Volvía a correr con todas mis fuerzas. Como en el jardín del viejo, pero ahora en pleno puerto y sorteando a la gente. Uf, uf... ¿Y ahora qué? ¡ostras, el móvil!. Desde que me había levantado de la barra lo había hecho todo con la mochila en la mano. Sin dejar de correr metí la mano dentro... y entonces lo vi.

¡Un policía! Giré y aceleré aún más hacia él. Cuando llegué casi le atropello. Era de la Urbana.

─¡Señorita! ─Exclamó sorprendido. ─¿Qué pasa?

─¡Por favor! ¡Por favor! ¡Me están persiguiendo! ─Grité yo.

─Tranquilícese señorita... ¿Quién le persigue?

Miré hacia atrás. El Diego se había detenido un poco más lejos, pero lo veía perfectamente entre la gente. ¡Y estaba ahí de pie, tan tranquilo, mirándonos con todo el descaro!

─¡Ése! ¡Ése! ─Grité, señalándole ─¡El que nos está mirando!

El urbano lo miró a él, pero luego me miró a mí y después otra vez a él. Parecía preocupado y yo estaba de los nervios, porque tambien miré hacia el Diego y ¡seguía allí tan ancho, sin moverse y encima sonriendo al mirarnos!

─Está aquí ─Oí que decía el poli. Volví a mirarle y le vi con una mano en la oreja y la cabeza baja. Parecía estar mirándose los pies.

─Frente al punto número dos ─Siguió diciendo ─. Me ha venido una chavala que me dice que él la perseguía...

¿Hablaba por radio? Y el tío lo hacía en susurros, y luego levantó la cabeza para mirarme, con una cara... ay, ay ¿Qué pasa aquí?

─Señorita ¿Está segura de que la perseguía a usted? ─Me preguntó.

─¡Claro que sí! ¡Ha llegado a agarrarme el brazo!

─Sí. ... ... ... Bien ... ... Roger ─Le dijo al final a la mano que tenía en la oreja ¿Roger? Y luego bajó esa mano y volvió a mirarme.

─Tranquilícese, estábamos vigilando a ese indivíduo.

─¿Que lo estaban...?

─Debo informarle de que si ha intentado agredirla podemos detenerle ¿Lo ha intentado?

Yo asentí inmediatamente.

─Por favor mantenga la calma, pero es un sujeto muy violento. Y esto es una zona muy turística, hay demasiada gente... Por su seguridad ¿Le importaría acompañarme al coche patrulla?

¿Violento? ¿Por mi seguridad? Y el jodido Diego ahí, mirándome con esa cara de malo ¿Cómo no iba a querer irme con el poli? Es que ni lo pensé, asentí y empezamos a andar. Lo único que quería era perder de vista al Diego, pero iba mirando hacia atrás y le veía aún quieto en el mismo sitio, hasta que ya estuvimos más lejos y él se dio la vuelta, yéndose en sentido contrario a nosotros.

Uuuuff... ¿Pero cómo podía estar el tío ahí, mirándome con esa pachorra mientras yo estaba con el poli? Y estaba tan nerviosa que me entró la neura. ¿Y por qué coño estaba tan contento el puto Diego...?  Ay, ay, ay... ¿Y qué hacía el poli ahí en medio, como si me estuviera esperando... y él sólo? ¡Ay! ¿No van siempre en parejas?

Y cuando salimos del puerto, yo ya volvía a estar con el corazón fuera del pecho, sin saber si seguir andando con el poli o volver a salir corriendo. Hasta que vi el coche patrulla parado en la avenida, con las luces azules encendidas. Y junto al coche otro policía de pie.

"Vaaale, Alba... Ahí está la pareja, son polis normales, no seas paranoica..." empecé a repetirme mentalmente a mí misma. Y no paré de repetírmelo hasta llegar al coche.

─¿Me disculpa un momento? ─Dijo el poli que me había traído.

Y se fue detrás del coche, sacó un móvil y llamó. Yo me quedé frente al otro. Se le veía bastante mayor, pero también bastante guapo.

─¿La ha agredido el sujeto? ─Me preguntó enseguida, muy solícito.

─Sí, bueno...me ha agarrado de un brazo y... me ha amenazado.

─Bien. Eso será suficiente. No se preocupe que ya está usted a salvo.

─Gracias... ─Susurré. Y realmente me sentí aliviada. Aquel poli tenía... no sé, pinta de bueno, y su cara ,además de guapa inspiraba seguridad.

─Ya está ─Dijo el primer poli, regresando de detrás del coche.

─Bien. Ya puedes volver.

Y ese poli, el que me había llevado hasta allí, hizo un saludo militar muy exagerado y sin decir nada se dio la vuelta para alejarse otra vez hacia el puerto. Y yo me quedé allí sin saber qué hacer ni qué decir, otra vez con la sensación de estar viviendo una película. Al menos me había quedado con el guapo...

─Señorita... ─Empezó a decir. Joder, ahora va y me pone cara de póquer...

─... puedo informarla de que hay otros agentes desplegados vigilando al sujeto, y de que pueden detenerle en cuanto no haya peligro para los civiles. Pero para retenerle necesitaremos que usted le denuncie.

Y yo alucinando cada vez más. Vale: Agentes desplegados, peligro para los civiles... ¿Pero quien coño era el Diego ese? ¿Un terrorista?

─Preferiría no tener que verle...

─Sólo tendría que identificarlo, él no podrá verla a usted.

─Bueno, es que...

─Entiendo que tenga miedo, y he de decirle que no está obligada. Pero nos sería de gran ayuda su declaración, debe usted saber que ese individuo es un peligro estando en libertad.

Uuuuff... ¿Y ahora qué hago?

─También he de decirle que tendría usted que acompañarme a la comisaría, pero sólo habrá que identificarle a él y tomarle a usted declaración. Si tiene amigos esperándola puede llamarles desde allí. Luego la llevarán donde usted quiera.

Y no me hacía gracia. Ninguna. Pero había que reconocerlo: de buena me había librado. Y no tenía ni idea de qué iba a decirle a la poli, pero... bueno,  supongo que me dejarían llamar a José. Sí, si él conocía gente en la poli sabría lo que hacer... Uuuff... 

Y así, casi sin darme cuenta, me vi dentro de un coche patrulla con un poli guapo ¡que me había dejado ir de copiloto! Y que se saltaba los semáforos en rojo, simplemente pulsando un botón que provocaba aquellos zumbidos de la sirena. Y cuando tomamos la ronda y dejamos atrás el puerto, la oscura silueta de la playa al fondo, tras el cristal de mi ventanilla. Y las voces entrecortadas en la radio, sonando sin avisar para recordarme dónde estaba...

En un mundo irreal. En una jodida película que vivía sin poder controlarlo, y que iba sobre un infierno. El infierno donde me había metido sin quererlo, y que me perseguía para matarme. Y al que siempre burlaba en el último momento, una y otra vez, también sin poder controlarlo...