Parte única


Tocó la punta de esos dedos con los suyos por pura coincidencia y levantó la mirada por pura sorpresa.

Se encontró con una mueca enfadada pero muy linda, la cual le hizo soltar una suave carcajada que sonó a burla, pero fue simple asombro ante un inesperado contacto con el supuesto enemigo.

—No puedes dejarme en paz ni siquiera en la fiesta de navidad.

—¿Solo eso me dices? ¿Después de que te propuse irte conmigo y tú solo me rechazaste?

—No me ofreciste irme contigo, Reborn. Literalmente dijiste "Quiero tu trasero junto al mío durante el resto del camino".

Entonces Reborn soltó una carcajada real, intensa, sonora, lo que solo ocasionó que el castaño se enfadara aun más y se diera media vuelta para irse.

Es que debía aceptar que no era una muy buena persona, no lo fue de niño, mucho menos de adolescente, y ahora que estaban a media carrera universitaria y un poco más ya era muy tarde para cambiar.

Pero, aun así, desde que lo vio a los ojos por casualidad hace tantos años, quedó prendado por la belleza inocente de un omega tímido y temeroso del mundo que lo rodeaba.

Se propuso volverlo fuerte.

Y para eso debió molestarlo un poco, en realidad mucho, cada día, para que el Tsuna sumiso se volviera una fiera que le respondería a cualquier víbora que intentase hacerle de menos, incluso lo enfrentaba a él, y eso había valido completamente la pena.

Estaba maravillado.

Y quería decírselo, pero las palabras correctas no las había encontrado.

Ni el momento.

Ni el lugar.

Y sus intentos más cercanos habían fracasado tan jocosamente como el último, el cual hizo enfurecer tanto al castaño que ahora le huía cuando se le acercaba a menos de cinco metros.

Era complicado.

Pero encontraría la forma perfecta para declararse.

—Lo de "ven conmigo" es en serio.

Le susurró al oído desde la espalda, antes de colocarse a su lado para no invadir su espacio personal desde un ángulo agresivo.

—Deja de burlarte de mí.

El castaño solo negó y soltó un suspiro mientras se servía algo de beber.

—Quiero añadir algo más a esa propuesta.

—¿Cuál propuesta? —bufó enfadado— Solo te gusta estresarme y burlarte.

Tsuna no lo miró, no quería, porque Reborn era un idiota al que no podía olfatear para saber si decía la verdad o no. Odiaba que el azabache no tuviera olor como alfas u otros omegas, pero también agradecía que fuera un beta y no pudiera olerlo a él... o se revelaría que en ocasiones se sentía emocionado por las palabras de Reborn y soltaba una suave estela de aroma endulzado por la agitación, aunque después su aroma era agrio por la ira al verse burlado otra vez.

Desgraciado.

—La propuesta para que vengas conmigo.

Reborn caminó al mismo ritmo del castaño, a una corta distancia para que sus palabras se oyeran a pesar del ruido que había por la fiesta y las pláticas ajenas. Se concentró en observar la espalda de Tsuna, de sonreír cuando tensaba los hombros, o de maravillarse cuando el pequeño tic del castaño lo hacía tirarse suavemente de los mechones posteriores del cabello dejando ver ese cuello pulcro y esbelto adornado por un lunar pequeño que parecía una manchita de chocolate.

—Reborn, solo déjame disfrutar la fiesta por hoy.

—Diría que te quedes a mi lado —le sonrió, observando aquellos ojos que por un momento parecieron brillar junto a las luces de colores del árbol navideño cercano—, si quieres.

—Quedarme contigo por más de dos días sería una condena.

—O podría ser un paraíso.

—Me quedo con que sería una condena.

Reborn sonrió.

—Es navidad, Tsunayoshi, y es muy atrevido de tu parte negar mi propuesta mientras estás debajo de un muérdago, porque tal vez querría vengarme.

—¿Qué?

Al elevar su mirada se encontró con aquella plantita venenosa que de inmediato encendió sus alarmas y sus mejillas, pero era tarde cuando tenía el rostro de Reborn casi pegado al suyo, con aquella sonrisa burlona y bonita.

Cerró los ojos por instinto.

Y sintió un beso cálido, suave, casi de ensueño, que se posó en su mejilla.

Su corazón dio un vuelco y estaba seguro de que se le escapó una estela de feromonas con aroma a coco a la par que todo su rostro enrojecido estallaría como una lucecita que adornaba la estancia.

—Lo que dije es en serio, Tsuna —le susurró—. Tan en serio como que mañana pasaré por ti a las 8.

—¿De qué hablas?

—Hay que ser maduros y sinceros —le acarició la mejilla—. Y me ofrezco a empezar.

...

No soportaba a Reborn, porque era un idiota con el ego demasiado grande.

Pero cuando lo vio en su puerta a las 8 en punto, su aire se le escapó por el tiempo necesario para que su corazón se agitara. Vestido de traje, esbelto, con un aroma fresco por el perfume de marca que no se confundía con el frío de esa época, con una sonrisa suave y una mirada casi cariñosa. Un hombre atractivo que le ofreció un dulce como primer detalle de aquel encuentro dado casi por compromiso mezclado con curiosidad.

—Es tu favorito.

—¿Qué?

—Recuerdo en la preparatoria —Reborn señaló el dulce y Tsuna entendió—, al finalizar las clases, comprabas ese dulce y lo disfrutabas mientras te mecías en los columpios vacíos de un parque cualquiera.

—Sí... Espera, espera... Cómo sabes que yo... ¿Me espiabas?

—Detalles, detalles.

—Reborn, esos no son simples detalles.

—Vamos, llegaremos tarde a la reservación.

—¿Qué reservaste?

—Una mesa en un restaurante.

—¿Por qué?

—No quiero que suene tu estómago mientras paseamos después —le sonrió, pero no había burla, todo parecía estar en sus planes—. Me sentiría muy mal anfitrión.

—Está bien... Te seguiré el juego por hoy.

En la imaginación del castaño, Reborn le demostraría todas sus cualidades, como un auto bonito, un restaurante muy fino, regalos caros, y cosas que con alguno de los trabajos ocasionales que tenía podía costearse, pero no fue así.

Caminaron uno junto al otro mientras platicaban sobre su día, Reborn mantenía una distancia prudente para no incomodarlo, y lo buscaba con la mirada constantemente. Tomaron el tren como todos los demás, sentándose juntos en una sección casi vacía y quedándose en silencio mientras veían la ciudad pasar en ciertas secciones. Y cuando el túnel volvía los vidrios una especie de espejo, admiraba como Reborn lo miraba atentamente, sonriendo con sutileza, como si lo considerara un tesoro.

Sintió una extraña sensación de felicidad por eso.

El restaurante no fue lujoso, era bastante sencillo y la comida era japonesa casi tradicional. El aroma era tan delicioso que su apetito se elevó casi al instante de cruzar la puerta. La reserva era junto a una pequeña pecera colorida por sus habitantes, muy bonita y llamativa. Cada detalle de ese lugar le hizo sonreír.

—¿Te gustó?

—El lugar es muy bonito.

—Lo elegí porque me recuerda a ti.

—¿Por qué?

—Los colores suaves, los detalles sencillos, la comida casi con aquel toque casero, la amabilidad de los meseros, y la calidad perfecta para que los comensales se sientan a gusto.

—¿Eso te recuerda a mí?

—Sí. Me gusta cada detalle de ti.

Tsuna tuvo que desviar la mirada, no solo porque se sentía avergonzado por las palabras que Reborn le estaba dedicando, sino por esa mirada abismal y profunda que lo tenía por objetivo, se sentía expuesto de cierta forma.

Y cuando acariciaron la punta de sus dedos, brincó y se alejó casi asustado.

Porque aquello estaba yendo mejor de lo que en sus sueños más cursis y tontos había planteado con una persona sin rostro que llamaría "su alma gemela".

—Si en serio te gusto, ¿qué fueron todos estos años de burlas y juegos hacia mí?

—Una forma un poco ruda de sacarte de tu zona de confort.

—Nadie pidió que me sacaras de ahí.

—¿No te gusta como eres ahora?

Tsuna guardó silencio, porque antes ni siquiera hubiese podido hablar sin tartamudear ante alguien imponente como Reborn, mucho menos darte frente a un alfa, pero ahora sí podía, lo hacía a menudo a veces, porque si pudo darle pelea a Reborn hasta el cansancio podía con cualquiera.

—Sí.

—Yo solo quise darte un arma con la que pudieras defenderte.

—Pudiste decírmelo antes, sabes, porque hiciste que te odiara.

—Del odio al amor hay un paso.

—Uno muy grande para tu caso.

Reborn rio bajito.

—Pero debes aceptar que, a pesar de todo, te cuidé con esmero desde que fuiste consciente de mi presencia en tu vida.

Tsuna lo había pensado antes, muchas veces, porque un día simplemente se dio cuenta que ya no tenía matones persiguiéndolo en las calles, ya no le arrojaban cosas o lo hacían caer. Y aunque todavía le excluían por ser omega, o intentaban humillarlo, desde cierto punto años atrás su horrible vida tomó un giro más amable.

—Eres como el niño que le jala el cabello a la niña que le gusta.

—No me gusta una niña, me gustas tú, Tsuna.

El castaño se mordió la lengua para ahogar la sonrisa que se le quiso escapar.

—¿Desde cuándo te declaras sin vergüenza una y otra vez?

—Desde que maduré.

—Te tardaste.

—Todo lo hago en el tiempo que planifico... Y creo que es hora de empezar un compromiso y casarnos cuando tú te gradúes.

—¿Qué? —estaba sorprendido por aquel plan.

—Sí. Hasta que eso pase, yo ya tendré un trabajo estable y podré rentar una casita con jardín.

—¿Con jardín? —rio bajito.

—Sí, porque planeo que seamos una de esas parejas cursis que se quedan juntas hasta muy avanzada edad.

—¿Qué más planeabas sin mi permiso, Reborn?

—Pedirte matrimonio cuando menos te lo esperes, casarnos a la orilla de la playa sin invitar a nadie para que no haya posibilidad de que alguien se oponga, tomar tu mano y entrar a nuestra casa, adoptar un gatito negro y uno blanco, dejar que tú decidas cuándo tendremos hijos, besarte cada mañana, mirarte dormir en mis brazos, limpiar tu mejilla cuando te ensucies al cocinar, festejar los aniversarios con un pastel de chocolate de esos que tanto te gustan, besar tus dedos cuando te enojes por algo que hice sin pensar, confesarte que gasté mis ahorros en un obsequio tonto que te haría sonreír.

Cada palabra la dijo mientras posaba su mejilla sobre su palma y mirada a Tsuna a los ojos, sonriendo al verlo colorearse cada vez más, deslizando su mano para tomar delicadamente la ajena y acariciarla con ternura.

Y pudo decirle muchas cosas más.

Pero dejó que el alma de Tsuna descansara mientras terminaban de cenar.

Lo vio disfrutar un postre extraño con mucha crema, le limpió los labios con una servilleta, y gentilmente le invitó a que abandonaran el lugar tomados de las manos.

Se mantuvo en silencio hasta que caminaran por las calles concurridas de las zonas, se detenían en alguna tienda bonita solo para ver a través del cristal, escucharon alguna melodía de una cafetería temática que los invitaba a entrar, y se alejaron de la gente para ir a un parque cercano para caminar sin prisa.

—¿Reborn?

—¿Sí?

—Eres un tonto.

—¿Lo dices porque ya planifiqué nuestra vida juntos?

—Lo digo porque estás actuando muy diferente a lo que eres en realidad.

—¿Y si en verdad soy así?

—No lo soportaría... Necesito enfadarme contigo.

—Tal vez mañana, pero hoy quiero que conozcas esta parte de mí.

Tsuna sonrió.

—¿Y a dónde iremos ahora?

—Sé que te gusta jugar.

—Entonces...

—Vamos al festival, siempre es mas bonito en la noche.

—¿Y después?

—Veremos los juegos artificiales, me confesaré una vez más, y te besaré suavemente hasta que por fin me creas.

Tsuna sostuvo su pecho. Asustado por aquellas palabras.

Porque parecía uno de sus sueños adolescentes.

Y suplicaba porque no lo fuera.

—Ven conmigo, Tsuna.

Y cada cosa que Reborn planeó, se cumplió con precisión, una a una, hasta el momento justo en que el castaño suspiraba sobre los labios ajenos y perdido en una emoción burda, se sostuvo de los brazos ajenos y fue él quien pidió otro beso, uno más, y otro.

Y otro más.

Y los días siguientes salieron un par de veces.

Y en año nuevo lo intentaron otra vez.

—Creo que podría intentarlo.

—¿Quedarte a mi lado?

—No.

—¿Entonces?

—Intentaré olvidar que eres un idiota, y ver ese lado más gentil que tienes.

—Como lo planeé.

—Odio tus planes, Reborn —soltó una risita.

—En tres meses no dirás lo mismo.

—Ni siquiera voy a preguntar qué pretendes.

Se sentía extraño no pelear o intentar burlarse uno del otro, pero tampoco era malo.

Se tomaron de las manos, disfrutaron del cambio anual.

Y en la complicidad del bullicio donde no les ponían atención, acercaron sus mejillas y las rozaron en una muestra de afecto muy personal.

Tal vez sí valía la pena intentar.

.

.

.

.

Notas finales:

Este pequeño fic fue realizado para el intercambio de Navidad organizado por el grupo de Facebook R27 fan club (the chaos club).

Dedicado a Denn, ¡espero te guste!

Intenté hacerlo lo más bonito que pude jajaja. 

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top