Capítulo 24 • Cita
Mal estaba experimentando su primera cita. No podía creer que estaba haciendo eso, después de todo para ella los noviazgos eran una pérdida de tiempo y una condena para vivir atado a alguien de por vida y ella no quería eso.
Anthony se jactaba de ser el chico más codiciado de la Isla, incluso por encima de Jay que era conocido por robar tantos corazones como quisiera.
Mal podía reconocer por que él era tan deseado. A diferencia del resto de chicos de la Isla de los Perdidos, Anthony era más gentil y menos canalla que otros, seguía siendo un villano por supuesto, pero nunca perdía ese toque de elegancia y encanto que cautivaba a las chicas.
— ¿No te parece maravilloso pasar un tiempo agradable haciendo lo que te gusta? - preguntó él, usando ese tono de voz meloso que fastidiaba a Mal.
— Bueno, la comida sabe mejor hoy, pero no estoy segura de que sea un tiempo agradable - dijo quitando una envoltura de plástico de su plato.
Parecía que Anthony maldecía por dentro. Miró con severidad a los meseros. Él había pedido y sobornado a todo el restaurante de buscar los mejores ingredientes y hacer el mejor trabajo posible para impresionar a Mal.
El muchacho jamás negaría que buscaba acercarse a ella para sentir el poder en la palma de su mano, anhelaba gobernar la Isla de los Perdidos como si fuera un rey y eso lo podia conseguir a través de Mal, sin embargo dentro de él existían sentimientos genuinos de cariño por ella.
La ojiverde casi se atraganta con su plato cuando en un breve pestañeo creyó ver a un guapo príncipe frente a ella. Acababa de notar que Anthony y el príncipe de sus pesadillas eran bastante similares. Ambos con cabello castaño, aunque Anthony lo tenía un poco más oscuro; sonrisas tontas de príncipe de cuento; los mismos ojos que reflejaban todas sus emociones.
— ¿Te sientes bien?
— S-Sí, yo... ¿Te estas divirtiendo?
Él respiró tranquilo. Al parecer Mal estaba dando su mejor esfuerzo por llevar a cabo una cita agradable.
— Realmente sí, me gusta pasar tiempo contigo.
— Nos hemos cruzado a lo mucho dos veces en la vida.
— Hemos estado juntos toda la vida, siempre hemos ido a las mismas escuelas, tenemos los mismos amigos, tú oyes mis rumores y yo oigo los tuyos, nadie es un extraño en esta Isla, que hasta ahora notes mi presencia es otro asunto.
— ¿Por qué quieres salir conmigo? Aparte de obviamente quedarte en mi trono.
— Por qué me gustas. Eres una chica realmente guapa, además que bajo los estándares de la Isla eres muy atractiva. Una mente malvada envidiable, un linaje de emperatrices sorprendente, fuerza extraordinaria... Genuinamente eres una mujer que cualquier hombre desearía.
— Cierto - pensó Mal en voz alta —. ¿Qué tienes tú para ofrecerme?
Anthony quedo en silencio un segundo por la sorpresa.
— También tengo sangre noble. Soy un hombre muy meticuloso, tal vez no tengo tanta fuerza física como otros, pero mi mente lo compensa.
— Sí tú y yo saliéramos... ¿Cuál sería tu tipo de reinado?
— Por supuesto que contigo a mi lado sería un reinado con mano de acero, las cosas se harían correctamente y no aceptaría margen de error, ni siquiera permitiría a los débiles hacerse llamar villanos.
— Vaya ¿dices eso de verdad?
— Por supuesto, los villanos hemos decaído desde que Bestia nos encerró. Si queremos reconquistar Auradon necesitaremos sólo lo mejor de lo mejor.
— Haz dicho algo con lo que estoy de acuerdo - se levantó de la silla. Anthony también —. Si no hay espacio para débiles, entonces no hay lugar para ti en el poder.
— ¿Eh? ¿Qué dices?
— Mi gobierno será justo como lo acabas de imaginar, pero será dirigido cien por ciento por mí.
— Necesitarás a alguien que te aconseje, te de apoyo en momentos difíciles, alguien como...
— ¿Un novio? Lo siento Anthony, los novios no sirven para nada. Pero tranquilo, habrá alguien que me aconseje durante mi reinado.
Mal salio del restaurante dejando a Anthony solo en la mesa. Aunque la cita había durado muy poco, Hadie tuvo el tiempo suficiente para idear un plan y así evitar la titanomaquia.
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