P8C23. Segundo intento
Cuando levanté la cabeza vi otra vez al negro de pie ante mí. Me enfocaba con una cámara que tenía en una mano, y con la otra parecía sujetar una cuerda que colgaba del techo. No podía moverme. Sentía una molesta presión en la garganta, y al intentar girar la cabeza a un lado sentí un doloroso tirón en los brazos. Pero pude moverla lo suficiente para ver que ya no quedaba nadie más en la sala. Y ver también cómo estaba yo.
Era algo irreal, como tener una pesadilla no sólo en la mente, sino en todo el cuerpo.
Estaba sobre la mesa. Sentada en una postura muy forzada, con las piernas y los brazos doblados, las manos atadas a los tobillos y los codos hacia atrás, también atados por detrás de la espalda. Me apoyaba sobre el trasero y los talones de los pies, que me quedaban justo en el borde de la mesa.
─¿Es que no has tenido bastante? ¿Aún quieres más? ─Dijo él.
No, no quería más ¿Qué quería él? ¿que dijera que sí, para que saliera en el vídeo? Y le miré a los ojos. Y asentí. Lo único que yo quería era que terminara de una vez. Y fue cuando él empezó a tocar la cámara con la mano con la que sujetaba la cuerda. No soltó la cuerda y sentí otra vez la presión en la garganta. Entonces miré esa cuerda.
─Esto va a ser peligroso... ¿Seguro que quieres?
La cuerda subía desde su mano hasta una polea que había en el techo. Y de esa polea bajaba hasta mi cuello. Y no lo comprendí hasta que dejó de toquetear la cámara, tensó la cuerda hacia abajo y noté un tirón en el cuello que me obligó a levantar la cabeza.
¿Con una puta cuerda atada al cuello? ¿Así es como voy a morir? ¿Ahorcada?
Y él no esperó mi respuesta. Vi cómo tiraba poco a poco de la cuerda, con una sola mano. Y sentí cómo me aprisionaba la garganta tirando de mí hacia arriba. Y no dejó de tirar, pero el terror no llegó hasta que mis pies perdieron el apoyo y cayeron más allá del borde de la mesa.
Fue demasiado rápido, me incliné de golpe hacia adelante y fue la cuerda en el cuello lo que frenó mi caída. Y sentí otro tirón hacia arriba, y pronto noté que ya era mi trasero el que quedaba justo en el borde de la mesa. Enseguida lo supe: un centímetro más y mi trasero también caerá. Quedaré colgando del cuello.
Pero dejé de pensar en eso. El negro tiró aún más, y empezó una horrible angustia.
El aire se va...
Así, con mi último aliento. Lo último que iba a decir y tuvo que ser una súplica.
─Por... faaa... Quiero... vivir...
─Ya no respira... muy bien... ─Le oí decir.
Y pronto, más pronto de lo que hubiese querido acabé cerrando los ojos, y dejando que además del aire se fuera la luz.
Mi vida no pasó ante mis ojos. No vi ninguna imagen ni ningún túnel con una luz al final. Sólo estaba aquella angustia, aquel susto enorme, como cuando has hecho alguna muy, muy gorda, y te das cuenta de que ya no puedes volver atrás.
─...Muy bien... ya está... Fundiendo en negroooo... y abajo.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top