Bajábamos en el ascensor y aún me tenía abrazada, sin que mis pies tocaran el suelo. Yo estaba como paralizada. Entre las lágrimas veía que entrábamos en el apartamento, y luego en su habitación. Me dejó sobre la cama, otra vez como si fuera una niña pequeña. Yo seguía llorando.

─Ya está... ya está... Ya ha pasado... ─Decía ella, mientras me miraba la cabeza, y luego me limpiaba el rasguño del pié. Y yo dejé de llorar, pero seguía callada. Me sentía tan... pequeña.

Al poco se oyó la puerta del piso abriéndose. Debían ser los cámaras. Nuria miró hacia el pasillo con cara de rabia. Luego volvió a mirarme a mí.

─¿Estás bien?

─Tengo frío... ─Fue lo único que atiné a decir.

─Es el susto, cariño... ─Me tumbó en la cama y me tapó con la sábana y el cubre cama. Luego volvió a mirar hacia el pasillo ─Descansa un poco, ¿vale?

Me acurruqué en la cama mientras ella salía. Y cerró la puerta de la habitación, pero no lo suficiente. Oí claramente sus gritos. Todo lo que se dijeron. Pero apenas podía entenderlo, sólo me mantenía acurrucada.

─¡¡Hijos de puta!! ¡¿Porqué no me habéis ayudado?!

Una pausa. Una pausa muy larga. Y cuando volvió a preguntar, lo hizo de una forma mucho mas baja. Grave. Seria.

─No ha sido ningún accidente. Esas chicas la han empujado. ¿Por qué?

─Lo siento... yo... Nosotros no teníamos que intervenir, sólo grabar.

─¿Grabar qué?¿Cómo se caía?

Otra pausa... Y luego Nuria sonaba como suplicando.

─Ooh, Dios, no... Hostia, eso no...

─Nos dijeron que ya lo harían las dos chicas, que sólo grabáramos. Tenía que parecer... Hostia, Nuria, ya sabes cómo es esa gente.

Nuria pareció suspirar, cada vez más tenue.

─¿Pero qué coño puede haber hecho esta cría?

─Nosotros no hemos hecho nada. Coño, Nuria, ya lo sabes. Ellos deciden lo que les conviene. Nosotros sólo hacemos nuestro trabajo y callamos... Ya lo sabes, hostia.

─Pero esto no, joder ¿no lo ves?

Otra pausa. Yo lo oía, lo oía todo claramente. Pero era como si no fuera de verdad. Como oír una película sin verla.

─Nuria, me van a llamar... Tendré que decirles que... no ha salido bien.

─Dame sólo una hora ─Pidió ella.

─No creo que pueda, Nuria. Con esa gente no se juega...

─Pues tarda un poco en contestar, joder... Diles que no ha caído y que hemos pensado que era un accidente. Que ella está aquí, descansando... Pero tarda un poco, ¿vale?

─Te vas a liar, Nuria...

─¡Largaos los dos, hostia!

Oí de nuevo la puerta del piso cerrándose. Y a Nuria que venía corriendo. Abrió la puerta de la habitación tan de golpe que se me escapó un grito. Ni me miró. Fue al armario y sacó mi ropa, tirándomela.

─Vístete.

─¿Qué pasa? ─Alcancé a decir, pero me vestí rápidamente.

─Tienes que irte, cariño... Toma, dinero para un taxi...

─¡¿Qué pasa?! ─Volví a preguntar, sollozando. Ella se acercó y me sujetó de los hombros.

─Alba... ¿Te conoce ese viejo de algo más, aparte de tu padre?

─¡Nuria... ¿Qué pasa?! ─Grité, empezando a llorar otra vez.

─Alba... ¡Alba! ¡Centrate! ─Me dijo, sacudiéndome. La miré.

─¿Es verdad que tu padre es un abogado tan influyente? 

Asentí con la cabeza.

─Vale, vale... Si es su cliente, tu padre a lo mejor podrá... Mira, vete corriendo a tu casa. Deben saber dónde vives, pero estando en la parte alta no se atreverán a entrar. Se esperarán a que salgas... tú no salgas para nada ¿Entiendes?

Ostras, ostras... Me estaba acojonando. ¿Y ella también sabía que el viejo era cliente de mi padre? ¿Y que yo vivía en la parte alta?

─Lo siento, cariño, pero tendrás que explicarle a tu padre lo que ha pasado... Dios... Espero que sea tan influyente como dicen... Dile que ha sido el viejo, Alba, y que no puedes llamar a la policía ¿Entiendes? Espero que él lo entienda...

─Nuria... ─Repetí.

─Alba. Van a por ti ¿Entiendes? Por favor, no dejes que te pillen.