2. 30%


IMPORTANTE: No perderse la nota al final del capítulo.

De antemano GRACIAS por votar y comentar. 

Dedicado a NazarethCobo por hacer una buena observación del capítulo anterior ♥

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2. 30%

—Mago, habla Ivanna —le digo por teléfono a Mago Perman, la jefa de Recursos Humanos—. Llegué a Doble R hace diez minutos y el estacionamiento está casi vacío. Se le va a descontar el día a todo el que venga tarde.

—¡Pero estuvieron celebrando tu cumpleaños!

Sacudo mi cabello para acomodarlo.

—Pero yo ya vine.

—¡Tampoco ha llegado todo el personal de Recursos Humanos!

—Ah. Qué pena —bufo y cuelgo.

«Ódienme más».

Al llegar a mi oficina camino directo al baño para terminar de cepillar mi cabello y maquillarme. Como la reunión con el empresario chino finalizó a las tres de la mañana y pasé una hora más enviando información, apenas dormí y antes de venir solo me dio tiempo de bañarme y cambiarme.

Mirándome en el espejo, cubro minuciosamente con base mis ojeras. Ha sido lo mismo desde hace un año y medio. Después, en mi escritorio, doy un repaso rápido a los pendientes del día y le pido a Grisel traerme un café cargado.

—Trate de no excederse con el café, jefa —aconseja—. Recuerde su gastritis.

—No te pedí tu opinión, Grisel. —La echo con un gesto de mi mano—. Pero gracias —añado a regañadientes, sonriéndole.

—Le traeré fruta y un croissant para desayunar —anuncia sin perder su buen humor y asiento, de nuevo agradecida.

Grisel es mi secretaria desde hace cinco años, y es la única de mi viejo equipo de trabajo que aún mantengo conmigo. Podría intentar explicar el por qué, pero un último comentario antes de salir de la oficina pudiera resumirlo todo:

—Por cierto, ya está publicado en Amazon... jefa.

Levanto la cara con un respingo y la hago acercarse otra vez.

—¿Estás segura?

—Sí. —Ahora se muestra emocionada—. Lo verifiqué antes de venir a trabajar y yo ya lo compré.

Hago a un lado el trabajo sobre el escritorio y me giro hacia mi laptop para teclear. Pronto tengo a Grisel a mi lado pendiente de todo y no me molesta en absoluto, ambas hemos estado al tanto de esto por meses y me hace bien compartir la emoción. Aun así, con mis manos temblando escribo «Luca Bonanni» en el buscador de Amazon.

De inmediato, en los resultados aparece la novela gráfica «La loba».

Contengo el aliento.

—Me emociono cada vez que la veo —dice Grisel, saltando.

Los primeros meses sin Luca fueron desesperantes. La tarde que se marchó fui a buscarlo a su casa y no estaba allí. «O me lo negaron», recuerdo, doliéndome. Del mismo modo lo busqué con Alex y Roy y ninguno de los dos me quiso dar información. Después fui a la presentación de Alex en Div-O con la esperanza de verlo allí, y nada.

Lo busqué, le envié mensajes rogándole volver y en un ataque de desesperación inclusive hice una ofensiva en redes sociales. Sin embargo, aunque al principio respondió con indirectas, en adelante lo ignoró todo.

Como mi secretaria, Grisel me descubrió llorando en la oficina muchas veces. Se percató de cuando llegué vencida, con resaca o solo peleaba con el teléfono. En cada oportunidad le grité «¡Anda, ve y díselo a todo Doble R!», pero, para mi sorpresa, no lo hizo. Por el contrario, me ayudó a eludir a los curiosos y un día que me retorcí en mi silla debido al dolor de gastritis, me llevó con mi doctora en su coche.

—¿Por qué haces esto? —le pregunté en el camino.

—Me caía bien Luca —dijo, como si eso explicara todo.

Cuando me promovieron a vicepresidenta, tal como lo venía haciendo hasta entonces, en Doble R seguí sin tratar bien a nadie. A nadie. Incluida Grisel.

—¿Eso que tiene que ver?

¿Por qué ser condescendiente conmigo solo porque Luca le caía bien?

No contestó.

Al llegar a la clínica pidió de favor a un enfermero ayudarme a bajar del coche y esperó a que mi doctora me atendiera para llevarme a mi apartamento.

Y de eso tampoco se enteró nadie en Doble R.

Una vez que mi traslado a la vicepresidencia estuvo listo, le pregunté a Grisel si le gustaría continuar como mi secretaria y dijo que sí. Y, pese a que nadie en el edificio le habla y a veces debe soportar mi mal humor, me ha demostrado que puedo confiar en ella. Antes se unía al cotilleo, pero algo cambió en ella y ahora me es leal.

Una mañana entró a mi oficina corriendo.

—¡Encontré algo, jefa!

Al preguntarle qué cosa, me explicó que su hermano colecciona historietas y por lo mismo está al tanto de los últimos lanzamientos, incluidas novelas gráficas.

Y así dio con Luca.

Grisel visitó a su hermano, para pasar el rato curioseó una revista que este dejó en un sofá y vio el nombre de Luca entre los lanzamientos del mes de mayo. Eso fue un domingo y, sin dudarlo, al día siguiente me trajo la revista.

—Va a publicar una novela gráfica —leí.

—¿Él quería hacer eso? —me preguntó Grisel.

—Desde hace mucho —dije, feliz—, pero no conseguía terminar ninguna.

—¿Le hacía falta inspiración?

—Posiblemente —dije al leer el nombre de la novela.

—Se-se llama «La loba» —dijo con temor Grisel.

«¿La loba?»

Sentí miedo. Aún lo siento.

Grisel lo notó y parecía arrepentida de haber hecho el comentario sobre no tener inspiración antes.

—Habrá que leer si lo que dice es bueno o malo —Trato de sonar calmada.

Pero es una duda válida, puesto que, sobre todo lo «malo», cabe en lo posible, de modo que Grisel tampoco intenta darme ánimos.

—La sinopsis dice que la historia trata sobre una mujer loba que intenta recuperar su empresa —lee por las dos en la página de Amazon.

Mi estómago se retuerce en nudos.

—Tal vez conoció a otra mujer con los mismos intereses —digo con mi voz temblando, en apariencia impasible, desviando mi atención de la pantalla.

—Y la mujer se llama «Ivanna».

De golpe devuelvo mi interés a lo escrito en la sinopsis.

—¿«Ivanna»? —pregunto, apresurándome a leer.

—Sí —confirma Grisel, señalando esa parte para que no me la salte al leer—. Entonces —parece temerosa de preguntar—, ¿Luca conoció a otra mujer de nombre Ivanna que... también intenta recuperar su empresa?

Dejo caer los hombros.

—Sí. Seguramente.

Hemos esperado casi tres meses para leer el contenido.

—Dice que aún no está disponible, que solo es una «Preventa» —me quejo después de cliquear en «Comprar».

—Sí, hoy solo es el lanzamiento, la preventa —me explica Grisel, apenada—. Amazon empezará a enviar la novela el cinco de junio.

Me dejo caer en mi silla con desanimo:

—Un mes más.

—Pero ya casi podrá leerlo, jefa. La espera por terminar. Y ahora, si me lo permite, iré por la fruta y el croissant. No le hace bien a su gastritis saltarse los tiempos de comida.

Grisel avanza hacia la puerta.

—Qué importa si me muero de todos modos —murmuro, ampliando el tamaño de la portada de «La loba» en la página de Amazon—. Debió escribir horrores sobre mí.

La portada es una mujer esbelta con larga cabellera negra ondulada, vestida de color rojo y una gigantesca luna llena detrás. Su escenario es una ciudad, por lo que también resulta atrayente ver una loba al fondo.

—Luca no es así —me asegura Grisel al salir de la oficina.


...


Avanzo por los pasillos de Doble R ignorando las muecas de enojo a mi paso.

«Si no quieren que se les descuente un día de trabajo, que no lleguen tarde».

Aunque esa estupidez deja de ocupar mi mente cuando vuelvo a pensar en «La loba».

¿Qué escribió Luca sobre mí?

Porque es obvio que la novela, como mínimo, está inspirada en mí. De modo que, a pesar de lo que asegure Grisel, que no sabe la historia completa, no dejo de preguntarme hasta qué punto me está odiando Luca. ¿De aquí al Everest?

Pienso en cómo lo dejé solo en el aeropuerto para marcharme con Marinaro. «Su odio debe ser más elevado que la distancia entre Doble R y la punta del Everest, Ivanna».

¿De aquí a la luna?

Pienso en cómo le hablé la noche antes de marcharse, cuando me llamó para preguntarme si estaba bien; momento en el que, además, se percató de que seguía en compañía de Marinaro. «Su odio abarca más que la distancia entre Doble R y la luna, Ivanna».

¿Me odia de aquí al sol?

Eso quema.

Pienso en el dolor que expresaron sus ojos cuando Lobo le dijo que me comprometí con Marinaro. «Su odio debe ser más extenso que la distancia entre Doble R y el sol, Ivanna». Que la abrasadora distancia entre Doble R y el sol.

¿Me odia de aquí hasta darle toda la vuelta a la Vía láctea?

Pienso en sus hombros cayendo al escucharme gritar frente a todo Doble R que solo lo utilicé. «Su odio debe ser más gigantesco que que darle la vuelta a la Vía Láctea, Ivanna».

Mucho, mucho, mucho más.

Pienso en lo que le escribí en el Post-it. En cómo lo apretujó en su mano y lo dejó roto en pedacitos pequeños sobre mi escritorio luego de leerlo.

—¿Qué es más lejano a darle la vuelta a la vía Vía láctea? —pregunto en voz alta a nadie en particular en cuanto termino de cruzar el quinto piso.

Empleados sentados en sus cubículos, junto al dispensador de agua y saliendo del elevador, se miran entre ellos.

—Creo que una galaxia con alto corrimiento al rojo de nombre GN-z11—contesta a mi espalda la voz de un chico.

«¿Con alto corrimiento al rojo?», pienso, torciendo mi boca con interrogante.

Después asiento con la cabeza.

—Perfecto.

Y con el ceño fruncido continúo avanzando hacia la oficina de Rodwell mientras miradas entrometidas no me pierden de vista. Les he dado en qué pensar.

—GN-z11 —repito para mí, sin importar.

«El odio que Luca me tiene debe ser más colosal que la distancia entre Doble R y GN-z11 con alto corrimiento al rojo», me convenzo sin dificultad.

Al llegar con la secretaria de Rodwell le digo que él me citó.

—La está esperando —afirma.

«Menos mal porque no soy de esperar».

Sin embargo, antes de entrar me giro devolviendo la vista al personal que aún me ve con curiosidad.

—Busquen la novela gráfica «La loba» en Amazon y cómprenla —indico, sorprendiéndoles—. Tomando en cuenta que ustedes también me odian de aquí a GN-z11, sin duda la amarán.

Aunque primero se vuelven a mirar entre ellos, haciéndome caso, la secretaria de Rodwell es la primera en buscar la novela en Amazon.

Teclea rápidamente en su ordenador y su boca cae abierta al toparse con el resultado. De inmediato sus ojos saltan de la pantalla a mí y de regresó. «Ya vio quién es el autor». Enseguida más empleados buscan la información en sus ordenadores y teléfonos... y tienen la misma reacción.

—Difundan la información por todo Doble R —ordeno sin perder la compostura—. No les será difícil.


...


Aunque cierro la puerta, Rodwell alza la vista y expresa duda al percatarse del revuelo afuera.

—¿Ahora qué les dijiste?

«¿Yo?»

Alzo los hombros fingiendo inocencia.

—Ya no importa. Siéntate —pide, señalando las sillas frente a su escritorio.

Tomo asiento enderezando mi espalda lo más recta que puedo. Con Rodwell debo tener precaución de no inclinar la cabeza ni un solo centímetro.

—¿Qué hacías que demoraste en venir? —Rodwell busca algo entre las hojas sobre su escritorio.

Sonrío con suficiencia.

—Volver una novela Best Seller.

—¿Cómo? —Él otra vez me mira.

—¿Que qué quieres? —Cruzo mis piernas—. ¿Para qué me pediste venir?

—Te tengo un regalo de cumpleaños.

«Sí, claro».

—Hablo en serio.

—Yo también, Ivanna. —Y me mira serio. Aunque enseguida sonríe con sutileza—. Decidí que llegó la hora de retirarme.

—¿Cómo? —Descruzo las piernas y me inclino hacia adelante boquiabierta.

—Ya no seguiré al frente de Doble R.

Necesito unos segundos.

¿Me está tomando el pelo?

—Pe-Pero es tu empresa. Me robaste mi parte, pero Doble R también es tu empresa —Casi estoy gritando.

Rodwell hace girar sus ojos,

—Y volvemos con eso.

Agito con enojo mi puño derecho.

—Me robaste mi parte, maldita sea.

—Bien. —Rodwell alza las manos—. Pues te la voy a devolver.

Qué-qué-qué-qué-qué...

¿Por qué me senté en una silla que no tiene de dónde agarrarse?

—¿Qqqué? —consigo graznar.

—Ivanna, me voy a retirar —repite—, no estoy bien de salud, necesito descansar y por fin disfrutar del fruto de casi cuarenta años de trabajo, y no hay nadie más capacitado que tú para quedarse a cargo de Doble R.

No sé qué estoy haciendo con mis manos.

—Eso no es devolverme mi parte de la empresa —Me río. «¡Por fin hago algo más que gritar!»—. Eso —lo señalo— es seguir trabajando para ti.

—30% —dice entonces, entrelazando sus manos sobre el escritorio—. Te cederé... el 30% de Doble R, Ivanna.

Me tengo que parar.

Y así, de pie, sacudo la cabeza con negativa y lo señalo.

Después camino de un lado a otro echando cada tanto un vistazo a Rodwell, que continúa con las manos entrelazadas sobre su escritorio.

—¡Me estás jodiendo! —decido.

—Es lo que querías, ¿no? 30 años. 30%

Feliz, esta vez lleva las manos detrás de su nuca. Como si en lugar de una oficina estuviera tomando el sol en la playa.

—¡No, maldita sea! —contesto, otra vez agitando mi puño—. Yo quiero el 50%. Y no me vas a hacer aceptar menos —Camino hacia su escritorio y doy un manotazo al borde—. No. Me. Vas. A. Hacer. Aceptar. Menos. —Lo vuelvo a señalar a él—. ¡Eso es lo que me corresponde, carajo!

Con los brazos todavía detrás de su nuca, Rodwell vuelve a hacer rodar los ojos sin dejar de sonreír.

—No te puedo ceder el 50%, Ivanna. Primero, porque vendí el 12% a demás inversionistas.

Finjo tener en mis manos una calculadora.

—Entonces me corresponde el 44% —zanjo.

¿Cree que soy imbécil?

—Ivanna...

—Quiero que tengamos partes iguales.

—Eso es imposible.

—No es imposible —mascullo.

—Ivanna, ya lo decidí y sabes mejor que nadie que no soy de los que cambia de parecer fácilmente. —Ahora es Rodwell el que se pone de pie e inclina hacia adelante apoyándose en el borde del escritorio—. Tomas el 30% junto con la presidencia... o te vas.

No tengo palabras.

—Tú misma lo acabas de decir: TRABAJAS PARA MÍ.

—Esperaba esto —musito, seria—. Lo esperaba, ¿sabes? —suelto una risa seca.

«Mantén la calma»

«Mantén la calma»

«Mantén la calma»

«Mantén la calma»

«¡MANTÉN LA CALMA!»

—Si lo esperabas entonces sabes qué hacer.

Él vuelve a tomar asiento y niego con la cabeza.

—De marcharte, lo harías llevándote una espléndida liquidación, por supuesto. Pero ¿para qué pelear?

«¡¿Para qué pelear?!»

Entrecierro los ojos en dirección a Rodwell y lo sigo escuchando.

—Es un trato más que justo, tomando en cuenta que en realidad no te toca nada. Hace muchos años ya, le pagué a Babette por tu parte.

Aprieto los dientes para no contestar.

—Piénsalo —continúa.

Esbozo una sonrisa de medio lado.

—Eso estoy haciendo.

—Te daré un mes. Ese tiempo es más que suficiente. Debes decirme si sí o no el 5 de junio.

—¿5 de junio? —respingo.

—Sí. Entonces será un mes.

Bajo la mirada y vuelvo a negar con la cabeza sin dejar de sonreír.

5 de junio: A la medianoche termina la preventa y publica su novela Luca.

—Claro que de tener una respuesta antes, la acepto. Pero solo sí es positiva.

Miro la pared a mi costado, pensando, soltando otra risa seca.

Doy media vuelta y camino hacia la puerta. No obstante, a la mitad del camino me detengo y vuelvo otra vez.

—¿Sabes dónde está GN-z11? —le pregunto a Rodwell, apretando mis labios.

Sin tener idea de qué hablo él niega con la cabeza.

—Oh —sonrío.

Asiento de forma servil, me despido con un gesto de mi mano y enarcando una ceja salgo pensando «Pues haré que lo sepas». 



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Y es tan solo el segundo capítulo. 

Wattpad a veces tarda en notificar que hay capítulo o no lo hace, por lo que de nuevo recomiendo seguirme en:

1. Twitter: TatianaMAlonzo. En mi post fijo tengo un hilo de La jefa y fueron los primeros en enterarse que hoy sabríamos de Luca. También estaré compartiendo avances, spoilers, mis impresiones y aviso cuando hay capítulo. Así que, si tienen Twitter, los invito a seguirme allá.

2. Instagram: TatianaMAlonzo En mis stories también aviso cuando hay capítulo y comparto gráficos, vídeos y memes de El asistente, La jefa y el resto de mis historias. 

3. Grupo de Facebook: Tatiana M. Alonzo - Libros. Armamos debates con otros lectores y a veces hago bullying... digo, doy la bienvenida a lectores nuevo. (Clic en Unirse al grupo) 

Únanse a donde puedan, yo siempre los mantengo al tanto de todo en mis redes, además de que se pone bueno el fangirleo *volver a insertar cara de Maléfica sonriendo* ♥

Nos vemos pronto. Cada voto que dejen es una novela de La loba que Luca venderá.

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