P8C10. José

El bus me dejó a sólo dos manzanas, en el mismo centro de la ciudad. Ya oscurecía pero la calle estaba llena de gente. Me sentía un poco ridícula, rodeada por toda esa multitud y mirando por encima del hombro mientras caminaba, por si alguien me seguía. Y también sentía remordimientos por ir a casa de José en lugar de a una comisaría de policía, que es lo que debería haber hecho.

 Pero no podía.

Nunca me había sentido así. Nunca había sentido un odio tan fuerte como el que le tenía a ese viejo. Quería destruirle, y quería hacerlo yo misma. Y no sabía cómo pero algo tenía que hacer. Y eso estaba haciendo: lo único que se me ocurrió.

Fue José quien contestó, cuando llegué a su edificio y llamé al interfono.

─"¿Si?"

─Soy Alba. ¿Puedes bajar un momento?

─"¿Alba?... Espera, que bajo."

Apenas tardó un minuto, y cuando le ví aparecer volví a recordar lo que me había dicho en el instituto: "si tienes algún problema quizá podría ayudarte". Y sin poder evitarlo, se me humedecieron los ojos.

─¡Hola Alba! ¿Dónde has estado? Eh... ¿te encuentras bien?

Y sin más me abalancé sobre él y le abracé, empezando a llorar. Después de demasiadas cosas era la primera persona normal que veía. La primera que me no me daba miedo, y ahora iba a meterle en todo aquello. Estuve un rato abrazada a él, llorando.

─Alba ¿qué pasa?

─Necesito tu ayuda... ─Sollocé.

─Ven, vamos a arriba...

Era un piso de los antiguos, bastante grande. La entrada daba a un pasillo, y al final se veía lo que debía ser el salón, donde se oía la televisión. Pero no llegamos. Entramos por una puerta a la derecha, a lo que debía ser la habitación de José.

Estaba muy limpia y ordenada. La cama en un rincón y una mesa de escritorio enorme, que ocupaba toda la pared del fondo. Sobre ésta tres pantallas de ordenador encendidas, y detrás una ventana. Las paredes tenían sobre todo mapas colgados, pero había una foto grande que vi enseguida. Una foto de Eli, claro.

Tenía una pequeña nevera en la misma habitación y me ofreció un refresco que acepté. Él cogió otro y se sentó en la silla del escritorio. Yo me senté en su cama.

─Bueno... ¿qué ha pasado?

─Me he metido en un lío... ─Respondí. Aún se me quebraba la voz.

─Venga, seguro que no es para tanto...

─Esto sí lo es, José.

Él no dijo nada. No sé si no sabía qué decir, pero se le veía muy sereno.

–Es algo... sexual –Dije, mirando al suelo.

–Eee... Vaya...

Y empecé a hablar. Sólo había tenido el rato del bus para pensar en lo que le diría. Desde luego no le podía contar lo que había hecho, pero si quería que me ayudara algo le tendría que decir... Jo, nunca me había inventado una historia tan penosa.

Le dije que había conocido a una gente en una fiesta. Que habían empezado a proponerme cosas, y resultaba que querían grabar un vídeo porno conmigo. Que yo me había negado, pero después había descubierto que grababan vídeos ilegales con niñas y quería saber cómo denunciarlos. Pero que tenía miedo, porque se habían enterado de lo que yo sabía y ahora me amenazaban...

Más penosa imposible. Y al terminar él siguió callado, mirándome. No sabía si tenía cara de sorpresa o de sospecha. Después de un rato sólo dijo:

─Vaaaya... ─Y calló otra vez.

─¡Di algo! ─Exclamé yo.

─Eeee, a ver... Alba, perdona ¿eh? pero has estado tres días desaparecida. Eli estaba preocupada y te ha llamado... Parece que tampoco estabas en tu casa.

No lo dijo con un tono de reproche, pero me quedé muda. Él siguió.

─Por nosotros no te preocupes, pero yo de ti... eee... me inventaría una buena excusa. Y mejor que no sea nada "sexual".

Me miraba a los ojos. Ostras, no sabía qué decir.

─No has ido a la policía ¿Verdad? ─Lo preguntó como si ya lo supiera. Hablaba de una forma... no sé, como si el policía fuera él. Y yo empecé a sentirme como si todo se me fuera escapando y ya no controlara nada. Se me volvían a humedecer los ojos.

─Yo... conozco a gente en la policía. Los hay que tienen mucha experiencia en estos temas ─Añadió. ¿Que él conocía a gente en la policía? Ostras, vale que era un tío un poco raro, pero eso sí que no me lo esperaba.

─No puedo ir a la poli.

─¿Por qué? ─Preguntó. Y empecé a arrepentirme de haber ido a allí.

─Por... mi padre. Y... por...

Pero volví a quedarme callada. Era su forma de mirarme, me sentía como si llevara escrito en la cara lo que había hecho.

─¿Han grabado algún vídeo contigo? ─Preguntó al final.

Ooh mierda... Asentí y rompí a llorar otra vez. Él vino a sentarse a mi lado y puso una mano sobre mi hombro.

─¿Te están persiguiendo?

Negué con la cabeza intentando calmarme, pero no lo sabía. Si no volvía al piso con Nuria ¿Me buscarían?

─¿No puedes ir a tu casa? Ya sé que no quieres que tu padre se entere, pero tampoco es culpa tuya, y él es un abogado muy bueno.

─¡¡No!! ─Grité. Él se quedó callado. Mierda, mierda... ¿Cómo le iba a decir que sí era culpa mía?

─No conoces a mi padre. Si se enterara sería mucho peor. Además saben dónde vivo... ─Dije convencida. El viejo seguro que lo sabía.

─Bueno... Puedes quedarte aquí, si quieres... ─Lo miré inclinando la cabeza ─Vale, perdón... ¿Y con Eli? Seguro que a ella no le importaría.

─Mira, prefiero no meteros en esto.

─Bueno, pero....

─Espera, José. Ya sé que te estoy metiendo a ti, pero no se trata de que me persigan o no. Ese no es el problema.

─¿Ah no?

─Quiero cargármelo.

─¿Cargártelo? ¿A quién?

─Hay... un hombre. Es un viejo. Le graban vídeos sólo para él, y...

Y volví a quedarme muda, y a ponerme colorada mientras José me miraba con cara interrogativa. Igual que el lunes en aquel pasillo del instituto, cuando él me miró y supo que me pasaba algo. Pero igual que entonces no necesitó que le explicara más.

─¿Y cómo se supone que puedo ayudarte en eso?

─Los que le graban los vídeos también venden en Internet. Y tú eres bueno con los ordenadores. He pensado que quizá podrías ayudarme a... delatarlo o algo así...

─Ya ─Murmuró él. Parecía estar pensando.

─No tienes ni idea de lo que hace ese viejo, José. Quiero que le encierren y tiren la llave. Que nunca más vea la luz. Que nunca más pueda acercarse a una niña...

Y por enésima vez no pude seguir hablando. Y por enésima las lágrimas volvían a salirme, pero esa vez vi a José asintiendo con la cabeza, y ahora su mirada era de comprensión, de complicidad. Y sentí ganas de abrazarle otra vez. Ya no me extrañaba nada que Eli estuviera colada por él.

─Y sin ir a la poli... ─Susurró. Y sin más se levantó y fue hasta el escritorio, sentándose ante sus pantallas.

─Bueeno... ¿Qué sabes de ese viejo? ─Preguntó. Así, tan tranquilo, como si le hubiera pedido ayuda con un problema de matemáticas. Y me sentí tentada de decirle que era cliente de mi padre, pero no me atreví.

─De momento sólo el nombre. Pero tiene que ser alguien importante, parece que tiene mucho dinero...

─Mmm... un nombre no es mucho ¿Algo más?

─También tengo la web de los que le graban los vídeos. Me pasaron una IP, un usuario y una contraseña, pero tendría que buscarlo...

─¿Sólo la IP? ¿Sin nombre de dominio?

─Sí, sólo la IP.

─Pues tampoco nos va a servir ─Dijo, negando con la cabeza ─. Lo más seguro es que esa IP ya no exista... Realmente debe ser algo muy ilegal ¿No tienes nada más?

─Bueno, también tengo una... amiga que está más metida. Ahora estoy en su casa, pero no sé si querrá ayudarme.

─¿Vives con ella?

─De momento sí...

Joder, aquello debía sonar fatal. Pero él se quedó un buen rato pensando.

─De momento un nombre. No es mucho... a ver... ¿Qué nombre es? ─Dijo, dándose la vuelta y poniéndose al teclado.

Se lo dije, abrió una ventana en uno de los monitores y empezó a teclear. Esperó un rato y cerró la ventana. Entonces vi la foto que tenía de fondo de escritorio en la pantalla. Claro... 

─Ya está ─Dijo.

─¿Qué era, una especie de Google?

─No. Digamos que se lo he comentado a gente que conozco. Saben de esto y son de confianza....

Y es que se le veía tan seguro... Por un momento pensé que podría salirme con la mía, y volvieron las ganas de abrazarle. Ostras, lástima que no me guste el chaval. Sería un partido estupendo... si yo no fuera como soy, claro. Pero tampoco podría ser. La foto en la pantalla, detrás de él, era más que evidente. Y no venía al caso, pero no pude evitar decirlo.

─¿Puedo hacerte una pregunta personal?

─Bueno... poder, puedes ─Contestó él entrecerrando los ojos.

─¿No iría siendo hora de que hablaras con Eli?

─¿Con Eli?

Le hice un gesto con la cabeza, señalando la pantalla detrás de él. El fondo de pantalla era un primer plano de la cara de Eli. No llevaba las gafas, y a pesar de la cicatriz estaba guapísima. José se puso colorado enseguida.

─No, no, es que... No se trata de...

─Oye, con lo que ahora sabes de mí no me andes disimulando ahora... ─Le insistí.

─No, bueno... es que... Mira, ella vive en su mundo y yo no soy nadie para... Yo con mis ordenadores ya soy feliz ¿Sabes?

Madre mía. Un tío tan inteligente, y qué tonto que llega a ser. Pero lo veía tan agobiado que no quise insistir más, y desde luego no era el mejor momento para hacer de cupido.

─Vale, vale, perdona. Yo... Muchas gracias por tu ayuda, José. No tienes idea de lo que significa para mí.

Y él simplemente se encogió de hombros. Con lo que le había venido, pidiéndole ayuda con todo el morro, y él se lo tomaba... no sé, como si no fuera nada raro.

─Ah, espera ─ Dijo. Se dió la vuelta y buscó un rato dentro de una caja que había junto a las pantallas.

─No, éste no, que cualquiera podría... Ah, sí. Mejor éste ─Murmuró, antes de sacar un lápiz de memoria.

─Toma ─Dijo, dándomelo.

─¿Y esto?

─Bueno, dices que estás con una amiga que está metida en esto ¿Cómo de metida?

─Digamos que acompaña a los que graban los vídeos ─No se me ocurrió otra cosa que decirle.

─Perfecto. Supongo que tendrá ordenador, ¿no?

─Supongo que sí, pero...

─Mira. Sólo con un nombre poca cosa podremos hacer. Desde luego si no lo ves claro o es arriesgado no lo hagas, pero si se te presenta la ocasión...

Yo es que alucinaba. Es que la situación ya era increíble, y José era aún más raro de lo que pensaba. Ahora me sentía como si estuviera hablando con un espía.

─¿Qué tengo que hacer? ─Pregunté.

─Bueno, el ordenador tendrá que estar apagado. Sólo hay que encenderlo y que arranque desde este lápiz. ¿Sabes hacerlo?

─Sí.

─Que arranque y que cargue. Es bastante rápido. Cuando termine, el ordenador volverá a apagarse. Sacas el lápiz y te lo guardas ¿Crees que podrás?

─Supongo que sí... ─Contesté poniéndome el lápiz en el bolsillo. Pero no lo veía nada claro.

─Es un software muy bueno. Con esto tendremos acceso al ordenador y a los que se vaya conectando. Pero es más seguro que sólo se pueda acceder con el lápiz. Habrá que volver a quedar para que me lo des ¿Cuando crees que podrás?

¿Más seguro? Yo alucinaba. ¡Si parecía un espía de verdad!

─Necesitaré algo de tiempo y no creo que me quede mucho... Eee ¿El sábado? Pero mejor no en tu casa. Es posible que cuando te lo dé ya me estén buscando.

Quedamos en un bar del puerto por la mañana. Y si no podía, en el mismo por la tarde. Le dije que ya me tenía que ir y me acompañó a la puerta. No lo tenía claro. Nada claro. Es que me había presentado explicándole una historia de película, y él se lo había tomado como si fuera lo más normal del mundo... No. Por muy raro que sea José... no. Nada claro. Ni estaba segura de si podría volver a verle.

Pero si con eso había alguna posibilidad de joder al viejo, por Dios que lo intentaría. Ni sabía cómo ni lo que podía pasarme a mí, pero seguiría con ese viejo. Y seguiría sólo para una cosa: Para acabar con él.



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