Capítulo Cincuenta y Uno


Capítulo cincuenta y uno.


Japón es cómo estar en otro mundo.

Hay mucha tecnología, es otra cultura y me gusta la comida.

Mi lugar de trabajo es increíble y he hecho una amiga con la que he salido a comer.

Sin embargo, Japón no borra el dolor.

No llena su ausencia ni la lucha con la sensación de culpa de sentir que abandoné los restos de mi hijo, pero mi terapeuta dice que es parte de mi proceso de duelo, que daremos un paso a la vez y yo le creo.

Le creo porque no hay manera en la que viva por tanto tiempo con tanto dolor.

Le creo porque tiene que haber más, porque dentro del dolor también se puede encontrar la felicidad.

Le creo porque cada mañana que me levanto intento sonreírle a mi reflejo y me digo: te dolerá siempre, pero un día estarás mucho mejor y también sentirás felicidad.

Así que llevo tres meses en Japón, viviendo y conociendo, sanando de a poco, reconectando con Leslie la mujer, trazando nuevas metas y diciéndome que aun sigo viva, que viviré por mí y por mi hijo.

Que mientras respiré tendré la esperanza de algún día volver a experimentar la sensación de felicidad.


25 de diciembre, 2016.

Veo a las tres bebés acostadas en mi cama y ladeo el rostro.

Están vestidas diferentes, pero del mismo color y todas traen gorros que Emma les tejió lo que me hace difícil identificarlas con rapidez sin hacer trampa al buscar el lunar que una de ellas tiene o ver las pulseras que el tío Doug les regaló para diferenciarlas.

En serio Doug se ha tomado la tarea de encontrar cualquier detalle con el que pueda diferenciarlas, empezando por las pulseras de oro con detalles que evocan a sus nombres, hasta lazos para el cabello o mi favorito: calcetines con sus nombres bordados. Está decidido en ser un experto en diferenciarlas, pero hasta el momento ese premio se lo llevan Andrew y Max.

A veces he llorado frustrada por no identificar a mis hijas, especialmente cuando estoy agotada por una mala noche, pensé que todo sería idílico como un cuento en donde el instinto maternal me haría identificarlas con un rápido vistazo, pero me he equivocado más que un par de veces cuando sus cabezas están cubiertas o están lado a lado. Andrew también tiene deslices, pero no son tan frecuentes, generalmente solo las ve durante uno o dos minutos antes de asentir y decir el nombre correcto.

—Eres Love —digo hacia la bebé que succiona de manera furiosa el chupete, la menor de mis hijas—. Reconozco ese carácter.

Sin embargo, la que lloriquea es la bebé del medio que mueve con molestia sus manos echa puños y cuyo adorable rostro se encuentra sonrojado por la molestia.

Suspirando, la levanto intuyendo que quiere que le dé de comer y eso significa que tiene que ser Heaven, la dormilona que no se levantó a tiempo para succionarme hasta la existencia a través de mis pezones cómo lo hicieron sus hermanas. Viendo a las otras dos bebés que milagrosamente se encuentran tranquilas con la atención puesta en mí, me bajo el tirante del vestido y desabrocho el sujetador de lactancia, sacándome el pecho que de inmediato mi hija devora, ella también ubica una mano sobre el de una manera posesiva, tan parecida a su papá.

He intentado la lactancia exclusiva, de verdad quería hacerlo como con Arthur, pero ha sido difícil ser el único sustento de tres niñas incluso cuando me extraigo leche y produzco bastante bien, pero el agotamiento estaba siendo demasiado, estaba bajando en exceso de peso y la manera en la que se me cae el cabello, que sé es un proceso normal, me tenía a instantes de volverme loca sin contar que no las estaba llenando tanto cómo debería por lo que sus siestas estaban siendo muy cortas.

Así que su pediatra me dijo que no estaba mal ayudarme con un biberón de formula al menos una o dos veces al día cuando me puse a llorar diciendo que fallaría si lo hiciera. Nunca pensé que mis conversaciones con mi terapeuta se desviarían hacia la maternidad, pero me ayuda un montón porque hay días que se siente demasiado abrumador, aunque disfruto de mis hijas y aun no sé cómo volver a ser Leslie la mujer porque las veinticuatro horas del día soy una mamá.

Sé que aun es pronto, que solo ha pasado poco más de un mes, pero de alguna manera han sido tantos cambios que aun no consigo el equilibrio, pero tengo fe de que finalmente llegaré ahí.

La voz de Andrew cantando hace que las dos bebés sobre la cama lleven los ojos a todos lados cómo si lo buscaran y Love va tan lejos cómo para expulsar el chupete, hacer un puchero y comenzar a lloriquear.

Tiene el pañal limpio, comió y durmió, en conclusión, es simplemente una caprichosa desesperada por Andrew.

—Ow ¿Qué le pasa a mi Camille? —Le habla Andrew entrando a la habitación.

Lo sigo con la mirada mientras camina descalzo, con el jean desabrochado, una toalla sobre los hombros y el cabello húmedo tras tomar una ducha.

Un suspiro me abandona cuando lo veo tomar a la pequeña llorona, plantarle besos en la mejilla y luego presionar dicha mejilla contra la suya. Extraño su barba, pero debido a que hace mucho eso de pegar mejilla con mejilla, lo mejor es afeitarla para no irritarles la piel.

—¿Solo querías que papá te cargara? —continúa hablándole.

No sé si son ideas mías el creer que mis hijas ya se encuentran desarrollando carácter, pero a veces se siente cómo si tuviesen celos pese a tener un mes y diez días de nacidas, pero un ejemplo es ahora que Moon también comienza a llorar hasta que Andrew la sostiene.

—También tengo amor para ti, cariño —la arrulla sosteniendo a cada una en un brazo y sonriéndome.

—Necesitas terminar de vestirte y es mi deber informarte que te están manipulando.

—Son unas bebés, amor, no conocen de manipulación.

Todo eso lo dice sin verme, embelesado con las niñas. Siento que él sin duda alguna se ha adaptado muchísimo mejor a esto de la paternidad de tres bebés, si bien tiene ojeras, mayormente está despeinado y con la camisa arrugada, pocas veces lo veo frustrado o enloqueciendo por la situación, si él tuviese la capacidad de darles la teta, estoy segura de que lo haría.

Una vez Heaven ha terminado de comer, procedo a sacarle los gases y siendo una buena niña se queda tranquila tras botarlos, lo que me permite irla ubicando en el coche y sentarme en la cama a tomarme un batido mientras espero que Andrew dejé de ser manipulado por las otras dos y termine de vestirse, lo que toma unos buenos quince minutos, para nuestra fortuna ninguna llora cuando las deja adentro del coche.

El suspiro de mi esposo suena complacido en tanto las ve tras dejarlas en los coches en su completa tranquilidad y cuando gira hacia mí, tira de mi mano para ponerme de pie.

—Para ti también tengo amor —susurra contra mi cuello cuando esconde su rostro ahí.

Siento el deslizar de sus manos por mi espalda hasta mis muslos antes de recoger la tela de mi vestido largo para poder abrirse paso debajo de el y acunarme el culo a través de las bragas.

—No estoy celosa de las niñas —Me río y luego suspiro por la manera en la que sus dientes me raspan la piel sensible.

—Yo sí estoy celoso de ellas —murmura dejando pequeños besos—. Tienen toda tu atención, viven pegadas a tus tetas, duermen sobre ti y se llevan todas las sonrisas.

—También tengo sonrisas para ti —Le hago saber enredando las manos en su cabello.

—A ver, muéstrame una.

Saca el rostro de mi cuello para poder verme y esbozo la sonrisa más exagerada. Casi de manera inmediata me frunce el ceño.

—Esa es una sonrisa fea, a las niñas se las da más bonita.

—¡Andrew! —Le golpeo el brazo en broma y ríe dándome un beso en la boca.

—Solo te extraño.

—Estoy aquí, siempre estoy aquí —enredo mis brazos alrededor de su cuello mientras él continúa acariciándome el culo.

—Lo sé, perdóname por estar obsesionado contigo —bromea.

Hace dos días me dieron luz verde para tener sexo, pero la verdad es que en este momento no me siento preparada o cómoda para ello, estoy en el proceso de adaptarme a los cambios de mi cuerpo, mayormente agotada y quisquillosa sobre ser tocada, algo que mi terapeuta me recordó debo hablar con Andrew.

No es que él me esté presionando para tener sexo, tengo la intuición de que espera a que sea yo quien lo comience y siendo honesta, su mirada de deseo nunca ha desaparecido ni siquiera durante los últimos meses de mi embarazo cuando me negaba a que me tocara de manera sexual.

Mi esposo es comprensivo, es casi perfecto y a veces eso puede ser abrumador, pero lo amo tanto.

—Andrew... —lo llamo mientras deja besos en el borde de mi mandíbula.

—¿Si, amor?

—¿Podemos hablar sobre sexo?

Se paraliza momentáneamente antes de hacer el rostro hacia atrás para verme mejor.

—¿Sobre sexo seguro? —me pregunta haciéndome rodar los ojos, pero muy a mi pesar termino sonriéndole.

—Siéntate.

Se lo digo, pero en realidad le doy suaves empujones hasta que se sienta en la cama y subo a horcajadas sobre él cuyas manos ahora están en mis caderas.

—Te amo mucho y te deseo un montón, también te extraño de esa manera —Me mordisqueo el labio en la breve pausa que hago—, pero estoy abrumada.

—¿Por mí? ¿Te he hecho sentir incómoda?

—No, no —Le planto un beso en la boca y le peino el cabello húmedo con los dedos—. Soy yo.

—"No eres tú, soy yo" —intenta bromear.

—No me siento cómoda en este momento y estoy asimilando todos los cambios de mi cuerpo, emocionales y mentales. Sé que me apunté para todo esto de la maternidad, pero nunca se está preparado del todo.

»Me está resultando difícil ser más que una mamá, necesito reencontrarme con Leslie la mujer y sentirme a gusto en muchos aspectos de mí, no sé si me estoy dando a entender.

—Lo haces —no despega sus ojos color miel de los míos.

—Te deseo, pero mi apetito sexual en este momento no es muy alto, se encuentra paralizado ante todas estas cosas sobre mí que estoy procesando. Sé que me deseas y me amas, que para ti sigo siendo la misma mujer antes de este embarazo, pero más allá de que tu opinión me importe, necesito sentirme bien conmigo misma y todos estos cambios.

Andrew sopesa mis palabras y luego me toma el rostro para que recargue mi frente de la suya.

—No puedo entender cómo te sientes porque tenemos situaciones muy distintas, pero comprendo lo que quieres y necesitas. Eres mi esposa para más que sexo y todo lo que quiero es que estés bien en todos los sentidos.

»No mentiré diciendo que no extraño el sexo, el sexo contigo, pero tengo recuerdos, lubricante y mi mano —ante sus palabras rio por lo bajo—, no es que las niñas me dejen tiempo para ser sucio, me conformo con unos rápidos tirones en la ducha.

—Excelente información, Andrew Wood.

Me da otro breve beso antes de sonreírme con dulzura.

—Te esperaré siempre, vive tu proceso y cuando estés lista entonces permíteme arrancarte todos esos orgasmos que me muero por darte.

—Te lo permitiré —Le doy un beso en la boca—. Siento tanto, pero tanto por ti.

—Yo también te amo muchísimo.

—Feliz navidad —digo por enésima vez en lo que va de la mañana.

—Hablando de navidad, ya deben de estar esperándonos en la casa de Harry y Kae —dice contra mis labios porque estoy dejando cortos besos sobre su boca.

—Solo un minuto más...

Un llanto enojado suena y es casi cómica la manera en la que ambos suspiramos al mismo tiempo.

—Están celosas de que me des toda tu atención —susurro.

—Leslie, son bebés, no conocen de celos —asegura riéndose.

—Andrew, para ellas tú eres su mundo —Le hago saber bajando de su regazo.

—¿Eso crees? ¿Crees que soy su favorito?

—Ni siquiera responderé a eso porque me niego a no ser la favorita —Le hago saber y una carcajada sale de él, lo que alborota más a las bebés.

Ahora hay dos lloronas que nos ven llenas de molestia e impaciencia. Comenzando a mover el coche para pasearlas por el apartamento en un intento de calmarlas sin cargarlas, le lanzo una mirada a Andrew.

—Termina de arreglarte, vamos tarde.

—Eso fue lo que te dije —murmura con indignación y me encojo de hombros antes de sacar los coches a la sala en tanto le tarareo una canción a nuestras tres bebés mandonas.

***

—¿Cómo lo estás haciendo? —me pregunta Bridget mientras sostiene sobre su regazo a una adormilada Mackenzie— Yo los tuve de a uno y la verdad es que la maternidad se me da bien, pero no es fácil.

—La verdad tampoco sé cómo he sobrevivido —lanzo una mirada Andrew que carga a quien creo que es Moon—, bueno, es porque tengo a Andrew.

—Y porque eres increíble —Me asegura Grace que está sentada en el suelo acariciando a Brise que no se ha despegado de ella, esa perrita es bastante mimada si me lo preguntas, pero tan encantadora.

—¿Tu vagina no quedó destrozada? Ah, olvidado —se responde Bridget a sí misma—. Cierto que tuviste cesárea cómo yo. ¿Qué tal quedó tu cicatriz? A mí me abrieron en donde ya estaba la de Adam, la verdad es bastante pequeña, aunque quedó con algo de relieve.

»Una vez Keith dijo que me haría una carita feliz ahí y quise matarlo.

—Pero vemos que no lo hiciste —Se ríe Hilary bebiendo de su té frío.

—Es una cicatriz algo larga —respondo a su pregunta—, pero muy fina, sanó bien aunque supongo que con el tiempo se verá mucho mejor. Me hubiese gustado haberlas pujado, pero tres era demasiado.

—Uno ya es demasiado —dice Hilary frunciendo el ceño—. Los bebés deberían salir de una manera más sencilla.

—Sin embargo, la recuperación de una cesárea es mucho más compleja —Me quejo.

—Yo solo tengo una perra, no la parí —bromea Grace haciendo reír.

—Voy a hacer la pregunta prohibida —Le sonríe Bridget— ¿Ustedes hablan de bebés? Ya sabes, Ethan y tú.

—Sí, él los quiere conmigo —Sonríe—, pero no estoy desesperada porque suceda ahora, estoy enamorada de la etapa en la que estamos, aunque a veces me hace enojar mucho, pero amo que vivamos juntos. Creo que él es tradicional...

—¿Qué quiere decir eso? —pregunto.

—Por lo que hemos conversado, creo que primero le gustaría que estuviésemos casados, es un pesado que vive intentando negociar que use su apellido el día que, cito textualmente: "le restriegue a todos por la cara que soy suya, su mujer, su esposa y esté atrapada con él de por vida, lo que es mi culpa por haberlo vuelto un idiota dominado, por haberlo enamorado."

—Eso es intenso y creo que romántico —dice Hilary no muy segura y yo rio.

—Dice que ha visto y vivido suficientes embarazos sorpresas para no planear el suyo, bueno, el mío —Se ríe por lo bajo—. No quiere embarazo inesperado, quiere que lo decidamos y eso me gusta.

»Recuerdo que cuando era niña decía que tendría hijos a los veintidós y ahora simplemente no puedo evitar pensar que quiero esperar un poco más, estoy aprendiendo cosas nuevas sobre mi profesión, viajando y haciendo cosas con Ethan, pequeñas cosas que para nosotros son significativas.

—Y eso está bien, vayan a su ritmo —Le sonríe Bridget—. Tienen una relación muy madura y eso que el idiota no se tenía fe.

—Por ahora tendremos a esta bebé ¿Cierto, mi Brise? —pregunta como si le hablara a un bebé.

La respuesta de la perra es mover la cola y acurrucarse más contra ella que le planta un beso en la cabeza.

—Con Kenzie y Adam ya estoy más que bien, por eso Keith se hizo la vasectomía, la mejor decisión, eso me hizo amarlo más, aunque luego estuviese lloriqueando que le dolía, pero no le dolió absolutamente nada cuando se recuperó y se vino mil quinientas veces sin condón.

—Si sabes que para que haga efecto debes esperar un tiempo ¿no? —pregunto.

—Sí, pero también estoy ligada, solo tomamos precauciones de ambas partes —Me responde—. No es que yo fuese una mata de fertilidad, Adam fue un suceso muy extraño del destino y Kenzie mucha esperanza y determinación.

Hilary suspira antes de beber de su té helado, las tres la vemos.

—Me gusta ser la mamá de Jeff, es lo mejor que me ha pasado en la vida, mi hijo es un sueño.

Tengo que admitir que es verdad, Jeff es el candidato número uno a bebé que pudiese ser robado en esta familia y su oponente más fuerte es Adam.

—Me hubiese gustado disfrutar más de mi embarazo, escucho a todas con sus experiencias y me duele no haber disfrutado más de mi bebé en mi vientre.

—Es algo que escapaba de tus manos, no fue un embarazo fácil emocional ni psicológicamente, Hil —Le recuerda Grace con suavidad.

—Lo sé, pero aun así me gustaría haberlo disfrutado más —vuelve a suspirar—. A veces quisiera estar embarazada de nuevo para poder tener una experiencia nueva y hacerlo mejor, pero también me da miedo. Aun no sé si quiero un segundo bebé, Doug y yo lo hablamos mucho, una parte de nosotros quisiera, pero otra también ama la dinámica de nosotros tres y sentimos recelos e incertidumbre si será cómo antes —Se encoge de hombros—. Es todo un tema.

»Por ahora seremos nosotros tres, pero si cambiamos de opinión se lo haremos saber.

—¿Qué hablan sin nosotras? —dice April comiéndose un helado y a su lado se encuentra Naomi vistiendo un bonito enterizo con renos.

—Hablábamos de ti —Le hago saber—, de lo ardiente que estás.

—Ah, en ese caso deberías hablar con Kurt, él también lo piensa —asiente hacia el mencionado que se encuentra no muy lejos—, aunque hazlo cuando mis hijos dejen de acapararlo. En serio, esos dos son unos egoístas y eso que los enseñé a compartir, al menos la polla es mía.

Hilary se ahoga con el té y me estiro para palmearle la espalda mientras se ríe y limpia la barbilla con la servilleta que Naomi le entrega al sentarse a su lado.

—¡Kae, Ela! Vengan, venga —Las llama April, pero de hecho toma la mano de mi hermana tirando de ella que camina con Kaethennis.

—Hablábamos de bebés y embarazos —responde finalmente Bridget a April e informa a las recién llegadas.

—Ese es el tema favorito de Harry —señala Kaethennis que está amamantando a Heath—. El iluso todavía cree que tendremos más.

—Lo mismo dijiste antes y ahí pegado a tu teta tienes al tercero —Le recuerda Bridget y rio por lo bajo.

—Yo decidí tener a este bebé —dice muy digna.

—Claro —dicen varias a la vez.

—¡Fue mi decisión!

—Más como que Harry es demasiado bueno argumentando y convenciéndote —dice April sonriendo.

—Ustedes decidieron tener el bebé —dice Hilary.

—Exacto, pero ya no habrá más, fabrica cerrada.

—Claro —vuelven a repetir varias.

—Hablo muy en serio, Heath fue el último.

—Yo si quiero otro, pero no ahora —dice April sentándose al lado de Grace en el suelo—, si lo tengo ahora Nathan y Zoey lo desaparecerán o torturarán a la pobre criatura.

—¡April! —la reprende Naomi.

—Es verdad. Creen que Kurt es de ellos, imagina que les diga que tienen que compartirlo con otro bebé, fallecen ahí mismo o serían insoportables queriendo atención y me niego a que mis hijos me caigan mal.

—Bueno, Zozo ya cela a Ethan de las trillizas, no les gusta que las cargue mucho —comenta Grace.

—Intentó pellizcar a una de ellas —les recuerdo y April me da una mirada.

—Me disculpo por el estado de bestia de las cavernas de mi hija, pero ya le dije que si vuelve a intentar pellizcarlas le harán popó y esa idea la horroriza porque ella es muy diva.

—Excelente jugada —dice Hilary con ironía.

April tiene que ser la mamá más practica, elocuente y divertida que he conocido y le funciona, sus hijos la adoran y la respetan... Excepto cuando se pelean entre ellos.

—¿Puedes tener más bebés? —se atreve a preguntarle Ela.

—Mi salud está bien hasta ahora y aun produzco una buena cantidad de óvulos, igual cuando lo decida mi médico será el que me diga si es posible, pero espero y sí —Sonríe—. Quiero un mini Kurt, en realidad quiero verlo con un bebé en los brazos, cada vez que veo que carga a un bebé le quiero saltar encima.

—En serio eres una fanática loca de tu novio —Sonrío.

—Nadie lo va a amar más que yo ni siquiera su madre, pero no le digan que yo dije eso.

—Secreto guardado —garantiza Naomi guiñándole un ojo.

—Creo que la que podría tener un buen número es Ela —digo viendo a mi hermana que se había mentido callada viéndonos y se sobresalta.

—Quiero cuatro y otra adopción —proclama y todas nos quedamos en silencio.

—Me dolió la vagina y la cuenta bancaria escuchando esto —rompe el silencio Bridget.

—¿Qué? Es un número respetable —se defiende mi hermana.

—Una sumatoria cómo de seis hijos —dice Kaethennis—. Creo que ni siquiera Dexter había llegado tan lejos.

—Sí, bueno, se sorprendió, pero dijo que podía trabajar en ello —sonríe complacida y orgullosa.

—No los tengas al mismo tiempo, es todo el consejo que te daré —garantizo y ella rueda los ojos.

—Cómo vengan estará bien, de uno en uno o de embarazos múltiples, seré feliz.

—Está tan loca que de alguna manera me encanta —Se ríe Hilary—. Definitivamente Dexter y tú están hechos el uno para el otro.

—Siempre he querido tener una familia numerosa, Leslie lo sabe, y eso no ha cambiado, solo que primero quiero avanzar más en mis estudios, pero Dexter y yo ya hemos hablado de ello, quizá en un año o así, mientras tanto practicamos mucho.

—Demasiada información —Se queja Hilary.

—Lo mismo dice Dexter cuando Doug dice demasiado —Se defiende Elanese y Hilary se sonroja.

—¿Qué hay con esa sonrisa, Naomi? —Le pregunta Grace y todas volteamos a verla.

—Es que me gusta esta conversación —responde.

—Es que nuestras conversaciones siempre son buenas —presume Kaethennis.

—Hablando con ustedes casi ni escucho los gritos de mis hijos —nos agradece April haciéndonos reír.

—Es lindo tener un grupo de amigas tan amplio incluso cuando faltan algunas cómo Katherine...

—Ella no quiere tener hijos —informa Kaethennis—, es firme sobre ello y me encanta su determinación.

—Y Eva que tampoco está...

Es linda la manera en la que poco a poco ellas han introducido a mi hermana al grupo, a Eva le hacía falta tener este tipo de amigas honestas, divertidas y leales.

—Eva sí quiere ser madre —digo.

—Y Allen que se fue hace un rato con Max.

—Uhmm no sabemos sobre ella en ese aspecto —digo.

—Me gusta pasar tiempo con ustedes, amo estos momentos —finaliza Naomi parpadeando demasiadas veces.

—Espera... ¿Vas a llorar? —pregunto sorprendida y Hilary le pasa un brazo por los hombros.

—A veces eres tan dulce, mi querida amiga.

—Lo siento, estoy sensible por las hormonas —se disculpa.

—Comprensible, a mí me pasaba mucho —dice Kaethennis y la mayoría asentimos.

Luego un profundo silencio cae y yo ladeo la cabeza hacia un lado viendo a Naomi.

Espera...

—¿Hormonas del tipo estoy menstruando o...? —dejo la pregunta en el aire y ella ríe presionando una mano en su boca antes de volver a hablar.

—Es que me enteré esta mañana de que estoy embarazada, tengo un pequeño milagro.

Los gritos que resuenan en el lugar tienen que haber asustado a los demás, pero no nos importa porque sé al igual que las demás lo bajas que eran las probabilidades de Naomi de ser mamá de manera biológica a través de su cuerpo, lo mucho que ella y Jeremy lo deseaban, los tratamientos y el desgaste físico y emocional que ha atravesado en esta búsqueda.

Literalmente es su pequeño milagro.

Siento mi rostro húmedo y no soy la única llorando, todas lo hacemos mientras la abrazamos con cuidado en tanto entre sollozos ella nos dice que es su regalo de navidad, que es el mejor día de su vida.

Lloramos mucho, pero nadie llora tanto cómo Doug McQueen cuando acercándose a preguntar qué sucede recibe la noticia de su cuñada. Él literalmente cae de rodillas y abraza a Naomi mientras llora, luego abraza a su hermano que también llora con él y después en realidad todos están llorando incluso los que fingen que tienen una basurita en el ojo.

—Bueno, gracias por no vomitar, hermanito —Bromea Jeremy entre lágrimas.

Y solo así, tengo que decir que tuvimos la mañana de navidad perfecta.

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