Nuestro secreto


Akane volvió a la habitación sonriente. - Ya estoy aquí dijo parándose frente al chico que estaba esperanzado, el cual no dudó en escuchar la noticia de que si lo dejarían ir al parque- Tu padre me ha dicho que no.

- ¡Lo sabía! He ganado la apuesta- se dirige a un oso de peluche gigante y le arrebata dinero de su pata. Eso la dejó algo desconcertada ¿él había apostado con un juguete? - Le dije que no lo conseguirías y él me ha dicho que si, bueno he ganado yo.

Ella solo sonrió pues los niños son un misterio a veces y con una imaginación increíble. Simplemente pasó ideando algo aquella mañana mientras impartía clases. El chico acostumbraba a tomar la siesta dos veces al día y a media mañana estaba sintiendo cansancio.

La joven con una regla de madera sonó con firmeza sobre un libro de texto haciendo que este se espabilara un poco.

- Tengo sueño... - bosteza- y hambre, no he podido desayunar bien. - dijo mientras se dejaba caer sobre la libreta de apuntes.

- No eres más que un niño caprichoso- ante el comentario él sonrió pues hasta ahora había logrado que sus niñeras salieran corriendo por lo insoportable que llegaba a ser, Akane sabía que él solo necesitaba la atención de su padre, pero este estaba ocupado y no solo el trabajo lo alejaba. - Bueno, paramos aquí y pediré algún refrigerio.

En solo unos momentos ambos estaban sentados en el jardín merendando algo ligero, Akane solo podía pensar en el pobre niño cuando se enterara de que su padre mantenía una relación con su asistente.

- ¡Estoy aburrido! - dijo dejando su chocolatada a medio tomar.

- Aburrido ¿eh? Bueno y ¿qué tal si te cuento algo? pero tienes que jurarme que no se lo dirás a nadie.

Él la miró muy ilusionado - ¡Dime, dime!

- ¿Me lo prometes? - preguntó ella a lo que él asintió. Le propuso ir al parque una vez a la semana, sábados para ser exactos, sin que su padre se diera cuenta solo diría una mentira piadosa, supuestamente tendría permiso para salir con él.

Shindou tenía un poco de descanso después de dos reuniones ese día. Su asistente llega diciendo los últimos informes.

Él simplemente escuchaba mientras miraba por el cristal el panorama para distraerse- Tal vez debería de sacar tiempo para mi hijo.

- ¿Señor?... - Ella dejó de ver sus carpetas para escuchar lo que decía. - Bueno y que tal si le planeo algo para los tres, digo ya que usted y yo tenemos una relación.

- No lo sé, aunque llevamos saliendo solo un año y mi hijo te obedece, no quiere decir que te llegue a tomar cariño.

- Pues pienso ganarme a tu hijo.

- No será tarea fácil- dijo él mientras se levantaba de su silla- Tendrás hasta la otra semana para ganarte su cariño. Ya que pienso que es hora de que todos sepan que llevamos una relación. - dijo mientras veía el calendario de su teléfono- Haré un baile en casa y todos estarán presentes para que se conozca lo nuestro.

- ¡¿En serio?!- ella se abalanza para abrazarlo y besarlo- Te amo, te amo, te amo.

Te amo, palabras que en años no había dicho Shindou, se quedó pensando un poco mientras ella decía cosas de las que él no prestaba atención, perdido en sus recuerdos. A pesar de salir en secreto nunca había llegado a amarla como lo hizo con su esposa fallecida.

Era de noche cuando él llegó a casa junto a su asistente, dejó que llevaran su maletín de trabajo a su habitación, y se dirigió a la de su hijo, tocó antes de entrar, justo Akane estaba ayudándolo a abotonarse el pijama.

- Lamento la demora. – dijo a su hijo que muy emocionado fue a darle un abrazo.

- Te extrañé todo el día y no viniste a cenar.

- Mucho trabajo y tengo que decirte algo. - comenzó él, en tanto Akane solo pidió retirarse ya que después de todo hablarían de asuntos familiares, pero él la detuvo- Lo que le diré a mi hijo lo sabrán todos, por favor quédese.

- Bueno, está bien. – Tomó asiento en una silla de la habitación y Hiroshi se sentó junto a ella mientras recostaba su cabeza en el brazo de ella y miraba con atención a su padre.

- Tendremos un baile la semana que viene, será una fiesta en grande.

- ¡Será mi primer baile! - dijo emocionado mientras saltaba por la habitación.

Akane se levanta- Está muy contento.

- Si, bueno es la primera fiesta en grande que haremos en años.

El chico se detiene y los mira- pero... yo no sé bailar.

- No es problema, si me lo permite puedo enseñarle, estoy preparada para todo.

- Bueno se lo encargo. - dijo él para luego ir a llevar a su hijo a la cama y arroparlo.

- Quiero un cuento antes de dormir. - Shindou suspiró ante la petición de su hijo, luego miró a la joven institutriz, y ella lo animó dándole un libro que al niño parecía llamarle mucho la atención.

- Bueno, está bien. – se sentó en el borde de la cama y comenzó a leer, en tanto Akane empezó a ordenar los útiles que se hallaban algo desorganizados en el escritorio.

El niño terminó por dejarse vencer del sueño, su padre amorosamente depositó un beso en la frente del pequeño y lo abrigó bien. Luego se dirigió a ella para agradecerle su labor desde ayer.

- No es nada, disfruto mucho lo que hago y a pesar de que al principio no me aceptaba mucho, ha ido aflojando un poco, por lo menos no me llevo tantas rabietas de su parte.

- Es que le hace falta a su madre y pues...

- Lo comprendo, aunque ninguna persona en este mundo podrá reemplazarla jamás- su mirada denotaba un poco de misterio, ocultaba algo ella.

Akane sabía lo que estaba pasando a las espaldas del menor, ella solo callaría. Se despidió y salió de la pieza del niño, dejándolo un tanto confundido.

Pasaron unos días y Akane muy decidida y con paciencia después de las lecciones se encargaba de enseñarle a bailar, recordando cuando recién empezaba a prepararse, todo lo que tuvo que aprender para impartir conocimientos a niños de clase alta, todo lo que le costó.

Dos días de practica y él niño parecía haber aprendido lo básico o por lo menos para no dejar mal a su padre. Solo estaban ellos dos en aquel salón con la música clásica que sonaba.

- A los adultos les gusta mucho lo clásico, yo prefiero otros tipos, algo más divertido y que uno se pueda mover.

- La clásica es muy bonita y hace relajar a las personas, aunque bueno uno puede poner algún tipo de música acorde a tu edad. - Ella cambió la música y puso un poco de música pop, generalmente muy popular entre los más jóvenes y comenzaron a bailar animadamente.

Tanto que las risas de Hiroshi comenzaron a escucharse en la habitación y luego resonar fuera de la misma, algunos de los sirvientes se sorprendieron Incluso Shindou se acercó a ver la escena y que su hijo ¿reía? Hace mucho que no lo veía de esa forma, siempre estaba malhumorado y eran pocas las veces que sonreía.

Deleitado se quedó admirando a su hijo disfrutar, aquella joven había logrado en pocos días sacarlo de depresión constante.

La asistente se acerca a ver de igual forma- Señor, esto es inaceptable, en mi vida había visto a una institutriz que no cumpliera con los requisitos necesarios, discúlpeme he cometido un error, mandaré a solicitar a otra de inmediato.

- No, déjalo, no todas son iguales y ella es muy diferente. - Shindou no pudo evitar mirar la dulce sonrisa de la maestra de su hijo y esa alegre y tierna risa que salía de su boca.

Akane podía ser dócil y en otras muy estricta, eso se reflejaba en el comportamiento del niño que iba mejorando y ya no era muy contestón que digamos.

Las lecciones iban mejorando, Akane sacaba tiempo para enseñarle juegos y que aprendiera a cocinar.

- Hoy aprenderás como hacer galletas con chispas de chocolate.

- Bien...- el chico sostenía un tarro de galletas especial que siempre había querido llenar. - las meteremos en el tarro de la vaquita que me regalaron en mi cumpleaños.

- Perfecto- dijo la castaña y a su vez se ponía un delantal y una vez terminado con ella le puso uno a su alumno.

Las cosas marchaban bien hasta que en cierto punto el chico para no aburrirse tomó un poco de harina y sopló a la cara de Akane, esta solo tosió y con una mirada retadora lo imitó.

Y eso mientras esperaban a que estuviesen lista las galletas que habían metido al horno. En tanto eso se había vuelto una batalla campal entre los dos esparciendo harina por la cocina, eso sin mencionar que las tres sirvientas que estaban ahí solo esquivaban que no les callera la harina que lanzaban y que al final ellas terminarían limpiando todo.

Justo en medio de la pelea suena la campana anunciando que estaban listas las galletas, Akane y Hiroshi se detienen y se miran el uno al otro- ¡Están listas! - dicen ambos, ella va a sacarlas.

En tanto Shindou y su asistente venían por el pasillo ya que les habían dicho donde encontrarlos pues no estaban en la habitación.

- Seguro este regalo le gustará a Hiroshi. - dijo la joven mujer.

- Si, de eso no tengo dudas a él le encantan las historias.- dijo Shindou.

Al llegar a la cocina, Akane tenía la bandeja en sus manos viendo que todas estuvieran perfectas. La asistente pegó un grito y Shindou no podía creer lo que veía.

- ¡¿Qué es lo que ha pasado aquí?! Nos ausentamos un momento, dejando todo controlado y ¿se forma un desastre inmenso en la cocina? Yamana-san esto es inaceptable. - dijo la asistente.

- No la culpe a ella, he sido yo el que comenzó- dijo Hiroshi tratando que no le echaran todo el problema.

- No importa quien haya empezado, la cuestión es que no debió pasar, estoy dudando seriamente sobre su profesionalismo. - dijo la asistente, eso hizo que Akane temblara un poco ya que ella dependía de su sueldo y eso que apenas iniciaba. - Ustedes a limpiar. - mandó a las tres que solo obedecieron.

Ella salió de la cocina algo alterada, en tanto la pobre Akane estaba apenada por su comportamiento- Lo lamento señor, no volverá a pasar.

Este solo la miró- ¡¿Eh?! No se preocupe- dijo para tomar una servilleta de papel y probar una galleta de la bandeja que sostenía ella. – Pues hicieron un buen trabajo con las galletas, muy deliciosas. - Akane solo esbozó una sonrisa ante el comentario, éste salió de la cocina.

Akane muy apenada quería alivianar las cosas- Hiroshi ¿por qué no ayudamos a limpiar?

- ¿Por qué? no es nuestra labor.

- Aunque no es nuestra labor, por que cada uno cumple un trabajo en específico en esta casa, es deber de ayudar ya que es nuestro desastre. Las tres sirvientas se opusieron, pero Akane insistió en ayudar junto al niño, aunque este solo se quejara- Además la recompensa será mejor disfrutada después, hay que tener un corazón humilde y por eso ayudamos a las demás personas.

La cocina estuvo impecable en poco tiempo, Hiroshi en su vida había tocado algo de la limpieza o hecho algo así, pero no le pareció tan mal y menos si al final probase un par de galletas y leche para acompañar. El fue a comer tranquilo a su habitación en tanto Akane ofreció a las tres chicas galletas y luego las guardó justo donde Hiroshi quería y las dejó ahí.

Akane tenía demasiada amabilidad, eso fue lo que dijeron las tres sirvientas una vez ella dejó la cocina para ir a cambiarse.

En tanto Hiroshi estaba sentado muy feliz en su habitación degustando aquellas galletas y entra la asistente, pero antes toca. - ¿Puedo pasar?

El solo la mira y hace un movimiento de hombros, como si le diera igual o no si pasaba.

- Mira, he ido a comprar un obsequio para ti. - se acerca a él y le muestra el regalo.

Estaba un poco enojado e iba a reaccionar de la peor forma despreciando el obsequio, luego recordó las enseñanzas de su institutriz y se la imaginó con cara de decepción, no quería ver esa expresión en ese rostro de ella. - Gracias- lo toma. - ¿puedo abrirlo?

- Claro, es tuyo- Ella miró como lo abría para ver si le gustó- Y ¿Qué piensas?

- Pues, supongo que lo leeré más tarde.

- Si quieres, puedo leértelo como si fuese tu madre.

- No lo eres, pero no te preocupes en verdad puedo leerlo.

- ¿Y que tal un abrazo en agradecimiento?

Este solo la miró con algo de fastidio pues en su vida la pensó abrazar y más cuando hubo gritado de esa forma minutos atrás.

Ella se sintió un poco incómoda y cambió de tema – Oye deberías de asearte y no comas muchos dulces o engordarás.

En eso Akane toca y el chico la deja pasar, la chica hizo una reverencia con una mirada algo apenada, Hiroshi solo se levantó de su silla y fue a enseñarle el libro y de quién lo había recibido.

- Espero que le hayas dado las gracias. - El chico solo sonrió asintiendo.

- Bueno, los dejo para que sigan con sus lecciones- La mujer sale de habitación.

Akane viendo que el chico estaba lleno de harina, toma un cambio de ropa. - ¿Quieres tomar un baño?

- Si, señorita. - responde y deja el libro en la mesa.

Akane le prepara la tina y el niño tira los juguetes que usualmente usa para jugar mientras toma el baño. Ella se le une para jugar, pues en sí se inventaba aventuras de barcos que se hunden por alguna extraña criatura marina y que solo uno sobrevive. Al terminar ella lo envuelve con una toalla de gatito y lo seca.

Toma un peine y desenreda los rizados cabellos del niño, herencia de su padre, luego de que quedara listo con su cabello ella lo levanta para que se viera en el espejo del baño. - ¡Que guapo quedaste!

- Tiene razón. - dijo, ella lo baja y él va corriendo a vestirse, aunque con los calcetines era un poco complicado, ella le ayudaba, incluso para atar las agujetas de los zapatos.

Ya para la tarde las clases habían concluido y Akane lo premió con una estrella en su frente.

- Muchas gracias maestra, se la enseñaré a papá en la cena.

Para el momento de la cena Akane ya estaba más presentable que horas antes, todo el trabajo era complicado, pero justo era lo que el menor necesitaba, atención y que alguien lo guiara ya que por lo visto su padre estaba "muy ocupado" con cierta persona y le daba coraje que lo dejara así, los pequeños no son para siempre, un día crecen y se alejan.

A la hora de la cena Hiroshi muy entusiasta fue a saludar a su padre y para enseñarle su estrella en la frente.

- Oh ya veo que estás aplicando, hijo sigue así y tendrás muchos obsequios para navidad.

- ¡Si! – El chico corrió hasta el comedor.

Akane que estaba ahí supervisando, hizo una leve reverencia y siguió tras él- Hiroshi-sama no grite y no corra.

- Pero si usted hace lo mismo. - dijo Shindou negando con la cabeza y con una sonrisa en su rostro, en verdad esa institutriz era un caso especial.

Incluso cuando cenaban el niño repetía los movimientos de ella, eso significaba que ya la había aceptado.

Cuando fue la hora de dormir el niño pidió a Akane que le leyera el libro que le habían traído, ella algo sorprendida quedó pues siempre pedía que se lo leyera su padre, ella se sentó y comenzó a leer incluso lo actuaba y hacía voces para entretenerlo y pronto se quedó dormido.

Ella solo lo abrigó y pasó su mano dando una leve caricia a su cabello, fue a guardar el libro y se retiró a su pieza.

Eran eso de las once de la noche cuando ella ya acostada no podía conciliar el sueño, recordó que la leche caliente era buena para eso, se puso una bata para cubrirse y bajó las escaleras sin hacer ruido, a esta hora la casa estaba en silencio, todos estaban descansando a excepción del guardia de turno que vigilaba la entrada.

Al llegar a la cocina algo somnolienta ve una pequeña luz de esas que se conectan para que los niños no sientan temor en la noche, enciende la principal y se encuentra con Shindou.

Éste la mira sorprendido y con la boca llena de galletas. Ambos no sabían que decir.

- Discúlpeme... - dijo ella para apagar la luz e intentar irse, pero él se acerca y la detiene.

Bastaron unos minutos para que el malentendido se aclarara, ahora había luz en la cocina, Shindou estaba sentado y tenía un plato con un par de galletas y ella calentaba la leche para beber.

- Me ha asustado, es que me sorprendió mucho que me descubriera comiéndome las galletas.

- No se preocupe, de verdad, esta es su casa, no la mía solo soy una empleada.

- Considérese parte de la familia, además usted es la institutriz de mi hijo.

Ella se voltea y le regala una sonrisa- Muchas gracias.

- He podido notar que mi hijo en pocos días le ha tomado cariño y mire que es muy arisco.

- Yo solo veo un poco de soledad en su interior. - Akane sirvió la leche en dos vasos, le ofreció a él y tomó asiento.

- Bueno, en parte es mi culpa, pero solo quiero darle lo mejor. Sacaré tiempo para mi Hiroshi y bueno es que estas galletas que han hecho están muy deliciosas. - alabó a la muchacha y le ofreció que tomara la que quedaba en su plato, eso hizo que ella se sonrojara. - He comido muchas y...

Ella agradeció y la comió con algo de timidez, se suponía que ambos deberían de estar contando ovejas o al menos ella, pero no, estaban ahí en pijamas, sin poder dormir y hablando.

- Sobre el baile de la otra semana ¿tiene algún vestido para la ocasión?

- Pues... creo que no.

- En ese caso ordenaré que la lleven mañana sábado a comprar lo que necesite en una de las tiendas que solía comprar y descuide yo me hago cargo de la cuenta.

- No se moleste, además yo...

- En serio, usted ha hecho que mi hijo cambie un poco y no se diga más, mañana sábado es su día libre y le pediré a mi chofer que la acompañe.

El sábado llegó y Akane contra su voluntad subió al auto para ir de compras, había aceptado ir a comprar, incluso Hiroshi quería dar una vuelta en compañía, pero tenía prohibido salir, ella no podía hacer nada, pero tenía un as bajo la manga.

Al llegar la recibió el gerente de la tienda- No sabía que el señor Shindou se había vuelto a casar, es usted muy hermosa.

El comentario hizo que ella se ruborizara y actuara desesperada- Oh no, se equivoca yo solo he venido por que bueno... el punto es que no soy la esposa del señor, solo soy la institutriz de su hijo.

- Ah mil disculpas, señorita, es que la esposa del señor Shindou solía venir a este sitio y pensé... bueno. Pero es que tengo ordenes de que nuestro asesor le ayude con el vestuario.

En seguida había ropa a montón y zapatos de diferentes estilos y para cada ocasión en el probador, incluso la hacían lucir diferente, ella poseía encanto y tenía un porte elegante.

Todos los gastos estaban cubiertos y la chica estaba un tanto apenada por todo lo que el señor hacía por ella, aún sabiendo que llevaba poco tiempo, se había portado tan bien.

Eran demasiados paquetes que los empleados de la tienda tuvieron que ayudarla, antes de ir a casa ella se fijó en una tienda infantil y fue a ver la ropa, compró para Hiroshi dos conjuntos sencillos de su propio bolsillo pues sabía que no llamarían la atención de las personas.

El chico miraba por la ventana esperando hasta que vio el auto y fue directamente abajo corriendo para recibirla.

Akane muy feliz le abre los brazos y él sin dudarlo la abraza fuerte- ¿Me extrañaste?

- Mucho, señorita Yamana.

Se separan y ella le muestra la bolsa de compras para él, ella se lo lleva pues le contaría su plan para la tarde.

Todas las cosas fueron dejadas en la habitación de ella.

- ¿Y tu padre?

- Vendrá hasta la noche, eso dijo pues tenía una comida de negocios, varias reuniones, eso escuché.

- Bien hoy saldremos, pero tienes que hacer lo que yo te diga, lo haremos un poco legal.

Después del almuerzo esperaron hasta las cuatro de la tarde, ella alistó una maleta del chico y lo tomó de la mano para salir.

Al llegar a la entrada ella pide que preparen el auto para salir.

- Me temo que el niño tiene prohibido salir, Yamana-sama.

- Eso era antes, he hablado con el señor hace unos días y me ha concedido un permiso especial, siempre y cuando lleve un guarda en todo momento y claro yo me encargo de la vigilancia estricta del pequeño.

- Qué raro, el señor no me ha comentado nada, pero si es así pediré que le alisten todo.

En minutos ellos iban camino al parque que quedaba cerca, en tanto en el vehículo ella lo ayudaba a cambiar de atuendo, apto para jugar y que no tuviese pinta de ser tan millonario, solo de una familia acomodada pues se veía que el parque de la zona tenía cierto prestigio.

Al bajar en el sitio había solo unos cuantos, Akane solo se puso unas gafas y un sombrero para no ser identificada, despeinó un poco al chico y él se quejó pues no acostumbraba a estar sin peinar.

Ella se sentó en una banca y el chico muy feliz podía ver muchas cosas a su alrededor, ella le había advertido que jugara con mucho cuidado.

Comenzó a jugar con los juegos del parque hasta que unos chicos se le acercaron a ver si quería jugar al futbol.

- Pero es que no sé cómo se juega. - respondió.

- Si quieres te podemos enseñar, no hay problema. - dijo el niño que le había preguntado antes.

Este miró a Akane en busca de ayuda, ella solo asintió para que lo intentara.

Le pusieron de espectador y le mostraron las reglas básicas del juego y algunos movimientos.

Al momento de empezar a Hiroshi no se le daba tan mal que en su primer intento metió gol con suerte de principiante, Akane sorprendida por el talento del chico de seis, bajó sus gafas para observar mejor.

Tras un rato de jugar el chico estaba más que encantado, incluso había más niños para apoyar y ver lo que acontecía, Akane viendo piruletas compró una para recompensar al chico.

El tiempo vuela cuando uno se divierte y bueno era hora de volver, ella levantó la mano.

- ¿Es tu madre?

Hiroshi lo pensó un momento- si es mi madre y debo irme, hasta pronto.

Él se acercó a ella y esta su vez le entregó la golosina, fueron al auto y en el camino ella trató de que no luciera demasiado cansado, pero él solo hablaba de lo fabuloso que lo había pasado.

Suerte para ambos que Shindou no hubiese llegado antes de lo esperado. Akane pidió discreción solo para que no molestaran al señor con tonterías.

Esa noche Shindou fue a darle un beso y miró la inmensa sonrisa que se dibujaba en el rostro de su hijo, algo increíble le había pasado para estar así, pero él no se enteraría de nada, esto solo era un secreto entre Hiroshi y Akane.

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