Y volvía a estar arriba, esperando el autobús. Deprimida y llena de rabia. Por haber visto aquello y no haber hecho nada. Y por haber ido a allí. Y por la Nuria. Y por lo que había hecho antes, subida sobre aquella jodida barandilla. Yo nunca había hecho algo así. Mi vida estaba cambiando de una forma que no podía controlar, y no me gustaba nada... Y sobre todo por lo que acababa de ver ¿Por qué había tenido que verlo? ¡Mierda de parejitas de novios! ¡Y de chicas "normales"! ¡Inútil! ¡Estúpida! ¡¡Lo había negado con la cabeza!! ¡Y mierda de Nuria! ¡Y mierda de fin de semana! ¡Y mierda de todo!

Y vi llegar mi autobús. Y cómo no, no podía detenerse justo en la parada sino unos metros más allá. Y yo, claro, tenía que quedarme allí, sin darme la vuelta para cogerlo. Allí quieta, aún mirando en la dirección de donde había venido el bus. Y oyendo cómo éste abría la puerta, y luego cómo la cerraba y se iba. Yo clavada, mirando cómo se acercaban caminando: La inútil de la blusa azul; el hijo de puta, andando a su lado. Y las dos amiguitas y el otro, también. Pero detrás de ellos, separados, sin decir nada. 

Cobardes.

Era una parada de las rectangulares, con dos paredes de cristal formando un ángulo recto. Yo caminé hacia atrás hasta quedar dentro, tocando con la espalda el cristal de un lado. Y cómo no, ellos tuvieron que venir a la mismísima parada. El hijo de puta se apoyó en el otro cristal, apenas a un metro de mí. La inútil se sentó a su otro lado, en el banco de la parada. Y una de las amiguitas se sentó junto a ella, y le hablaba al oído. Y de pronto la inútil se levantó, y le habló al hijo de puta. Delante de mis narices.

─Yo sólo quería ir de compras con mis amigas... ─Le dijo, casi sollozando. Y él se giró hacia ella, dándome la espalda.

─¡¿Vas a seguir tocándome los cojones?! ─Le preguntó a gritos ─¡Ahora sales conmigo! ¿Entiendes? ¡No puedes estar haciendo lo que te dé la gana! ¿O quieres que me vuelva a enfadar?

Y ya no pude. No pude. Me acerqué y me puse a su lado.