Una Isla en medio de la Nada


La Isla de la Dra. Lisa Loud.

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-¿Cómo nos permitimos llegar a esto, Lisa?- Preguntó nuevamente Lincoln para después, soltar lentamente el humo del tabaco.

Aquel sótano de esquinas enmohecidas y penumbras, no hacía eco alguno de sus palabras.

-Primero, es responsabilidad absolutamente mía, hermano. Y segundo, sabes que no teníamos opción.-

-No puedes decir que solo es tu responsabilidad, Lisa, ¡son mis hijos!-

Aquella mujer de cabello castaño, bata de médico, blusa verde de cuello de tortuga y gruesos lentes, anotó algunas cosas en una tabla que sostenía. Luego, la dejó en la mesa para capturar algo en su PC.

-Sabes bien que no es así, Lincoln. Si quieres entablar un parentesco, a lo sumo serían nuestros sobrinos.-

-No teníamos que llegar tan lejos. No debimos...-Volvió a calar el cigarro y sacó el humo con fuerza.

-¿Te repito otra vez?, sabes que no teníamos opción; la vida de miles de personas, incluyendo la de nuestra madre, estaba en peligro...

...además, te prometo que Lulu, es la última, Lincoln. Es nuestro gran final.-

-¡Eso me dijiste la última vez, y míranos aquí!- El hombre se puso de pie y caminó hacía el fondo del sótano, hasta donde estaba aquel enorme cilindro de metal, desde donde, en una pequeña rendija de cristal, podría entreverse que algo yacía dentro.

-Nuestra familia, Lisa, piensa que estamos trabajando en algo maravilloso, que contribuimos a la humanidad, y en vez de eso, estamos aquí en esta monstruosidad.-

-¿Les estas diciendo monstruos?-

-Ellas son ángeles. Los monstruos somos tu y yo.-

Aquella joven doctora de 24 años se le quedo viendo a su hermano sin ningún tipo de emoción en su rostro. Abrió un cajón de su escritorio y de una caja blanca, sacó un cigarro. Lo encendió.

-Entonces sí, hermano, somos los monstruos.- La joven soltó el humo y continuó.- Pero a través de la historia de la humanidad, Lincoln, alguien tiene que ser el Judas, para que haya salvación. De que le sirve a la humanidad, todos buenos...y todos muertos. -

* * * * * * *

A poco más de 300 kilómetros de la costa Este de Estados Unidos, una isla había sido cedida por el gobierno, a la condecorada doctora Lisa Loud y a un grupo de científicos bajo su liderazgo.

En un acto de suprema urgencia, no se habían escatimado en gastos al construir tres complejos subterráneos, donde lo mejor de diversas tecnologías mundiales, se desplegaron.

Todo estaba permitido en su investigación, pues el tiempo apremiaba.

Un desorden genético hereditario estaba coartando los nacimientos en varios países del mundo: esterilidad, malformaciones, abortos espontáneos. Sin contar que el tiempo de vida de las personas en los lugares afectados se estaba reduciendo visiblemente.

Sin dejo de causas químicas recientes, se especulaba una respuesta a exposiciones generacionales; partículas ínfimas absorbidas y heredadas de padres a hijos, producto de la polución del aire, del agua y de la tierra.

Y se estaba expandiendo.

En un concilio secreto, la mejor propuesta presentada para frenar la futura pandemia, fue la de la doctora Lisa Loud, quien contaba ya con una fuerte reputación en el gremio. Sin embargo, el mecanismo de experimentación, era lo que tuvo dividido al consejo...hasta que la esposa de uno de los miembros sufrió un aborto, sin razón aparente.

Las reglas se rompieron, por urgencia.

Y lo urgente dejó de lado, a lo importante.

* * * * * *

-¿Cómo fue que obtuviste las muestras de médula nuestras hermanas, Lisa?-

Lincoln Loud estaba acostado en aquella cama, viendo el percudido techo de uno de los cuartos del sótano. La sombra de un extractor de aire lateral se proyectaba contra la pared frontal.

-Tengo muestras de todos ustedes desde que tengo 5 años, Lincoln. Les implante chips de rastreo a las 6, ¿de qué te sorprende?-

Lisa estaba acostada al lado de él. Ambos tapados hasta el medio cuerpo con la sábana. Afuera, caía una tormenta; aunque en ese lugar, el ruido apenas era perceptible.

-¿Pero, lo que tenías te fue suficiente para lo que estamos haciendo? –

Ella se giró para verlo, se acomodó los lentes.

-No, no iba a ser suficiente. Seis meses antes de que se diera el concilio, obtuve todo lo que necesitaba.-

-Seis meses antes...¿En navidad?-

-Si.-

-Pero, ¿en que momento?-

-Es mejor que no lo sepas. Luego te molestas.-

-Es que siempre has sido así, Lisa. Invades la privacidad y violas la confianza, y nunca has parecido sentir remordimientos.- Lincoln se volteó para verla y le acarició el rostro. Ella puso su mano en la de él. -Me da miedo que esta vez tampoco estés comprendiendo el impacto de...todo esto...-

-Soy una genio...-

-No es una cuestión de inteligencia, Lisa, es una cuestión de percepción emocional. De empatía.-

Ella bajó la mirada y cruzó los brazos en el pecho.

-No tengo tiempo para eso, Lincoln. Lo comprendo, pero no puedo asimilarlo fácil, y la verdad tampoco quiero. Esto debía llevarse a cabo y si lo reflexiono mucho, terminaré encontrando la culpa de la que he estado huyendo.-

Lincoln la abrazó al verla vulnerable, le pegó a él y le besó la cabeza.

-Perdóname. Solo...estoy cansado, Lisa. Mi Lisa.-

-Gracias por estar conmigo, Lincoln. Gracias.- Dijo ella, cerrando los ojos.

* * * * * * *

-¡Lo que dice esa mujer es una locura! ¡Pretende crear una vacuna para algo que no se cura con anticuerpos!-

-¡El que usted no entienda mi idea, no la desdeña! ¡Le llamé vacuna para que su cerebro de simio comprendiera!-

-Doctora Lisa- Dijo el Magister.- ¿podría explicarnos a grosso modo, a que está usted refiriéndose?-

-Hablo de una mutación genética aguda que sirva de candado a la degradación hereditaria. Una partícula de ADN que se adhiera a la cadena del suministrado deteniendo la enfermedad.-

-¿Y usted cree poder crear semejante cosa? ¿Una partícula de ADN capaz de modificar el ADN del portador específicamente para esta enfermedad?-

-Si me dan el apoyo adecuado, estoy 70% segura de conseguirlo en un máximo de 4 años.-

-Magister, lo que dice esa mujer es una desfachatez, semejante cosa es imposible. Es algo que ya se ha intentado.-

-Yo también lo creo imposible, Doctor.

Lisa Loud, dígame, ¿Cómo pretende llevar a cabo semejante tarea?-

Lisa se levantó de su asiento y caminó hacía el Magister, un hombre cano y de lentes redondos que recibió de las manos de la joven, una carpeta blanca.

-Este es mi proceso de trabajo experimental. Algo que nunca se ha intentado. Como todo modelo, es a través de prueba y error, pero las probabilidades de aislar el componente son viables.-

Aquel viejo científico tomó la carpeta y comenzó a hojear.

Saltaba diez hojas, regresaba cuatro, avanzaba dos, volvía cinco, el movimiento de sus cejas pasaba de ceñó fruncido a verdadera sorpresa, aumentaba la ansiedad a todos los reunidos.

A todos menos a ella. Lisa Loud lo miraba con seriedad detrás de sus gafas.

El hombre cerró la carpeta.

-Ningún país va a permitir que se lleve a cabo semejante cosa en su suelo, Lisa.-

-Es por eso que necesito hacerlo fuera de cualquier jurisdicción, Magister.-

-Aja, y dime, ¿y los sujetos de prueba? ¿Quién se va a prestar para algo de esa...magnitud?-

Lisa tomó la carpeta y la abrazó a su pecho. Sonrió levemente.

-De eso no se preocupe, Magister. Eso es problema mío.-

* * * * * *

-La isla tiene una superficie de 160 Km2, con una longitud máxima de 21 km. Cuenta con un puerto bien establecido y una pista de aterrizaje por donde llegan suministros con cierta regularidad.-

-El número de habitantes es desconocido, sobre la superficie, solo hay una enorme casa tipo mansión blindada por una enorme muralla. Dicen que tiene de todo.-

-Y ¿quién vive allí, tío?-

-Unos dicen que son narcotraficantes, otros que son instalaciones de gobierno. Que hacen experimentos con humanos, dicen. Desde hace ya tres años no nos dejan acercarnos, de hecho, si seguimos avanzando, una lancha con gente armada nos saldrá al paso. Y dicen que gente a desaparecido.-

-Que miedo. No quiero ir. Vámonos mejor, tío.-

-¿No que muy valiente? Y eso que no sabes sobre la doctora.

-¿Ella quién es?

-Dicen que es la líder del cártel, o la mera jefa de todo. Que experimenta con niños...

...dicen, eso es lo que dicen.-

* * * * * *

Lisa Loud salió al patio de la mansión.

Con su eterna bata y su blusa verde, caminó con un mano en el bolsillo y otro ocupada en su cigarro.

No acostumbraba salir con frecuencia de los complejos subterráneos, y mucho menos, al patio; por lo que la luz del sol le causaba una punzada en los ojos, aunque se protegiere con la mano.

-Que te trae por aquí, Lisa.- Preguntó Lincoln, quien venía de uno de los costados de la casa. -Recibí tu mensaje y vine tan rápido como pude.-

-¿Por qué te haces cargo tú personalmente de las niñas? Tienen maestros para todo, de piano, de natación, de matemáticas...-

-No me gusta que se sientan solas con esta gente en la que nunca he confiado, Lisa. No me importa lo que digas, lo tengo como deber.-

-Necio, es gente preparada, me ayudarías más allá abajo, en el laboratorio, de lo que haces aquí.- Caló su cigarro.- Necesito a los sujetos de prueba 4 y 6.- Liberó el humo de sus pulmones y pegó un suspiro aliviado.

-Los tendré conmigo toda la tarde.-

-Lisa, no es nada serio, ¿verdad?-

-No, ellas ya no son útiles para nuestra misión. Solo deseo cotejar datos y ellas presentaron algunas irregularidades que me son llamativas. Te las devolveré intactas, capitán nervios.-

-Bien, confío en ti.- Dijo Lincoln y le quitó el cigarro. Le pegó una fumada y lo apagó. -No fumes en la casa por favor.-

-¿Qué? ¿Temes que desarrollen cáncer? Lincoln, monitoreo sus cuerpos desde antes de que nacieran, si una célula se mueve sin mi permiso, la extermino. Así que de nuevo, relájate.- Lisa, sacó otro cigarro y lo prendió.

Lincoln torció un poco la cara.

-Es mas por la imagen que damos.- Le volvió a quitar el cigarro y lo rompió.- Voy por ellas.-

Y con algo de molestia, aquel hombre de cabello blanco caminó por el largo corredor. No le gustaba que las llamara "sujetos de prueba" y era algo que ya habían discutido, inclusive, a gritos.

Hacía el final y esquina de la casa, se daba ha una especie de espacio deportivo de varias canchas, donde la primero que se encontraba era una con una red de voleybol.

Allí, había 6 chicas jugando. Lincoln las vio y, como siempre, le pareció estar viendo a sus hermanas. Todas hermosas.

Suspiró con tristeza.

"Que hemos hecho" Era el pensamiento que día a día, le comía la humanidad.

Luego gritó:

-¡Lupa! ¡Libby! ¡Pueden venir un momento por favor!-

* * * * * * * * * * * * * * * *

Inicio esta nueva historia que, bueno, tendrá a los Sinkids sin razón de incesto. Tenia rato que quería escribir algo sobre estos chicos pero sin meterme en las cuestiones incestuosas (que no creo que este exento este fic de ello). 

Además, no tengo un solo one de Lisa como prota y bueno, le tocó fic.

Espero que les guste.

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