La Muerte Visita La Cárcel
Karda
Q
uizás la cárcel era el lugar en su vida donde había desea estar pero parecía agradarle aquel asqueroso lugar, podía ver con sus propios ojos que su hermana Skay y Lucy la estaban pasando mal, ninguna de las dos eran tan conocidas como ella, tenia fans entre las mujeres de la cárcel, algunas la protegían mientras otras trataban de hacerle preguntas sobre su vida como también querían volverse su amiga mientras le daban protección a la Karda, ciertas amistades no le parecían de su mundo pero si las más apropiadas dadas las circunstancias y lo peligrosas que se habían hecho algunas mujeres que no les parecía bien que ella levantara mujeres a su disposición. Carmelita vino dos veces con su madre a visitarla con lágrimas en los ojos.
— Antes no veníamos porque no queríamos verte aquí, pero ahora las cosas son diferentes— decía llorando Carmelita— vives aquí— sacando un pedazo de pan dulce que a lar Karda le gustaba mucho, su madre solo le tocaba la cara con un mar de lagrimas seguidas durante las pocas horas que podían venir, el que jamás llego fue Christian, Camilk había dicho que no lo habían visto durante días, habían pasado exactamente 5 días desde que la habían declarado culpable no lo había visto, le causaba un dolor profundo en el corazón a la Karda, pero no sabía cómo llamar lo que tenía con él, pero lo entendía, el tenia derecho a tener una vida con una mujer libre no como ella, presa, a la final era lo mejor y sano para todos.
— ¿Ella se la están pasando mal en este lugar? — decía irónicamente Roma— ¿quien lo diría no?, dos delincuentes aquí afuera lobos alla afuera son ovejas, entonces así funciona— la Karda alzo los hombros y no quiso decir nada sobre lo mal que la pasaban las otras.
— Supongo que es el karma— dijo la Karda, empezó a reírse Roma.
— Daria mucho por ver eso— dijo Roma.
— No es mucho para lo que se merecen— dice secamente la Karda.
— El no ha venido pero debe estar pensando en cómo sacarte de aquí, estoy segura— dice Roma descubriendo el descontento de la Karda y el de su corazón.
— No hablemos del— rugió la Karda con amargura.
— No dejes que esto endurezca tu corazón, no dejes que esto te aleje de quien quieres incluso amas— fue lo último que dijo Roma en su última visita. A Skay nadie la venia a visitar, ni siquiera su madre, estaba perdida sin tanto poder en sus manos, parecía una niña con todas esas mujeres, nunca la había visto tan desorientada y humillada hasta el punto de parecer nada.
— ¿Quieres burlarte? — decía Skay a la Karda mientras esta la miraba escoltada de dos mujeres peligrosas que de la nada se volvieron sus amigas— vamos hazlo nadie aquí te va a joder la vida, no puedes— empezó a reírse de la Karda— no puedes, claro que no porque no ganaste mas nada que ser tratada como nosotras, mírate una maldita cosa que intento hacer justicia, cuando en ningún rincón de esta maldita vida la hay— decía gritando.
— ¿Le parto la cara? — pregunto una de las mujeres que se apodaba "La degolladora" pero la Karda dijo que no.
— Es como cuando mi padre murió debió dejarme todo a mí, la mayor de sus hijas, pero no, te lo dejo todo a ti una mocosa consentida que apenas dejaba el biberón, estaba preparada— empezó a llorar recordando el dolor que eso le causo— pero nada, nada en este maldito mundo mugroso es justo— la Karda le dio la espalda a Skay y se fue a su celda escoltada por las mismas mujeres. Los siguientes días en la cárcel fueron más limitados hacer ejercicio para mantenerse en forma, leer y rondar la cafetería de vez en cuando para comer con las demás, casi siempre era silencioso por lo vigiladas que estaban, pero en el patio de recreo siempre hacia ruido y el olor a humo era como un perfume costoso en el lugar, las mujeres la saludaban como si la estimaran, como si la envidiaran y quisieran ser como ella, pero la Karda sabía que era un envidia de las malas porque tener dinero no te libra de ciertas cosas, la cárcel y la muertes eran algunas de esas cosas incomprables, intento ser una más en la cárcel, recibió alguna que otra carta de su madre y Carmelita, no sabía nada aun de Yajaira, Dubraska si mandaba de vez en cuando una foto con una carta diciendo lo ultimo con su carrera, al parecer su carrera era un completo éxito en las pasarelas, y Cameron estaba metida en medio de huracanes y amores tóxicos como ese nuevo novio suyo que nadie conocía, pero la prensa hablaba como un fiestero millonario, la Karda odiaba la idea de tener que dejar que su hermana menor Camilk se fuera con Jaime a NY hacer sus vidas lejos de la familia, donde no los podía ver, temía que su madre recayera en las operaciones compulsivas ya que la habían nombrado tesorera de la fortuna de su familia por lo menos estos últimos cuatro años, todos los días le escribía a Carmelita para que vigilara a su madre, pero al parecer no mostraba ningún signo de locura, de las que solo Kai podía llegar hacer. Y lo peor seguía sin saber nada de Christian quería pensar cualquier cosa menos que él se había dado por vencido con ella, pero era difícil, era casi imposible sacarlo de sus pensamientos cuando no sabía nada de él. Roma trato de contactarlo porque la Karda se lo pidió, pero este nunca respondió sus llamadas y en la mansión del niño no había nadie solo señoras de servicio que dijeron que no había nadie en casa.
— ¿Crees que huye? — Pregunto la Karda.
— Vamos es hombre— decía poniendo los ojos en blanco— huyen de los problemas, un poco diciendo que están pensando cómo solucionarlo pero luego le dan la cara a los problemas para no aceptar sus inseguridades— decía Roma.
— Y ¿si ya no me ama?— decía la Karda.
— Te prometió que te sacaría de aquí, y tal vez trabaje en eso— dijo Roma.
— Aun no respondes mi pregunta— dijo la Karda.
— No seas tonta, ese hombre te adora, digo, joder, yo también quiero encontrarme un militar sexy que me ama como el tuyo— dijo diciéndole lo tonta que era en pensar que Christian no la amaba.
— Lo sé— dijo la Karda pensando que era una torpe. Por más que esperaron por una respuesta no la encontraron.
Lucy
L
ucy estaba alta de esperar el momento adecuado para solicitar las ayudas de su amigo personas el mafioso y narco Mike Hazzard y ver como la Karda sobrevivía tan bien a la cárcel, era una como ver serie ridícula de HBO donde una chica rica se volvía seria, una matona o el héroe de todos, quizás era el momento donde debía actuar, llegando el momento de las llamadas que tenían derecho hacer a sus familiares llamo a su buen amigo Mike.
— ¿Ya me tienes a la puta del narco? — dijo Mike reconociendo la voz de Lucy.
— Hay una pequeña complicación, estoy en la cárcel y necesito tu ayuda— dice ella sonriendo mirando como el policía estaba cerca de ella escuchando.
— ¿Eres estúpida?, tenías que decirme que fuera por ti antes de entrar a la cárcel no después— decía el molesto.
— Tranquilo hombre, todo es parte de mi plan— dice ella riéndose — Necesito de tus hombres y un arma— dijo ella.
— Hecho— dijo el— ¿Cuándo? — pregunto.
— Yo te llamo 2 días antes déjame poner todo en su sitio en este lugar— dijo ella.
— ¿En su lugar? — pregunto Mike.
— Solo espera mi llamada bebe— colgó, Lucy se acerco al área de recreación y no estaba la Karda por ningún lado ni mucho menos sus hermosas perlas detrás, miro a la derecha y una mujer corpulenta con un porro en la mano la miraba luego siguió buscando a la Karda por el lugar que llamaban para hacer ejercicios, en ocasiones utilizaban a una mujer como bolsa de arena para golpearla, pero nunca nada de eso terminaba bien cuando entro se encontró que estaban un par de mujeres haciendo sus rutinas diarias por orden del médico, enfermedades, o quizás preocupación única de mantenerse en forma estaba en el suelo una mujer a la que Skay golpeaba en el estomago, después de haber golpeado a una de las manda más de la cárcel se había hecho respetar de verdad, luego la miro sus miradas se encontraron y esta sonreía como si fuese una hermosa obra de arte, Lucy se dio la vuelta para evitar problemas y buscar a la Karda.
— ¡Espera Lucy!— dijo Skay, y Lucy se paro— No actúes como si no nos conociéramos, recuerda que estamos juntas en esto— dijo skay.
— Yo no tengo nada que ver contigo— dijo Lucy secamente pero aparecieron un montón de mujeres que le cerraban el camino.
— Yo creo que tenemos que calmar las perezas — dijo Skay y Lucy se voltio dándole la espalda a las mujeres y mirando a Skay frente a frente pero las mujeres la empujaron quedando a los pies de Skay— Ahora soy la reina de este lugar, y deberías aprender que no tienes que ser grosera conmigo, ¿okey? — le dio una patada en el estomago las demás la siguieron.
— ¿Qué sucede aquí? — Grito una de las policías de la cárcel todas se fueron riéndose de su logro con las costillas casi rotas de Lucy, la encontraron ahí tirada en el suelo golpeada y botando sangre por la boca, casi le desprendían un órgano de su lugar, dijo la doctora que la atendió, intentaron otras veces repetir la paliza pero Lucy siempre estaba a la vista de las guardias, no podían hacerle nada a la vista de todas, luego un día por la noche entraron en su cerda y le taparon la boca luego le metieron una media hedionda en la boca seguida de un montón de golpes que la dejaron morada, cuando le preguntaron que le había pasado no quiso decir nada, conocía el código de las delincuentes de la cárcel, si hablas te va peor, y no quería saber exactamente a que se referían con peor, al fin de esos días pudo ver a la Karda quien había estado reabriendo su caso para demostrar su inocencia pero ella pensó que le tenía una mejor propuesta, lejos de los juicios y de los malditos abogados, se acerco y la Karda actuó como si no fuese nadie.
— ¡Necesito hablar contigo!— Le dijo fríamente Lucy, la Karda la miro y luego vio a otro lado como si se tratase del soplo del viento en sus mejillas— Oye tenemos que salir de este maldito lugar, ambas, ¿Sabes a que me refiero? — dijo Lucy molesta, no quería rogarle a la Karda, mucho menos aguantarle uno de sus arranques de superioridad.
— Oh sí, ya estoy en eso, pero la diferencia es que tú te vas a quedar en este lugar— dijo llena de veneno, pero Lucy lo comprendía después de lo que ella le hizo a ella y su familia podía esperar todo menos hospitalidad, amabilidad o comprensión— ¿Dime Lucy por qué crees que me interesaría hablar contigo? — le pregunto la Karda, y la verdad era que tenía razón, pero a la mierda que se pudra, pensó Lucy.
— Mira maldita barbie, no me interesa si quieres o no saber que quiero — dijo molesta— pero por si te interesa tengo un plan de cómo salir y creí que querías salir de esta pocilga, no puedo hacerlo sola por si entiendes, pero espero tu respuesta en medio día, ni más ni menos, te vas o te quedas— dijo Lucy molesta y se fue dejando a la Karda en el patio trasero de la cárcel. A penas entro las oficiales entraron hacer inspecciones a las habitaciones por si las presas tenían droga, lo cual era correcto y la droga jamás era encontrada por esas tontas, habían muchas mujeres lesbianas que tenían relaciones con otras en las noches su compañera Anne era una de esas que mantenía relaciones sexuales con otra mujeres a escondidas de las demás y en complicidad de la oscuridad que consumía las celdas cuando apagaban las luces para dormir, no vio respuesta de la Karda en la mañana así que no esperaba nada más que seguir su plan saliera o no bien, espero la hora de llamadas que se les eran permitidas, para llamar a Mike a quien le pidió un arma la cual le llego lo antes posible por una de las oficiales que conocían a la perfección a Mike, Lucy solo necesitaba esperar la hora del plazo de la propuesta que le hizo a la Karda para darle inicio a su plan, lo que luego la sorprendió era que después de 8 días de su encierro en la cárcel tenía una visita pero no sabía quién era, cuando llego al lugar del encuentro de las reclusas y sus familiares se dio cuenta que eran nadie menos y nadie más que Jaime y Camilk haciéndole una visita amistosa, en la cabeza de Lucy eso sonaba estúpido y se reía de ellos.
— ¡Hola Lucy, siéntate! — Dice Jaime mientras que Lucy se para en seco ante la mesa mirándolos muy acaramelados enamorados— no mordemos.
— Claro que no lo hacen— dijo Lucy sentándose.
— ¿Cómo estás? — Dice Jaime mientras Lucy mira a Camilk con odio y luego lo ve a él a los ojos.
— Viéndote que tan feliz eres y yo estoy jodida en esta cárcel— se empezó a reír mirando a Camilk— Yo te hacia aun en tu estúpido curso de actuación — arqueo la ceja.
— Vamos Lucy no empieces— dijo casi molesto pero parecía más preocupado por Lucy— No me hagas pensar que fue una mala idea...— Lucy no lo dejo terminar.
— Por supuesto que fue una mala idea traerla contigo— luego miro a Camilk de nuevo— Oh no, ya, entiendo— dice riéndose— ¿Tuviste celos que te lo quitara en estas circunstancias? Porque estas jodida de la cabeza chica— dijo levantando la ira de camilk.
— No debería estar en este lugar Jaime— dijo Camilk.
— Claro que si— Jaime suspiro— Camilk está intentando superar lo de la pelea entre ustedes y quiere pedirte perdón su terapeuta dice que le dará un poco mas de luz a su camino además que no quiero que sientas que deje a un lado lo que bueno solíamos ser, amigos— dice el, mientras Lucy se ríe.
— ¿Buscando paz? Pues si, de eso depende de lo que yo te diga jodete perra— Camilk se levanto y se fue sin decir ni una sola palabra, Jaime la miro y se quedo ahí sentando aun preguntándose por que — ¿Por qué me haces esto? — Le pregunto Lucy.
— ¿Preocuparme por ti? — Dice el decepcionado.
— Traer a esa puta aquí, sabiendo que la odio dime ¿Por qué? — le exige Lucy.
— Ella quiso pedirte perdón Lucy pero lo arruinaste— dice el tratando de calmarse.
— Si ella quiere que la perdone que se aleje de ti— dijo Lucy.
— Sabes que no te amo, aunque...— dice el pero Lucy no lo deja terminar de nuevo.
— Entonces no vuelvas Jaime, si no vienes a darme tu corazón y decir que me amas no vuelvas con tu perra pidiendo que los perdone porque los odio— dijo ella.
— No lo pongas mas difícil Lucy no quiero...— Lucy se levanta de la mesa.
— ¡Vete Jaime!, solo se feliz, toma lo que ella te da y deja que yo tome este café frio sola— Lucy se termino de ir dejándolo completamente solo en la mesa.
Karda
L
a Karda intento no volver hablar con Lucy, la evitaba en el comedor, en su cerda y una que otra vez en el patio trasero de la cárcel, un día después de la propuesta que le hizo Lucy, su peor enemiga la visito Roma estaba hermosa con su cabello trenzado con pequeñas mechas de color azul, quizás, sus ojos con una sombra de tonos bronce y un labial semi-brillo, un pantalón ancho blanco y un cropto blanco que hacia juego con su conjunto marca Versache, tenía aspecto de no estar de ánimo, se sentó y me miro, luego al suelo y quizás así paso unos minutos.
— ¿De modo que este es el tema de tu visita? — rompió el silencio y estaba furiosa porque no entendía que rayos estaba pasando, pero Roma no dijo nada más que arquear su ceja izquierda— Vamos Roma, ¿Por qué Christian tarda lo suficiente para creer que no podre salir de prisión? — la Karda golpeo la mesa, y la oficial que estaba cerca las miro de inmediato, pero luego las dos volvieron a mirarse.
— Tenemos en cuenta que tu caso no es para nada fácil— dice Roma por primera vez desde que llego a la prisión— ni para la prensa, ni para un juez, ten en cuenta que todo lo que gira a tu alrededor no pinta nada bien— dice Roma molesta.
— Okey, me resignare a quedarme en la cárcel o aceptar lo que Lucy me propuso— Dijo la Karda sin ni siquiera pensar lo que iba a decir.
— ¿Hablaste con esa psicópata? — le pregunto roma exaltada— ¿Qué te propuso? — estaba molesta.
— Quiere que nos escapemos— dijo la Karda.
— ¡Esta loca!, eso pondría todo el juzgado en tu contra ¿sabes eso verdad? — dijo Roma casi en un grito, pero la policía les seguía mirando de reojo— no es bueno que sigas hablando con esa mujer, lo mejor es que esperemos que tiene el grupo de abogados que ha estado buscando Christian, del resto no cometas una locura— dijo Roma, de golpe la Karda supo que Christian había mantenido la promesa de sacarla de ese lugar, no la había olvidado sino que la tenía más presente mas ahora que nunca, por eso no se presentaba, ni la visitaba en la cárcel, pero nada la hacía cambiar de parecer con el hecho que lo necesitaba ahora, más de lo que quería.
— Pienso que sus abogados no están haciendo su trabajo bien— dijo la Karda molesta— ahora creo que la única forma de salir de esta pesadilla es escaparme con Lucy— dijo la Karda.
— Creo que debemos pensarlo con calma— dijo Roma— recuerda que tu dinero está en manos de tu madre, sabemos que es inestable, por ahora está bien pero puede salirse de control en cualquier momento—aconsejo Roma.
— Mi madre y el dinero ya no me importan, quiero ser libre— dijo la Karda.
— Estamos trabajando en eso— le grito Roma— no quiero escucharte mas decir o tan solo considerar el hecho de escaparte, ¿estamos? — Dijo Molesta Roma.
— No me dan más opciones— dice la Karda— que dirás mañana que no podrás venir por teléfono, porque el juzgado ha decidido no abrir mi caso— dice la Karda.
— No digas eso— dice Roma.
— Dile a Christian que solo entrare en razón si él viene a darme una sola esperanza de que saldré de esta mierda— la Karda se levanta y se va.
— ¿Karda? — la llama Roma.
— La visita termino Roma, dile a Chirstian lo que he dicho— y la Karda se fue seguida por la policía que la llevaba a su celda, sabía que había actuado como una estúpida, ni siquiera quería considerar la idea de fugarse con Lucy, pero era lo único que se le había ocurrido para obligar a Christian a visitarla por primera vez, se hizo medio día se cruzo con Skay que de repente se había hecho respetar entre las mujeres de la prisión por haber apuñalado a una de las distribuidoras de la droga, la Karda no estuvo en el momento, a Skay no se le culpo de nada porque todas dijeron no ver nada, pero no le sorprendía de su hermana, había demostrado ser capaz de cualquier cosa.
— ¡Hola querida hermana!— las mujeres que venían con la Karda se interpusieron con las de Skay.
— ¡Hola Skay!— dice la Karda sin querer mantener una conversación con su hermana sobre que mierda estaba tramando.
— ¿Por qué pones a todas estas mujeres para protegerte de mí? — dice Skay sonriendo.
— ¿Dime tú? — dice la Karda sin mostrar la mas mínima irritación por su hermana mayor.
— ¿Sabes que hermana? — dice Skay mas para sí que para la Karda— ahora mimos quiero ver rodar tu cabeza por el suelo— dijo Skay a la Larda riéndose.
— Pues lamento no poder complacerte— la Karda dejo el comedor donde todas la reclusas las miraban, sin ni siquiera pestañar, quizás el hecho que eran millonarias, famosas y sobre todo innegablemente hermanas las convertía en un espectáculo digno de miradas de sorpresa o silencio, sus mujeres dispuestas a caerse a golpes y mordiscos por ellas estaban cuidándola, sin ninguna razón, la Karda odiaba el hecho de decirles sus mujeres como si fuese alguna criminal de las drogas, le vino a la mente la Yajaira, no sabía nada aun de ella desde aquella carta, quizás estaba luchando por buscar a su hijo con mayor éxito que el de ella, se le salió una lagrima, sus amigas de la cárcel no eran más que mujeres con delitos ligados con sus vicios con las drogas o que mataban a hombres infieles, el caso de la Karda entre todas ellas era el más grave y emocionante, aunque todas se sabían defender muy bien, encontrar armamentos escondidos, fumar droga, la Karda no quería que salieron perjudicadas por ella, Skay estaba planeando algo como lo estuvo Lucy durante este tiempo quizás, nada de lo que pudiera pensar o especular podría ayudar pero si podía ponerlas a salvo.
— Creo que estoy bien chicas, han sido muy buenas conmigo y creo que no es justo que me pongas a salvo y... ya saben pude aprender a defenderme viéndolas— las mujeres se miraron y empezaron a reír.
— ¿Pero mujer que dices? — decían Maria aun llorando de la risa—Tu apenas puedes coger los tenedores de la mesa porque tu ética de rica no te deja comer con las manos— dice riéndose.
— ¡Es cierto Karda!— dice Elizabett— nosotras te protegeremos, sabemos que tu hermana trama algo, y no queremos que te pase algo— dice.
— ¿Pero y ustedes? Puede que les pase algo protegiéndome y no lo quiero— dice la Karda tratando de buscar una buena razón para que la dejaran ir, aunque lo de los tenedores era muy hiriente.
— Con que nos enseñes arreglarnos y nos digas como caminar nos daremos por pagadas— María dijo, y las demás murmuraban que era cierto y era malditamente cierto, las había enseñado arreglarse el cabello, las uñas y ser mas lindas. La siguiente visita fue del, Christian estaba ahí con la mirada cansada, la barba sin afeitar y algo molesto, quizás estaba molesto con ella, pensó la Karda, pero no, dijo la Karda, ella era quien debía estar molesta.
— ¿Vas a irte? — dice el.
— Es lo que tienes que decir después de no verte por tanto tiempo, estaba preocupada, pensé que me habías dejado sola— pero el miro a la policía que los miraba de reojo caminado de un lado a otro por el pasillo— creí que ya no me amabas— chillo la Karda.
— Es la pregunta que debería hacerte después de que después que entras en la cárcel y piensas en fugarte ignorando que hemos estado trabajando duro para hacer que te saquen de este lugar— dice Christian cansado, la Karda lo mira molesta no era lo que quería escuchar.
— ¿Me amas? — le pregunto desesperadamente, después de estar encerrada lo necesitaba, quería escucharlo decirle que la amaba, extrañaba verlo llamar por su radio a esas conversaciones confidenciales, y que si estaba encerrada, o si salía de la cárcel y era libre, nada de eso le importaba tanto si él no la amaba como ella lo anhelaba.
— ¿Es todo lo que te preocupa ahora? — se paso la mano por la cara casado— solo quiero que pienses en que escaparte no es la solución — dice Christian.
— No estoy pensando en mi Christian, escúchame— dice la Karda, Christian se fue dejándola sola en la mesa— ¡te amo! —Fue lo que le grito, y si eso era lo que hacían las personas que estaban enamoradas, y su vida le había quitado el si quiera pensar en el amor, ahora lo tenía en sus manos no quería dejarlo ir, no quería dejar de demostrárselo, no quería dejar de sentirlo. Christian no lo entendía, pero había estado haciendo cosas para sacarla de la cárcel pero sabía que no tenía ninguna razón, manera o pruebas suficiente para que un juez le crea a cerca de su inocencia. Nada de lo que el hiciera ahora podía cambiar la realidad de la Karda en la cárcel por cuatro años.
— ¿Estás bien? — le pregunto su madre un poco serena después de llorar, y decir que no merecía esto, por supuesto que no lo merecía, nadie siendo inocente de algo merecía estar en esa situación, estaba vestida como empresaria, Camilk y Jaime decidieron posponer su viaje a NY hasta que pudieran demostrar su inocencia. Roma en cambio no quiso volver desde aquella visita donde dijo que no considerara la propuesta de Lucy, pero obvio que no lo haría, ella estaba rondándola por porque el plazo de su propuesta había pasado, su madre hablo sobre que llevar la empresa de la familia no era nada fácil, Carmelita era parte de su forma de administrar su tiempos en casa y en la oficina, los accionistas no estaban nada contentos por la baja de las ventas de los productos, quizás no estaban acostumbrados a una jefa tan desequilibrada como Kai.
— ¿Cuéntame como la has pasado? — dice su madre, como si hubiese algo divertido que hacer en la prisión, la mayoría se drogaba, vendía armamento, como había lagunas que se encargaban de hacerles la vida imposibles a las demás.
— Pues contando los días para salir madre, pueden comprar un abogado o un juez, o si es posible comprar o todo el palacio de justicia— dice la Karda.
— ¿Pero de que hablas? — dice su madre espantada.
— Vamos madre, tu también pensarías igual, si llegaras a este punto donde tu inocencia es lo que menos le importa a un juez o a tu familia— dice la Karda.
— No digas eso, estamos trabajando en demostrar tu inocencia sin descanso— dice Kai molesta.
— ¿Qué también dejaras de venir? O si por grosera— dice la Karda molesta con Roma.
— Debes dejar de culpar a todos por lo que estás viviendo— la Karda arquea la ceja— lo sé, si tengo mucho que ver con esto, pero ahora estoy arrepentida— dice su madre con lagrimas en los ojos agarrando las manos de la Karda.
— En mi empresa, en mi puesto, con mi dinero— dice la Karda quitando las manos donde su madre las acariciaba— valla manera de disculparte madre— dice la Karda, mientras su madre lloraba— bien, no hay nada que decir, nada más que contarnos, nos vemos madre— dice la Karda mientras se va y deja a su madre a solas. Esa noche la Karda no pudo dormir, llorando sobre como su vida se convirtió en una mierda.
Lucy
L
ucy estaba molesta la Karda no había mordido el anzuelo, al parecer aprendía rápido de sus errores, o solo quería salir por la puerta principal de la cáncer, de lo cual se reía, era de esperarse que la Karda no aceptara conociéndola, con su reputación de niña incorruptible, se acercaba la hora y el día, no podía irse sola, por lo menos para que le creyeran, su única y desesperada opción, Skay. Lucy se acerco a donde se la pasaba Skay con sus mujeres o guaruras como las solía llamar, después que la Karda se hizo con poder sobre las mujeres de la cárcel, Skay también después de matar a una de las mujeres que la quería utilizar como mula, nadie dijo, nada, nadie vio nada ante todos pero todas sabían quien había matado a la mujer en el baño, Skay estaba protegida siempre por mujeres con caras cortadas, drogadictas, adictas que le debían dinero o favores, no pudo acercarse sin que nadie la ignorara, en el almuerzo las mujeres estaban siendo vigiladas por las policías que paseaban con sus pistolas en mano, mirando de aquí allá desde la mesa de las drogadictas o de las chivas de la cárcel que prácticamente estaban Skay, Karda y otra mujer llamada Atenea, una mujer peligrosa que exploto toda una empresa de contaduría importante en California, después hizo volar un gabinete de abogados ambas explosiones debido a que su esposo había descubierto que la empresa había estado haciendo lavado de dinero, y los iba a denunciar pero antes de presentar su denuncia lo descubrieron, la empresa no acepto la denuncia y contrato a un gabinete de abogados para meter preso a su esposo Luigi, alegando que por haber robado grandes cantidades de dinero a la empresa e intentar robar archivos confidenciales de las empresas de las cuales manejaban, mostrando pruebas falsas lo metieron en la cárcel y el esposo de Atenea no duro ni una semana cuando amaneció desnudo, sin vida en el suelo, el médico forense dijo que había muerto de una sobre dosis pero su cuerpo presentaba golpes y múltiples daños de fracturas, desde su muerte Atenea se dio la tarea de vengar a su esposo matando a todos esos que le dieron la orden a hombres de la cárcel que le deben favores para matar a su esposo. Lucy se acerco a ella sin antes mirar de reojo a las mujeres que le respiraban en la nuca por invadir su territorio o espacio personal pero a quien menos le importaba a Lucy era lo que pensaban esas mujeres, solo quería captar la atención de Atenea que la miro de reojo al sentarse a su lado, las mujeres se acercaban para levantar a Lucy y patearle el culo, pero Atenea levanto la mano, dando una orden, de alto a la paliza garantizada que había ganado Lucy por confianzuda.
— ¿Qué se siente tener competencia por partida doble? — dice Lucy comiendo de su puré de papas, Atenea la mira luego mira a las chicas.
— ¿Qué quieres? — dice mirando a Lucy luego le tira la bandeja al suelo— porque estoy segura que no quieres que te regale de desayuno un poco de tus costillas rotas— Lucy la mira y sonríe con Atenea.
— ¡Chica lista!— se levanta— tengo un plan. como salir de aquí, pero necesito ayuda, y que es mejor que un cerebro tener un par de brazos que puedan hacer funcionar las ideas— Lucy lanza una mirada a las mujeres que protegían Atenea— y tú tienes unos brazos útiles— dice.
— ¿Qué plan es ese? — dice Atenea interesada, Lucy le explico en que consistía el plan escape de la ratonera, así lo llamo aunque a Atenea no le parecía del todo ingenioso o adecuado para una fuga de la cárcel.
— Entonces ¿aceptas? — Pregunta Lucy con una sonrisa de oreja a oreja como si ya todo marchara bien, Atenea le agarra la braga de reclusa color naranja zanahoria, y le alza con mucha fuerza captando las miradas de todas incluso las policías.
— Bájela Jiménez— le gritaba la mujer policía, pero esta no le hacía caso.
— Sí, me estas montando una trampa o descubro que estas con la policía para descubrir quien trae las drogas a este lugar, te juro que no vivirás para contarlo— La mujer la bajo y la tiro al suelo de inmediato como una basura.
— Tranquila confía en mí— Lucy le guiño el ojo, la policía le dio un golpe por detrás de la cabeza Atenea y esta se retorció.
— Mantenga la compostura Jiménez— dijo la policía pero cuando iba ayudar a Lucy levantarse, Atenea la golpeo en la espalda y la golpearon hasta que dejo de moverse la mujer.
— Alguien dice que paso en este maldito mierdero, la mata— las señalo a cada una de ellas incluso a Lucy— tengan presente que cumplo cada una de mis amenazas y suelo ser vengativa con los soplones— luego se fue de ahí, de repente las mujeres se aglomeraron alrededor de la policía que yacía sin vida en el suelo junto a Lucy, preguntándose que hacer, llamaron a la coronela del instituto de prisiones de California y Miami, que no parecía nada contentas, preguntando a unas y otras que no tuvieran miedo al hablar sobre quien había sido culpable de los hechos, pero nadie dijo nada.
— ¿Estás bien? — se le acerca Skay, Lucy intenta no mirarla a la cara, la odiaba y ambas lo sabían, de hecho Skay la odiaba a tal punto que ya había dado la orden de que si Lucy se acercaba a ella, que la mataran, por eso Lucy había guardado tanto la distancia entre las dos.
— Mejor que tu, no— dijo Lucy un poco resentida.
— Vamos Lucy, eso puede cambiar si te unes a mí para acabar con la Karda, desde aquí adentro tu y yo podremos hacer cosas grandes— dice Skay excitada de lo que decía.
— Claro, claro amiga, pero me mataras—se levanto del suelo Lucy— una pregunta, ¿eso será antes o después que termines con la Karda? — Le pregunto enfadada.
— Sabes que estábamos molestas, ya no— dice Skay agarrándole el hombro de Lucy.
— Ya no volveremos hacer amigas, aliadas o como quieras llamarlo ninguna de las dos— dice Lucy.
La Karda
L
a Karda descubrió que el juez no quería que apelaran su caso, el equipo de abogados de Christian para el caso de la Karda hicieron todos los procesos debidos para que pudiera dar por hecho aunque sea por una fianza o por contribuciones comunitarias, pero nada, ni siquiera las leyes que protegían a un artista la sacarían porque habían recolectados firmas y nadie queria que saliera de la cárcel, la Karda entro en depresión, no quería ni salir al pario trasero de la cárcel, no quería ver a nadie, ni a Chirstian, ni a Roma, ni siquiera a su madre o Camilk que la vinieron a ver durante todo el día, pero no quiso hacerse ninguna esperanza, Carmelita no había venido a verla debía estar destrozada, sabía que la quería mucho, ¿será que Yajaira o Dubraska ya lo sabían? Desde luego que ya sabían, todos los portales de noticias debían estar haciéndola comidilla de la farándula amarillista, lo que vio fue una sombra detrás de ella, pensó que era Christian pero no se volteo, la agarro fuertemente y le tapo la boca con fuerza, apuntándole la espalda con una navaja.
— Una tontería rosita fresita y te desgarro la columna vertebral— le dijo amenazándola Atenea en el odio respirándole en el cuello — quedarías paralitica para el resto de tu vida— la Karda se quedo tranquila, sin entender que ocurría realmente, luego entro a la celda la cucaracha más despreciable sin ofender a los pequeños insectos.
— ¿Creíste que tenías opción? — Dijo Lucy— ¿Estas preparada para ser una convicta junto con nosotras? — sonríe Atenea que no deja de apuntar y retener a la Karda frente su pecho. La Karda no sabía que estaba pasando, Lucy era una mierda, ¿Pero por que tanto interés en llevársela con ella? ¿No era mejor dejarla pudrirse en la cárcel mientras ella salía en libertad? Lucy y Atenea desde cuando eran amigas, la ultima vez ambas se iban a matar en el comedor, ¿Qué estaba pasando? La Karda tenía tantas preguntas pero su prioridad era hacer algo para librarse de esas dos mujeres. Lucy y Atenea la sacaron a rastras de la celda, mirando a todos lados, se suponía que nadie debía estar rondando por os pasillos porque era medio día y todas estaban comiendo, y si había algo que respetaban las reclusas eran las horas de comida, porque no eran los mejores platillos según la Karda pero eran aceptable. Nadie podía darse el lujo de perder la comida de la cárcel, no habían restaurantes, ni chinos, ni italianos y ellas lo sabían a la perfección, eso significaba que algo planeaban y no era nada bueno.
Lucy
L
ucy se llevo a la fuerza a la fuerza a la Karda con ayuda de Atenea, ninguna de las reclusas la verían salir, con ayuda de Mike el narcotraficante lograron pagarle a muchas de las mujeres de la policía que vigilaban las entradas de la cárcel para que las dejaran salir a las tres sin ser vistas por cámaras de seguridad, ni mucho menos detenidas por nadie, no sin antes quemar el lugar, dejaron libros de la biblioteca de la cárcel en la cerda de Skay, prendiendo fuego, y dejando un encendedor, para que la inculparan, cuando la alarma sonó ya estaban montándose rápido en un vehículo negro donde estaban nada menos y nadie más que Mike el sucio narcotraficante que ayudaba a Lucy, mientras que de otro deportivo se bajaba Christian.
— ¡Christian! — grito la Karda, pero Atenea la golpeo en la cabeza dejándola inconsciente, Lucy le sonríe y Atenea los mira desconfiada.
— ¿Cuál es el próximo paso? — dice Atenea.
— Me harás un gran favor querida, uno verdaderamente bueno— Atenea la mira raro, Mike y el conductor del vehículo la apuntan con sus armas de fuego— serás mi señuelo— mataron Atenea y la pusieron con otros tres cadáveres dentro del fuego con la ayuda de los policías que había comprado el dinero de Mike, la Karda era un material indispensable para poder llevar a cabo su siguiente paso, si quería seguir con Mike, tenía que ir detrás de Yajaira.
— ¿Estás lista? — Le da un arma de fuego Mike a Lucy.
— No hagamos una fiesta, recuerda que es mi velorio— mira a la Karda— nuestro trágico velorio— dice sonriendo mientras mira a la Karda.
Skay
L
o próximo que se supo del incendio fue que la habían inculpado de algo que ella no estaba segura, la interrogaron, la golpearon hasta desmayarse, según las personas y su madre, la Karda y Lucy junto con Atenea habían muerto asfixiadas por el humo del fuego en sus celdas, su madre que no quería ni verla, la daba por muerta, no tenía a nadie, muchos investigadores querían hacerle múltiples preguntas como ¿Qué le había hecho querer encender la cárcel? ¿Escapar o morir?, ni siquiera estaba en sus sentidos querer saberlo, las mujeres que la respetaban no las había visto, quizás las pusieron como sospechosas, pero claro que estaban siendo golpeadas con brutalidad, no sabían nada o peor les hacen pensar a los demás que no saben nada, algo pasaba y no estaba segura, ¿Lucy y Atenea murieron por falta de aire? Quizás era creíble por la Karda quien había sido una inservible por años, pero esas dos eran asesinas preparadas para todo tipo de situación que se les presentara, y si de algo estaba segura Skay era que ninguna de las dos serian tan estúpidas para morir así, la cárcel ni siquiera se vino abajo, al sonar la alarma de inmediato se desalojaron todas las reclusas, porque todas si se habían ido y ellas no, querían morir o no eran demasiado estúpidas para elegir morir así, lo que propuso los investigadores fue que Skay había planeado matarlas asi, cuando tomaban su siesta en la tarde, Lucy y la Karda no tomaban siesta en la tarde y Atenea la verdad lo desconocía, algo que le llamo la atención fue que nadie pensó en que alguien quiso incriminarla porque de repente aparecen evidencias en su celda de que ella había provocado el incendio para fugarse, pero nadie pensaba igual a ella, millones de hipótesis, y millones de pruebas plantadas en su tumba, solo esperaba la sentencia para echarle la tierra al hoyo, nadie quiso defender su caso, su familia no se molesto en hacerlo, solo el gobierno podía hacerlo en caso de que un ciudadano no pudiera pagarlo, pero era algo estúpido ya que ella era millonaria y tenía dinero para pagar miles de gabinetes de abogados para su defensa. Su abogada le propuso llegar al punto de que no tenían pruebas, una mujer incompetente que apenas era su primer caso y ya lo daba por perdido, que se declarara culpable para poder cumplir 10 años de cárcel y después suspender 3 años por buen comportamiento y si seguía así por los siguientes 2 años podía salir bajo fianza, una completa locura, estupidez y todo lo que suene irracional. Ella era Zetha Morghan, una bajita mujer con lentes, gordita, torpe, y sobre todo un poco fea, mujer blanca con la piel quemada y algo de granos en sus regordetes cachetes, demostraba ser insegura, no sabía organizar su maletín, skay al verla arqueo una ceja y quiso abandonarla pero se suponía que todos los demás abogados la habían abandonado a ella, era su última salida, solo que su salida no tenía ni idea de cómo sacarla de tantas demandas y tantas mentiras.
— Debería considerar mi propuesta, declárese culpable— dice Zetha.
— ¿Te gustaría estar presa por algo que no hiciste y aceptar hacerlo delante de un juez? — le pregunto Skay, la mujer negó con la cabeza— Entonces ve a la maldita frontera con México con un hombre llamado Armando Rosales, te encontraras con el ahí— Skay mira la mujer asustada— quita la cara de espanto, que no traficas drogas, tu único producto será demostrar mi inocencia, el es un fotógrafo reconocido de México Jalisco, y quiere algo de fama, tú buscas las pruebas para ganar tu primer caso y el su primer empleo potencial— la mujer se quedo maravillada— ¿y no va a notar nada? — Dice Skay, y esta se pone a notar mientras Skay repite cada una de sus palabras, Zetha se levanta.
— Lo hare señorita— dice un poco con miedo o fascinada por la experiencia, pobre de ella pensaba Skay, no era una pequeña investigación, era una aventura.
— No me decepciones— dice Skay sin esperanzas.
Christian
L
a familia de la Karda están pasando uno de los peores momentos de sus vidas, el velorio de la Karda, no era algo que se esperaban y menos a manos de su hermana en la cárcel quien había encendido la cárcel, no creando pérdidas materiales para la cárcel sino para la familia quienes estaban devastadas, Kai, Camilik, Carmelita y el mismo Christian, el velorio fue muy privado los fans de la Karda querían hacerle un homenaje, pero nadie dejo que esto sucediera aun. Christian lanzo una rosa en despedida al gran amor de su vida quien no pudo salvar.
— No es tu culpa— Roma lo abrazo.
— Yo le prometí sacarla de ahí y valla forma de hacerlo— lloraba Christian en los brazos de Roma quien lo recibió.
— Nadie sabía que... bueno ella planeaba esto— decía pasándole la mano por la espalda— perdimos tiempo cuidándola de los planes de Lucy y era Skay una verdadera amenaza para ella.
— Y si...— dice Christian.
— Y si nada, Lucy murió en ese lugar, y no puede regresar de la muerte por tercera vez hay límites — el asiente y todos se van.
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