempo de lo esperado majestad, se que atreveso el luto por su reina, pero debo irme - Sovieshu apreto sus puños y asintió.
—Dígale a la Emperatriz que venga, hablaremos de esto personalmente y procederemos de acuerdo a la decisión final.
—Bien majestad - Jae-sang salió de su oficina, segundos después ingreso su secretario y le informó que Elgy estaba afuera.
Sovieshu frunció el ceño por un momento al ser informado de su visita, pero le permitió entrar. Él también quería hablar con el Duque Elgy.
—Me alegro de ver a Su Majestad.
Al entrar en la oficina de Sovieshu, el Duque Elgy le saludó como un noble respetable.
Sovieshu miró a Elgy con ojos llenos de hostilidad y desagrado.
Hace unos días, había tratado de enviar al Duque Elgy de vuelta a su país utilizando como excusa el escándalo con Rashta.
Pero después de lo ocurrido, Sovieshu también tenía curiosidad. ¿Qué buscaba exactamente el Duque Elgy?
Al principio pensó que le odiaba, pero después de que se atreviera a llevar al primer hijo de Rashta al templo, parecía ser un odio no contra él, sino contra Rashta.
Sin embargo, parecía ocultar algo. En cualquier caso, ahora tenía la oportunidad de saber la respuesta.
Después de pensarlo, Sovieshu ocultó su despreció y preguntó con calma,
—El día de la prueba, ¿por qué fuiste al templo?
—Porque no sabía qué hacer con el pobre niño.
—Hablo en serio, Duque Elgy.
—Ya veo. Entonces seré preciso.
Asintiendo ante las palabras de Sovieshu, el Duque Elgy puso la caja que antes había sorprendido a Rashta sobre el escritorio y mostró su contenido. El documento y los pagarés cuidadosamente organizados fueron revelados.
Los ojos de Sovieshu se fueron abriendo lentamente a medida que pensaba de qué se trataba.
—Aunque el dinero prestado no pueda ser devuelto, al menos quisiera tomar el puerto.
El Duque se fue tiempo después y dejó a Sovieshu con una irá creciente, se sentía sumamente enfadado, no podía ceder el puerto, pero si no lo hacia quedaría en vergüenza y humillado, aunque podía decir que Rashta fue engañada, poco le creerían y se vería envuelto en otro problema.
—Trae al vizconde Roteschu - dijo una vez el Marqués Karl ingreso.
—Me estaba buscando, Su Majestad. - tiempo después el anciano llegó ante el.
El Vizconde Roteschu inclinó la cabeza en señal de saludo nada más entrar.
El Emperador Sovieshu tenía una expresión aterradoramente fría, y en su interior estaba aún peor.
Sovieshu se enfureció con sólo mirarlo al pensar que la princesa tenía la sangre del Vizconde Roteschu. Rashta había sido la nuera de este hombre, y su familia parecía decidida a arruinar a la Familia Imperial.
—Levanta la cabeza.
Sin embargo, la voz que salió de la boca de Sovieshu era tranquila.
El Vizconde Roteschu ni siquiera había hecho contacto visual con Sovieshu, sólo lo miró después de que Sovieshu le ordenara levantar la cabeza.
Al ver sus ojos, el Vizconde se horrorizó ante la fría mirada del Emperador y se le puso la piel de gallina. Independientemente de lo que el Emperador fuera a decir, ciertamente no sería bueno.
—Te diré dónde está tu hija.
Sorprendentemente, fue Rivetti a quien Sovieshu mencionó.
—¿Qué?
Mientras el Vizconde Roteschu lo miraba desconcertado, Sovieshu le explicó con frialdad.
—Rashta la secuestró e intentó venderla como esclava. Pensé que volvería a ocurrir lo mismo si venía aquí de nuevo, así que la resguardé.
El Vizconde Roteschu parpadeó con la mirada perdida. No esperaba saber sobre el paradero de Rivetti aquí.
Más aún… ¿fue Rashta quien intentó hacer daño a mi hija incluso gastando una enorme suma de dinero?
El Vizconde Roteschu, que reflexionaba sobre lo que Rashta tenía en contra de su hija, recordó que ambas habían estado en malos términos desde que estaban en su territorio.
Por supuesto, Rashta en aquel entonces no estaba en condiciones de enfrentarse a Rivetti, por lo que era sólo un odio unilateral de Rivetti hacia Rashta.
Puede que Rashta aún le guardara rencor. Además, estaba siendo chantajeada por el Vizconde Roteschu, por lo que quizás liberó todo ese resentimiento contra Rivetti.
El Vizconde Roteschu frunció el ceño.
‘Creí que esa vulgar esclava iba a cooperar obedientemente, pero incluso se atrevió a hacer esto a mis espaldas.’
Le horrorizó y enfadó que hubiera llegado a tal extremo por hacer daño a alguien que no le agradaba.
El Vizconde Roteschu, profundamente indignado en su interior, no tardó en darse cuenta de un punto extraño.
—Su Majestad… ¿por qué me cuenta esto?
Ahora, Sovieshu debía estar enfadado con él a causa de Alan. No entendía por qué le contaba esto.
—En cualquier caso, tú y tu hijo morirán por haber engañado a la Familia Imperial.
Los ojos del Vizconde Roteschu se abrieron como platos.
Una sonrisa despiadada se dibujó en la boca de Sovieshu.
—¿Quieres salvar a los otros dos?.
El Vizconde finalmente se marchó, miles pensamientos llegaron a el, pero solo uno tomó toda su atención, Lebetti.
Los Vizcondes Isqua fueron encerrados días después, estos habían regresado de su viaje y con todas las pruebas en mano fueron encarcelados, pero un nuevo rumor surgió.
La muerte de la reina y los Vizcondes.
Todos murmuraban en cada rincón, decían que los vizcondes habían asesinado a la reina por ordenes de su hija la Emperatriz.
Por supuesto Sovieshu se entero de aquellos rumores y ordenó secamente encerrar los y comenzar un juicio.
Pero esto salió mal, los vizcondes negaron que Rashta tuviera algo que ver con el atentado y ellos negaron el haber asesinado a Evely.
—No esperaba verlos aquí tan pronto. -Era el Vizconde Roteschu. Al ver su cara nada agradable, la expresión de los Vizcondes Isqua se volvió rígida.
Rashta solía decir muchas cosas malas sobre Roteschu.
Los Vizcondes Isqua, que nunca se habían relacionado con el Vizconde Roteschu, naturalmente tenían una mala impresión de él.
—¿Qué quieres? -Su actitud era ofensiva, pero el Vizconde Roteschu se rió burlonamente,
—Son unos idiotas y patéticos bastardos.
En respuesta al absurdo comentario, esta vez el Vizconde Isqua se puso furioso y miró aterradoramente al Vizconde Roteschu,
—¿Qué estás haciendo aquí? ¿Viniste a burlarte de nuestra situación? Si es así, has venido al lugar equivocado. Ni siquiera intentamos matar a esa zorra de Evely, y aunque nos incriminaran con pruebas falsas, no nos castigarán severamente por casi matar a una plebeya.
El Vizconde Isqua sonrió con satisfacción mientras hablaba,
—Pero en tu caso es diferente. Te atreviste a introducir tu propia sangre en la familia imperial, es equivalente a una conspiración para usurpar el trono. ¿No deberías cuidar tu propio cuello primero?
No se llevaban tan mal como para arremeter contra el Vizconde Roteschu, pero estaban mentalmente atrapados.
El orgullo de proteger a su hija Rashta les hacía seguir adelante, pero era difícil soportar los señalamientos de la gente.
Sin embargo, el Vizconde Roteschu estaría en una situación peor que ellos en el futuro, por lo que intentaron tranquilizarse un poco insultándole.
Aunque en vez de asustarse, el Vizconde Roteschu sonrió amargamente.
De repente, se preguntó si las cosas habrían sido diferentes si en vez de buscar a Rivetti hubiera tomado medidas enérgicas con Alan.
Después de pedir a Rivetti que volviera al territorio, fue a la mansión para averiguar más sobre la situación. Allí se enteró de que Alan había llevado a Ahn al palacio imperial para reunirse primero con Sovieshu y luego con Rashta mientras él estaba ausente.
Era como llevar aceite en una mano y fuego en la otra.
Por muy doloroso que fuera que los Vizcondes Isqua lo culparan de esto, el Vizconde Roteschu lo reconoció a regañadientes con una amarga sonrisa.
—Es cierto. Si bien mi cuello está en peligro, no tengo nada de qué avergonzarme porque moriré para proteger a mi familia. ¿Pero qué hay de ustedes? ¿No intentaron matar a su verdadera hija por el bien de una hija falsa que no criaron? Cuando mueran ni siquiera podrán cerrar los ojos.
Los Vizcondes Isqua se sobresaltaron ante este extraño comentario.
—¿Nuestra verdadera hija? ¿Qué estás diciendo?
Tras ser separados de sus dos hijas, se apegaron a la existencia de su hija falsa. Aunque el afecto que sentían por su hija falsa no podía ser comprendido por los demás, era lo suficientemente fuerte como para no culparla injustamente a pesar de haberla conocido hace menos de un año. Sin embargo, se quedaron perplejos al escuchar sobre su verdadera hija.
El Vizconde Roteschu sonrió maliciosamente.
—Oh, no. Pensé que ya lo sabían porque visitaban a Rashta a menudo, ¿aún no lo saben?
El Vizconde Isqua exclamó con una expresión rígida.
—¡Habla claramente!
—La hija falsa que intentaban proteger les estaba ocultando deliberadamente quién era su verdadera hija aunque sabía que ustedes la buscaban desesperadamente.
—No puede ser…
—¡Quién es nuestra verdadera hija, dilo de una vez!
Los Vizcondes Isqua lo dedujeron, pero presionaron al Vizconde Roteschu por miedo a reconocerlo.
Por el matiz de sus palabras parecía dar a entender que Evely era su verdadera hija, pero si la insinuación del Vizconde Roteschu era cierta, sería cruel y horrible. Por eso, le gritaron exaltados al Vizconde Roteschu.
—Lo han entendido, pero no quieren aceptar la realidad. Evely. Evely. La segunda amante de Su Majestad, la reina Evely, esa que ustedes asesinaron.
La atmósfera se volvió repentinamente fría, como si el aire hubiera desaparecido.
La Vizcondesa Isqua se cubrió la cara con ambas manos, sus labios se volvieron pálidos y su cuerpo temblaba.
—No tiene sentido… Es absurdo… ¡Es una mentira!
—¿¡Piensas que vamos a creernos eso!?
El Vizconde Isqua también gritó furioso.
Sabiendo que esto pasaría, el Vizconde Roteschu sonrió amargamente y les entregó los documentos del orfanato que había traído junto con otros documentos que había reunido para aclarar cualquier duda.
—Por supuesto, no estoy completamente seguro porque no se hizo una prueba de paternidad. Yo mismo fui al templo y me dijeron que no se podía hacer si las partes implicadas no se presentaban. Pero dadas las pruebas, es muy probable que esa chica sea la hija que perdieron. Y es lamentable, ahora esta muerta...
Roteschu enderezó su postura al terminar sus palabras.
El Vizconde Isqua aplastó los documentos que sostenía y gritó.
—¿Por qué lo dices ahora? ¡¿Por qué tan tarde?!
Si lo hubieran dicho antes, si lo hubieran dicho cuando la situación era diferente, podrían haber escapado con Evely a otro país o al menos no habrían intentado echar a Evely del palacio imperial por Rashta.
No fue hasta que la situación llegó a un punto crítico que el Vizconde Roteschu lo confesó. Sin duda, no debía tener buenas intenciones.
—Rashta intentó matar a mi hija. -El Vizconde Roteschu no negó su motivo.— Así que ya no tengo que cubrirla.
Luego, el Vizconde Roteschu se dio la vuelta sin decir una palabra.
Ya no estaba en sus manos que le creyeran. En cualquier caso, sería doloroso para ellos tener esa duda.
No estaba completamente seguro de la información que había conseguido, pero tenía que usarla. Aunque Evely resultara no ser su hija, eso no le importaba al Vizconde Roteschu.
Mientras el Vizconde Roteschu subía los escalones de la prisión, oyó un profundo grito a sus espaldas que le hizo detenerse por un momento.
—Vete de una vez.
Sin que el Vizconde Roteschu se diera cuenta, Sovieshu lo observaba atentamente desde las sombras.
Adivinen jajaja tengo otra historia sobre Kosair, pero diferente a esta ¿la quieren leer luego de terminar esta?
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