Por supuesto al ver lo que vio la policía cuando llegó a ese establo, y con una cámara habiéndolo grabado todo, el tal Diego y sus amigos pronto acabaron en la cárcel. La cosa era bastante fuerte y todos tenían otros delitos acumulados, pero sobre todo el Diego. José me aseguró que iba a tardar en salir, pero por mi miedo el pobre tuvo que estar mucho tiempo comprobando que seguía en la cárcel y que no había prevista ninguna reducción de condena.

Supongo que no era extraño que además de la física también me quedara una secuela psicológica, pero no conseguía entender por qué precisamente esa. Por qué  no me venía ningún recuerdo del viejo, o de sexo o violencia sino  la imagen del jodido Diego, con su mirada fría e indiferente. Y por qué, después de esa imagen en la cabeza, el extraño miedo a que apareciera de golpe por cualquier rincón, para decirme que venía a terminar por fin su trabajo.

Dejé de verle en sueños, pero ese miedo nunca me abandonó del todo. Aparecía de repente, en el momento más ilógico, me acompañaba durante un rato y luego desaparecía sin más. 

Extraña secuela...