Capitulo 66|Prueba part 3
El Duque Elgy llevaba en brazos a un niño que tenía un gran parecido con la princesa. El niño miraba a todos lados con ojos temerosos. Obviamente, también tenía un enorme parecido con Rashta.
—¡¿Qué haces con Ahn?! ¡Ahn!
Alan gritó y corrió hacia el niño, pero fue inmediatamente bloqueado por los caballeros.
—Duque Elgy. ¿Qué estás haciendo aquí?
Sovieshu tenía ahora un fuerte dolor de cabeza, como si le fuera a explotar. En cuanto el Duque Elgy apareció en medio de este caos, su corazón ardió aún más.
En cualquier caso, el Duque Elgy respondió con naturalidad.
—De alguna manera, acabé haciéndome cargo de este niño. Me enteré que el padre y la madre del niño estaban aquí, por lo que vine a devolverlo.
Alan, que había sido presionado contra el suelo por los caballeros, exclamó, “¡Ahn! ¡Ahn!”
El Duque Elgy lo miró de reojo antes de volver a centrar su atención en Sovieshu. A primera vista, parecía realmente preocupado.
Después de que Sovieshu hiciera una señal, los caballeros soltaron a Alan. Una vez liberado, Alan corrió hacia Elgy para arrebatarle a Ahn.
El Duque Elgy se lo entregó tranquilamente sin pelear por el niño.
Rashta se sintió abrumada por miles de emociones al verlo. Le había pedido al Duque que llevara al niño a un hogar donde quisieran tener un hijo. No entendía por qué había aparecido aquí, ni tampoco por qué había utilizado la expresión ‘el padre y la madre del niño’.
Pero ahora no era el momento de pensar en eso.
—Su Majestad, la Princesa es realmente su hija. Por favor, créame. Su Majestad siempre ha creído en mí. Por favor, crea en mí una vez más.
En lugar de discutir con el Duque Elgy, Rashta volvió a suplicar a Sovieshu.
Pero fue inútil. Sovieshu estaba tan enojado y desgarrado por esta situación, que no quería escuchar ahora las excusas de nadie.
Al principio, Sovieshu consideraba a Rashta tan tierna y delicada como una flor silvestre. Ingenua, sin codicia y honesta, pensaba que era completamente diferente a los demás nobles.
Si bien cuando la tenía como su concubina se llevó numerosas decepciones, Sovieshu creía que fue después de convertirse en emperatriz cuando realmente cambió, al saborear el poder y ser menospreciada por los nobles.
Pero incluso esta convicción desapareció una vez que se reveló que la princesa no era su hija.
¿El hecho de que la Princesa no sea mi hija significa que Rashta ya se burlaba de mí en ‘aquellos días llenos de inocencia y alegría’? ¿Desde cuándo? ¿Desde cuándo Rashta jugaba conmigo? ¿Había sido realmente una coincidencia que cayera en la trampa?
En ese momento, uno de los nobles que estaba observando gritó,
—¡Su Majestad, Su Majestad el Emperador, también debemos aprovechar esta oportunidad para averiguar si el rumor de que Rashta mintió sobre su pasado es cierto!
—¡Sí! ¡También tenemos que averiguar si ese niño es hijo de Rashta! ¡Si Rashta realmente engañó a Su Majestad para poder casarse, ¡tenemos que averiguarlo ahora!”
Otros nobles le dieron la razón uno tras otro.
Viendo a los nobles exigir al emperador hacer una prueba para averiguar si ese niño era su hijo, Rashta se enfureció hasta el punto de que sus ojos se tornaron rojos de sangre.
De repente, Rashta quiso gritar, ‘Su Majestad me aceptó aún sabiéndolo todo’.
Odiaba que Sovieshu se hiciera la víctima mientras ella y la princesa estaban en problemas.
No todo había sido una mentira. Aunque no sabía lo de Ahn y Alan, Sovieshu la aceptó sabiendo que era una esclava fugitiva y engañó a los nobles.
Por supuesto, la mayoría de los nobles no le creerían. Pero Rashta se conformaba con sembrar la duda en algunos de los presentes, quería perjudicar a Sovieshu todo lo posible.
Al final, reprimió el impulso. Pensó que sería más beneficioso para ella y para la princesa aferrarse a al menos una debilidad de Sovieshu.
Revelar el secreto sólo le tomaría un momento, y no había garantía de que serviría de algo, pero guardar el secreto sería una fortaleza.
Rashta apretó los dientes y se limitó a mirar fijamente a Alan.
—No tiene vergüenza.
—¡No le bastó con ocultar su pasado, sino que quiso hacer de la hija ilegítima que tuvo con el hijo del Vizconde Roteschu una princesa!
—Su Majestad se divorciará pronto, ¿no?
—¿Qué divorcio? Debe echarla.
—Dejó a Navier por alguien así, tsk tsk….
Los nobles no dejaron de hablar.
—¡Su Majestad, es un error! La princesa es su hija, ¡lo juro! ¡Por favor, repitamos la prueba! ¡Su Majestad! ¡Por favor! ¡Una vez más! ¡Por favor!
Rashta volvió a gritar lamentablemente, pero eso no conmovió en absoluto a Sovieshu.
—Ya se ha hecho público que no es mi hija. Ya se ha hecho público que es hija de ese hombre. ¿Hay necesidad de repetir la prueba? Cuántas veces vas a humillarme, Rashta.
—Su Majestad… estoy diciendo la verdad. Este resultado es realmente absurdo.
Sovieshu se mostró más frío que nunca con Rashta, debido a que ésta podría haberle engañado desde el principio, y a la conmoción que le causó saber que la princesa no era su hija.
Sovieshu la ignoró y le dijo al sacerdote, “Por favor, haz la prueba a ese niño. No necesito ver esto.” Luego se dio la vuelta y abandonó el templo furioso.
Rashta intentó perseguir a Sovieshu, pero fue detenida por sus propios caballeros.
—Debe obedecer la orden del emperador de hacerse la prueba.
—¡Suéltenme! ¡Déjenme ir!
Rashta intentó quitarse de encima a los caballeros, pero después de haber sido golpeados por Rashta no se preocuparon, la emperatriz pronto sería expulsada de todos modos.
Alan también fue arrastrado bruscamente de nuevo.
En el proceso, Ahn estuvo a punto de caer al suelo de los brazos de Alan, pero el niño resultó ileso porque fue rápidamente atrapado por el sacerdote.
La Vizcondesa Verdi, que ahora tenía a la princesa en sus brazos, observó la situación con la respiración contenida y decidió seguir a Sovieshu.
Sovieshu, que iba delante, miró de reojo a la Vizcondesa Verdi y su corazón dio un vuelco, pero Sovieshu no negó que le siguiera. En cambio, subió al carruaje y se marchó sin decir nada.
Después de que la Vizcondesa Verdi subiera al carruaje en el que había venido con la princesa, ese carruaje no tardó en seguir al de Sovieshu.
La Vizcondesa Verdi abrazó fuertemente a la princesa, cuyos ojos estaban enrojecidos, acariciando su espalda y murmurando,
—Princesa, te protegeré. No importa lo que digan, para mí sigues siendo una princesa.
La Vizcondesa Verdi temblaba pero no soltaba a la princesa.
Habiendo cuidado de la princesa hasta ahora, incluso desde antes de nacer, la Vizcondesa Verdi se había encariñado mucho con la bebé.
A la Vizcondesa Verdi no le importaba que no fuera una princesa. Sentía lástima por la bebé que recibiría los señalamientos de todos sin tener culpa alguna.
Esperaba que Sovieshu siguiera siendo cariñoso y no tratara a la princesa con demasiada frialdad.
—Ba…Ba…
—Princesa, Su Majestad la ama. Su Majestad está un poco enfadado ahora mismo. Pronto la abrazará y la cuidará.
Aquellos que vieron las caras del Emperador Sovieshu, del Marqués Karl y de la Vizcondesa Verdi, que regresaron al palacio imperial primero, supieron la respuesta antes de escuchar el resultado.
La gente se reunió en grupos, especulando sobre lo que se avecinaba.
—¿La Emperatriz será expulsada?
—Está bien si la expulsa. También debería ser castigada severamente.
—Estoy más interesado en saber qué hará Su Majestad con la Princesa que en cualquier otra cosa.
Sí. Su Majestad la quería tanto que siempre la llevaba a su lado.”
—Una princesa no es un cachorro.
Mientras la gente discutía, Sovieshu fue directamente a su habitación, pero por el camino cambió de parecer y se dirigió a su oficina. Luego se puso a trabajar frenéticamente.
Sin siquiera cambiar de postura, estaba revisando los documentos, haciendo correcciones y decidiendo qué informes devolver, lo cual era natural pero también antinatural en esta situación.
Viendo esto, el Marqués Karl se preocupó por el futuro.
La hija por la que dejó a la Emperatriz Navier, que había estado a su lado desde su infancia, resultó no ser suya. A estas alturas, debía estar sin palabras.
Dicho esto, Sovieshu no se sentiría bien echando a la princesa que tanto amaba en un instante, por lo que estaba en una posición difícil.
Además, no era sólo esto. La gente pensaría que Sovieshu era tonto si se quedara con la hija de otro, pero si echaba a la princesa, el Emperador sería considerado frío y sin escrúpulos.
Era irónico, hubo un tiempo en que Navier también pensó que si presionaba a Rashta con su poder se convertiría en una villana, pero si no hacía nada sería tratada como una tonta.
La diferencia es que Rashta pronto sería expulsada de la posición de emperatriz. La emperatriz depuesta ya no podría tratar como princesa a la hija que tuvo con otro hombre en sus días como concubina. Incluso si la dejaba como princesa, no había forma de que ella siguiera viviendo en el palacio imperial.
Sin embargo, Sovieshu no dijo ni una palabra sobre qué haría con la princesa.
Dos horas más tarde, cuando el Barón Lant llegó e informó que Ahn también era hijo de Rashta y Alan, Sovieshu finalmente dejó la pluma y cerró los ojos.
Una fuerte tensión invadió la oficina.
Al cabo de un rato, Sovieshu abrió la boca con una expresión decaída.
Y se prendera cada día peor jajaja
Noticias tristes... finalmente termine de escribir el final de esta historia, 82 capítulos para ser exactos, así que agárrense que vendrán capítulos seguidos y para culminar subiré algunos edist sobre esta historia.
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