Capítulo 6 • Los dioses
Otro lúgubre día en la Isla de los Perdidos, nada nuevo había nunca. Los mismos idiotas de siempre alardeando de lo fuertes o malvados que eran, pero huían cuando alguien más fuerte que ellos aparecía en frente.
Dos chicos habían tenido la osadía de decir que Mal no era tan mala como aparentaba... Teniéndola detrás de ellos. Escaparon como pudieron de sus manos y corrieron lejos, sin embargo más los perseguía por toda la isla, si ella lograba alcanzarlos iban a ser asesinados. Corrieron por el mercado, empujaron, lanzaron y pisaron la mercancía de varios puestos en un intento por hacer que Mal desistiera.
Las piernas comenzaron a fallarles cerca de las tiendas bajo la montaña de basura que ni siquiera los isleños querían.
John, el más alto de los dos empujó a su hermano menor dentro de una tienda, dejando que Mal se concentrase solo en él. John uso a dos sujetos parados en medio de la calle para protegerse de Mal y al parecer le funcionó.
Hadie y Helmut, hijos de Hades, dios del inframundo. Ambos se giraron para ver la razón por la que el chico los usaba como escudo humano. Ambos eran tan altos como Hades, los mismos ojos grisáceos y cabello azulado, la misma mirada despectiva hacía los demás.
— ¿Todavía haces berrinches por que se burlan de ti? - Helmut habló con su voz gruesa que ponía nervioso a más de uno.
Hadie, siendo el mayor de los hermanos simplemente ignoro la situación.
— No se metan, esto es entre él y yo - les gruñó Mal.
— Ya déjalo en paz - le ordenó Helmut —. No quieres tener problemas con nosotros. Somos los hijos de Hades.
A Mal le hirvió la sangre en las venas, sus ojos verdes ardieron de la rabia. La gente de alrededor comenzó a juntarse en círculo esperando una confrontación entre los hijos de Hades y la hija de Maléfica.
Hadie puso la mano sobre su hermano menor y lo detuvo antes de empezar una pelea. Observó a Mal con tranquilidad, suplicandole que olvidara el asunto y se fuera sin hacer un escándalo.
— Seremos los hijos de Hades, pero ella es la hija de Maléfica. Ella es quien reina este apestoso lugar.
— No dejaré que una mocosa con el ego demasiado crecido me humille - gritó Helmut
Mal quería pelear, después de todo estaba a la altura de ambos semidioses, sin embargo, si lo hacía tendría que hablar con Hades sobre lo sucedido y realmente no quería toparse con él.
Ignoró a ambos hermanos y miró a John.
— Si vuelvo a verlos en el palacio del dragón... ¡Voy a lanzarlos de la torre más alta! - exclamó escupiendo una pizca de su cólera. Se retiró refunfuñando y pateando lo que tuviera en frente.
— Es una malcriada - dijo Helmut.
— Tú, deja de meterte en problemas con la hija de Maléfica - le pidió Hadie a John. El muchacho asintió, pero una idea se formuló en su cabeza. Mal podía ser ruda y mala, pero ni ella se atrevía a pelear con los hijos de un dios. Si Hades saliera más seguido de su cueva dejaría de ridículo a Maléfica y su hijita. Si él pudiera aliarse con los dioses podría cambiar las cosas en la Isla de los Perdidos.
(***)
Atardeció, Mal estaba en las escaleras de su casa platicando con sus amigos sobre las tontas revistas que llegaban de Auradon, entonces vio el contorno de alguien esperando en la esquina de una tienda. Era Hadie, observándola a la distancia. Mal sabía lo que eso significaba y de inmediato se le revolvió el estómago.
— Ya estoy cansada - les dijo lanzando la revista al lodo —. Váyanse.
Carlos e Evie no hicieron preguntas, ellos también estaban cansados y conocían a Mal el tiempo suficiente para saber que si se ponía de ese modo era por algo que la ponía nerviosa.
Jay se dirigió a su tienda. Faltaban dos horas para cerrar el negocio y su padre se pondría como loco si no veía a Jay en caja esperando a los clientes. El moreno visualizo por el cristal de la tienda que Hadie se acercaba a Mal, pero no pudo escuchar nada de lo que decían.
— Helmut habló con Hades sobre lo de esta mañana.
— ¿Y eso porqué me importa?
— Quiere que vayas y hables con él.
— Helmut puede irse al...
— No juegues conmigo, sabes que no estoy hablando de Helmut.
— No quiero hablar con Hades.
— No te está preguntando te está ordenando. Iras a verlo a la media noche ¿escuchaste?
— Pff, demonios - maldijo y se llevó la mano a la cabeza, despeinando su cabello púrpura —. Me esta ordenando, ¿Quién se cree que es? Es un terco y arrogante.
— De tal palo tal astilla ¿no es cierto, hermanita?
Mal no solo era la hija de Maléfica, sino que también era la hija de Hades. Los dos seres más malvados y poderosos de todos los tiempos se habían juntado para tener una hija. Mal sería la emperatriz del mal y reina del inframundo algún día si lograba escapar de la Isla. Sólo que en realidad, Hades no reconocía su potencial y él prefería a alguno de sus hijos para heredar el cargo.
Mal siempre fue la hija de Maléfica, ni una sola vez en su vida se había visto a sí misma como la hija de Hades. Él la abandono después de nacer y ninguno de los dos se molesto en cruzar algún tipo de palabra desde entonces. Algunas veces tenían breves visitas que se resumian en miradas altivas y gruñidos.
— No faltes, o él mismo vendrá.
— ¿Ya le dijo a Helmut?
— No. Helmut no sabe que es el hijo de en medio. Tampoco creo que se lo diga.
— Bien, ahí estaré.
Mal tomó aire y se mentalizo para realizar la visita a la cueva de Hades. Con un poco de suerte nadie la vería y Maléfica jamás sabría que fue a ver al inútil de su padre. No contaba con que los ojos curiosos de Jay la seguirían toda la noche.
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