Capítulo 30
VERDUGO
"El tiempo es aquello que más queremos y también lo que peor utilizamos".
—William Penn.
DUNCAN
No puedo hacer más que mirarla, y cuando ella hace lo mismo me siento apenado como el infierno.
¿Por qué tuve que decir todo eso? No es propio de mí. Es como si mi antiguo yo, aquel que no temía esconder sus sentimientos, de repente y poco a poco hubiera emergido desde lo más profundo del averno. Y resulta que al comienzo tan solo manifestaba su intranquilidad y preocupación, asomando tan solo los cuernos para corroborar que todo estuviera bien, pero de pronto y en el primer descuido tomó impulso, dio un gran salto y al final se sinceró por completo.
¿En qué momento?
Ahora me muestra los colmillos. Se carcajea de verme. En este momento se burla de mí y de todos mis esfuerzos consumados en vano, echándome en cara lo malditamente mujeriego que fui y lo indiferente que pretendía ser, sumándose a la forma en la que me encuentro mirándola, como si todo lo que hice desesperadamente en el pasado hubiera sido muy estúpido e innecesario. No lo necesitaba y tampoco lo necesito más. Y darme cuenta hace que me sienta avergonzado y que, por ella, nazca en mí el deseo por convertirme en una persona diferente, libre de tanta mierda.
¿Pero qué diablos con toda esta nueva manera de pensar? Una parte de mí desea darme una patada en el trasero y hacerme reaccionar, la otra en cambio cree estar completamente convencida de que todo estará perfectamente bien si tan solo me dejo llevar.
Desconozco ese lado mío tan apacible. Ese otro y yo somos dos completos extraños que intentan sentar cabeza o, por lo menos, lograr hacer que el otro entre en razón.
Es una locura.
Él es un execrable e impulsivo que no espera a la razón y simplemente se deja llevar por cursilerías. Por ella, todo por la intrusa que consiguió infiltrarse y ablandarme.
¿De qué manera?
Pues resulta que, después de lo ocurrido con Kaito, como un desquiciado me encargué de encerrar al imbécil sentimental dentro de un muro impenetrable que obstaculizaba tanto su escape como el paso de cualquier persona a ese lugar. Estaba bien de esa forma, manteniendo a salvo al resto del mundo de aquel perverso verdugo impulsivo, pues mi deseo jamás fue convertirme en la causa que origine dolor y dicte la condena final de alguien.
Es así como siempre me vi si acaso llegaba a involucrarme con los sentimientos: peligroso. Pero pese a mis esfuerzos terminé seducido y ahora pienso que está bien si tan solo pruebo un pedazo de eso a lo que el resto llama amor. Creo que Violet tenía razón y puedo permitirme una oportunidad si tan solo es con ella.
—¡Al diablo con todo! Podemos intentarlo —su fortuita declaración me alivia, y no sabía lo terriblemente preocupado que me encontraba hasta que el leve temblor de piernas por poco es capaz de tumbarme al suelo—. Claro que si también estás de acuerdo...
—Diablos sí.
—Ahora vete. Si mamá te ve, no será una buena forma de empezar. —A empujones me anima a salir por la ventana.
Poco antes de empezar a trepar consigo salir del trance.
—Espera. —La freno y al voltear me encuentro con la luz de la luna perfilando su desorientada expresión. Mantiene los labios ligeramente abiertos y sus finas cejas levantadas en una mueca que la enternece.
—¿Qué es? —indaga sonriente y mi corazón da un vuelco innecesario al verla resplandecer—. ¿Por qué sonríes así?
Apenas me percato de su último punto.
—Espera tu reprimenda —le indico.
—¿Por qué? —pregunta aún más confusa que antes.
—¿No te das cuenta? Eres tú la culpable de que sonría como un imbécil.
—Ya está. —Tira de mí, doblándome hasta que alcanzo su altura y entonces me besa con súbita pasión.
Los latidos alocados en mi pecho acompañan dulcemente sus suspiros, cesando tan solo cuando se aparta.
—Guau...
—Vale, ahora largo. —Me empuja nuevamente y da media vuelta. Por poco y paso por alto su vergüenza floreciente como un ligero rubor en sus mejillas.
—¿Me besas y ya? —La tomo por la espalda y acaricio su cintura deslizando mis manos hasta su vientre lentamente.
El calor abrasador que de pronto se hace en mi interior es inquietante.
Al presionar mis labios en la tersa piel expuesta en su nuca escucho que suspira y cual movimiento en automático me concede más espacio. Sin pensarlo me aventuro hasta el lóbulo de su oreja, y al rozarlo descubro el furor que me declara a gritos: se siente bien abrazarla de esta forma.
Cada vez estoy más convencido de que June es la adecuada.
Difícilmente la suelto y me dirijo a la ventana antes de que no pueda encontrar motivos para dejar su habitación.
Una vez fuera, giro para encontrarla en la misma posición. No ha movido ni un solo músculo. Cierro la ventana y solo entonces voltea para verme sobresaltada.
—Oh dulce venganza —enfatizo y hace un puchero.
Demonios, ¿siempre fue tan hermosa?
Estoy perdido. Admito, aunque en realidad no siento que sea algo malo.
Los días siguientes transcurren dejando una sensación de haber sido demasiado largos y también cortos a la vez.
Despierto cual reloj programado para recibir sus buenos días en mensaje de texto. Le contesto. Desayuno en una cafetería al paso. Luego entro al hospital a trabajar y espero (a la vez que no) encontrarme con Jake, he de admitir que lo hice durante la última semana hasta que finalmente descubrí que había tomado un descanso por enfermedad, siendo entonces que tuve una mala sensación, pero a pesar de todo me contuve de llamar.
Por la tarde espero a June en cualquier sitio que alguno de los dos elija para almorzar, y como últimamente hay más trabajo gracias al tiempo indefinido que se ha tomado Jake, rápidamente regreso al trabajo. Salgo en altas horas de la noche y tomo el primer transporte que me lleve lo más pronto posible hasta su edificio.
La ventana siempre está abierta.
Unas veces la encuentro envuelta en una frazada mientras lee, entonces recostados en su cama hablamos durante horas, nos acariciamos, besamos y jugamos hasta que, usualmente, alguno de los dos se queda dormido. Otras veces al cruzar la ventana encuentro a June sumida en un profundo y extenuado sueño, así que con cuidado me recuesto a su lado y la veo dormir por un tiempo, siempre por algún tiempo, pues debo salir antes de que los primeros rayos de luz se hagan presentes. No podemos correr el riesgo de que su madre nos sorprenda alguna mañana.
La señora O'Connor es una mujer difícil. El fin de semana planeé un "encuentro fortuito" en el supermercado y entonces entablar una conversación casual que la llevara a pensar que no soy una mala persona en realidad, pero al verme, metros antes de cruzarse conmigo, tomó otra dirección y la perdí en otro pasillo. Desde entonces tengo curiosidad acerca de lo que piensa de mí. Eso ni siquiera June parece saberlo.
Debí intuir que no todo sería tan fácil.
La atracción y el deseo que siento hacia June crece a pasos agigantados, pero eso no es lo malo, lo que está mal es ese deseo carnal que inevitablemente se hace presente y me delata, avergonzándome y cabreándome a la vez. Le prometí que el sexo no sería un requerimiento, y ese mismo pensamiento permanece firme hasta el momento en el que nos encontramos en su habitación, con June encima de mí, besándonos y acariciándonos de tal manera que a veces ni el oxígeno parece ser suficiente, aunque la ventana esté abierta.
No sé si ella siente lo mismo. Siempre hay algo que delata a las mujeres, y aunque no es algo biológico que sea perceptible a simple vista, siempre existe algo que las traiciona: su forma de participar en el juego. Si te contempla directamente mientras su respiración se profundiza y busca de cualquier manera mayor contacto, está interesada. Si permanece inquieta y su mirada está en cualquier otro sitio como si tuviera algo mejor que hacer, es mejor no perder el tiempo, a menos que seas capaz de ganar su interés con astucia. June alterna las dos maneras perfectamente, en un tira y afloja gratificante que muchas veces termina confundiéndome. No sé a dónde quiere llegar, aunque siempre sea al mismo punto: roces insinuantes.
Conoce las reglas del juego a la perfección. Sabe cuándo seguir y cuándo detenerse, dejándome terriblemente mal de cualquier manera.
No me cabe duda, June es una mujer experimentada.
Y aunque desee conocer más de ese lado suyo, no me dejaré llevar. Le demostraré que, sobre todo ese deseo carnal, existe todavía algo más fuerte.
El poco tiempo que tenemos tampoco ayuda, así como su mal humor que cada vez se manifiesta con mayor intensidad hacia el repentino mal trato de Alexis con ella que tal parece agravarse con el paso del tiempo.
Su labor de copy girl va de mal en peor. Ya no solo está pegada a la máquina copiadora, ahora también hace el trabajo de Maya con respecto a la cafetera. Su compañera de trabajo fue ascendida. En lo personal no le di más importancia de la requerida, pero eso fue precisamente hasta hoy.
Mientras termino el café, minutos atrás sustraído de la máquina, la veo cruzar la sala de espera de tal manera que tan solo deseo que ningún buen samaritano se le cruce por el frente y se lleve un guantazo.
June se frena de improviso y, a través de la gente, desplaza un vistazo todas direcciones. Al dar con mi mano agitándose en su dirección, cualquier rastro de rigidez y nerviosismo desaparecen.
Me acerco.
—¿Alexis? —pregunto. Jamás pensé que como jefa Alexis pudiera ser tan nociva.
Los labios de June tiemblan y se arroja para abrazarme, trasladándome al borde de la preocupación. En estos días me di cuenta de que, aunque no lo aparente, es una chica sensible, perceptible, divertida, inteligente y emocional.
Con la mirada busco su rostro porque de repente pienso que se echará a llorar, pero me equivoco, más bien tiene el rostro deformado por la ira cuando repentinamente toma distancia y me contempla con sus ojos ensanchados.
—Es el idiota de tu mejor amigo —suelta, helándome.
Cuán irónico resulta que una simple frase termine por retorcer la situación un poco más.
—¿Qué ocurrió? —pregunto con cierto grado de recelo. Poco después me arrepiento por completo.
—No quería decírtelo porque pensé que su finalidad era llamar la atención, pero esta mañana finalmente me di cuenta que algo raro pasa. De repente se ha transformado en el amigo inseparable de Alexis. Durante esta semana los he visto charlando, y cuando pude escuchar mejor... La está envenenando.
Consternado la llevo por un pasillo en el que, sé bien, no muchos transitan. Está conectado con unas escaleras que lleva a otro pasaje conectado a la morgue.
—¿Cómo lo sabes? —pregunto finalmente.
—Harry...
—¿Tu ex?
—Sí. Esta mañana me lo encontré en la puerta del trabajo. Estaba con su hija... —Parece consternada, y es comprensible dada la situación que vivió gracias a él—. Se acercó a disculparse conmigo por lo que me hizo años atrás.
—Pero qué oportuno.
—Lo sé. El punto es que a cambio me dijo que estará de mi lado.
—¿De tu lado en qué?
—Lo mismo le pregunté. Pero no supo contestarme y tan solo me dijo que entrara no por la puerta principal del edificio, sino por la de emergencia. Hice eso y entonces los descubrí hablando. Jake me estaba blasfemando. Bueno... Nos estaba, a ti y a mí.
—¿Qué dijo exactamente? —June estudia mi expresión con mucho cuidado—. Anda, dime. No voy a golpearlo.
—¿Seguro? —La preocupación que distingo tanto en su tono de voz como en su rostro consigue molestarme, por lo cual termino convirtiendo las manos en puños para disfrazar cualquier mueca que en realidad fuera a delatarme—. ¿Lo prometes?
—Sí, anda.
—Le dijo convencidísimo que tú y yo seguramente nos acostábamos cuando todavía éramos pareja. Ahora todos mis compañeros piensan que soy una perra. Espera, ¿adónde vas? ¡Duncan! ¡Dijiste que no ibas a golpearlo! —Se cuelga de mi brazo y es esa misma preocupación lo que me frena durante un segundo y renueva mi marcha un segundo después con mayor determinación.
—Si tanto te preocupa, no le tocaré un pelo.
Solo entonces me libera.
¿Descanso por enfermedad?
Espero que al menos se encuentre en muletas para así poderle creer.
Pero claro que deseaba golpearlo.
Segundos atrás me encontraba debatiendo en si hacerlo o no, de hecho, mi lado agresivo ganó la batalla y me llevó a través de todos los escritorios de los compañeros de trabajo de June, precisamente hasta que crucé la puerta de la oficina principal y, tal como June mencionó, los encontré platicando.
Jake voltea, y no estoy seguro de si ya se encontraba pálido, o si toda la sangre huyó de su rostro cuando me vio.
—¿Qué diablos? —suelta mientras lentamente se pone de pie. Está claro que no me esperaba—. ¿Qué haces aquí?
Lo mismo me pregunto, pero no soy capaz de manifestarlo en voz alta.
—Anda, tenemos que hablar. —Escucharme decirle eso le sorprende.
Pese a que he sido lo más cortes posible, Jake no presenta intención alguna en llevar su trasero lejos de una Alexis consternada que alterna la mirada entre ambos.
Me acerco con la intención de llevármelo a rastras, pero antes de que lo toque retrocede y se tambalea. Durante un segundo pienso que caerá, pero encuentra apoyo del escritorio y se mantiene de pie, aunque no completamente erguido.
—Alex... —En mal momento Ariel entra y nos contempla, pero ya me encuentro completamente desestabilizado por el extraño comportamiento de Jake, por lo que ver al sujeto que apretó mi trasero no origina la misma molestia que antes—. ¿Sucede algo?
—No, Duncan ya se iba —suelta Alexis y no sé qué reflejan mis ojos cuando volteo a verla, pero por su reacción al pasar salida, intuyo que no es agradable.
—Bueno... —Ariel sostiene la puerta para mí—. Anda, tenemos una reunión.
Regreso la mirada hacia Jake y esta vez está siendo muy clara: ¿Tenemos? Pero a pesar de todo continúa pasando de mí. Parece desencajado mientras contempla el suelo con la mandíbula tensa, como si estuviera a punto de vomitar.
—No tenemos todo el día —insiste Ariel. Al mirarle no solo doy con su obstinación, sino también con las tantas miraditas fisgonas que desde el exterior se esfuerzan en capturar algo más que la ancha espalda obstaculizando lo interesante. Los empleados anhelan saber lo que está ocurriendo en la oficina de su jefa con gran interés.
Me doy por vencido y salgo, no sin antes echar un último vistazo al de pronto tembloroso Jake.
¿Qué demonios le pasa? ¿Si está tan enfermo por qué demonios no está en cama? De repente el loco pensamiento de que algo oculta me asalta.
¿Acaso esos tres planean algo en contra de June?
Las teorías empiezan a formularse.
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