6: Escape y posibles represalias

Días después...

23 de agosto de 2023.

Monterrey, Nuevo León.

Universidad Autónoma de Nuevo León.

Facultad de Contaduría Pública y Administración.

Era un nuevo día en la ciudad. El clima se veía cálido, y el cielo estaba despejado.

Mateo y Melissa estaban en la biblioteca, sentados en una mesa y platicando, mientras tenían sus mochilas en el suelo.

Mateo usaba una playera gris de mangas cortas, pantalón de mezclilla negro y un par de zapatos tenis blancos. Melissa usaba una blusa celeste de mangas cortas, pantalón de mezclilla azul y un par de zapatos tenis blancos.

—¿Cómo que Alonso te volvió a violar…? —preguntó Melissa preocupada—. Un momento… ¿me estás diciendo que te volvió a violar? ¿Ya te había violado antes?

—Sí, como sabrás, no es la primera vez que abusa de mí —dijo Mateo sumamente indignado—. Me violó sólo porque le llevé la contraria.

—Dios mío… —dijo Melissa horrorizada—. ¿Y por qué no habías dicho nada?

—Porque tenía miedo de las represalias que Alonso quería tomar contra mí si decía algo… —dijo Mateo con tristeza—. Pero ya estoy cansado. Ya estoy harto de Alonso, y de todo lo que me hace.

—No quiero ser metiche. Pero, ¿acaso planeas escapar de su casa? —preguntó Melissa preocupada.

—Sí, y no me importan las consecuencias —dijo Mateo tranquilamente—. Sé de lo que Alonso es capaz, pero no voy a dejar que siga haciéndome daño.

—Lo sé, Mateo. Y de verdad lamento no poder hacer nada por ti —dijo Melissa con tristeza—. Sólo puedo desearte la mejor de la suertes en ese escape.

Mateo se sentía muy triste por todo lo que había pasado en casa de Alonso, pero aún así, estaba decidido a escapar de su casa, y no le importaban las consecuencias.

De repente, Isabela y Aquiles entraron a la biblioteca y se dirigieron hacia la mesa donde estaban Mateo y Melissa. Isabela usaba una blusa blanca de mangas cortas, pantalón de mezclilla azul y un par de zapatos tenis blancos.Aquiles usaba una playera negra de mangas cortas, pantalón de mezclilla blanco y un par de zapatos tenis blancos. Los dos se sentaron en la mesa de Mateo y Melissa.

—Hola, chicos —dijo Isabela.

—Hola —dijo Aquiles.

—Hola —dijeron Mateo y Melissa al mismo tiempo.

—Mateo, ¿es cierto que Alonso te violó por segunda vez? —preguntó Isabela preocupada.

Mateo asintió.

—¿Y por qué no nos habías dicho nada, Mateo? —preguntó Aquiles preocupado.

—Isabela, Aquiles… —dijo Mateo triste—. Es que no quería preocuparlos más. Además, tenía miedo de que Alonso me hiciera daño a mí o a alguien de mi familia. Por eso tuve que callarme.

Los ojos de Mateo se llenaban de lágrimas a medida que pasaba el tiempo. Era demasiada tristeza lo que sentía, pero su determinación se interpuso. El chico se secó las lágrimas inmediatamente.

—Pero ya no le tengo miedo —dijo Mateo después de haberse secado las lágrimas—. Alonso me quitó tanto, que hasta me quitó el miedo. Así que esta noche, me voy a escapar de su casa.

—¿Cómo? —pregunto Isabela alarmada—. ¿Cómo que te vas a escapar de la casa de ese tipo, Mateo?

—Sí, Isabela —dijo Mateo—. Ya no pienso seguir en esa casa un día más.

—Piénsalo, Mateo —dijo Aquiles impresionado—. Piensa en lo que es capaz de hacer Alonso, si sabe que te escapaste de su casa.

—Pues no me importa —dijo Mateo determinado—. Sé de antemano lo que quiere, pero no le voy a dar el gusto de seguir teniéndome en su casa como prisionero. Hoy es el último día que voy a estar en su casa.

Mateo estaba muy determinado a cumplir con su palabra. Ya no estaba dispuesto a permitir que Alonso lo siguiera tratando como un prisionero. Y no le importaban las represalias que pudiera tomar Alonso en su contra.

***

Más tarde...

San Pedro Garza García, Nuevo León.

Casa de Alonso.

Alonso estaba en su casa, enfurecido. Portaba un traje y zapatos negros con corbata roja. Estaba como alma que lleva el diablo, debido a la ausencia de Mateo.

Caminó hacia la habitación de Mateo, y se lo encontró acostado en su cama, jugando con su celular, un Motorola Moto G32 plateado.

Al ver a Mateo, Alonso se lanzó contra él, sosteniéndolo de la playera y levantándolo de la cama.

—¿Por qué tardaste tanto en llegar a la casa, idiota? —gritó mientras lo sostenía de la playera.

—¡Estaba con mis amigos, Alonso! ¡Te lo juro! —exclamó Mateo asustado, mientras ponía su celular en el buró.

—¡No mientas, Mateo! —gritó Alonso lleno de ira—. ¿Dónde estabas? ¡No me digas que andabas de novio con esa tal Melissa!

—¡Claro que no! —gritó Mateo molesto.

Alonso le dio una cachetada a Mateo, tirándolo a la cama.

—¡Ahora verás, por mentiroso! —gritó Alonso molesto, mientras se lanzaba contra Mateo—. ¡Ahora verás lo que te voy a hacer por querer pasarte de listo conmigo!

—¿Qué vas a hacer? —exclamó Mateo aterrado—. ¡No, por favor!

Alonso sometió a Mateo contra la cama y se preparó para violarlo, tal como lo había hecho aquella noche atrás.

—¡Suéltame, no me hagas esto, por favor! —gritó Mateo mientras trataba de zafarse de Alonso.

—¡Eso debiste pensar antes de meterte conmigo! —gritó Alonso furioso.

Alonso le levantó la playera a Mateo para besarlo en el abdomen. Mateo lloraba al saber que Alonso estaba abusando de él por tercera vez.

—¡No me vas a ultrajar por tercera vez, Alonso! —gritó Mateo furioso, mientras alejaba a Alonso—. ¡No me vas a destruir la vida nunca más!

—Vamos, Mateo —dijo Alonso burlón, mientras seguía besando a Mateo en el abdomen—. Sé muy bien que ya estás amenazando con escapar de esta casa, ¿crees que no me doy cuenta de lo que quieres hacer?

Cansado de las burlas y abusos de Alonso, Mateo se lanzó contra él. Aprovechando que Alonso quiso besarlo en los labios, Mateo le dio un cabezazo en la cara, rompiéndole la nariz. Alonso se alejó de Mateo, mientras su nariz sangraba.

—Y si así fuera, ¿qué? —dijo Mateo con un tono retador, mientras se levantaba de la cama.

Alonso no pudo soportar lo sucedido, y arremetió contra Mateo, para volver a dominarlo.

—¡Te he dicho mil veces que no vuelvas a hablarme en ese tono! —gritó Alonso furioso—. ¡Ya sabes que me vas a respetar por las buenas, o por las malas!

—¡Ya basta, Alonso! —gritó Mateo molesto—. ¡Ya me cansé de que me estés faltando al respeto, y te estés burlando de mí! ¡Estoy harto de vivir encerrado en este lugar, estoy harto de ti! ¡Ya me tienes harto!

—¡Basta...! —gritó Alonso furioso.

—No, ¡tú! ¡Ya basta de una maldita vez! —gritó Mateo más molesto—. ¿Acaso en esta maldita casa se ha vuelto un crimen querer ser yo mismo? ¿Acaso se ha vuelto un crimen querer ser libre?

Alonso quiso darle un puñetazo a Mateo con su mano derecha, pero éste logro de tenerlo con su mano derecha.

—¡A mí no me vuelves a poner una mano encima, Alonso! —gritó Mateo después de detener el puñetazo de Alonso.

Cegado por la ira, Mateo empujó a Alonso y lo tiró al suelo. Alonso estaba completamente estupefacto al ver que Mateo lo había derribado.

—Vaya, vaya, vaya... Con que al fin después de tantas semanas, el esclavo se da a respetar... —dijo burlón mientras se levantaba del suelo—. Veo que ahora mismo no me queda otra opción.

—¿Y qué vas a hacer, imbécil? —dijo Mateo molesto.

Alonso se lanzó contra Mateo y lo aventó a la cama. Acto seguido y cegado por la ira, usó sus dos manos para ahorcar a Mateo, quien poco a poco, estaba perdiendo el aire.

—¡Te voy a matar, hijo de perra! —gritó histérico, mientras seguía ahorcando a Mateo—. ¡Nunca debiste haberte rebelado contra mí!

Mateo estaba perdiendo poco a poco sus fuerzas, sentía que poco a poco estaba muriendo. Pero con la poca fuerza que le quedaba, tomó un jarrón del buró y se lo quebró a Alonso en la cabeza. Éste cayó inconsciente a la cama, después de haber recibido ese golpe.

Al ver lo que había hecho, Mateo se asustó mucho y salió corriendo de su habitación. Estaba completamente perturbado después de haber golpeado Alonso en la cabeza para dejarlo inconsciente.

Poco después, sacó su maleta del ropero y la llenó tan rápido como podía. La llenaba de ropa y cosas personales, tardando poco más de un minuto en el proceso.

Tomó su celular del buró y lo guardó en el bolsillo derecho de su pantalón, y acto seguido, corrió con su maleta hacia la salida de la casa, que afortunadamente, no tenía guardias.

Finalmente, logró escapar de la casa, victorioso.

—¡Libre al fin! —exclamó Mateo sonriendo—. Finalmente conseguí liberarme de las garras de Alonso. Ahora, iré a casa.

Y así, Mateo empezó a caminar tranquilamente, alejándose de la casa de Alonso. Era obvio que ya no quería seguir recordando esos malos tiempos que vivió ahí. Sólo quería empezar una nueva vida, alejado del encierro al que Alonso lo había sometido.

***

Más tarde…

San Nicolás de los Garza, Nuevo León.

Paseo La Fe.

Isabela, Jaime y Aquiles estaban en Paseo La Fe, caminando por las tiendas. Isabela portaba una blusa blanca de tirantes, minishort negro y un par de zapatos tenis blancos. Jaime portaba una playera gris de mangas cortas, pantalón de mezclilla negro y un par de zapatos tenis blancos. Aquiles portaba una playera blanca de mangas cortas, pantalón deportivo negro y un par de zapatos tenis blancos.

Los tres estaban platicando mientras caminaban.

—¿Ya se enteraron de que Mateo se escapó de la casa de Alonso? —preguntó Aquiles.

—No, Melissa me había contado algo así… —dijo Isabela algo pensativa—. Pero no sé si sea verdad…

—Yo tampoco me enteré mucho que digamos… —dijo Jaime.

—Pues lo crean o no, Mateo escapó de ese horrible lugar —dijo Aquiles sonriendo—. Finalmente Mateo está libre.

Isabela y Jaime quedaron sorprendidos tras haber escuchado las palabras de Aquiles. Apenas estaban enterados de que Mateo había escapado de la casa de Alonso.

—¿De verdad? —preguntó Isabela impresionada.

—Sí. Me llamó hace unos minutos —dijo Aquiles sonriendo.

—Entonces Mateo ya es un chico libre —dijo Isabela sonriendo.

—Sí, Isabela —dijo Jaime sonriendo—. No sé qué clase de milagro habrá ocurrido para que esto fuera posible, pero no cabe duda de que Mateo ya está libre de los tormentos de Alonso.

—Pues sea un milagro o no, me alegro de que Mateo ya esté libre de Alonso —dijo Isabela sonriendo.

—Sí, pero también me dijo Mateo que está muy asustado —dijo Aquiles ya preocupado.

—¿Por qué lo dices, Aquiles? —preguntó Jaime.

—¿Acaso Alonso ya se enojó? —preguntó Isabela.

—Sí, y lo peor es que ya tiene amenazado a Mateo —dijo Aquiles preocupado—. Dice que lo va a buscar por todas partes, si es necesario. Pero nosotros vamos a defender a Mateo, sin importar lo que tenga que pasar.

—Veo que tú también rompiste tu amistad con Alonso… —dijo Jaime tranquilamente.

—Sí, yo también… —dijo Aquiles—. Lo hice desde que le hizo a Mateo, lo mismo que le hizo a varios chicos más.

—Espero que Alonso pague por todo lo que le hizo a Mateo —dijo Isabela.

Los chicos estaban determinados a defender a Mateo de la crueldad de Alonso, sin importar lo que tuvieran que hacer para conseguirlo. Entendían que aunque Mateo ya estaba libre, aquella difícil lucha aún no había terminado, y debían estar preparados para lo que estaba por venir.

***

Más tarde, esa misma noche…

Guadalupe, Nuevo León.

Casa de Melissa.

Ya era de noche. El cielo estaba despejado, y la luna y las estrellas brillaban.

Habían pasado horas desde que Mateo escapó de la casa de Alonso. Sabía que no debía cantar victoria, pues Alonso podía estar decidido a tomar venganza.

Mateo estaba en la casa de Melissa, hablando con la joven y su mamá, en la sala de la casa. Los tres estaban sentados en la mesa. Melissa usaba una blusa celeste de tirantes, pantalón de mezclilla azul y un par de zapatos tenis blancos.

—¿Cómo que te escapaste de la casa de Alonso, Mateo? —exclamó Melissa impresionada.

—¿Es verdad lo que mi hija me había contado hace rato? —preguntó la mamá de Melissa.

—Sí, es verdad... —dijo Mateo tranquilamente—. Le dio un golpe a Alonso en la cabeza y aproveché para escapar. Finalmente pude alejarme de esa horrible casa.

—Me alegra que al fin hayas escapado de ese lugar, Mateo —dijo Melissa sonriendo—. Qué bueno que al fin vas a poder seguir tranquilamente con tu vida, después de todo lo que pasó.

—Pero, ¿acaso no tienes miedo de las represalias que Alonso pueda tomar contra ti, hijo? —preguntó la mamá preocupada.

—No, señora —dijo Mateo tajante—. Con todo respeto, sepa que Alonso me quitó tanto, ¡que hasta me quitó el miedo! Sé de lo que Alonso es capaz, pero ya no le tengo miedo.

—Te entiendo, hijo… —dijo la mamá de Melissa.

—Y quiero avisar que hago responsable a Alonso Armendáriz de lo que me llegue a pasar a mí o a alguno de mis seres queridos —dijo Mateo aún tajante.

—Sí, espero que no quiera tomar represalias por lo ocurrido —dijo Melissa preocupada.

—En fin, lo importante es que ya puedo seguir tranquilamente con mi vida —dijo Mateo tranquilamente.

Todos se veían tranquilos y en armonía después de lo ocurrido. En especial Mateo, quien no podía contener la alegría, después de todo lo ocurrido.

De repente, el celular de Mateo empezó a sonar. El chico sacó su celular del bolsillo derecho de su pantalón, lo desbloqueó y vio un mensaje de WhatsApp.

—¿Te hablan, Mateo? —preguntó Melissa.

—Sí, un mensaje... —dijo Mateo mientras veía su celular.

Mateo vio el mensaje, y se asustó al ver que era un mensaje de Alonso, el cual decía:

Alonso
"Hola, Mateo. No sé cómo te escapaste de mi casa, y mucho menos cómo te fuiste tan lejos."
"Pero vas a sufrir las consecuencias. Lamentarás haberte escapado. Esto apenas es el comienzo."

Mateo quedó completamente horrorizado después de haber visto el mensaje. Todos se veían preocupados por lo ocurrido.

—¿Estás bien, Mateo? —preguntó Melissa preocupada.

—¿Te encuentras bien? —preguntó la mamá de Melissa.

Mateo estaba muy asustado después de haber leído el mensaje. Tanto así, que se levantó de la mesa y salió corriendo. Preocupadas, Melissa y su mamá se levantaron y lo siguieron.

—¡Mateo...! —exclamó Melissa.

—¡Mateo, hijo! —exclamó la mamá.

Mateo estaba en la calle, asustado y con lágrimas en los ojos. Melissa y su mamá lo siguieron y se encontraron con él.

—¿Mateo? ¿Estás bien? —preguntó Melissa preocupada.

—¿Está todo bien, hijo? —preguntó la mamá.

—Ese mensaje era de Alonso... —sollozó Mateo asustado—. Alonso se enteró de que me escapé de su casa, y ahora tengo miedo de que me haga algo...

Mateo estaba paralizado después de haber leído ese mensaje, no sabía qué decir. Su mirada aterrada lo decía todo. Había escapado de la casa de Alonso, y las consecuencias serían graves.

***

Más tarde...

San Pedro Garza García, Nuevo León.

Casa de Alonso.

Alonso estaba en su habitación, recuperándose del golpe que había recibido de Mateo. Estaba profundamente furioso por saber que Mateo había escapado con Santino.

—No puedo creer que el imbécil de Mateo se haya escapado junto con Santino —dijo enfurecido.

Camino hacia su ropero y abrió una de los cajones. Sacó de él, una pistola negra y la contempló mientras la sostenía con su mano derecha.

—Ahora sí van a saber con quién se metieron —dijo furioso mientras veía la pistola.

Acto seguido, guardó la pistola en el bolsillo derecho de su saco y salió de su habitación y por ende, de su casa.

—¡Maldito seas, Mateo Sandoval! ¡Mil veces maldito! —gritó molesto mientras caminaba—. ¡No creas que te vas a vas a librar de mí tan fácilmente! ¡No me conoces realmente!

Estaba preparado para encontrarse con Mateo y vengarse de él por su escape. Pero al salir de su casa, se encontró con Aquiles, quien estaba furioso. Alonso lo miraba tranquilamente.

—Hola, Aquiles. ¿Cómo te va? —preguntó Alonso tranquilamente.

Aquiles se lanzó sobre Alonso y lo sometió contra la pared para reclamarle.

—¿Cómo te atreviste a abusar de Mateo, infeliz? —gritó lleno de ira—. ¿Cómo fuiste capaz de hacerle esto dos veces? ¡Eres un maldito enfermo!

—Vamos, hermano. ¿Por qué esa actitud? —preguntó Alonso sorprendido.

—¡No te hagas, Alonso! —gritó Aquiles furioso—. ¡Ya sé que abusaste de Mateo, no una, sino varias veces! ¿Cómo se te ocurre hacerle semejante maldad a un menor de edad?

Alonso soltó una carcajada histérica.

—¿De dónde sacas eso, Aquiles? —dijo después de reír—. ¿Tú crees que yo quería castigar a Mateo así? ¡No! ¡Yo solo le di una lección que no olvidará! ¡Le advertí que no se metiera conmigo, y como quiso pasarse de lanza, pagó las consecuencias!

—¡Hubiera preferido que lo dejaras sin comer, hijo de puta! —respondió Aquiles molesto—. ¡Es por eso que Mateo ya no aguanto más y se escapó de tu casa! ¡Espero que algún día pagues por todo lo que le hiciste!

Alonso soltó una carcajada.

—¿En serio crees que le voy a dar el gusto a Mateo de verme en la cárcel? ¡Te equivocas! —exclamó burlón—. El que Mateo haya logrado escaparse de mi casa no significa que se haya librado de mí. Donde quiera que esté queMateo, que sepa que esto es sólo el comienzo de su infierno. Lamentará haberse escapado, te lo juro.

Muerto de ira, Aquiles sostuvo a Alonso del saco y lo sometió contra la pared.

—¡Más vale que te alejes de Mateo, infeliz! —gritó Aquiles furioso—. ¡No voy a dejar que lo sigas lastimando! ¡De ahora en adelante, te aviso que Mateo ya no está solo! ¡Tiene amigos que lo van a defender de cualquier amenaza, incluso de ti!

Después de esa advertencia, Aquiles liberó a Alonso y se fue de la casa. Alonso se quedó afuera de la casa, enfurecido y lleno de ira.

—¡No creas que te vas a librar de mí tan fácilmente, Mateo Sandoval! —gritó furioso—. ¡Vas a saber de lo que soy capaz! ¡Te lo juro!

Enfurecido, Alonso empezó a planear su venganza contra Mateo.

¿Qué opinas del capítulo?

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