15._ Solo me Queda Aguantar
Mi nombre es Érica Sanz, tengo 17 años. Me gusta jugar juegos, ver anime y leer novelas, sobre todo las románticas, pero leo de todo.
Tengo un problema, y es que a donde sea que voy, termino haciendo daño a la gente. Me preocupo de andar con cuidado, pero siempre ocurre un accidente. La gente termina persiguiéndome, y mi papá me lleva a otro lado para comenzar de nuevo. Al llevar este estilo de vida, se me ha hecho difícil hacer amigos, tanto que a veces siento que no puedo conectar bien con la gente. Es como si hubiera cierto conocimiento o lenguaje que todos conocen excepto yo, algo que debí haber aprendido cuando era chica.
Al menos tengo a mi papá. No sé qué haría sin él; es sabio, paciente y amigable. También es la única persona más fuerte que yo, al menos que yo sepa, pero él puede controlar su fuerza mucho mejor, nunca he sabido que matara a alguien por accidente.
A principio de año nos mudamos a la ciudad de Katra para comenzar otra vez una nueva vida, después de que yo matara a unas chicas en mi colegio anterior.
Todo comenzó bien. El primer día me atropelló un camión antes de llegar al colegio, pero me limpié el uniforme y fui a clases de todas formas. Ahí conocí a un chico muy lindo y amigable, llamado Ocko. Él descubrió mi fuerza ahí mismo, gracias a un accidente en una iglesia en demolición, pero no se lo dijo a nadie, incluso dijo que mi fuerza era fenomenal.
Gracias a que Ocko era un chico súper popular, me hice amigos rápidamente. Conocí a su grupo; Troveto, Pekos y Gálica, y también a una chica algo mandona, pero con buenas intenciones, llamada Raquel.
Rápidamente me integré al grupo de Ocko, y juntos salimos a echar la talla y a divertirnos. Una vez fuimos a un festival de comida y terminamos escapando de los guardias, fue divertido.
Lamentablemente, Ocko era un poco muy sociable para mi gusto. No sé cómo lo hacía, pero parecía que se juntaba con todos los grupos dentro del curso constantemente, y con otros cursos también. Yo termino agotada de hablar solo con mi propio grupo.
Eso es algo raro, no lo entiendo bien, pero creo que me desagradan los grupos grandes. No lo entiendo, se supone que uno debe divertirse en fiestas y carretes, pero yo no consigo hacerlo, solo me dan ganas de esconderme en un rincón a esperar con ansias la hora de irme. Creo que por este motivo me encontraba particularmente irritada una vez que fuimos a una fiesta. Ocko intentó sacarme a bailar, un gesto con el que había soñado por años, pero en ese momento solo quería irme. Me sentí muy frustrada, era como si yo misma estuviera saboteándome.
En fin, nos marchamos de la fiesta. Era de noche y no había nadie en la calle. Nos encontramos con unos cogoteros, y por una vez me alegré de verlos. Gente con quien podría desquitarme, eran perfectos. Así que los maté. Pero cuando lo hice, Ocko me miró raro. Me dijo que lo había hecho bien y cosas así, pero lo noté con miedo. Ocko me temía. Eso me dolió.
Después de eso, todo comenzó a desmoronarse. Sin querer le saqué la pierna a una chica de una patada. Luego sus amigas intentaron vengarse de mí, yo me dejé, pero una de ellas intentó apuñalarme y yo me defendí. Después, la niña sin pierna me disparó, y por defenderme, la gente comenzó a temerme. Era una vorágine de miedo y rencor que no podía controlar.
Finalmente, en uno de los intentos de venganza de una de esas chicas, Ocko murió. Fue una muerte tonta, solo se cayó de una torre y se rompió el cuello. No hubo golpes tremendos, ni disparos, ni cuchillos, solo cayó mal. De haber caído con los pies, solo se habría ido al hospital. En vez de eso, terminó en un ataúd.
Los demás me culparon de matarlo. Admito que lo empujé, pero era mi mejor amigo en el momento, solo quería apartarlo para darle una lección a esa tonta Krois.
Ahora todos me odian. Yo solo quería terminar el año tranquila, graduarme como todos los demás, pero mis compañeros me están haciendo la vida imposible en el colegio, y ni siquiera hemos terminado el semestre. Raquel, la que dirige todo el asunto, me aseguró que haría de mi vida un infierno. No me hizo caso cuando le prometí que no haría más daño a nadie.
Ya no sé qué hacer. No aguanto más, pero no quiero que se repita lo mismo de todos los años.
Debo aguantar.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top